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Capítulo 5

Tal vez había sido demasiado mimada en casa por su padre desde que recuerda. Justo ahora podría estar desayunando como una reina en la costosa mesa de su hogar, o haciendo cualquier cosa, no importa, pero no así.

No quería estar ahí, con ella, su raptora, que había salido deprisa de la camioneta para vaciar su estómago.

Regresó temblando hasta ella, con la mirada perdida y el rostro pálido. Sin más arrancaron para continuar el viaje a donde quiera que la estuviera llevando.

Sería lejos, eso sí era seguro.

Debatió en su cabeza con ella misma si en verdad valía la pena preguntarle si estaba bien, aunque era obvio que no, de cierta forma le causó curiosidad, y algo de preocupación.

Ella no se preocupa por ti, Historia. ¿Por qué tu por ella si?

La miró de reojo. Se veía cansada, y es que la noche de ayer, cuando Historia despertó para acomodarse mejor en el asiento, la vió perderse en sí misma a través del reflejo de la ventana, y en ningún momento le pareció verla dormir. Quizá solo quiso vigilar que no escapara, pero tampoco es que le hubiese hecho mucho caso.

—¿Dormiste ayer?

Ymir la miró.

Historia tragó saliva y sus ojos se agradaron un poco hasta caer en cuenta de lo que pasó. Maldita sea,
¿Realmente preguntó aquello?

Una parte de ella quería silenciar a la otra, pero sin mucho éxito solo continuaba hablando.

—Es que, te vez cansada...

La morena dejó de verla y se centró en avanzar. Si duerme o no, es su puto problema. Si ve que está cansada es porque obvio no durmió aunque de veras trató.

Apretó los labios para no ser grosera. Es decir, no hablar.

La Reiss tenía una apariencia frágil y débil. Sus sentimientos y emociones no debían estar muy lejos de serlo también. Más que intentar ser amable, quería evitarse la lata de consolar a la rubia.

—Eso es porque lo estoy.—Murmuró.

Podría parecer que exageraba su comportamiento explosivo, pero le encantaría decir que no es así, y que no actuaba de esa forma por gusto.

Aveces si, pero en esta ocasión no.

Por desgracia sus emociones eran quien la dominaban a ella. Detestaba en serio cuando lo hacían y a ella solo le quedaba hacer nada.

No le gustaba ser así, lo odiaba. Sus emociones eran sus demonios, su propia arma. Normalmente, Estos solían estar al borde.

Cuando estaba cansada se sentía agotada mentalmente también, y cualquier pequeño detalle era el detonante para hacerla enojar, estresarse o incluso llorar de rabia, tristeza o frustración, aunque esto último no lo hiciera frente a la gente. lo peor de todo era explicarlo, porque ni siquiera podía o se sentia peor al analizar las cosas. Tenia problemas...

—¿Te sientes muy cansada?

Guardó silencio.

—¿Te importa acaso?

Ahora la que guardó silencio fue ella.

¿Qué rayos le pasaba? En serio. Parecía no tolerar lo que sea que le dijeran.

Pero si, continuar preguntando la haría enojar, estaba segura de ello. Además de tener razón en ciertas cosas.

¿Eso a ella le mportaba?

—Si.

Ymir frenó en seco en medio de la carretera. Historia se aferró al asiento por tal acción.

—¿Qué...?

—Tú preguntaste.—Dijo Historia mientras se encogía en su asiento, como una niña.

Pensó que le gritaría o algo pero solo suspiró mientras tallaba su rostro.

Luego de algunos minutos sin decir nada y sentir que el tiempo se detuvo, y no de una manera linda, ymir retomó el viaje, pero ahora a más velocidad.

Para cuando se dió cuenta, se habían detenido en la nada.

De nuevo.

—Dormiré un poco.— Le dijo mientras apagaba todo. Era de mañana aún, y aunque el sol ya era notorio, la sombra que le brindaba algunos árboles al rededor le eran útiles.

Historia asintió.

—Escucha.— colocó el seguro y recargo el asiento un poco.— Cuando despierte, —La miró atenta.— Quiero verte en ese mismo lugar, ¿entiendes?

Asintió deprisa.

Colocó el seguro desde su lugar, si intentaba irse se daría cuenta, eh incluso si lograba escabullirse,  estaba rodeada de la naturaleza y por desgracia tal vez lo seria así un poco más de tiempo en este viaje.

Ya habían cruzado por Sina, Rose y Maria, justo ahora estaban en el condado de "los árboles gigantes" un poco más de camino y...estaría muy lejos de casa.

No tardó mucho para que cerrara los ojos. ¿Sería muy estúpido de su parte salir a la nada?

【♥︎】


Al día siguiente, después de todo lo ocurrido en el motel, la rubia despertó temprano, luego de tener una pesadilla que la hizo no querer volver a dormir.

En sus sueños, alguien la seguía o intentaba hacerle daño. Cuando abrió los ojos, se topó con la azabache durmiendo muy cerca de ella en la misma cama, solo para recordar que la realidad que estaba viviendo ahora, era mucho peor que un estúpida pesadilla.

La habitación permanecía fría y el sol aun no pegaba muy bien en esas partes aunque ya era de mañana.

En algún momento de la mañana, luego de pensar demasiado en todo y a la vez en nada. Annie, que recorrió a la azabache con la mirada mientras dormía, notó el celular en su pantalón y la pistola en su mano.

Ahora que recordaba, el celular de la rubia se había perdido pero honestamente no recordaba donde o en que punto. La verdad ya ni sabia si salió con el o no, pero aprovecharía el hecho de que Mikasa permanecía dormida o eso esperaba.

Se acercó un poco más a la azabache, e intentó quitarle una de dos cosas. El arma, o el celular, aunque si lograba quitarle ambas sería más que perfecto.

Cuando se acercó un poco más, el aroma de esta se impregnó en ella. Era extrañamente agradable y delicioso, igual que la primera vez. Sacudió su cabeza y regresó a lo importante.

Llevó su mano con sigilo hasta el pantalón, y poco a poco comenzó a sacarlo.

Celebró en silencio lo bien que salió aquello y cuando se levantó de la cama para ir al baño, los ojos de la azabache se abrieron al instante.

Una vez más, probaría el verdadero sabor de lo que es la adrenalina.

Intentó tomarla, a lo que soltó el arma. El celular en ese momento le pareció lo de menos y simplemente lo soltó. Aprovechó el hecho de que la azabache permaneciera adormilada un poco y le impactó el puño en la cara, a lo que está se quejo mientra se separaba.

La azabache se tocó el ojo con la respiración acelerada y cuando alzó la vista, Annie ya se encontraba apuntándole con el arma.

—Annie...

Comenzó a acecarse lentamente.

Annie comenzó a respirar de forma irregular. Nunca había disparado, y realmente no pensaba hacerlo, pero si se continuaba acercando le volaría los sesos.

—Quédate ahí.— Le ordenó.

La azabache arqueó la ceja mientras bajaba la velocidad pero igual se acercaba.

—¡Deja de acercarte o...te disparare!

Sonrió, burlona.

—¿Lo harás? Annie. Es obvio que nunca le has disparado a nadie.

—¿Quieres ser la primera entonces?

Ni con su velocidad, sería capaz de llegar hasta Annie sin que esta le dispare mucho antes.

—Imagino que no quieres encontrar a Historia entonces.

La miró con rabia. La azabache era manipuladora sin duda, pero ya no podía andarse con pendejadas.

Historia era importante y contaba con que había policías y familiares buscándola.

Annie no era hija de empresarios ricos, popular o esas cosas...A ella ¿quien la salvaría?

—Estás estúpida si crees que caeré en eso.

—Dámelo.

—No.

—¡Entregame el puto arma!

Se acercó.

Ante el grito repentino, Annie jaló el gatillo accidentalmente.

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