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23★

     — Deberíamos ir a tomar algo y celebrarlo. — Animó Robert al terminar la cena, no siendo capaz de pensar en separarse de Abril.

     A Sofía y a Alejandro les pareció una idea estupenda, sin embargo, Abril no estaba por la labor de estar cerca de él, más tiempo del necesario y clavó los ojos en él furiosa, sin encontrar una salida. "Ok. Una copa y digo que estoy cansada"

     Fueron a un pub cercano, donde la música sonaba suave, y el ambiente invitaba a la conversación.

     — ¿Se puede saber que es lo que pretendes? — se le encaró Abril tan pronto como tuvo oportunidad.

     — ¿Que qué pretendo? Que hablemos. — dijo conformándose con que al menos le dirigiera la palabra.

     — Pues es que, yo no tengo nada que hablar contigo. — dijo Abril furiosa, dándole un trago a la copa que había pedido.

     — Pues tú verás, pero yo no estoy dispuesto a aguantar así, más cenitas familiares.

     — No te preocupes, no tengo ninguna intención de cenar más veces contigo.

     — Y ¿Cómo piensas hacer, cuando digan de cenar juntos en navidad, o cuando decidan hacerlo público? ¿Te vas a escaquear? Así que o lo hablamos, o les cuento todo. — Amenazó.

     — ¡Perfecto! Estoy deseando oírte contar como te follabas a esa, cuando me dejabas en casa.— Retó cruzándose de brazos sobre su pecho.

     Terminó la copa de un trago y decidió que era hora de marcharse.

     — ¡Mamá! Estoy cansada, voy a irme ya para casa. — Anunció dándola un beso en la mejilla, pensando en coger un Uber.

     Robert la escuchó, sabía que la única razón para marcharse era él, pero no se lo iba a poner fácil está vez. Apuró el refresco que tenía en la mano, y se acercó a ellos, no dejándoles tiempo para responder.

     — Si, yo también estoy cansado del viaje. Vosotros seguir celebrando, yo la acerco a casa. — sentenció sin dar opción a réplica.

     Abril le miró enfurecida, escondiendo la rabia tras una sonrisa forzada. " ¿Que se ha creído este imbécil?" pero no tenía escapatoria. Tendría que escucharle, quisiera o no.

     — Gracias, pero no hace falta que te desvíes tanto. Cogeré un Uber. — dijo sin éxito.

     Robert abrió la puerta del copiloto, y ella se sentó, sin cruzar ni una mirada. Verla así sentada, en el mismo coche, dónde tantas veces se habían besado, le hizo desear besarla de nuevo, y acariciar sus curvas como tantas veces lo había hecho. Trago saliva, intentando borrar esa imagen. Aunque estaba más que seguro, de que ella también lo recordaba y anhelaba besarle tanto como él.

     Solo había conseguido tiempo, ahora tenía que conseguir convencerla o al menos que le escuchara.

     Abril miró a su alrededor, trayendo a su mente los mismos recuerdos y se la escapó una sonrisa ahogada, y sus ojos se inundaron en lágrimas, que intentó controlar. Por un momento bajó la guardia, y Robert quiso acariciar su mano. Pero su debilidad duró poco, y volvió a ponerse el escudo.

     — ¿Te dejo aquí o hoy si puedo acompañarte a casa? — Preguntó parando en la esquina dónde tantas veces la había visto marchar.

     Ella encajó sus palabras arqueando una ceja. Se dispuso a salir, sin contestar a aquello, pero él ya esperaba que lo hiciera y se adelantó a su movimiento, echando los seguros, y la dejo encerrada. Haciendo que se cruzara de brazos, esperando que dejara de hacer el imbécil y la abriera.

     — ¿Que cojones quieres? ¿No has tenido suficiente con el numerito de antes? — dijo haciéndole frente viendo que no tenía intención de dejarla ir.

    — Quiero que hablemos. No podemos continuar así. ¿Es que no lo entiendes?

     — No tengo nada que hablar contigo.

     — ¡Abril...!

     — Que nuestros padres estén juntos no cambia nada, así que ¡déjame en paz y olvídame de una puta vez! — dijo muy despacio como si de esa manera pudiera entenderle mejor, llenando sus ojos de lágrimas que luchaban por escapar. — No quiero saber nada de ti ¿Lo entiendes ? —dijo casi gritando y sin poder ya controlarlas.

     Robert sentía que lo había intentado por las buenas, pero todo lo que había querido decir todo este tiempo, se le emponzoñaba.

     — ¿Sabes lo que creo? Que sigues siendo una niñata cabezona, que no se enfrenta a nada por miedo. ¿No me quieres escuchar? esta bien. ¡No lo hagas! Haz lo que te salga de los cojones. Estoy hasta los huevos de ir detrás tuya. ¡Mira! Quizá al final, hasta vivas en mi casa, sin que haga falta que te rapte. Y quizás, tengas suerte y sea yo el que te deje entrar en mi habitación. — dijo subiendo cada vez más el tono, consiguiendo que Abril le abofeteara.

     — No vuelvas a hacerlo —  La amenazó sujetando sus muñecas con firmeza,  acercando su cara a la de ella. Respiró profundo, procurando no hacer nada de lo que se arrepintiera después. —  Quizá la próxima vez no me quede así.

     Arrancó de nuevo, parando en frente de su casa y abrió la puerta de golpe, invitándola a salir, sin un adiós, sin un hasta luego, sin mirarla.

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