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Llévame Devuelta a Casa

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Al llegar corriendo desde el salón principal hasta la habitación de Aiden, cuando abrieron la puerta notaron mucho hollín acumulado en todas partes ¿Cómo había sucedido?
Podía fácilmente transformarse, la cantidad de hollín era alta y como estaba tenso porque aún le estaba costando acostumbrarse a toda su nueva vida, extrañaba a Emilico y a Patrick, aunque sus nuevos padres adoptivos le estuviesen tratando de hacer olvidar, eso llevaría un poco más de tiempo.
Clarissa, asustada miró la chimenea de la habitación la cual estaba apagada y limpia, de ahí no provenía, parecía como si el lugar se hubiese incendiado y luego apagado dando como resultado ese hollín negro en los muebles. Se acercó y miró dentro de la cuna encontrándole llorando, lo tomó en brazos; él solo dijo —Mamá—Tan claro como el agua que si Emilico lo escuchara estaría muy feliz de que lo dijera de manera correcta, aunque le parecía tierno que le dijera "Amá". Con sus brazos señalaba la ventana, ahí fuera estaban sus padres, el alguna parte.
El esposo de ella se acercó. —Querido Aiden ¿Qué dices? Tu mamá está aquí y yo soy tu papá. —Dijo mientras acariciaba la cabecita del niño.
—Pa~
—Si, si, él es tu papá. Venga vamos a la habitación mientras limpian esta, tengo que cambiarte ¿Cómo te llenaste de hollín?

Una vez en la habitación de ellos, él comentó —Debo poner un anuncio, necesitas una niñera que te ayude con el niño.
—Está bien, lo que tu digas. Mi bebé hermoso tendrá todo lo que necesite.
Mientras su esposa estaba entretenida fue al tocador y del cofre donde guardaba las joyas sacó el relicario sin que ella se diera cuenta. Solo dijo que iría a ver como iba la limpieza, aunque en verdad solo iba a su oficina, se encerró y fue a sentarse frente al escritorio para contemplar tan bello collar. —P y E con un corazón en medio y en el otro lado una M, seguro son las iniciales de tus padres y la tuya ¿no es así? —Notó la ranura a la mitad, sin mucho esfuerzo la abrió dejando ver el interior con dos fotografías. —Aiden tus padres se ven muy jóvenes, lo siento tanto en el alma, su pequeño le ha traído felicidad a mi amada esposa que me es imposible regresarlo con ustedes. —Lo guardó bajo llave en su escritorio junto a la fotografía que le entregaron.

En la mansión los más felices eran Lou y Ricky con la reciente noticia, solo lo sabían unas cuantas personas, por no decir Emilico, Patrick, Susanna y Susie. Más tarde se reunirían solo su grupo ya que ellos querían que fuese algo privado, no todos debían saber que esperaban a su primer bebé.
Ahora solo descansaban, Ricky estaba muy feliz, mientras acariciaba la pancita de Lou y besaba a la vez.
—Ricky, soy tan feliz, no puedo creer aún que estemos esperando un bebé, mi deseo se cumplió.
—Si amor, pero a mi es a quién le están dando todos los síntomas.
—Desearía que tu también tuvieses los dolores, eso me tocará a mi aunque no sé que tan doloroso puede llega a ser traer una vida a este mundo.
—Pregúntale a Emilico o a Kate, al parecer duele pero no veo a Emilico quejarse por el segundo bebé que espera.
—Si, le preguntaré en la reunión de la tarde. —Lou solo se dejó mimar por su querido Ricky.

Durante la reunión hablaron de eventos y otras cosas, sin imaginar la noticia que tenían guardada, Emilico se puso de pie. —Por favor ¿me prestan su atención? —Todos dirigieron sus miradas hacia ella. —Lou y Ricky tienen algo que contar.
Ellos se pusieron de pie y Lou habló. —Hace mucho que esperaba quedar embarazada. —Dijo con un leve rubor en sus mejillas.
—Nos acabamos de enterar que estamos esperando a nuestro primer hijo.
Louise sostenía su taza la cual por sorpresa y descuido dejó caer un poco del contenido sobre el suelo. Los demás se levantaron para felicitar a los nuevos padres. Rum por su lado estaba pensando en lo maravilloso que era tener un amor tan bonito como el de ellos. —Mis preocupaciones invaden mi mente, ella es mi amiga, debo olvidar mis problemas por ahora, de todas formas a nadie le incumbe esto más que a mi. —Fue a felicitarlos por la noticia y luego le dio un abrazo a Lou. —Me alegro tanto por ustedes.
—Gracias, este bebé es tan esperado, no imaginas cuanto lo he anhelado.
Se separaron, Rum miró a Ricky y quiso abrazarlo pero no pudo por vergüenza, pero él extendió sus brazos. —Sin pena, eres mi amiga. —Ella lo abraza con algo de timidez, él muy feliz la levanta con alegría.
—¡Felicidades, Ricky! Me alegro tanto por ustedes. —Dijo Rum mientras era abrazada en el aire por su amigo, la dejó para que sus pies tocaran el suelo nuevamente.

Luego miran a Emilico, Ricky y Lou se acercan a ella pues la curiosidad acerca del nacimiento les llamaba la atención y querían saber como era la experiencia.
—Dinos Emilico, ¿Qué sentiste cuando tuviste a tu hijo?
—Por favor dile a Lou si te dolió mucho o poco.
Emilico solo los mira un momento y dice. —Estoy esperando al segundo con mucho amor, además solo fue un dolor pasajero pero vaya que sentía que me iba a morir. Tranquila Lou, trata de practicar tu respiración, después del dolor viene la felicidad de tomar a tu bebé en brazos.
—¡¿Qué?!
—Si me escucharon gritar ¿No? Es una experiencia inolvidable.
Lou ahora tenía miedo, pero todo estaría bien aún faltaba mucho para ese nacimiento.

Shirley aplaudía emocionada, miró a Louise. —Shirley se alegra de que serás tía.
—¿Tía, Louise? Como crees, Louise será su segunda madre.
Shaun solo miró a Louise con mirada de súplica y ella negó, todos iban teniendo bebés y ellos aún nada, bueno al menos él si quería, el resto como Louise no se preocupaban por eso.
—Más lindos bebés se unen a la familia, aunque a Shirley le sienta fatal que a Emilico le arrebataron a su bebé. Es feliz por el momento pero cuando vuelve a su realidad lo recuerda y ve que no está a su lado, es desesperante no saber que le hicieron o dónde está.
—Nadie hasta ahora ha sabido del paradero de él, yo mismo iré en cuanto pueda a seguir buscando, Anthony restringió por el momento las búsquedas. —Comentó Shaun, en verdad iría hasta el fin del mundo para encontrarlo y que Emilico volviera a sonreír como solía hacer.

Barbara y Barbie se dirigían a un lugar de la casa, la biblioteca, no habían salido en varios días evitando encontrarse a cierta persona que por desgracia les venía siguiendo junto a su sombra. —¡Buenas tardes, querida Bárbara! —Ambas se sobresaltaron, más Bárbara que sintió escalofríos, pues no era muy amante de las sombras. Se giró solo para ver su sonrisa, que ante todos parecía amable pero ocultaba algo más. —¡¿Que necesita?!
—Solo queríamos saludar. —Bárbara se fijó en Christopher que le alzaba la mano.
—Hola.
—Además no tuvimos la fortuna de conversar desde que llegué.
—Bárbara no tiene nada que hablar con su merced. —Anthony solo la carga imposibilitando que pudiese irse. —¡Baja a Bárbara ahora mismo! No tienes derecho, Bárbara puede morderte.
—Que linda. —Bárbara se sintió atemorizada por la mirada de él, esa que era fría y sin piedad.
—Por favor, bájela, no queremos involucrarnos con usted, eso le hace daño a mi señorita Bárbara.
Sin bajarla le preguntó. —¿No dijiste que amabas a Chris? —Ella solo lo miraba con enojo y odio a la vez que desprendía hollín. —¿Quién crees que es el original?
—No lo sé, Bárbara solo se enamoró de una buena sombra. Tal vez fuiste Christopher en el pasado, pero tu personalidad para nada me agrada, él era maravilloso. ¡Ahora Bájame!
La dejó sobre el suelo nuevamente, ella se sacudió ya que no quería que sus manos le hubiesen tocado. —Tendrá que bañarse nuevamente y quemar este vestido, Barbie por favor ayúdame ¿si?
—Claro... —Barbie solo le dio una mirada de desprecio solo a él y se fue con Bárbara.

Días mas tarde Rum ya había casi terminado de empacar lo más importante, solo faltaba pedirle ayuda a Kate para salir de la mansión, solo por última vez decidió pasar a ver a Oliver que estaba en su laboratorio. Él sonrió al verla entrar. —Querida Rum. —Se quitó sus guantes y tomó sus manos. —¿Viniste a ver a Oliver trabajar?
—Si, solo será un rato, espero que mi presencia no te moleste.
—Claro que no, amor, es un placer tenerte en este lugar.
—Haré un poco de té para nuestra invitada. —Ollie fue a calentar agua para el té.
Rum, siendo tan joven y algo inmadura, solo quería salir de la casa sin tratar de arreglar las cosas, solo dejarlas como estaban y no molestar a nadie. Fue incluso más amorosa con él, aún sintiéndose traicionada, solo por la escena de la otra vez.

Luego de estar ahí se dirigió con Kate la cuál aún se encontraba en su oficina; estaba entretenida leyendo un libro interesante, mientras a su lado se encontraba su hija tomando una siesta. La dejó pasar y le ofreció asiento. —¿Qué te trae nuevamente por aquí?
—Bueno verá, quiero pedirle ayuda.
—¿En que te puedo ayudar?
—Q-quiero irme de la Mansión, regresar a mi casa.
Kate estaba sorprendida, ella estaba bien dentro, no pasaría trabajo, el lugar era inmenso. —¿Sabes lo que estás diciendo? ¿Estás segura de esa decisión? ¿No será por Oliver?
—Si, es por él, creo que me hice ilusiones, pero tampoco es que quiero dañar a otra mujer con esto, lo pasé bien a su lado, pero por azares del destino vi a Anna lanzarse a sus brazos, me partió el alma verlos besarse y ambos dijeron que se aman, y-yo aquí sobro no quiero entrometerme, no le he dicho nada, solo quiero alejarme.
Kate suspiró. —Mandaré a llamar a Shirley, porque me imagino que ella tampoco sabe nada al respecto. —Rum asintió ya que todo se lo había guardado. —Emilico también debe venir. Hablaremos las cuatro y tomaremos una sabia decisión.

Al rato ambas ya estaban frente de Kate y Rum, solo que no sabían el motivo de su presencia en ese lugar.
Kate resumió lo que le dijo Rum, Emilico se puso triste. —Entonces ¿tú también me dejarás solita?
—No quiero que pienses eso, Emilico, es solo que no soportaré... vivir bajo el mismo techo que Oliver y Anna.
—Ni se diga, también dejarás a Shirley aquí, si hemos estado juntas muchos años.
—Lo siento tanto, prometo escribir, pero comprendan que necesito salir, además hay algo que no le confesé a usted Kate y a mi querida señorita Shirley.

Luego de la reunión ambas volvieron por el pasillo a la habitación en silencio, todo estaba arreglado para que ella se pudiese ir del lugar, Kate le ayudaría a que no le faltara nada. —Qué incómodo la verdad. —Pensó Rum, justo cuando entraron a la habitación Shirley azotó la puerta por el enojo, el hollín empezó a salir.
—Así que ¿Cuándo me ibas a decir? —Tomó una almohada para lanzarla.
—No le dije fue porque temía su reacción.
—¡Claro! ¡¿Cómo no ponerme así?! Shirley no está feliz ni orgullosa de tus acciones.
—¿Piensa golpearme? —Dijo con visibles lágrimas en sus ojos.
Shirley solo tiró la almohada a un lado y negó. —No puedo hacer eso, solo es enojo e impotencia, debí darme cuenta.
—¿M-me ayuda a empacar? Solo me faltan algunas cositas.
Se puso a ayudarla, pero mientras pensaba en que no debía dejarla sola, Rum ya había escrito una carta que iba dirigida a su familia para que le esperaran, solo faltaba enviarla y otra para Oliver.
—Mira, Shirley no va a dejarte sola, me iré contigo, nos necesitamos la una a la otra.
A Rum se le iluminaron los ojos y la abrazó. —Muchas gracias por no dejarme abandonada a mi suerte.
—Claro, Shirley siempre estará contigo. —¿Tus padres serán amables? Pregunto por mi aspecto.
—Creo que pueden llegar a acostumbrarse. Vivo en un lugar apartado, no hay muchas casas alrededor, podemos estar tranquilas por el momento.

Emilico fue caminando hasta el jardín, hacía más frío y todo estaba de unos hermosos tonos rojizos, anaranjados y marrones. —Que bonito está esto, pero porqué no lo puedo disfrutar a plenitud. —Llegó a donde se encontraba Patrick sentado y se puso a su lado. —Amor dime ¿Porqué cuando más feliz estoy me abandonan?
—Emilico... No lo sé, será por que a la vida no le gusta que estemos felices siempre, ya sé todos queremos vivir felices para siempre como en los cuentos que leemos. —La rodeó con su brazo para brindarle su calor y cariño. —Dime, ¿Qué pasó ahora?
Te veo muy triste.
—Rum se va de la casa, mi amiga me deja, Patrick.
—Cariño, cuanto lo siento, sé que no me puedes contar el motivo por ahora, pero si ella ya tomó esa decisión igual debemos respetarla, solo hay que darle nuestro apoyo, puedes ir de visita cuando nazca nuestro bebé, mientras pueden enviarse cartas.

Más nadie se enteró de ello y pronto llegó el momento de abandonar la Mansión, el día se acabó, las maletas estaban en el tren, Shirley no dejaría sola a Rum, en aquel momento empezó una leve nevada, pronto el invierno llegaría. Shirley abrigó con la bufanda a Rum. —Ponte tus guantes, hará frío esta noche.
Kate estaba sumamente preocupada, pero unas horas antes le pidió a ambas un favor.—Seguro les irá bien, tienen todo lo necesario. Les extrañaremos, Oliver se sentirá devastado con esta noticia ¿seguro no quieres quedarte?
—No, él será feliz al lado de Anna, ella es mejor opción para Oliver.
Emilico la abrazó con fuerza y mucho cariño. —No digas eso, tu también lo eres, eres mi valiosa y muy querida amiga. —Se alejó de ella y sonrió melancólica. —Te extrañaré, luego de que tenga a mi bebé iré a visitarte. Escríbeme ¿si?
—Si necesitan ayuda monetaria, no duden en pedirnos. —Dice Kate.
—Claro, Kate, Shirley está agradecida contigo por la ayuda, la cuidaré mucho.

El tren las llevó, las dos estaban muy asustadas por su porvenir, Shirley se cubrió más para no mostrar su verdadera forma, una vez que llegaron ninguna sabía que hacer, al menos tenían dinero para sus gastos, no habían muchas personas a esa hora ya que estaban en sus casas descansando, uno que otro caminando.
—Y ¿Dónde se encuentra tu casa?
—Pues tendremos que caminar. —Señaló un camino. —Lamento sacarla de la comodidad de la mansión, tengo que salir adelante.
—Oye, querías montar tu propia modistería, puedes empezar.
—Claro, quiero trabajar y ganar mi dinero. —Hacía frío, caminaron con sus maletas, el resto de sus pertenencias se enviarían luego de haberse instalado. El taller de confección seguía aún encendido, algunos ya iban a sus casas después de un largo día de trabajo. —¿Debería ir a preguntar si necesitan a alguien más?.
—Oye Rum y si mejor te esperas un poco, además debemos llegar a casa, hace frío. —Le tomó de la mano y Rum solo dio un último vistazo al lugar para luego alejarse.

Caminaron un poco, pero Rum soltó la maleta y se dejó caer sobre el suelo. —¡¿Estás bien?! —Preguntó Shirley preocupada por Rum.
—Creo que estaré bien, solo debo descansar un momento.
—Ahora ¿Qué hacemos? —Dejó su maleta a un lado y se arrodilló para atenderla. —Me preocupa tu salud. —Mientras ellas discutían como llegar a casa, pasaba una carreta con dos hombres, uno mayor y el otro un joven de la misma edad de Rum, ella al verlos sabía que debía ser valiente, pues su ama sombra no debía ser vista, no aún. Se puso de pie como pudo y se posicionó delante de su sombra.
El hombre se detuvo. —Buenas noches, ¿necesitan ayuda?
—Si, si no es molestia, vivo cerca de aquí, sería un gusto si nos pudiera llevar.
Los dos se bajaron para subir las maletas, solo que Shirley evitaba el contacto visual con ambos.
—¿Le pasa algo señorita? —Preguntó el señor, rápidamente Rum dice.
—Disculpe, es que es muy tímida.
—Mira quien habla. —Dijo solo audible para sí misma, Rum solo rio nerviosa, todos abordaron para retomar el viaje, Shirley abrazó a Rum y en silencio le preguntó si se encontraba bien, afortunadamente si, eso la tranquilizó.
El joven muchacho miró hacia atrás curioso pues el rostro de Shirley no pudo verlo, ella volteó un momento encontrándose cara a cara con él, solo fue por un momento y él no pudo ver claramente sus ojos, volvió a mirar al frente y pensó que no vio nada pues era de noche.

Fue un alivio para Rum ver su hogar, pero no sabía como sería la vida después que pusiera un pie en casa; cuando llegaron ellos dos les ayudaron con el equipaje.
Rum le iba a pagar pero el hombre sonrió. —No fue nada, también vivimos cerca de aquí, somos vecinos.
—Pues muchas gracias.
Shirley aún seguía evitando ser mirada, el chico lo intentó una vez más, ella estaba poniéndose nerviosa. —Por favor no me mire, me da un poco de vergüenza. —Dijo con su voz delicada.
—Ah, si lo siento, disculpe.
Ellos se retiraron, Rum tocó la puerta y esperó, Shirley solo se ocultó a un lado, cuando abrieron su madre estaba muy feliz de verla. —¡Cariño!
—¡Mamá! —La abrazó.
Su padre estaba feliz de poder verla y que viniera a vivir con ellos. —Shirley hija.
—Hola papá... por cierto, he cambiado de nombre, por favor llámenme Rum.
—De acuerdo, en tu carta ponía que vendrías con una compañera.
—Claro, se quedará con nosotros y espero puedan llevarse bien con ella.

Rum la llamó y Shirley se asomó, ambos intentaron ver su rostro pero estaba cubierto. Ella solo se inclinó a modo de saludo, ellos extrañados hicieron el mismo gesto. Rum cerró la puerta.
—Está cálido su hogar. —Pronunció Shirley, a los dos le pareció muy extraña su invitada.
—G-gracias, deberían aligerarse. —dijo la madre.
Rum se retiró los guantes y la bufanda, Shirley tuvo miedo de la reacción que podían tener pero era necesario quitarse todo los complementos de vestir, su sombrero y bufanda que le cubrían el rostro.
La madre pegó un grito alertando a su marido, Rum ya lo temía al igual que Shirley.
—¡Que cosa más horrorosa!
—¿Horrorosa? Señora mírese a la pared, no tiene por que decir eso.
—¡¿Qué cosa dijo?! —Preguntó a la vez que en la pared solo se proyectaban las sombras de todos.
—¿Qué clase de criatura es esa cosa?
Rum se puso en frente. —Les explicaré, ella es la señorita Shirley, si, mi nombre ahora le pertenece a ella.
—Rum ¿me los como? —Preguntó a modo de broma y ellos se aterraron. —Siempre quise decir algo como eso.
—Bien... ella se portará bien, es mi sombra, sean amables con ella.
—Shirley Shadow, es un placer y por favor no me saquen de su casa a escobazos, hace frío afuera.
Con temor de que les hiciera algo, aún así le invitaron a ponerse cómoda, era idéntica a su hija.
—¡¿Por qué no tiene rostro?!
—Papá, ese es mi papel, soy su rostro, ella no tiene uno.
—Interesante.

Les ofrecieron algo de comer, incluso prepararon una habitación extra. —Esta será su habitación. Puede acomodarla como guste.
—Muchas gracias, aunque por esta noche deseo dormir con Rum.
—Como desee.
Ambas se dirigieron a la habitación y se acomodaron, una a la otra se ayudaron para prepararse para descansar, mientras los padres temblaban de miedo por si les hacía algo mientras dormían.
Se acostaron y abrigaron con la manta. —Oye Rum ¿Cuándo les dirás?
—No lo sé, aún no es el momento, he aguantado tanto esto que creo que si les digo me quebraré por dentro y no dejaré de llorar, aunque también pensé que usted me castigaría con una cachetada.
—De ninguna manera, Oliver también es mi amigo y bueno ustedes al menos tuvieron un romance, me pregunto ¿Cómo lo tomará cuando lo sepa?
—Me siento mal por él y supongo que mis padres si se molestarán conmigo y hasta puede que me pongan la mano encima. —Dijo, refiriéndose a una cachetada.
—No lo permitiré, mi deber es protegerte. Ahora duérmete ¿si? Mañana comenzamos nuestro primer día.

Era de mañana, una sirvienta con un paquete toca a la puerta de la habitación de Oliver, él despierta sobresaltado haciendo volar algunos papeles. —Me quedé dormido otra vez sobre el escritorio. —Nuevamente escuchó el sonido del golpeteo. —Si, si, un momento. —Acomodó sus gafas en su sitio y bostezando fue a abrir, encontrándose con un sirviente que le hizo la entrega de su paquete. Miró mejor y recordó lo que había mandado a fabricar. —¡Gracias!
Con mucha alegría desenvolvió el papel dejando ver una caja de color lila, el interior blanco y dos bellos anillos en su interior.
Los admiró con una sonrisa pensando en que por fin el sueño de Rum y el de él se haría realidad; solo cinco minutos después Ollie entra.
—¡Buen día mi maestro Oliver!
—Buenos días querido Ollie, mira lo que acaba de llegar. —Lo muestra y Ollie también queda encantado. —Fijaremos fecha pronto, hay tanto que organizar, las bodas en abril son mágicas y llenas de fantasía.
—El ambiente de la primavera es sumamente maravillosa en esa época del año. Por cierto Kate le solicita ahora mismo.
—¿Ahora? Es muy temprano aún. Bueno vamos a ver que desea, luego de eso, Oliver espera contar con tu ayuda para los preparativos de la futura boda.

Ollie le guio hasta la oficina, Kate les dijo que pasaran, solo al entrar pudo ver rostros no muy felices, Emilico, Patrick, Kate, John, Shaun, Anthony y Christopher, aunque Anthony solo estaba con su rostro neutro, ni una emoción mostraba.
—¿Q-qué pasa?
—Por favor toma asiento.
—No te preocupes Oliver está bien así. —Se quedó de pie y Kate mostró una carta, él no entendía quién le podía escribir si no conocía a nadie de fuera; por el tipo de sello que tenía supo que no era de la familia de las sombras.

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Continuará...

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