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Capítulo 14

Annie...

—¡Annie!— La tomó del hombro y agitó.

Su abogado la miró preocupado una vez lo miró a los ojos. Aún no estaba del todo aquí.

—¿Estás bien?

Miró a su al rededor y asintió con torpeza. Se encontraba sentada en una de las enormes mesas junto a su abogado y su padre.

Había policías armados en la entrada, y mucha más gente afuera, sobretodo periodistas, esperando el momento para poder  hacer su reporte.

La fría mirada de la azabache sentada junto al juez no la dejaba en paz. Desde que empezó el juicio, hasta que terminó, Mikasa se dedicó a mirarla en silencio todo el tiempo. Tenía un aparato extraño en el cuello por la herida de bala que Sasha le ocasionó un mes atrás.

También, notó ciertas miradas extrañas entre su amiga y la castaña pecosa, pero igual que la primera vez, las dejó pasar. No es como que esposadas puedan hacer mucho.

Un poco más de tiempo desangrándose y ambas hubiesen muerto, pero no. Aún les faltaba cumplir su sentencia.

Dos homicidios, (al menos en este caso) un secuestro planeado y otro no tanto, muchos cargos y acusaciones severas que resultaron ser ciertas, al menos estas últimas por parte de Eren Jeager.

La gente de Marley al enteraarse de esto se negó a creerlo en un  principio, pues se habían ganado el cariño del castaño, pero las pruebas que tenían ya no las podía negar nadie.

—Ganamos.—Dijo su abogado con una sonrisa.

Annie soltó el aire que todo este tiempo reprimió en su pecho. El juicio terminó después de un maldito mes en espera, el juez junto al jurado los había sentenciado a los tres.

Regresarían a casa y no volvería a ver a esa azabache nunca más.

Sasha finalmente pudo reunirse con su padre, y sonrió al pensar en eso. Realmente esperaba que le fuera bien a todas.

A la castaña de las pecas la tomaron por la blusa desde la espalda y se le llevaron, ya esposada. Historia la miró mientras se la llevaban, y mantuvieron el contacto visual un momento. Después de eso, se acercó corriendo hasta su padre y su madrastra, a esta última no se le vio con la emoción que se le pensó tendría, pero a Historia no le importó.

Le parece haber creído ver a Ymir sonreír un poco, pero tal vez lo alusinó.

Eren se resistió un poco al principio, pero igual se lo llevaron y Mikasa le tiró una última mirada a la rubia antes de levantase por su cuenta y caminar sin más, también esposada, pero dos guardas la acompañaron por la espalda.

Los Ackerman eran de tener cuidado y habían capturado a uno.

—Vamonos a casa, Annie.— Llegó su padre y Annie asintió, levantándose de su lugar.

En la salida estaban los oficiales Erwin Smith y Hange Zoe, con los que estaría eternamente agradecido por localizar a Annie.

La policía de Marley llevaba algun tiempo tras Eren por ciertos rumores, que al final fueron verdad y la azabache, por ser una mercenaria y su mano derecha. Por lo que la policía decidieron aliarse con los del otro país para detenerlos.

—Gracias. En serio, muchas gracias.— Se talló la cara. Las lágrimas le habían ganado.

El rubio asintió y miró a Annie, conmovida por el llanto de su padre. 

—Bienvenida a casa, Annie.

—Muchas gracias por llegar a tiempo y salvarme.

No más discotecas ni callejones de mierda. Y lo más importante, no más tragos gratis por azabaches de sonrisa linda.

【♠︎】

Y

mir.

Miró por los barrotes de su celda a los demás presos trabajar en el exterior. La herida en el estómago aún dolía, pero solo un poco, y podía vivir con ello.

Se le a condenado muchos años aquí, y está bien con ello. Después de todo, privar la libertad de otras personas por las de ella, no era de lo más justo a decir verdad. 

Suspiró, y se acostó en la cama que tenía. Estaba tibia, y no había nadie más en esa jaula que ella.

Miró al techo y recordó los hermosos ojos azules de Historia. Antes de que se la llevaran, ella y la rubia se miraron un momento, ¿Con qué sentimiento? Aún no lo entiende.

Pero tiene toda la vida en esta prisión para pensar.

—Vive cómoda, Historia...

Sonrió.

Daría lo que fuera por vivir así ella también.

【♣︎】

Su mirada fría y calmada era difícil de seguir.

—Así que aquí terminaste.— Escuchó al guardia y le abrió la celda.

Mikasa asintió, mientras terminaba de comer la última de sus cenas, que la verdad, no estaba tan rico, pero era comestible.

Ya saben, comida de prisión. Comida de dudosa procedencia.

—Viví bien.— Encogió los hombros, y soltó una risa nasal.

El guardia asintió.

Podía imaginárselo. La zorra que quería, era la zorra que tenía. Un buen departamento, y dinero de sobra. Ser mercenaria le dejó bastante.

Era una verdadera pena que le estaban por aplicar la inyección letal.

—No te vez asustada.— la tomó del hombro y Mikasa se levantó, para caminar a su lado en el largo pasillo.

—No lo estoy...

Encogió los hombros.

[...]

—¿Está bien atada? — Preguntó el otro guarda con la gorra, mientras palmeaba un poco la aguja con el líquido terminal.

El mismo de hace un momento asintió. La camilla donde estaba recostada era fría, y el brazal de cuero que tenía en la mano la estaba lastimando, pero solo un poco.

—¿Lo harás tú?

El guardia de la gorra asintió y se acercó hasta la azabache con la jeringa.

El guardia uno lo miró de acuerdo, y se paró a su lado para ver como los ojos grises de la Ackerman se cerrarían para siempre en cuestión de minutos.

—Adiós.— Sonrío con burla.— hija de p-

No pudo finalizar la frase con la jeringa clavada profundamente en su cuello. El guardia de la gorra al ver que aún se resistía, disparó el líquido letal en su cuerpo y fue cuestión de minutos para que el guardia cayera al suelo y se retorciera un poco hasta dejar de hacerlo y morir.

Finalmente el guardia de la gorra se la quitó, y miró a la azabache.

—Mikasa.— La miró sin mucha expresión.

—Levi.

Sonrió con calma, y se estiró con libertad una vez que Levi la terminó por soltar.

—Termina de estiarte después.— Rodó los ojos y salieron de la habitación.—  Nos largamos de aquí...

Kenny nos espera.

Asintió y tocó su herida en el cuello  mientras se dirígian a la salida.

Nadie, y remarcan, nadie del clan Ackerman se pudrira en prisión como el resto de presos.

Eso no era lo suyo.

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