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9★

     Robert volvió a Glasgow después de ese fin de semana, Y aunque habían hablado durante horas los siguientes días, no había vuelto a saber mucho más de él. Las conversaciones que habían mantenido posteriormente habían terminado rápidamente con un " te dejo que estoy muy liado" o con un " luego te escribo" que no llegaba, hasta que dejó de escribir.

     El verano llegó, y con el las vacaciones. Sabía que Robert también había terminado las clases, así que la excusa de los exámenes ya no le valía. No entendía nada, por muchas vueltas que le diera.

     "Quizá tenía novia en Escocia. ¿Era eso?¿Estarían enfadados cuando vino y en cuanto volvió se reconciliaron y se arrepentía de haber intercambiado el teléfono? No había pasado nada entre nosotros, pero posiblemente su novia se enfadaría si se enterara de que hablaba con otra. Pero parecía sincero cuando me dijo que no había ninguna chica en su vida. Quizá simplemente se aburrió de mi conversación infantil. Si, seguro es eso. Eso tiene más lógica. Robert es un chico muy educado, pero eso no significa que no prefiera a las chicas más... lanzadas o al menos no tan ingenuas. Con cualquiera de mis amigas habría funcionado, ellas hablan de sexo de una manera natural y sin ruborizarse. Eso es lo que les gusta a los chicos ¿No? No como yo, que le noto cerca y me pongo a temblar como una idiota"

     Las conjeturas se agolpaban en su cabeza, noche tras noche, hasta que al fin se quedaba dormida. Rendida, a la quinta noche de no tener noticias de él decidió olvidarse de que existía, o al menos de que existía una mínima oportunidad de que hubiera algo entre ellos.

     Una mañana encontró un mensaje suyo al despertar. Su corazón le dio un vuelco al recibir aquel hola. Pero la sensación de furia le recorrió su interior al descubrir el siguiente mensaje en el que la avisaba de que iría a Madrid en unos días.

     "¿Que pretende? ¿Tener una chica en Escocia y otra aquí?" tiró el móvil sobre la cama y se negó a contestar. Los mensajes se sucedieron los dos siguientes días, y ella siguió dejándolos en visto. O simplemente los borraba sin leer.

     Abril estaba cortando en laminas la zanahoria y el agua de la olla empezaba a hervir cuando su madre regresó a casa esa mañana. La saludo con un suave beso en la mejilla y después de cambiarse de ropa, se puso a su lado para ayudarla a seguir pelando y cortando verduras.

     — ¡Vino Robert está mañana!. — informó contenta su madre cogiendo un calabacín.

     Abril intentó no mirarla para que sus ojos no delataran. Siguió cortando y pelando , con los labios apretados. No quería saber nada de él. Igual que él no había querido saber nada de ella. Siguió cortando y solo un “ ¡Que bien!” con poco entusiasmo salió de su boca.

     — !Menuda sorpresa le ha dado, cuando ha aparecido en el despacho! no le esperaba hasta dentro de dos o tres días, pero al parecer su hermanita ya estaba mejor y vino antes.

     Abril paró en seco con lo que estaba haciendo, igual que su corazón, y volteó ca cabeza para mirarla.

     — ¿Su hermana? ¿y que la pasaba? ¿Estaba enferma?

     — ¡Si, pobrecita! Ha estado casi un mes ingresada, llena de tubos y cables... No quiero ni imaginar lo que habrá pasado esa familia. Pero en fin, la niña ya está en casa y fuera de peligro.

     Abril deseó subir corriendo ha coger su móvil para escribirle. "¿Era por eso que no podía hablar? Pero…¿Por qué no se lo dijo?"

     — ¿Por eso has venido antes? — preguntó queriendo ser natural.

     — Si. Hoy Alejandro me pidió que trabajáramos en su casa. ¡No me extraña que prefiera trabajar ahí! Y bueno, cuando él apareció... — hizo una pausa y sonrió — quedaban cosas por hacer, pero puedo apañármelas desde casa. !El e-mail a Sebastián! ¡Casi se me olvida! — Exclamó secándose las manos con el paño, y dirigiéndose a su despacho.

     La chica sonrió con tristeza. Había metido la pata hasta el fondo y no sabía cómo salir de ahí.

     No durmió mucho esa noche, la dolía la cabeza. Le había escrito un mensaje pero él no parecía haberlo leído. Se sentó en la cama, con las rodillas pegadas al pecho y se acuno. Se mecía delante y atrás, atrás y adelante de nuevo, mientras se odiaba a si misma por ser tan estúpida. Permaneció así un largo rato hasta que, decidida, entró en la ducha.

     Pasó la mañana sola, haciendo las tareas que le había pedido su madre. Dándole más vueltas a la cabeza. Preguntándose si hoy su madre le vería, o traería noticias de él. " Ayer le vio y le contó todo aquello. La vio y no preguntó por mi. Y no me ha contestado." Resopló. " ahora el debe estar odiándome". Cogió su teléfono, y cruzando los dedos le llamó de nuevo. Pero no hubo contestación al otro lado de la línea.

     Aquella tarde no sentía ganas de salir, pero quedarse en casa a torturarse por su torpeza, no solucionaba nada. Así que aceptó los planes de las chicas de ir al centro comercial. Como de costumbre, se pavonearían de sus ligues de la noche anterior, y de la fiesta que se habían dado, como si compitieran entre el delas de a ver quien tiene más pretendientes.

     Entraron en un par de tiendas, se probaron vestidos y camisetas y tras entrar en una perfumería y comprar maquillaje, se sentaron en una mesa, a la sombra, en la terraza de una cafetería. Ruth y Tami no paraban de hablar de chicos, mientras que en el único que Abril podía pensar era en Robert , en lo mal que lo habría pasado, y en lo estúpida que era. Le dio un trago a su smoothie y volvió a intentar retomar el hilo de la conversación que mantenían.

     Volvió a mirar el móvil por enésima vez, pero no había nada nuevo y supuso que tendría cosas mejor que hacer, que escribir a una niñata como ella.

     — ¡Tienes que inventarte algo el sábado! — pidió Ruth sacándola de sus pensamientos. — dile a tu madre que te quedas a dormir a mi casa.

     — No me dejará si no habla con tu madre, ya sabes cómo es.

     — ¡Joder! Pues te vas a perder un fiestón. Y Chema está deseando liarse contigo. Tienes la oportunidad perfecta de perder la virginidad — añadió Tami riéndose, sabiendo que Chema no tenía la más mínima oportunidad con ella.

     — Pues... Si liarme con Chema es el incentivo... Creo que pasó.

     — Pues tampoco está tan mal. Vale que no te lo tires pero... Besa bien. ¡Podría enseñarte! — confesó Ruth.

     Tami no podía creerse lo que había oído.       — ¿Te has enrollado con él? ¿Cuando?

     — Hace un par de semanas, cuando te fuiste con Jorge. Pero no pasó nada solo nos besamos y un poco de toqueteo.

     — ¿Solo un poco de toqueteo? Conociéndote, seguro que le masturbaste allí mismo.

     Ruth se puso colorada de aguantar la risa. — ¿Y que querías que hiciera? ¿Dejarle con todo el calentón? Por cierto, ¡pedazo de aparato! — dijo con un suspiro exagerado.

     — Eres una guarra. Lo sabes ¿No? — bromeó Tami.

     — Y tú te lo crees todo. No le hice ninguna paja, ni siquiera se la toque. Me sacó un condón y le dije que ni de coña. Y ahí se quedó la cosa. Lo que sigo sin entender, es el por qué te fuiste con el puto Jorge, si siempre has dicho que no te gustaba y que es un creído.

     Abril pasaba la mirada de una a otra, como en un partido de tenis. Nunca había entendido como su amistad había durado tanto tiempo, cuando no tenía nada en común con ellas. Quizá era la más infantil en muchos aspectos, pero también era la única que ponía un poco de sensatez en ese grupo de locas.

     La melodía de mi móvil empieza a sonar interrumpiendo la animada conversación.

     — ¡Cógelo! Seguro que será tu mamá — Se burló Tami sacándole la lengua.

     Abril descolgó sin mirar si quiera de que fuera cierto.

—¿Si?

—Hola

     — ¿Robert? Separo el móvil de la oreja para comprobarlo. Aún no se lo creía. Y se quedó sin palabras.

     — ¿Te pillo en mal momento? — su voz sonó confundida.

     Abril se puso de pie, y se alejó de sus amigas. — No, no. Es que ... no te oía bien.

     La voz al otro lado del teléfono quedó muda por unos segundos. Obviamente se lo había pensado mucho antes de llamar.

     — ¿Donde estás? ¿Se oye mucho ruido?

     — En... el centro comercial, con unas amigas.

     — Ah... Ok. No te molesto entonces. Hablamos luego si te apetece.— dijo dispuesto a colgar.

     — No me molestas. Me alegro que hayas llamado. — dijo ella rápidamente evitando así que lo hiciera — Pensé que no querías hablar conmigo.

     Robert volvió a guardar silencio unos segundos y suspiró. Aún estaba molesto, pero las ganas de verla podían más que su enfado. — ¿Puedo ir luego a buscarte? Te veo aunque sea cinco minutos.

     — Si... claro... Eh... Podrías venir ahora. Si quieres, digo. Si no tienes nada que hacer. Ya las veré mañana. — Propuso ella, cruzando los dedos. Y después de escuchar la contestación sonrió.

     — ¿Robert? — Preguntó Ruth intrigada en cuanto esta colgó el móvil y volvió a la mesa. — ¿Es ese el chico que decías que era tan guapo, que era hijo de ... No se quién?— Preguntó como si no se hubiera creído nada de lo que le había contado.

     — Pues ... Si.

     — ¡¿Entonces es verdad que existe?! Pensé que lo habías soñado o nos estabas contando una de tus películas. — Se burló Tami, haciendo que Ruth se riera escandalosamente.

     Abril las miró sin entender, acalorada de la rabia porque sus amigas se burlarán de ella nuevamente.

     — Y ... ¿Por qué iba a inventarme algo así?

     Tami le devolvió la mirada de incredulidad. Como si fuera ella la que no entendiera esa pregunta.

     — Si yo te digo que he ligado con un Lord inglés, forrado, buenísimo, y que me invita a cabalgar en su caballo blanco ... ¿te lo creerías?

     Abril la miró sintiéndose ridícula. —  Diciéndolo así ... pero ni es Lord, ni es ingles. Y Rayo no es blanco. — Anotó.

     — Ok. Si no es blanco ... la historia es más creíble. — se burló la otra.

     — El caballo no es blanco... Y él seguro que no es tan guapo.

     — Pues... lo es. Pero no he ligado con el. Ni siquiera se puede decir que seamos realmente amigos.

     — También Ruth dice que Chema es solo un amigo y mira, se enrolla con él en cuanto se aburre.

     — Por eso mismo. Porque estaba aburrida. Y para eso están los amigos. ¿No?

     — Pues por muy aburrida que esté, yo no pienso liarme contigo, bonita.

     — Pues tú te lo pierdes. No sabes las maravillas que puedo hacer. — rio. — Pero céntrate que estábamos hablábamos del Lord Inglés. — Cortó el tema Ruth, mirando directa a Abril. Apoyó la mano sobre la mejilla y el codo sobre la mesa, concentrada en lo que pudiera decir de él — ¿Entonces está bueno como para liarte con él o solo guapo como para... ?

     — ¿y para ti hay alguna diferencia? — volvió a burlarse Tami.

     — ¡Cállate idiota!

     Abril no estaba acostumbrada a ser ella la que diera explicaciones sobre chicos, aunque estaba más que segura que ellas también se quedarían embobadas si le vieran.

     — Pues yo creo que está muy bueno, Pero si queréis comprobar si es o no guapo... Estará aquí en quince minutos.

—¿Qué? — dijeron las dos al unísono.



     Abril miraba la hora nerviosa. Cada minuto que pasaba más nerviosa se ponía. Tami y Ruth se quedaron con ella hasta que él llegó.

     Robert llegó puntual como era su costumbre. Llevaba el pelo despeinado a causa del casco, y más largo que la última vez que le vio. Intentó colocarlo como pudo con los dedos y se acercó a las chicas con una sonrisa. Abril les presentó y a los pocos minutos, ellas desaparecieron dejándoles solos.

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