12
– ¡Ayudame! ¡Miranda! –gritó Martín intentando zafarse de las garras de ese humanoide. ¿Si él moría en ese nivel regresaría a la vida real o se quedaría en el mundo virtual para siempre?
Conociendo a Bunt va a dejarlo en "el paraíso".
Pensé dos segundos antes de sacar la pistola y dispararle directamente en el brazo a aquella cosa. Martín cayó al piso mientras la criatura soltaba un gruñido agudo de dolor. Mi amigo se arrastró hasta mí. Vi cómo la criatura corría hacia Martín; le disparé de nuevo pero no pude darle. Intentó sujetar el tobillo de mi amigo pero sólo alcanzó a rasguñarlo dejándole heridas muy profundas. Le disparé de nuevo, y esta vez le di en la cabeza. La criatura murió al instante.
Ayudé a Martín a ponerse de pie mientras él lloraba por el dolor.
– Tranquilo, Martín, ya casi vamos a llegar, sólo resiste un poco más. –dije mientras ponía su brazo sobre mi hombro para ayudarlo a caminar hacia el punto exacto a donde teníamos que pararnos. Cuando estábamos a punto de llegar sentí como si mi amigo estuviera retorciéndose. Se movía tan violentamente que no pude seguir sosteniéndolo. Me detuve para mirarlo pero de Martín ya no quedaba nada. Ahora a mi lado había un hombre que no reconocí, no tenía piel, ni órganos, nada, parecía tener sólo los huesos pero su columna vertebral era dos veces más larga que una normal y de ésta se extendían seis brazos con uñas extremadamente largas y afiladas, al menos las piernas sí parecían normales.
Me dio un puñetazo con las tres manos que se hallaban de su lado derecho. Salí volando unos 6 metros pasando sobre el punto a donde debía llegar. Tosí intentando recomponerme y respirar con lentitud. Adolorida volteé a ver al que anteriormente era mi amigo.
– ¿Martín? ¿Estás ahí? Yo sé que puedes escucharme, no dejes que Bunt te controle –me puse de pie, no sabía si lo que estaba haciendo funcionaba pero quería salvarlo–. Soy Miranda, tu mejor amiga, ¿lo recuerdas? –corrió hacia mí como si no me hubiese escuchado. Saqué la pistola de mi pantalón una vez más y le disparé en la cabeza. Sólo pude darle en una mejilla haciéndolo gritar. Corrió más rápido. Esperé hasta el último segundo. Cuando se lanzó hacia mí me hice a un lado. Chocó contra la pared y un fuerte ruido de huesos rotos se escuchó.
Me dirigí lo más rápido posible hacia el punto exacto en donde tenía que ponerme. Cuando llegué, sin salir de la zona, volteé a ver a Martín que ya no era Martín. Corría como un animal hacia mí, dos de sus brazos estaban rotos.
No pasa nada, ¿por qué no pasa nada? ¿En dónde está la maldita habitación blanca?
– ¡Bunt! –mi voz temblaba. La cosa de seis brazos cada vez estaba más cerca. Le disparé en la pierna al menos para hacerlo más lento–. ¡Bunt! –no se detenía y yo aún seguía ahí. Saqué el mapa de nuevo.
Pero si estoy en el jodido punto en el que debo estar...
– ¡Maldita sea Bunt! –la criatura ya estaba frente a mí– ¡Cumple tu puta palabra! –la cosa levantó los brazos que no se había roto y los lanzó directamente hacia mí. Me agaché cubriéndome la cabeza y cerrando los ojos.
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