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26★

     Somos eso, que nunca fuimos, y nunca seremos. Eso que tú guardas en el silencio de tu cama, en la humedad de tus noches. Eso que yo imagino a todas horas, ese calor que me quema y me deja frío. Somos eso, somos nada, somos todo. Somos ese secreto que tu guardas y ese silencio que yo ahogo. Somos eso... Eso somos.

                       ~~~

     «No puedo creer, lo que ha salido de su boca. Se que no ha sido solo sexo. Lo sé» Se repitió una y otra vez.« Ella me sigue queriendo tanto como yo a ella, su boca puede decir lo que quiera, pero su cuerpo no puede engañarme»

     Las paredes de su habitación se estrecharon y sintió que se ahogaba. Le ardían las venas, y apretó los puños deseando golpear algo. Quiso arrancarse la piel, no pudo contener tanta rabia y tiró la botella contra la pared.

     El alcohol desapareció de golpe de su organismo y no quiso estar así. Se puso la ropa interior y dando pasos de gigante, se dirigió a la cocina buscando otra botella de licor y salió al jardín para poder respirar.

     Hacia horas que había amanecido. La luz del sol le despertó quemando sus párpados. Se frotó los ojos y se incorporó en el sofá sintiendo que la cabeza le iba a estallar. Se puso en pie y regresó como pudo a su habitación. La ropa que anoche les sobraba, seguía tirada en el suelo junto a un montón de cristales. El olor a alcohol revolvió su estómago y recordó las palabras que le habían llevado a esa situación. «solo ha sido sexo, solo ha sido sexo.» «y unos cojones solo sexo».

     Se dio una ducha. Abrió el armario y se puso unos vaqueros y la primera camiseta que pilló.

«Muy bien, solo sexo ¡de puta madre! como ella quiera. »

     Recogió los cristales, tomó su ropa, que le quemaba, en sus manos, y se dirigió al cuarto de Abril. «Me da igual si está o no. Esta es mi puta casa y entraré donde me salga de los cojones. »

     Abrió la puerta, y se la encontró semidesnuda, sentada en el suelo del balcón, abrazada a la almohada. Se  sorprendió al verle entrar enfurecido, pero agachó la cabeza y no dijo nada.

     — Ok. Solo sexo. Cuando quieras repetimos, hermanita. — Robert tiró la ropa al suelo, de la misma manera que se tira un trapo viejo, y salió de la hab dando un portazo.

     Se quedó tras la puerta, apoyado contra la pared. Sintiendo que la furia y la desesperación le invadía, conteniendo las ganas de volver allí y obligarla a que repitiera esas palabras. No podía haber sido solo sexo para ella, cuando él, se había dejado el alma en cada caricia y cada beso. Empiezo a escuchar los sollozos que salían de su habitación y se rompió en mil pedazos.

     Bajó las escaleras. Cogió la moto y salió tan rápido como pudo, temiendo flaquear y volver a por ella. Condujo durante el suficiente tiempo como para ser capaz de controlarse y volver a casa.

     «No es solo sexo, y lo sabes. Pero no volveré a rogar. Ya no más. Se acabó. »

    
     Llamó a Bruno cuando se aseguro de estar solo en la casa, y al poco rato se reunió con todos los amigos en el porche. Necesitaba estar con gente, necesitaba distraerse y beber. No estaba dispuesto a contarles nada acerca de lo que había pasado y por primera vez se alegró de que solo Bruno, conociera su pasado con Abril.

     Los vidrios vacíos se acumularon a su lado cuando cayó la noche. Ni siquiera fue consciente de cuántas cervezas se había bebido, por un momento trató de contarlas pero parecieran tener vida y se movieran. A duras penas, encendió otro cigarro, su coordinación fallaba, y le hizo reír. Estaba rodeado de gente pero eso no evitaba que se sintiera solo, demasiado sólo.

     Bruno le miró, solo él sabía por qué había vuelto a Escocia, y aunque no le había contado lo que había sucedido sabía que había algo y resopló.

     — ¿Qué cojones ha pasado? — le preguntó apartándole del resto.

     Robert no quiso contestar, ¿Como podía explicarle que se había acostado con ella y le había rechazado después?

     Robert volvió al silló, y dejó caer su cuerpo sobre el. Tenia los ojos cansados, deseaba volver a su cuarto y dormir, aunque temía tumbarse en esa cama en la que la había amado hacia menos de veinticuatro horas.

     La voz de un chico y la de la propia Abril. llamó su atención e hizo que saliera de su ensoñación.

     Abril abrió el portón y dio un fuerte abrazó a su acompañante como despedida y entró. Robert deseó ponerse en pie y liarse a puñetazos con aquel chico, ¿pero que conseguiría con ello ¿acaso era cierto que salía con alguien? ¿Acaso era verdad que sólo fue sexo, causado por el alcohol?» Apretó los puños, deseando preguntar quién era, pero consiguió contenerse y apartar la mirada, y abrió otra cerveza con la actitud más indiferente que pudo y se la bebió casi de un trago.

     Abril se paró en seco al verlos, cogió aire y se acercó a ellos, solo con la intención de entrar en la casa. Sus piernas casi temblaban, pero se obligó a mantenerse firme, pasando por su lado.

     — ¡Buenas noches guapa! — Saludó Felipe mirándola descaradamente el trasero.

     «¿Guapa? Como vuelva a llamarla guapa lo mato»

Ella no supo donde mirar. Y saludo sin pararse.

     — Quédate un ratito con nosotros, que esto está muy aburrido. — Invitó éste dejando un espacio a su lado.

     Ella le sonrió queriendo ser cortes. Pero en realidad nunca había tragado a ese chico, ni a ninguno de sus hermanos, que siempre la miraban con aire de superioridad. 

     — No gracias. Estoy cansada. Quizá otro día —. Contestó metiéndose dentro de la casa.

     Robert volvió a apretar los puños, controlando la ira que sentía en ese momento hacia el chico que se sentaba a un par de metros.

     — Un poquito siesa tu hermanita ¿no? — comentó con risa burlona. — aunque igualmente me la follaba.

     Robert apretó los labios y Bruno se puso alerta, temiendo una pelea en cualquier momento.

     — ¡Esa ya viene bien follada! Idiota. — Se carcajeó Sergio, sin darse cuenta de lo que sus palabras estaban causando.

    Robert no pudo aguantar mas, y saltó como un resorte, poniéndose en pie

     — Volved a hablar así de ella y...

     — ¡Tranquilo tío! Solo estaban bromeando — Intervino Bruno, interponiéndose entre los tres.

     A Robert le costó coger aire, y la aletas de su nariz se hinchaban al respirar, mientras su mandíbula se mantenía tensa.

     — ¡Si es que sois gilipollas! — dijo Bruno a los hermanos que parecían no entender nada. — ahora es de su familia, podíais respetarla ¿No creéis?

     — ¡Joder! — se quejó Felipe. — ¡pues bien que los dos os habéis follado a la mía! ¿Ahí se os olvido el respeto?

     — A lo mejor es que como hermanos sois un asco ¿no creéis? Será mejor que os vayáis. Ya hemos bebido suficiente. — Pidió Bruno, esperando que se calmaran los ánimos.

************************************

     Robert se despertó una vez más con resaca, la boca seca y la camiseta empapada en sudor. Acababa de salir el sol, pero ya el calor era insoportable y darse un baño en la piscina antes del café le pareció la mejor opción. Llevaban días evitándose, y estaba seguro que Abril no aparecería por allí, si le veía. No sabia que haría luego, pero en ese momento, solo me apetecía nadar y estar solo. Sin tener que fingir, que estaba bien ni emborracharse para calmar el dolor.

     Soltó la toalla en la primera tumbona y se dio una ducha antes de tirarse de cabeza a la piscina.

     Recordó el tiempo en el que practicaba con los chicos los saltos mortales, y a Polo  casi le cuesta la vida, por hacerse el gallito. "Tiempos fáciles"

     Nadó durante un rato. Se sentía bien el agua fresca en el cuerpo, y el silencio alrededor. Sacó la cabeza fuera del agua cuando la vio a ella, acercarse con el bikini puesto y una toalla al hombro.

     —  Perdona no… no sabia que estás aqui. — dijo dándose la vuelta dispuesta a marcharse.

     Al parecer había bajado a diario a la piscina, y no había reparado en que algún día, podrían coincidir. 

     — Puedes quedarte. No me molestas. — informó saliendo del agua.

     Le dio la espalda, cogió la toalla y se tumbó. Eso parecía ser bastante violento para ella, que no sabia si bañarse, tomar el sol o marcharse por donde había venido. Pero para él también lo era, y aunque se moría por un café, no pensaba moverse y huir de ella esta vez.

     Abril se acercó al agua, dándole la espalda a él, que no podía evitar mirarla. Su cuerpo era perfecto a sus ojos, todo en ella lo era. Cerró los ojos, concentrándose en el sol que calentaba su piel, y recordó el día en que nadaron juntos y deseo abrazarla de nuevo.

     Salió de la piscina, al cabo de unos minutos, como una sirena de perfectas piernas saliendo del mar y sus rojos cabellos, tapando su pecho. Debería apartar la vista, pero se sintió hipnotizado y tardo unos eternos segundos en reaccionar. Tomó la toalla y la enrollo en mi cintura, ocultando de esa manera su abultado miembro que se formaba cada vez que la tenía cerca. No cruzaron palabra alguna. Aunque su mirada también escondía deseó.

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