Capítulo 10
El lugar apesar de parecer una bodega abandonada normal, o algo en mal estado, la verdad es que por dentro estaba bien cuidado, era espacioso y las chicas raptadas recibían una generosa cantidad de comida todos los días, sin falta. Tenían camas, cobijas y sus respectivas almohadas.
Algunas chicas eran obligadas a hacer diversas tareas no con buenas intenciones, por ejemplo, la prostitución, donde solían venderle sus cuerpos a extraños por una cantidad de dinero, y otras, a clubes de Streepers, este último más que nada tenía la finalidad de solo ofrecer un producto a la vista, sin posibilidad de tocarla, a menos que la chica sea en verdad solicitada por un cliente importante, influyente o con mucho dinero, en ese caso, entonces la chica no tenía más remedio que ser sometida a quien sea que haya pagado por ella.
La azabache anteriormente participó en un secuestro. El primero que hizo.
Fue hace un año, y todo transcurrió normal dentro de lo que se podía decir. El lugar de origen de la chica era similar al de Annie e Historia, solo que de otra ciudad. María.
Al ir sola, actuó rápido como era su estilo, pero sigilosa y era de alardear para ella decir que la chica ni siquiera fué capaz de ver el rostro de su raptora en ningún momento del viaje, pues gran parte del tiempo la chica fué dormida y drogada todo el viaje.
Además, al ser su primer secuestro, no lo hizo mal.
La joven al tener sus ojos tan pesados y somnolientos por las enormes pero calculadas dosis que la azabachele dió, lo único que fue capaz de visualizar en su raptor, fue un antifaz rojo.
Cuando despertó, ya era tarde, y estaba lejos de casa.
[...]
Una vez dejaron a las chicas en cuartos separados de la bodega, una voz se escuchó a espaldas de la azabache.
Mikasa giró y su cuerpo inmediatamente fue rodeado por un par de brazos que anhelaban su calor desde hace tiempo, prácticamente desde que salió y según en palabras de la azabache: por motivos de trabajo.
—Te extrañé.— Murmuró la castaña en sus brazos.
Mikasa suspiró y acarició su cabello. Ymir las miró un rato con la ceja alzada y después solo se fué sin decir más.
—Te he dicho que no me llames cuando trabajo.
La castaña bajó la mirada ante la mirada de la ojigris.
—Lo siento, quería hablar contigo.
Sasha en verdad la quería, y le tenía un gran cariño apesar de su distante forma de ser con cualquier ser humano.
—Está bien.
—¿Nos iremos a casa?
La azabache negó.
—Aún no, pero lo haremos ¿Okey?
【♠︎】
Un año atrás.
Era noche, pasaba tranquila por el callejón de un club de streepers luego de unos buenos tragos y de desperdiciar un poco de dinero en un buen privado con una de ellas.
Los faroles a su alrededor son lo único que ilumina el callejón.
No tiene miedo. Jamás lo tendría y ella era mucho más peligrosa que cualquier otra persona que encontrarías en un callejón. Era una mercenaria, por lo que se sabía defender muy bien.
Inhaló el aire fresco y lo soltó despacio. Frenó sus pasos de pronto, pues escuchó un grito ahogado en alguna parte de ese mismo callejón, bajo la sombra de las escaleras en un edificio pegado al club.
Pedía ayuda.
Se acercó un poco más y pudo apreciar a un sujeto intentando violar a una joven, que lloraba desesperada.
—Hey.
El sujeto giró y le tapó la boca a la chica, que miraba esos ojos grises de forma suplicante.
—Mejor largate.— Dijo el.— Es una zorra cualquiera, no vale nada. No te preocupes por ell-
En un movimiento rápido la azabache enredó sus brazos sobre el cuello del
tipo. En el acto, este dejó de sujetar a la castaña y la azabache lo lanzó contra la pared.
Pensó forcejear, pero el frío filo de una navaja lo detuvo. De su boca comenzó a resbalar un líquido espeso y rojo, y la chica apartó la mirada asustada cuando entre todo el silencio, el sonido de algo crujir y carne ser cortada se escuchó. Dejó el cuerpo aún lado y se acercó hasta ella.
Algo asustada comenzó a llorar ahí sentada mientras cubría su cuerpo desnudo de la cintura hacia arriba.
La azabache se inclinó frente a ella y le ofreció su sudadera.
—Cúbrete.—Se levantó sin más y comenzó a caminar lejos.
—Espera...Por favor, espera.—La llamó con la voz quebrada.
La azabache se giró.
—Yo...te agradezco mucho...No sé que hubiera pasado si no hubieras llegado...Gracias.
La azabache encogió sus hombros mientras veía fijamente sus lindos ojos cafés, que en esos momentos brillaban, tal vez por llorar demasiado.
La azabache entonces tomó su mano para regresar adentro, pero la castaña se negó a caminar.
—Entra, empezará a llover.
Por la vestimenta que llevaba en ese momento era obvio que la chica debía ser una bailarina, por eso y otra cosa.
—No quiero entrar, no quiero volver a ese lugar, por favor no me obligues.—Volvió a llorar.— No quiero estar ahí.
La castaña entonces miró una salida.
—¿Puedo ir contigo?
Mikasa alzó sus cejas con sorpresa. Acababa de apuñarlar a alguien frente a ella ¿por qué decía eso?
—Soy una extraña. ¿Por qué crees que conmigo estarás bien?
—Cualquier cosa es mejor que al lugar donde me llevan después. Por favor, seré buena. No quiero estar aquí, no tengo a donde ir.
En sus ojos notó la desesperación que tenía. Lo pensó un momento y al final asintió, de todo esto, podía sacar algo. La castaña entonces sintió alivio y algo de fe.
La abrazó en agradecimiento.
—¿Cómo te llamas?
—Mikasa.
Comenzó a caminar y la chica permaneció a su lado hasta que llegaron al auto de la azabache.
—Mikasa, yo me llamo Sasha.
Eso ya lo sabía.
[...]
Llegaron al departamento de la azabache. Era pequeño, pero lindo. Moderno y elegante. A la ojigris le gustaba darse sus lujos.
—¿Quieres cenar?
La castaña asintió de inmediato.
—Me gusta la comida.
La azabache soltó una risilla por el comentario, y las mejillas de Sasha se tornaron rojizas. Podía verlo en sus ojos.
—Me imagino.— Tomó su celular.—Toma un baño, haré una llamada primero. Toma algo de mi ropa por el momento.
Le mostró donde estaba y cuando sasha se fué, procedió a realizar una llamada y asegurarse de que la castaña no la escuche.
Todas las chicas del club de streepers le pertenecían a Eren Jeager, algo que solo ella sabía y ahora tenía a una en su departamento.
¿Pensaba delatarla?
—¿Mikasa?
—¿Cuánto me cobras por una?
El castaño rió, sabiendo a que se refería.
—Para ti, nada.
—Oh, si tanto insistes.— Encogió los hombros.
Una linda chica gratis, genial.
—Haces tanto por mi así que, tomala. Si la quieres, es tuya.—Dijo Eren.
Más tarde.
La castaña devoraba su comida muy feliz, y la azabache no hacía otra cosa más que mirarla. Su apetito era grande y hasta cierto punto sorprendente.
—¿Vas a comerte eso? —Preguntó la castaña.
Mikasa notó que sus ojos brillaron y comió con malicia un enorme bocado de su comida china, mientras sasha borraba poco a poco su sonrisa.
La verdad ella no era de tener mucha compañía. Solía tener una que otra mascota, y les daba un trato bueno, pero la mayoría las dejó al cuidado de su clan.
—Tú dormirás aquí.—Dijo Mikasa, y abrió la puerta.
Sasha quedó asombrada y entró.
—Iremos a compararte ropa después.—Dijo la azabache.— Ponte cómoda.
Este espacio es tuyo ahora.
—Te compré.— Dijo la azabache.
Sasha la miró a los ojos.
—Solo así estarás conmigo ¿Algún problema con eso?
Negó inmediatamente.
—Bien.
[...]
Si vivirían juntas entonces debían conocerse mejor. La azabache no era mucho de hablar, y más en todo el tiempo que vivió sola. Las únicas conversaciones que tenía sucedían en su cabeza, pero ya no estaba sola.
—Sasha.
La castaña dejó de llevarse una papita a la boca y la miró.
—¿Cómo llegaste aquí?
La castaña bajó la mirada.
—Es una historia larga...
—Tenemos tiempo.
Asintió. Miró un lugar indefinido de la cocina y después habló;
—Alguien me secuestró.— su voz tembló.— Hace...algunas semanas atrás, creo...ya no se cuanto tiempo llevo fuera de casa. Caminaba por la noche cuando regresaba a casa y...unos brazos fuertes me sujetaron.— Las lágrimas se hicieron presentes.— Me tapó la boca con un pañuelo y dormí...no pude ver casi nada y para cuando me di cuenta yo...estaba en una bodega...dijeron que las únicas veces que saldría seria para...para...
—No sigas.
Suspiró. La castaña la abrazó mientras se quebraba más y más.
—Lo siento.— limpió sus lágrimas.— pero, y-ya estoy bien...me salvaste— Sonrío.—Me siento segura a tu lado.
La azabache la elejo un poco.
—No sabes lo que dices.
—Claro que lo sé...
[...]
Algunos meses más tarde, su cercania dio frutos. Algo que era obvio muy obvio entre ellas, es que Sasha estaba enamorada de la azabache. ¿Por qué?
Ni Dios sabe.
Pero algo tenía. Era atractiva, fuerte, segura de sí misma, un poco narcisista y la trataba bastante bien apesar de su tosca manera de hablar. Le dio su espacio, le ofreció un techo y "atención" si así se podía decir.
Aunque más que nada, parecía una mascota.
—¿Sabes?— Murmuró la castaña mientras la azabache bebía otro trago. Ambas sentadas en el sillón. Hace rato veían una película.— Es extraño...
—¿Qué cosa?
—Aveces siento que...te conozco, pero no lo sé.— Encogió los hombros y soltó una risa. El alcohol no le sentaba bien.
La azabache la miró atenta.
—¿Por qué dices eso?— Arqueó la
ceja. Su voz soñando más severa de lo normal.
—No lo sé, solo...lo siento así. Tus brazos fuertes, siento que ya es algo que eh abrazado antes...También tus ojos. Son muy lindos, me encantan...Eres linda conmigo...
La azabache la miró fijamente. La distancia entre ambas poco a poco comenzó a reducirse, hasta sentir su respiración junto a la suya.
—¿Mik...?
Se separó.
—Lo siento.
Sasha negó.
—Está bien...
La azabache suspiró y se acercó un poco más a sus labios de nuevo. Le acarició la mejilla y la miró a los ojos un momento.
—¿Quieres esto?—Preguntó la azabache.
Algo que la castaña notó en ella fue que aún teniendo el poder de hacer lo que quiciera con ella, no la obligaba a nada y eso era bueno. Pero esto en verdad lo quería.
—¿Tú no?
—No hay vuelta atrás conmigo. La que debe estar segura eres tú.
—Lo estoy.
—Estás ebria.— Se levantó y la cargó hasta la habitación.
—Poquito.— Sonrío.
Rodó los ojos y la dejó en la cama. Segundos después, sasha durmió y la azabache salió.
No negaba que quería tomarla, pero ebria no sería.
[...]
—Tengo una salida importante.—Dijo Mikasa y la castaña la miró.
—Nunca me dices de que trabajas.
—Porque no importa, no insistas. — Rodó los ojos.— Mira, a lo que quería llegar es que, estaré unos días fuera y tú...regresarás a la bodega esa.
Sasha la miró asustada. ¿La iba a regresar? ¿Ya no la quería?
—Solo unos días, ¿si? — Se apresuró en hablar al ver su rostro.
—Mira, la verdad, conozco bastante al sujeto que se encarga de ti. Te darán buen trato mientras no estoy y regreso. ¿Eso te mantiene tranquila?
—pero, ¿volverás?
—Si.—Claro que volvería. Era suya ahora. — Sasha, el mundo afuera es peligroso. Dentro de estas paredes estás bien.— Acarició su pierna.— Pero no quiero que estés sola, por eso hablé con mi amigo. Vas a regresar ahí, pero cuando yo vuelva vendremos a casa...¿Okey?
Más vale que si.
—Okey.
La salida importante consistía en: secuestrar a Historia Reiss, pero obvio no le diría eso.
Si tan solo hubiera sabido que la misión se hiba a complicar.
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