Capítulo 11
No estuvo en el lugar correcto, ni en las mejores condiciones para defenderse, le dispararon en la pierna, intentó saltar desde la ventana de un motel, forcejeó durante todo el camino y Annie aún creía que escaparía. La azabache se lo dijo. Dijo que nunca volvería a casa, pero sus trucos de manipulación emocional no funcionan con ella o eso cree, pues aveces si le dió el bajón de su vida pensar que ya no valía seguir intentando.
En la habitación que se le asignó, había un pequeño hueco en la esquina, quizá por el mal mantenido de este.
Asomó su ojo para ver lo que había en la otra habitación, y sintió alivio al ver a Historia, con suerte, no muy lejos de ella.
—¡Historia!
Historia giró la cabeza y siguió la voz de Annie. Era un hueco en la pared muy pequeño, como su mano.
—¡Annie!
—¿Estás bien?
—Si, creo que si. ¿Rompiste la pared? —Preguntó sorprendida.
Annie negó, con una risilla. Era fuerte, pero no tanto.
—Creo que puedo quitar trozos de esta cosa. Escucha, probablemente tengan que entrar para darnos de comer. Cuando lo hagan, tú deberás de-
Historia suspiró.
—Annie, ya no sigas.—Se sentó en la cama de su nuevo cuarto.—No nos iremos de aquí nunca, olvídalo.
—¿Qué dices?—La miró molesta por el hueco de la pared.—¿Es todo? ¡¿Te rindes ya?!
—¡Si!—Gritó.—¡Annie solo mirate! Si tú no pudiste ¿Por qué yo si?
Annie guardó silencio.
—Ya rindete, por favor. No volverás con tu padre, ni yo con el mío...No volveremos a casa, ¿Por qué sigues creyendo que si?—Sollozó.—Apuesto a que lo intentaste...más de lo que debiste y no funcionó.
No escuchó nada más por parte de Annie y sin más se dió la vuelta. Unos ojos cafés la miraban desde la puerta.
Cerró la puerta a su espalda mientras se acercaba a ella con una bandeja de comida. Por suerte para ellas, llegó después del plan de Annie sobre escapar.
Historia sin más se desplomó en la cama y le dió la espalda. Al menos tuvieron la puta decencia de ofrecerles un colchón bueno para dormir.
La última vez que hablaron notó su tono de voz tosca y una actitud indiferente que provocó una reacción extraña en su raptora. No sabía exactamente a qué se debía, pero sería interesante confirmar si esto sería así de nuevo.
—Hey.
Decidió no mirarla.
—¡Hey!
La morena arqueó la ceja. Claro que la escuchó. Dejó la vandeja a un lado y volvió a llamarla, pero con un tono de voz más agresivo.
—¡Te estoy hablando!
En verdad luchaba por no ponerle una mano ensima, pero la rubia lo estaba poniendo difícil.
Date la vuelta y come, es lo único que debes hacer. ¿Qué rayos planeaba con todo esto?
¿Es por qué grita mucho?
Gritar, golpearla, enloquecer por la más mínima acción que esta haga o que pase en su vida debía ser la causa de su indiferencia con ella.
Suspiró. Con justa razón estaba comportándose así.
Ymir.
Me pasé una mano por la cara y aclaré mi garganta. Ella aún me daba la espalda y no parecía estar dispuesta a comer.
—Oye...
La moví levemente y por fin me miró.
—¿Qué?
—¿Tienes hambre?
Ella se levantó de la cama y aceptó la vandeja.
—Gracias.
Creo que ya entendí.
La miré comer en silencio y mi mirada se detuvo unos segundos en su ojo morado, pero que por suerte ya no se notaba tanto.
Si el estúpido de Eren veía eso, lo primero que haría sería decirle a Mikasa que me mate, y puedo asegurar que vivo solo porque aun no se lo ordena.
Mucho antes de que le regalara a Sasha, Mikasa ya le era bastante fiel a Eren. Si le pedía algo, lo haría. Matarme no era la excepción.
Debía curarla con algo.
—Regresaré en un rato.
Ella me miró.
—Y...y veré como taparte eso.—señale su ojo.
—¿Quieres saber una manera para que no se vean los golpes?
Asentí.
—En primer lugar, evita darmelos si después te pondrás así...Mi ojo no estaría de este modo si controlaras tus putas emociones.
—...
Historia.
Bueno, estoy muerta.
Realmente no sé de dónde salió eso, pero me alegra decírselo,
porque es cierto. Mi actitud tosca era simplemente para experimentar como reacciona en ella, pero ahora toqué mi suerte.
Por un momento no supe que rayos significaba su cara, pero me mantuve lo más firme que pude fingir.
—Lo siento.—Dijo ella.
Mis ojos se abrieron con sorpresa y sin más salió, volviendo a colocar el seguro en la puerta.
Solté el aire de mis pulmones finalmente, y sentí mis manos temblar por la adrenalina.
Lo juro, me dí por muerta un momento.
Narrador.
Luego de la pequeña discusión entre ella y su amiga. Annie se sentó en la cama y recargó la cabeza en su mano. A su lado había una bandeja con comida que le dejó su pecosa raptora. Frente a ella había otra cama desde que llegó pero no vió a nadie.
Hasta ahora no sabía nada de la azabache así que estaba bien con eso.
En eso, la puerta se abrió, y entró una chica castaña, como de su edad más o menos. Annie la miró confusa, y Sasha a ella.
La castaña se sentó en la cama de en frente y la rubia la miró extrañada, pero movió su mano en forma de saludo. ¿Entró por esa puerta como si nada...por voluntad propia?
—¿Tú también estás raptada?
Negó enseguida. Annie abrió los ojos con sorpresa.
—Es una historia muy larga.—Sonrío.—Mikasa me compró y ahora vivo con ella...bueno, en estos momentos no porque está ocupada aún y tiene unas cosas por hacer, pero dijo que iríamos a casa después.
La rubia alzó las cejas. Apostaba a que hablaba de la misma Mikasa.
—Lo siento por ti.
—¿Eh? ¿Por qué?
Suspiró.
—No. Por nada...
Algo en ella le decía que hasta cierto punto la castaña podía estar siendo manipulada por la azabache. No demostraba ningun tipo de daño físico, y todo en ella se veía normal, pero mentalmente, nunca se sabe.
Uno puede ser manipulado y ni darse cuenta.
—Pero, ya en serio ¿Realmente entraste a esta habitación por cuenta propia? ¿Por qué no escapas?—Se levantó.
¿Es qué nadie en este puto lugar entendía que ningún ser vivo debía estar así? Parecía una perrera y ella no quería formar parte de esto.
—¿A dónde iría si pudiera? Estoy lejos de mi hogar aquí.—Murmuró.—Mikasa me ofreció refugio una noche cuando intentaron violarme. Me gusta estar con ella, y esto...solo es temporal. No estaré aquí siempre.
—Suena a que intentas convencerte.
—¡No, yo...! Ahg.
Ninguna habló más.
—Quédate tú si quieres, pero yo quiero regresar con mi padre.- Apretó el puño.- Estoy tan lejos de casa como tú, pero no le pienso dar el placer a nadie de tenerme así.
—Quisiera ser tan valiente como tú.—Dijo Sasha.
—No soy valiente.—Cerró los ojos.— Soy terca, es todo.
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