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CAPÍTULO II 03🍷

Hace dos horas que los chicos me habían ayudado en llevarme a mi nueva habitación, me dieron mi espacio para que me instalara en ella. Por otra parte, me advirtieron de no salir en la noche cuando es la hora de dormir. Ya que estaba prohibido y habría consecuencias.

Cuando me di cuenta de que mi maleta ya la habían traído, decidí ponerme mi pijama. Un short corto azul y una blusa del mismo color de seda, después de haberme bañado.

El cuarto era elegante y antiguo. Tan solo mi cama parecía ser de una princesa o una reina. De esas que tienen una especie de techo en él, con telas hermosas y delicadas. Era simplemente perfecta. Me encantaba. A veces creía que había nacido en una mala época. Ya que me encantaba todo lo antiguo. Su manera de vestir, su manera de actuar, de su porte elegante al caminar. Amaba esos tiempos sin tanta maldad.

Decidí recostarme en la cama, pero cuando toque esta sentí como si estuviera en las nubes. Las sábanas también eran de seda, casi gritaba de la emoción. Amaba el internado, casi olvidaba lo rico que era dormir en ellas, eran celestiales. No obstante, recordé por un momento algunas cosas en mi maleta, así que fui a sacarlas de ahí, para ponerlas en mi mesa de noche. Puse mi maleta negra encima de la cama y abrí su cierre. Saqué de una en una las cosas de mi maleta acomodando todo. El reloj que me obsequiaron los gemelos. La lámpara de mi nana Mercedes que me regalo cuando tenía diez. Ya no funciona, pero me gusta llevarla conmigo a donde vaya. Es como si siempre estuviera ahí. La extrañaba tanto, y el día que nos dejó fue doloroso para todos. Más para mamá que a nadie. Su partida nos dejó rotos... Besé por última vez la lámpara de mi nana y seguí sacando más cosas, había dos retratos. Uno era de mis hermanos con mamá y mi nana. La otra estábamos todos con papá. Tenía fotografías con Dixon. Mi mellizo. Aunque no fuéramos hermanos de sangre, nosotros así lo sentíamos.

Realmente nos amamos.

Parecía que todo ya lo que había sacado, pero una fotografía y una nota había hasta lo más profundo. Mamá lo había dejado ahí, era una fotografía con mis dos mejores amigas.

Ex mejores amigas.

Anel y Dany.

Cariño, no te olvides que te amo y que te extrañaré todos estos días.
Casi olvidas la fotografía con tus amigas, sé que las extrañarás tanto como ellas a ti
con amor, mamá.

La fotografía me recordó aquel día. Estábamos sentadas en un restaurante de mi padre. Comiendo, y riéndonos de cualquier tontería. Ese día me sentí tan feliz de tenerlo todo, tenía amigos, tenía una familia y vivíamos cómodamente. Pero eso se terminó en aquel momento, en que ellas...

Cerré mis ojos con fuerza y los volví abrir nuevamente. Mi mirada había estado en algún punto de la habitación mientras que mi puño estaba cerrado en la Fotografía. No me había dado cuenta, y cuando reaccioné decidí tirarla hecha bola en el bote de basura que había cerca de mí.

- Ojalá se pudran - solté tirándome a la cama con brusquedad.

Mamá y papá jamás se enteraron de lo que sucedió. Y decidí guardar eso para mí, porque si padre se enteraría de lo que me hicieron, estarían muertas desde hace meses. Y de tanto pensar en ellas mis ojos se cerraron y no pude evitar estar un momento más despierto.

- ¿De verdad? ¿Nos comprarás toda esta ropa amiga? - me señala la ropa de diseñador y asiento - Woow es bueno tener amigas con dinero - suelta y yo reí

...

Escucho un estruendo.

...

- Carlie ¿quería preguntar si podrías comprar mi almuerzo hoy? Es que verás. Dejé mi billetera en casa, lo olvidé.

- Claro que si amiga, queda por mi cuenta. No tendrás que pagarme nada después - Anel se lanza a mis brazos y la recibí con una sonrisa correspondiendo a su abrazo.

...

Escucho un estruendo más fuerte que me hace despertar y pegarme a la cabecera de la cama. Estaba lloviendo, la luz de los relámpagos hacían alumbrar mi habitación. Lágrimas había en mi rostro, y no me percaté. Sentía esa sensación de tristeza, dolor y coraje que habían vuelto a regresar a mí, por el recuerdo de aquellas mujeres que intentaron destruirme. O lo lograron, porque realmente me sentía rota. Les di mi cariño y me despreciaron.

...

- Solo dame más dinero, no quiero que la gente me vea como si fuera una de esas chicas, pobres, que no pueden comparar un simple desayuno y tienen que traer su propio almuerzo.

- Hoy no compraré Dany. Mi madre me ha hecho uno y estoy muy a gusto con esto. Mi padre está viendo cuanto gasto y no quiero que se lleve una mala impresión de mí.

- Pero si eres su princesa, te da ocho tarjetas al año. Es increíble que no quieras ayudarme "amiga" - se va golpeando mi hombro.

...

Me levanto saliendo de la cama y continuo caminando para salir de mi habitación.

...

- ¿Por qué ambas hacen esto? - absorbo mi nariz viéndolas.

Cuatro chicos intentaron violarme. Estuve a punto de ser agredida por mis compañeros, y me dolía tanto que fue de ellas de quien vino su plan. Ellas, mis mejores amigas me habían hecho esto y solo se mantenían riéndose de mí.

- Hay cállate Carlie. Solo fue una broma. Te ven asquerosa - hace una mueca viéndome de arriba abajo. Estaba en el suelo sentada sin parar de llorar. Mi camisa estaba rota, mi falda estaba fuera de lugar un poco más abajo de mis glúteos. Mi cabello estaba en un completo desastre y ni se diga de mi rostro. Solo me mantenía llorando.
- ¿Anel, crees que esto es suficiente? - se miran entre sí. - Supongo que tenemos que hacer algo más para que aprenda la lección. - me mira - solo tenías que complacernos Carlie. Eso hacen las amigas. Debiste seguir yendo con nosotras de compras. Debiste de usar tu auto lujoso en vez de hacernos ir contigo en un asqueroso autobús. Debiste comprar nuestros almuerzos, gastar tu dinero con nosotras. Solo es como quitarle un pelo al gato. Tú te ahogas en tu puto dinero y no puedes compartir con tus verdaderas amigas.

Apreté mis puños. Malditas, siempre les importó mi dinero, jamás mi amistad ni mi cariño.

- Váyanse a la mierda - solté apretando los dientes mientras que ellas ríen a carcajadas.

- Amor, si la que estará en la mierda serás tú en estos momentos - se gira para caminar y luego regresa - Chicas, démosle una despedida a nuestra querida Carlie. - muchas chicas empezaban acercarse, y después de ello comenzaron a golpearme.

...

Abrí la puerta y salí de mi habitación. Estaba caminado descalza por los pasillos sin darle importancia a las advertencias de mis amigos al no salir. Pero necesitaba hacerlo, cada vez sentía que me ahogaba en mi misma botella que se llenaba de agua poco a poco. Necesitaba salir a respirar. Necesitaba aire. Mis pasos ya estaban en la entrada de la salida, y cada vez más se oían los hermosos estruendos de los relámpagos acompañando la lluvia. Al salir completamente dejé que el agua me mojara.

...

- Eres tan hermosa Carlie - mi profesor me pidió que me quedara un momento para hablar sobre mis calificaciones - Tengo tantas ganas de poder sentir lo que tienes aquí - su mano se dirige al diablillo de mi falda y toca mi pierna interna.

Sentía tanto asco en estos momentos. Su cuerpo gordo, de mi misma estatura y su barba de vago me daba repulsión. Se miraban las arrugas de su cuello y su mal aliento me daba en el rostro, ni siquiera quería respirar.

- Por favor, no siga - pedí en súplica - no le diré nada a nadie, pero por favor déjame ir. - lo miré a los ojos, cuando los míos estaban cristalizados.

- Pequeñita, si no le haces caso a tu Daddy tendrás notas bajas. Solo tienes que hacerme caso y serás la mejor en mi clase. Pero si te portas aún mejor te ayudaré en todas ellas. - sus dedos tocaron mi feminidad aún por la tela de mi ropa interior.

Me sobresalto e intento apartarme, pero su agarre es tan fuerte que no puedo mover. Quiero gritar, pero no puedo hacerlo. Tengo mucho miedo.

Su rostro se entierra en mi cuello mientras siento su aliento, como también su barba que me picaba. Cuando una de sus manos desciende a tocarme un ceno, reacciono por impulso y le doy con mi rodilla en su entrepierna.
Se apartó para sobarse adolorido y es ahí donde puedo correr para escaparme. Me siento tan aliviada que no me importó no tener mis cosas que se quedaron en el salón. Solo intento llegar a casa lo más rápido posible. Mi vida es una mierda.

...

La lluvia me llamaba, sus gotas recorrían mi cuerpo acariciándome, dándome su apoyo. No eran cálidas, al contrario, mis dientes tiritaban del frío que sentía, pero me hacían reconforta un poco. Me harían olvidar, necesitaba una distracción, necesitaba el dolor. Solo por esta única vez, necesito sufrir un poco el daño físico, para poder olvidar. Olvidar ese momento que me marcó de por vida.

...

Él tiró fuertemente de mi cabello, y una punzada de dolor me recorrió el cuero cabelludo. Ya no podía correr más y tampoco suplicar que me dejara ir, mi boca estaba tapada por su asquerosa mano sudorosa alejándome del pasillo y llevarme a un lado que desconocía.

- No te me escaparás, he deseado esto desde la primera vez que te vi. No pienso esperar más. Te haré mía...

Me arrojó contra la pared haciéndome caer al suelo. Mi cabeza dolía tanto que por un momento me mareó y mis oídos zumbaron. Me sentía adolorida, débil.

Este hombre estaba a punto de violarme, y fue lo que pasó. Al final me había tomado a la fuerza destruyéndome por dentro, mis gritos no hacían venir a nadie, mis sollozos, mis llantos.

Estaba sola, me habían lastimado como jamás creí que algún día me llegaría a suceder.

...

Mis piernas se doblaron, mi corazón estaba acelerado. Mis lágrimas se confundían con la lluvia, pero mis ojos permanecían ardiendo, dejándome expuesta. Como podía olvidar lo que pasó ese día, cuando llegue a casa y me preguntaron como me había ido, respondí con una sonrisa que había sido magnífico. Mi coraza no se rompió frente a ellos, por miedo a la vergüenza, por miedo a la decepción que emergería si se enteraran de esa pesadilla que había vivido hace unas cuantas horas atrás. Expuse mis manos en el suelo enterrando mis dedos en el lodo. Mis cabellos ya oscuros, y húmedos, se pegaron a mi rostro. La imagen en mi cabeza, sus asquerosas manos sobre mí, los gemidos contra mi oreja me destrozaban mi interior. Solo tenía dieseis años. Era tan ingenua e inocente.

...

- Me divertí mucho muñequita - Soltó agitadamente mientras que yo solo sollozaba. - Sería mejor quedarte callada, ni una palabra de esto a nadie. De no ser así pondré al tanto a mis colegas, y ellos les encantará tomarte en más de una ocasión.
...

Un fuerte grito brotó de lo más profundo de mi garganta. Grité todo lo que podía sin importarme llamar la atención en este internado, además de aquellos sonidos estruendosos durante la lluvia me ayudaban a callar mis gritos de frustración, de dolor, de impotencia.
Mi garganta ardía, pero aún no era suficiente, estaba destrozada.

Mi pulso poco a poco se tranquiliza. Mis manos temblaron, haciéndome sentir débil. Y me desplomé en el suelo sin importarme estar sucia. Caí directo como peso plomo, no podía moverme. Mi mente se concentró en los toques de la lluvia en mi rostro, y lo frío que sentía cuando aquel viento me envolvía haciendo tiritar mis dientes aún más. Cerré mis ojos disfrutando de aquellos toques de agua fría, mientras que mi mente empezaba a perder conocimiento, pero aún me resistía, no quería dormirme aunque sintiera mucho sueño.

Después de algunos minutos sin moverme sentí la tierra temblar, moviéndome consigo, y aunque aquellos truenos también hacía temblar la tierra, supe identificar que era diferente. Pero no me moleste en abrir mis ojos, los sentía tan cansados al igual que cada extremo de mi cuerpo. Tenía ganas de morir, ganas de que la lluvia me llevara con ella. Para sentirme protegida, para sentirme en paz y jamás sentir el dolor que estaba sintiendo.

Unos brazos tomaron mi cuerpo con delicadeza, como si fuera de pluma y me alzaron del suelo, alejándome del lodo fresco, pero guiándome a una calidez acogedora haciéndome anhelar. No sabía de quién se trataba, pero extrañamente no sentía miedo. Me estaba importando menos si estaba en peligro o no. Cuando sentí sus brazos rodearme, dialicé a un hombre, ya que sentía sus brazos toscos al cargarme y pegarme a su pecho duro. No me interesaba saber quién me sostenía, ni mi mente, ni mi cuerpo quería saberlo. No era capaz de sostenerme yo misma.

Mi cuerpo se zarandeaba al movimiento de sus pasos. Empezó a caminar llevándome a un lugar que desconocía completamente. Sin saber que me preparaba a continuación. Y debería estar alarmada, debería estar asustada, pero el pánico de lo que se supondría que llegaría no apareció. Sus brazos en mi cuerpo me llenaban de comodidad haciendo que poco a poco mi cabeza se recostara en su pecho calentando mis mejillas frías. La respiración estaba tranquila, me sentí extrañamente protegida por los brazos de la persona que me llevaba y las fuerzas de mis párpados volvieron con la angustia de dejar ver a mis ojos, de saber quién era la persona que me había hecho llenarme de paz en algunos minutos.

Y fue así como poco a poco comencé a vislumbrar aquellos relámpagos, primero iluminar cierto tiempo el sitio que desconocía y no podía observar bien. Mis ojos estaban viendo algo borroso, pero de poco empezaban a enfocar los colores a distancia, así como también lo que se hallaba cerca. Cuando mi vista volvió completamente aparte un poco mi mejilla de su pecho para poder levantar mi mirada hacia arriba, encontrándome con la persona que jamás me hubiera imaginado. Las gotas caían salvajemente sobre mi rostro, pero aun así lo pude reconocer. Solo basto con una sola vez, para grabarme su rostro y ahora tenía una nueva vista de su rostro de tan cerca. Estaba en los brazos del líder del internado.

Draco

Él me había recogido. Me estaba alejando de la lluvia sin decir una sola palabra o verme. Me había dado calor, aquel demonio del abismo. Mi demonio. Mi héroe. Así estaba idealizándolo estúpidamente. Estaba tan mal que no cabía duda de que mi mente estaba haciendo imaginar cosas absurdas y ridículas. Ya no sabía lo que me pasaba yo misma.

Pero de pronto una sensación me abrumo. Tenía miedo de que me bajara y me dejara sola. Que me alejara de su cercanía. Tenía miedo de que se fuera de mi lado.

Aquellas gotas de lluvia dejaron de caer en mi rostro cuando habíamos entrado de nuevo aquel castillo oscuro y tenebroso. El internado.

El sonoro de sus zapatos empezaron a grabarse en mi mente, mientras me llevaba en brazos por aquellos pasillos. No dejaba de admirar su rostro húmedo, con gotas cristalinas recorriendo su perfil, llegando a su mandíbula marcada y bajar por cuello. Miraba como caían una tras otras perdiéndose al tocar el cuello de su camisa siendo absorbidas. Su cabello oscuro estaba húmedo y gotas caían sobre su cabello pegado a su frente. Sus hermosos ojos mantenían la vista en el camino, teniendo cuidado de no ser brusco conmigo para no lastimarme. Lo que me llevó a desbocar mi corazón haciéndolo latir rápidamente.

Draco era un hombre hermoso, de complexiones duras y varoniles. Su mirada era intensa y desafiante, con un toque de oscuridad y maldad en ellos. Sentía una aura maligna a su alrededor, de la cual debería darme miedo para alejarme. Pero no fue así, eso solo me atraía más, cuando me hacía sentir segura, sentía que esa oscuridad era para cuidar de mí. Contenta con ese pensamiento, recosté nuevamente mi mejilla a su pecho mientras que pronto llegaría a mi habitación, ya que podía mirarla a lo lejos la puerta abierta completamente mientras la luz salía de ella.

Cuando entramos a la habitación, me llevó directo a la cama, dejándome ahí con mucho cuidado, y lentitud, temiendo lastimarme, como si fuera frágil, de cristal y el trataba de protegerme.

Mis ojos por inercia se cerraron. El estar en la suave cama. Escuché ruidos en la habitación y algo romperse. Abrí mis ojos nuevamente viéndolo con al parecer ropa mía en sus manos, no hacía falta para saber que quería que me cambiara y lo hice mientras que él se dio la vuelta dejando verme su espalada para darme privacidad, siendo un acto caballeroso de su parte. Nuevamente, me metí bajo las sábanas con ropa cálida en mi cuerpo, haciendo cerrar mis ojos nuevamente. Me recosté de lado para poder sentir su calor frente a mí. El sueño me estaba venciendo, pero no quería dormir todavía, no sin antes de agradecerle por haberme traído hasta aquí. Siendo un héroe al rescatarme de morir congelada allá afuera.

Cuando abrí mis ojos pude darme cuenta de que él estaba a tan pocos centímetros de mi rostro, observando con detalle igualmente como lo había hecho yo hace unos minutos cuando fui llevada por sus enormes brazos.

- Gracias ... - solté con debilidad. Y fue entonces que cerré mis ojos grabando el color de sus hermosos ojos. El sueño se había apoderado completamente de mí después de sentir un roce de caricia en mi mejilla.

- Sufletul meu. - y su gruesa voz me llego suavemente con palabras que no llegué a entender, y sin saber si era producto del sueño mismo.

El idioma que están usando es rumano.

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