Capítulo 1
Estar con ella era una constante sensación de paz y calma.
Para muchos, era hermosa, aplicada, amable, entre otras cosas. Para otros, una niña millonaria e ingenua. Lo que no era cierto.
Historia era capaz de poder distinguir entre un amigo, y una persona interesada, de las cuales solía estar constantemente rodeada, y que debido a la horrible sensación de sentirse un poco sola por no poder relacionarse con otros sin que estos quieran algo a cambio, simplemente terminaba tolerando su presencia.
Como ese día.
La misma comida, los mismos compañeros, y la misma estúpida conversación de los mismos, en un desesperado intento por sonar interesantes y llamar la atención de la chica.
No eran interesantes, y en realidad no eran sus amigos, pero si los de su novio, Reiner Braun.
Terminó de su jugo y se levantó de la mesa.
—¿Pasa algo?
Todos le clavaban la mirada.
—Solo necesito respirar.
Salió de prisa, en dirección hacia las canchas, donde seguramente encontraría a su mejor amiga.
Otra rubia de ojos azules. Bastante seria, y tosca la mayor parte del tiempo, pero honesta.
La conocía desde hace ya bastante tiempo, debido a que su padre y el suyo, eran un poco cercanos.
—¿Interrumpo?—Se sentó junto a ella.
—No.—Guardó los auriculares baratos en su mochila.— ¿Te hartaron, verdad?
Soltó una risa.
—Algo.—Recargó la cabeza en su hombro.—Son un poco...
Guardó silencio.
—¿Odiosos e Hipócritas?
Historia asintió.
—Bastante.—Suspiró.—No suelo tener muchos amigos. No reales, como tú. —Se separó.—¿Y sabes qué? Quiero pasar tiempo con mi amiga.
Annie la miró. Sabiendo que a Historia le gustaba salir a lugares caros, como si no fuese consiente de la estabilidad económica media que tenía Annie.
—Yo pago.
Negó.
Le incomodaba mucho el hecho de que alguien más pagara por ella. Era extraño, y un poco doloroso para alguien de orgullo frágil, y sabía que Historia no tenía ese tipo de intenciones, pero era lo mismo.
—Iré contigo.—Dijo Annie e Historia se lanzó contra ella. Muy feliz.—Pero yo pagaré lo mío...
—Insisto.
Sin más. Salieron de la escuela, hacía donde Historia quería ir. Una tal Cafetería Süßer Gaumen que recientemente había abierto, y no podía ser posible que sean las únicas sin ir ahí.
Camino al lugar, hablaron de cosas sin mucha relevancia, como series o películas, hasta llegar a la esquina donde debían cruzar la calle.
Con el semáforo en rojo, Annie se tomó la libertad de ir a un ritmo lento y aburrido, mirando hacia los autos, cuando uno en especial, llamó su atención e Historia lo notó.
Era un modelo reciente, que no cualquiera podría comprar, y que últimamente había estado viendo en diferentes ocasiones. Así como también, una camioneta negra.
Aceleró el paso entonces, y tomó la mano de su amiga para que le siga el ritmo.
—¿Pasa algo?
—No.—Le restó importancia. Muchas veces la mente le jugába en contra últimamente.— El semáforo no tardará en ponerse verde.
Cafetería Süßer Gaumen.
Historia fotografió el envase donde venía la bebida. Annie sólo la miraba de manera tranquila. El sabor no era diferente a cualquier otro café que no haya probado antes, pero le colocas una marca exótica y todo mundo es incapaz de resistirse.
La vió mover sus dedos a una velocidad fascinante y después dejó el celular aún lado para dar el primer sorbo.
—Lo acabas de subir a Instagram ¿verdad?
Historia asintió avergonzada. Llevó el envase a sus labios y sonrió, mientras retenía el líquido en sus mejillas.
Annie soltó una pequeña risa.
—¿Está muy amargo para ti?
Tragó.
—Está muy caliente.—Tosió.
—Sopla.
—Ya me quemé, gracias.
【♥︎】
Unos pocos días después, Historia y Reiner terminaron, debido a recientes rumores donde escuchó que Reiner la engañaba, y luego de confirmar que así era, porque incluso el mismo chico se lo dijo, terminaron.
Devastada, le contó a Annie y entre suplicas y pequeños sollozos, le pidió que la acompañara a cualquier lugar un día de estos para distraerse a lo que, no muy convencida, aceptó ir mucho antes de pedir permiso.
Se acercó hasta el hombre que veía la televisión en la sala y se paró frente a él para bloquear su vista.
—¿Me dejas salir?
—Nada de salir, Annie.—La apartó.
Maldijo en voz baja.
Se sentó en el brazo del sillón y se quedó ahí un buen rato hasta que fastidió al hombre con su sola presencia.
—Pasa algo ¿No?
Su padre se levantó y apagó la televisión.
Aunque desearía decir que no, ocultar las cosas que habían estado sucediendo en las noticias últimamente parecía serio y no quería que se preocupara, pues al igual que el, Annie era un poco paranoica aveces.
Antes de retirarse, el fué soldado, así que Annie no veía raro la actitud tan sobreprotectora que tenía su padre con ella.
—Hablaremos después de eso.
Besó su mejilla y Annie bajó la mirada, molesta.
—Lo hago por tu bien, Annie.—Murmuró.— Solo trato de cuidarte.
Subió hasta su habitación para ir a dormir, y Annie se dirigió a la suya.
Entendía su punto, pero Historia contaba con su apoyo.
Llegó al bar, y el de seguridad la dejó pasar en seguida, porque posiblemente Historia tubo algo que ver.
Entre platicas y risa, de las cuales la mayoría eran de Historia en un notorio estado de ebriedad. Se levantó, y fué a la barra junto a una morena que le llamó la atención, y de hecho, le invitó el primer trago.
Annie la siguió para asegurarse de que no cayera, además de desconfiar en la morena, pero se perdió entre los ojos grises de la mecera y bartender, tanto que, dejó de contar los tragos, y de los cuales, el último le dió un sabor diferente, o eso cree.
Lo demás es borroso hasta cierto punto, pero si recuerda haberse besado con la chica, y cuando salió del baño para buscar a su amiga, el cuerpo le comenzó a fallar.
Le pareció oír su voz y la siguió.
En ese callejón, alguien la estaba arrastrando. Alguien que no pudo distinguir muy bien, y tampoco pudo seguir de pie.
【♣︎】
¿Dónde estará Annie?
—Pensó su padre.
A esta hora del día, ya debería estar en casa.
La comida estaba comenzando a enfriarse y ella no llegaba. No contesta las llamadas y parece que los mensajes no va a responder.
Tomó el teléfono de casa, y llamó a la universidad, solo para darse cuenta de que Annie ni siquiera había asistido a clases esa mañana.
Incluso llamó a sus amigos, pero nadie la vió. Su última esperanza, era que estuviera con Historia, quien tampoco asistió y mucho menos atendió la llamada, lo que le provocó un hueco en el estómago y una presión en el pecho.
Lo creía de Annie, pero Historia no era el tipo de persona que se mete en problemas o que desaparece sin avisar.
Algo no está bien.
Para la hora de la cena, decidió ir a la estación de policías para pedir ayuda.
Al llegar ahí, vió a los padres de Historia, con las mismas intenciones que el tal vez, o al menos, Rod Reiss, pues la expresión en la cara de la madrastra de Historia, era desinteresada, y muchos en la escena se dieron cuenta de ello, más nadie dijo nada.
Rod se dió la vuelta, y miró al padre de Annie. Se acercó hasta el, y preguntó si todo estaba bien.
Negó, cabizbaja.
—No eh visto a Annie en todo el día...
—Ni nosotros a Historia.—Murmuró dolido el hombre.—Maldicion. Sabía que no debía dejar a Historia salir a ese tipo de lugares, pero estaba tan triste, y me lo suplicó tanto...
—¿Qué lugares?
Rod lo miró con la ceja arqueada.
—Historia le insistió a Annie para que fueran a tomar algo, en un bar. Der Keller, me parece. Creí que estabas de acuerdo con eso, por eso la dejé ir...
Ahora todo tenía un poco más de sentido.
—Annie no tenía permitido salir.
Un oficial de policía se acercó a ambos hombres, con mucho respeto para el señor Reiss.
—Señor, por el momento carecemos de personal. —Habló apenado.— Pero mañana inmediatamente mandaré a alguien a investigar lo que pasó. Por ahora, solo pueden regresar a casa.
—Pero...
—Señor, solo obedezca.
Parecía que esa noche no dormiría.
Se recostó en la cama, y miró hacia el techo. Nunca había sentido tanto miedo como esa vez.
Bar Der Keller.
Miró el lugar. Al parecer este fué el Bar que visitaron las chicas.
—Señorita. —Entró un policía, y llamó la atención de la chica que trabajaba ahí. — Quiero hablar con usted.
—¿De? —Continuó barriendo.
—¿Conoce a esta chica? — le mostró una foto de Historia Reiss.
La miró de cerca, y asintió.
—¿Qué hay con ella? —Se subió las mangas y movió algunas mesas, con una mueca de cansancio y dolor.
—¿Cuándo fué la última vez que interactuó con ella?
—Hace un día, supongo. Conozco a muchas rubias como ella.— gruñó.— le serví algunos tragos, y después se fué con una tipa a bailar, la misma que se los invitó por cierto, me distraje y ya no supe nada.
—¿Conoces a muchas rubias eh? Perfecto, porque también quisiera hablar contigo de Annie Leonhart. ¿la conoces? —Le mostró otra foto.— Es amiga de Historia, y no llegó a casa al igual que ella.
—Nos besamos un par de veces.
El policía la miró con expresión neutral.
—En el baño, pero ella dijo que se sentía mal y se fué a buscar a su amiga. — suspiró.— salió al callejón y yo seguí con lo mío.
—¿La dejó salir en condiciones así a un callejón?
Dejó caer la escoba, con una mirada severa.
—No soy la niñera de nadie.
Se miraron a los ojos. La azabache sacó un cigarro y procedió a fumarlo, mientras el policía apuntaba algo en una pequeña libreta. La miraba de reojo aveces, era hermosa, pero también muy temperamental.
—¿Recuerdas como era la persona que estaba con Historia?
—No mucho.
Esperó a que continuara hablando pero no lo hizo.
—¿Va a decir que en serio no recuerda nada? Usted dijo que le pidió unos tragos para que se los diera a Historia, ¿Y no recuerda su rostro?
Pensó, pero el oficial realmente no tenía tiempo para esperar hasta que a la azabache se le antoje responder.
—Morena, alta.—Eso lo podía tener cualquier persona.— Tenía un tatuaje en el brazo, no miré muy bien...Pecosa.
Vaya ayuda.
—Gracias.— Guardó la libreta.
Durante la explicación de la azabache había notado las cámaras de seguridad en diferentes rincones, se preguntó internamente si de casualidad contaban con cámaras de seguridad en la parte trasera del Bar. En el callejón, que fue la última vez donde se les vió según demás personas.
—¿Cree que sea posible que me den acceso a las cámaras de seguridad?
—No.
La miró, serio.
—¿No?
—No tengo la llave.— Explicó.— Solo mi jefe, pero puedo darles la dirección si tanto quiere revisar.
—¿Estará por aquí pronto?
—Probablemente. Siempre revisa que todo esté como el quiere.
—Regresaré después entonces. ¿Me permite su nombre?
—Mikasa Jeager.
Asintió.
El oficial salió, y Mikasa recogió la escoba con el pie porque el dolor en la espalda la estaba matando y no quería agacharse.
El lugar era completamente diferente de día a como lo era de noche. Todo era tranquilo y silencioso, tanto que, al caminar, las pisadas se podían escuchar muy bien.
Se acercó a la puerta, bajó la reja de metál y le colocó el letrero de "cerrado" antes de que otro idiota regrese y ensucie todo con sus zapatos llenos de lodo y tierra.
Se sentó a descansar un rato y arrojó el cigarrillo al bote de basura junto al cártel de "No fumar", gloriosamente acertando.
【♠︎】
Esperó a que contestara y tomó el celular, un poco temblorosa por la adrenalina.
—La tengo.—Dijo Ymir, a la vez que revisaba el pequeño cuerpo de la rubia inconsciente con la mirada.
—Excelente.— Suspiró.— Traela para mi lo más pronto posible.
Odiaba las ordenes y odiaba al sujeto que le había pagado por hacer el trabajo sucio, pero, hasta ese punto, también odiaba su vida desde que recuerda.
—Tomará tiempo.
Lo escuchó maldecir.
—¿Sabes qué, Ymir? Solo traela, sana y salva. Sólo eso tienes que hacer, o verás lo que te pasa.—Colgó.
No se aventaria a hacer un trabajo así si en verdad quisiera seguir viva o si le tuviera miedo a muchos años en prisión.
La apreció en silencio mientras esperaba el momento para poner la camioneta en marcha de nuevo.
Miró la manera en la que iba vestida, miró su piel, sus labios. Alguien tan indefensa y frágil como ella no debió publicar fotos en trajes de baño tan provocativas como aquellas en redes sociales. Apostaba a que nunca se imaginó lo que pasaría. Incluso si no lo hizo con mala intención.
Le acarició las piernas mientras la veía dormir, pero al poco tiempo dejó de hacerlo. La verdad no tenía permitido tocar la mercancía.
La drogó de más sin querer, pero la obligó a hacerlo. Por culpa de sus gritos la otra chica alcanzó a ver como se la llevaba, y aunque portaba una máscara entonces, todavía le preocupaba ese hecho.
[...]
Mikasa dejó la escoba a un lado y quitó la tapa del suelo, atrás de la barra. Si la colocabas correctamente nadie notaría que podías entrar a un escondite bajo el suelo.
Bajó lentamente, con los demás utensilios de limpieza en manos y los dejó ahí abajo. Normalmente guardaban algunos licores o dinero de emergencia. Pues estaba bastante cuidado ahí abajo.
Tomó el cuerpo inconsciente de Annie en sus brazos y subió con ella.
Miró hacia atrás, sabiendo que debía hacer algo con el cadáver de su "jefe" pronto, antes de que comience a descomponerse y los policías vengan a investigar, pero ya no tenía mucho tiempo para eso ahora.
Tenía que hacer algo con ella y rápido.
—Shhh.
Descansa, Annie.
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