La Niñera
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Un anuncio se había publicado para buscar una niñera, una chica joven sonrió pues iría a postularse para el trabajo. —Es mi oportunidad —dijo, pero ya tenía planeado ir a ver a su hermana y ver si se podía quedar con ella un tiempo, los planes cambiaron. —Bueno creo que solo le escribiré una carta. —Si no se quedaba con el trabajo, iría a verla.
Empacó sus pertenencias y dejó su habitación del hospedaje solo para ir a ver si era apta para el trabajo ya que necesitaba dinero pues lo que tenía se estaba agotando.
En aquella Mansión Clarissa miró algunos de los rincones de su hogar llenos de hollín y se preguntaba de dónde provenía si la chimenea estaba encendida para calentar el salón, volteó su mirada hacia el pequeño Aiden que estaba gateando en el lugar, su sorpresa fue tal cuando se detuvo y sus manos se tornaron de color negro y empezó a arrojar hollín solo para jugar sobre el suelo. —¿Qué es esto? —Dijo con horror por la escena que veía, más Aiden juntaba el hollín con sus manos y lo lanzaba al aire esparciéndolo a su alrededor. —¿Qué cosa eres? —Se acercó y él la miró sonriendo, lo tomó con cautela y lo llevó a lavar, no sin antes ordenar que limpiaran el lugar.
El agua tocó las manos del niño, pero no se iba el color negro de la piel de sus manos. —Aiden ¿Qué les pasó a tus manitas? —él solo golpeteaba el agua de manera juguetona y luego al estar sujeto por ella le dejó las mejillas marcadas de un poco de hollín. —¿Qué clase de niño eres?
Lo llevó a su habitación y lo dejó sobre la cama para jugar con él, sus manos volvieron a la normalidad y se concentró en los juguetes que estaban ahí.
Ella le dio una caricia y pensó en lo extraño que era. —¿Entonces ocasionaste todo eso la otra vez? —No sabía que era o de dónde provenía, tenía miedo pues su pequeño no era al parecer un bebé normal.
Se cansó de jugar y solo se quedó dormido, ella lo tomó y lo llevó a su habitación para ponerlo sobre la cuna cubriéndolo con la manta.
Salió de la habitación y cerró la puerta, suspiró, bajó para ver el salón, no era algo fácil rastrear el hollín o retirarlo si llevaba varios días de acumularse. Se acercó a su mayordomo y le pidió discreción. —Cuando llegue Rowan le contaré acerca de lo ocurrido con el niño, por ahora esto solo se queda aquí entre nosotros. —El mayordomo hizo una inclinación aceptando guardar el secreto.
El hombre llegó a casa y le recibieron, su mayordomo tomó sus cosas y le dijo que la señora le espera en la habitación.
—¿Pasó algo en mi ausencia?
—Suba, ella le dirá.
El mayordomo llevó las cosas a la oficina de su señor; Rowan fue a ver a su esposa con algo de preocupación pues notó a su sirviente algo tenso. Al entrar en la habitación ella tenía consigo a Aiden en brazos, pues ya había despertado y necesitaba atenciones.
—Cariño, ha pasado algo extraño con Aiden más temprano. —Su voz se sentía con angustia y algo de miedo.
—¿Y qué cosa pasó con el niño?
Ella lo miró mientras el pequeño mordía su juguete. —No lo sé con exactitud, pero sus manos se tornaron totalmente negras y de él emanó un polvo extraño como el hollín que deja la chimenea.
—¿Cómo es eso posible? ¿Estás segura de lo que viste? —El miró al pequeño, era un niño lleno de inocencia, muy angelical, pero al parecer era una pequeña bomba de sorpresas. —Deberíamos estar pendientes del niño, siendo así y si representa un peligro deberíamos deshacernos de él.
—¡Pero! ¡¿qué dices?! No ves que solo nos tiene a nosotros, aun siendo como es no puedo dejar que hagas algo como eso, es mi hijo, no de sangre, pero sí de corazón.
Con toda la calma del mundo la miró a ella pues hace mucho deseaba tener un hijo propio, nunca adoptaron pues estaban esperando a que llegara su bebé y solo dijo. —De acuerdo, amor, estamos a cargo de este niño, lo cuidaremos para que no pase nada que pueda poner nuestras vidas y la de los demás en peligro.
En Mirrorside, Rum no había conseguido empleo en el taller de confección pues estaba embarazada y los síntomas le impedirían rendir como debería, estaba algo deprimida por ello ya que deseaba mostrar sus habilidades y creaciones, ahora solo se encontraba comprando telas y materiales de costura para hacer algunas cosas, llevaba una semana ahí y se estaba acoplando a la vida de fuera nuevamente, su padre la esperaba para volver juntos.
Su siguiente parada era la tienda de su vecino, el padre la esperó y ella entró, el joven Vincent estaba de espaldas arreglando unas cosas en las estanterías. —Bienvenido... —Al voltear vio a su vecina así que bajó rápidamente la escalera. —Disculpa, bienvenida, ¿vienes a buscar algo en especial o a platicar sobre nosotros?
Rum se sobresaltó por los nervios, ahora no tenía a nadie para esconderse así que juntó valor para hablar. —A-ambas. Buscaba cubetas de metal y de madera.
—Por supuesto. —Le mostró la mercancía que fabricaba él mismo pues lo aprendió tanto de su abuelo como de su padre. Ella pagó los objetos y mencionó lo del futuro compromiso.
—Nuestros padres acordaron que debíamos conocernos para quizás contraer matrimonio, te convertirías en mi prometida. —Él se recostó sobre la barra y solo miró algún punto del suelo, Rum se negó a aceptar la propuesta y comenzó a contarle parte de su pasado. —Hubo alguien antes de venir aquí. —él la escuchó y supo que estaba esperando un bebé de ese hombre al cual dejó. —Desde el fondo de mi alma lo siento tanto.
Él se acercó a ella y puso una mano sobre su hombro para mostrarle apoyo. —Comprendo, pero, dime una cosa.
—¿S-si?
—La joven que también llegó con usted ¿ella se encuentra viviendo en su casa? —Sonrió pensando en la linda actitud que aquella chica tenía y su suave voz, Rum de inmediato comprendió que Shirley había logrado captar su atención, pero tuvo que negarla por su bien.
—No, volvió hace poco a la Mansión.
—Qué lástima, quería conocerla. Bien, le diré a mi familia que lo nuestro queda disuelto.
—¿De verdad? ¿No estás molesto?
—No, en realidad me llamó más la atención tu amiga. Pero si necesitas ayuda puedo ofrecértela, seamos amigos. —Le extiende la mano y ella con su tierna sonrisa estrecha su mano.
En realidad Shirley estaba en casa y tenía prohibido salir de día. La madre siempre sufría un leve repelús cuando Shirley se paraba sigilosa detrás de ella o la veía por el rabillo del ojo. Solo que ahora era regañada por la señora por trepar por la pared y dejar sus huellas. —Espera a que venga Rum.
—Es que Shirley se aburre muy rápido.
—Y por favor ponte la ropa. —Le exige la señora, ella se dirige hasta abajo lentamente dejando más huellas, toma su vestido junto a un delantal y se viste rápidamente, luego se pone sus calzados.
—¿Puede Shirley hacer tartas? —preguntó mientras iba a la alacena para ver que ingredientes había disponible.
—¿Por qué mejor no te pones a pelar las papas? —dijo mientras ponía todo sobre la mesa.
—De acuerdo. —Tomó el cuchillo y se sentó a quitarle la piel a las papas.
—Al menos este hollín es fácil de limpiar todo lo que tocas se ensucia. —comentó mientras con un paño quitaba el hollín de sus paredes.
—Shirley no tiene culpa, su cuerpo es así. —Shirley miró las papas que terminaron manchadas así que entró en pánico pues si la señora miraba le llamaría la atención.
No hubo problemas, solo las lavó y quedaron limpias al igual que sus manos. Al rato llegó Rum junto a su padre. Shirley muy feliz fue y tomó las compras y las dejó sobre la mesa. —¿Estás bien? ¿Te duele algo?
—Estoy un poco cansada, me iré a recostar.
—Te llevaré un poco de agua.
—Muchas gracias. —Se acercó a su madre y le dio un beso para luego retirarse a su cuarto.
Rum se recostó, Shirley entró con el vaso de agua y se lo entregó para que bebiera. Más que cansada estaba triste por la falta que le hacían sus amigos. —Rum ¿que tienes? —Preguntó Shirley mientras se sentaba sobre la cama.
—Solo que extraño a las chicas.
—¿Y a Oliver?
—También. —No podía negarlo, le hacía mucha falta a pesar de que al principio no fue así y solo huía de él.
—¿Y si volvemos? —Le propuso con la esperanza de que aceptara, pero era claro que no lo haría.
—Bueno usted puede hacerlo, yo quiero quedarme, además sería incómodo para mi estar bajo el mismo techo con Oliver, me alejé para dejarle el camino libre para que pueda estar con Anna.
—No tienes remedio. —Dijo suspirando ya que pensaba que era una tontería haberle dejado el camino libre.
En la mansión, recién le comunicaron a Lou y a Ricky que Rum y Shirley habían abandonado la Mansión.
Lou estaba llorando pues era su querida amiga la que pasaría muchas cosas fuera de la mansión. —¿Cómo las dejaron ir? Rum estuvo todo este tiempo embarazada y no dijo nada hasta que Oliver le propusiera matrimonio. Lo sé, debió sentir vergüenza, juro que mato a ese inventor por no proponérselo cuando ella estaba aquí.
Ricky la tuvo que sujetar pues estaba dispuesta a ir a montarle una escena en el laboratorio o donde estuviera. —Calma Lou, no te tienes que poner así además Oliver también está mal.
Emilico fue la encargada de decirles los últimos acontecimientos. —Si, intentó saltar de la torre, Ollie nos lo contó luego. Hubo malos entendidos, los anillos llegaron justo el día que ella ya no estaba. No sé si Rum quiera volver.
—Dinos Emilico ¿Oliver sabe que ella espera un hijo de él? —pregunta Lou angustiada y con visibles lágrimas asomándose en sus ojos.
—Lo desconozco, no sé si Rum le contó o no, pero me dolería que el bebé no sepa quién es su padre.
—Pobre Rum, ahora tiene que criar a su bebé y trabajar. —Comenta Ricky.
—Pues si ese era su destino, ella puede empezar su propio negocio ¿no? Es buena cociendo y Shirley diseñando, Kate se encargará de sus gastos mensuales. Ahora no puedo, pero cuando ya tenga a mi bebé podré salir a visitarla y de paso buscar a mi hijo.
—Emilico, es peligroso que salgas en ese tipo de búsquedas, déjamelo a mí que en cuanto se reabran las búsquedas iré, no puedo ver a mi señor y a ti tristes.
—No te preocupes Emilico, de alguna manera las cosas estarán bien. —Lou puso su mano sobre la de Emilico brindándole su apoyo, ella sonrió.
Solo estaban ellas ahí esperando a sus bebés, Rum les había dejado, Emilico volvió caminando a su habitación, cuando abrió la puerta su mirada se enfocó en el ramo de flores que estaba en la mesa, se acercó y lo tomó, justo cae una nota así que la recoge y lee. Sonrió de manera tierna a lo que leyó. —¿Una invitación? Será mejor que me arregle antes de ir.
Desde la ausencia de su hijo no había tenido muchas ganas de arreglarse y solo lo hacía obligada o con ayuda, no tenía caso estar deprimida si su hijo tomaría otros rumbos y crecería lejos de ella, pero guardaba la esperanza de que un día él regresara a casa al lado de sus padres.
Patrick estuvo organizando una cena romántica para ellos dos en un balcón de la casa con vista al inmenso jardín en época de invierno. —Ahora mismo no cae mucha nieve, con suerte y vemos caer un poco esta noche. —Dijo mirando el cielo que estaba algo cargado de nubes.
Era la hora de descanso, algunas chicas del servicio de limpieza se habían reunido a charlar felices y comentar sobre el embarazo de Lou.
—Estoy muy feliz por ellos, no es maravilloso que por fin vayan a tener un bebé.
—Si, pronto tendremos más pequeños aquí.
—También se unirán al ala infantil cuando tengan suficiente edad.
Mientras ese grupo hablaba, Elaine llegó a tomar su descanso y todas al verla le miraron dejando de lado la plática.
—Chicas ¿alguna novedad? —Preguntó queriendo saber algo de los residentes de la casa.
—Nada lo mismo de siempre. —Contestó una, pusieron excusas y le miraron con un poco de indiferencia pues ya tenía una mancha en su expediente por mal comportamiento. Ella lo notó, de algo hablaban y se lo estaban ocultando, solo le dio una mirada a su compañera Sienna.
Al rato Sienna iba a su habitación a cambiarse pues se había manchado durante el trabajo, su compañera Elaine estaba descansando recostada de la pared y como Sienna no le miró justo al pasar le hizo tropezar.
—¡Querida! —Se puso a su altura. —¡Que torpe eres! déjame ayudarte.
—N-no es necesario, yo p-puedo sola.
—¿Te niegas a que te ayude? —La sujetó del cuello de su vestido. —Ahora dime.
—¡¿Qué?!
—¿De qué hablaban?
—No es nada importante...Por favor me cuesta respirar.
La zarandeó y apretó más. —¿Me dirás? No pienso soltarte ¿eh?
—B-bien... —Con el poco aire que podía respirar habló. —Lou está esperando un bebé. —Al decir eso la tiró contra la pared, ella por fin pudo tomar aire mientras tosía pues le costaba hacerlo.
—Maldita sea...
—Estás loca en verdad. —Fue lo último que le dijo para irse a su habitación.
Elaine solo pensó. —El bebé de esa estúpida y ella misma deben morir. —sonrió al pensar como torturarle a ella hasta que la luz de sus ojos se apagara y ese esperado niño no nacería. —No se me hará difícil eliminarles. Ricky, mi amor, espérame, seré tu futura esposa.
Oliver aún sin ánimos de hacer mucho estaba trabajando en sus inventos, debía solo seguir como si nada hubiese pasado. Mientras escuchaba a sus compañeros murmurando, Anna le miró, al parecer Rum y ella hicieron lo mismo alejarse de él y dejarle el camino libre, Anna se hizo a un lado por Rum y esta a su vez por Anna.
—Son un problema.
—¿Qué dices, Jeremiah?
—Que ustedes las chicas complican todo, eso quiso decir.
Anna infló las mejillas, estaba molesta por el comentario. —Anna con todo su corazón estaría feliz de ser la novia y esposa de Oliver, pero eso no se puede ya que él sigue enamorado de ella.
—Rum es una buena chica, Oliver logró ver en ella dulzura y ternura además de admirar su inteligencia y la capacidad de memorizar las cosas, eso le da puntos a favor. —Dice Lydia.
El sonido de una herramienta calló al suelo, ellos voltearon a ver a Oliver el cual estaba desprendiendo hollín.
—¿Está bien mi señor? —Preguntó mientras recogía lo que se había caído.
—Oliver se irá a descansar un rato. —Caminó con pasos pesados hasta la salida, Ollie le acompaño, Anna junto a Nancy van a alcanzarlos.
—Oliver...
—Anna ¿Necesitas algo?
—Oliver, Anna no puede verte así ¿Dejas que te haga compañía?
Solo asintió para seguir su camino, Ollie les escoltaría hasta la habitación; una vez dentro Anna miró el desastre de la habitación mientras Oliver se tiró a la cama sin más. —Ollie ¿nadie ha venido a arreglar la habitación?
—No ha permitido que toquen el lugar, dijo solo a ellas dos ya que Oliver estaba sumido en su tristeza y dejaba escapar su hollín.
Anna no se iba a quedar de brazos cruzados viendo como estaba la habitación de desorganizada. —Nancy, Ollie, Anna necesita de su ayuda para hacer una limpieza a este sitio.
—Cuente conmigo, señorita Anna. —Dijo Ollie de manera entusiasta.
—Haremos nuestro mejor esfuerzo. —comentó Nancy con una bella sonrisa.
Oliver se estaba quedando dormido, Anna se acercó y con delicadeza retiró sus gafas dejándolas a un lado sobre la mesa de noche, pasó su mano brindándole una caricia en la mejilla.
En un momento Nancy consiguió herramientas de limpieza y delantales para trabajar. Sacudieron los rincones donde se había acumulado hollín, Nancy tenía miedo de encontrar cenizas, afortunadamente no hubo rastro de ellas, Anna se dedicó a ordenar el escritorio, apuntes, libros, entre todo eso se encontraba la carta que Rum le dejó, miró a los dos, seguían entretenidos en la limpieza, así que leyó el contenido, solo el final estaba muy confuso, casi inexistente, tomó un pedazo de papel y escribió lo último para descifrarlo ella misma.
Cuando terminaron de ordenar y limpiar Anna y Nancy se retiraron, Ollie estaba feliz de tener toda la habitación de su señor en mejor estado, desde que Rum se fue, todo estaba revuelto; fue y despertó a su señor.
—¿Qué pasa Ollie?
—Nada, solo venga, arriba, debe de intentar recomponerse ¿Quiere tomar un baño? El agua se llevará todo lo negativo.
Oliver se incorporó y miró todo en su sitio, no se enojó, pero en todo este tiempo solo quería estar en paz y no tenía energía para recibir la visita de los de limpieza. Ollie le dejó ropa limpia en el baño y preparó la tina.
Anna y Nancy al encontraron un sofá en el pasillo, se sentaron para mirar lo que escribió. —¿Qué fue lo último que le habrá querido decir?
Nancy tomó la nota y la leyó —Llevo conmigo un pe-
—Se supone que posee algo importante de Oliver. Ella no tomaría ningún objeto de él, quizás, algún obsequio, le dio un broche fabricado por él mismo, Anna recuerda cuando lo estaba haciendo.
—¿Seguro es eso?
—No, es más una confesión de algo importante. Quizás Kate sepa algo, ven. A esta hora está en su habitación.
Se dirigieron con Kate, tocaron a su puerta y ella les abrió. —Kate, disculpa que Anna te interrumpa.
—Para nada, estaba preparando a Hope para la hora de la comida, ella come antes que nosotros.
Anna y Nancy fueron invitadas a entrar, se fijaron en la pequeña y se acercaron a ella. —Está muy bonita tu hija. —Comentó Anna.
—Te lo agradezco.
Hope estaba entretenida con una muñeca y se la entregó a Anna. —¿Para Anna?
—Quiere que juegues con ella.
Jugaron un poco antes de seguir con el asunto, la que se quedó haciéndole compañía fue Nancy, Anna aprovechó para enseñarle el mensaje. —Esto fue lo que dejó escrito, pero las lágrimas de Oliver borraron el final y Anna piensa que había algo importante.
—¿Importante? Tal vez... —Kate se quedó pensando un momento, tal vez Rum quiso transmitirle el mensaje de que esperaba un bebé. —Entonces es eso, Anna, Rum está esperando un bebé de Oliver.
Anna se sorprendió, era algo que no esperaba, Nancy también escuchó. —Entonces ella lleva consigo un bebé. Pero ¿Por qué renunciar si ya lo tiene todo? —Bajó la cabeza sintiéndose derrotada. —Oliver le iba a proponer matrimonio y ya estaban por formar una familia.
Kate decidió guardar silencio para no hacerla sentir culpable ya que sabía la verdadera razón. —Prefirió guardar todos los buenos momentos que pasó con Oliver y marcharse, nunca tuvo la intensión de quitártelo y siempre pensó que debían estar juntos.
—Anna también se hizo a un lado, pero, decidió besarlo un día, siempre quiso probar sus labios y solo pasó sin más, Oliver le ama, pero solo como amiga y sigue muy enamorado de ella. Por favor, no le diga que ella está embarazada, no por ahora.
—Está bien, sé que Oliver se pondría peor si lo supiera.
Anna y Nancy se despidieron de la pequeña Hope y de Kate, ahora sabiendo la verdad acerca de la nota, una lágrima se deslizó por la mejilla de Anna. —Nancy, le cuidaré como siempre. Ella quizás vuelva alguna vez y traerá a su hijo o hija, aunque Anna no sabe que pasará luego de eso.
Hacía mucho frío, llegó a su destino y esperaba obtener el trabajo. Admiró la gran mansión así que se acomodó la bufanda y tomó su maleta, para comenzar el recorrido hasta la puerta, pero antes de llegar esta se abre repentinamente y una señora sale corriendo y tropieza con ella, pudo notar terror en su mirar.
—¡Corre lejos de aquí!
—¡Pero! ¡¿qué pasa?!
La mujer la sujetó y le miró directo a los ojos. —¡Salva tu vida y no entres en ese lugar, ese niño es un monstruo!
El dueño de la casa salió y le pidió a gritos que esperara y no se fuera, pero fue inútil, ella no lo soportó, recogió sus cosas y se fue.
La joven solo se quedó expectante unos momentos y luego animada se acercó al hombre. —Disculpe ¿me puede decir por qué se fue corriendo?
—Supongo que tú también vienes al trabajo de niñera, eres la quinta esta semana, nadie quiere cuidar de nuestro pequeño hijo.
—Pero ¿Qué daño puede causar un niño?
—Mira incluso puedo pagarte por haber venido hasta acá, no tiene caso, parte de nuestro servicio renunció por temor.
Ella firme decidió intentarlo, después de todo trabajar en la casa de las sombras le hizo más fuerte. —Puedo con todo señor, tengo experiencia con niños rebeldes.
—¿Está segura? Nuestro hijo es especial.
—Ningún problema, ¿puede mostrarme?
Le hizo entrar, el mayordomo fiel a la casa le dio la bienvenida, las sirvientas que quedaban estaban limpiando el hollín que había estado desprendiendo el niño, se podía escuchar su llanto ya que recién comenzó a llorar por miedo a la mujer que se asustó con verlo transformado.
Recuerdos llegaron a su mente al ver la escena, no sabía que tendría que volver al trabajo que hacía en el pasado.
Rowan le guio hasta la habitación de Aiden, había hollín sobre el techo, las paredes y los muebles. Clarissa sostenía al pequeño en sus brazos tratando de que se calmara, su vestido estaba igual que todo lo demás.
—Me presento, me llamo Elora, un gusto. —Se inclinó y luego puso atención al pequeño y pensó para sus adentros. —¿Una sombra? esos solo están en la isla del Hollín ¿Cómo es que hay un bebé sombra con esta pareja?
—Necesitamos ayuda, no sabemos qué pasó con él, ha permanecido en este estado hace días. —Dijo llorando Clarissa pues no entendía que clase de bebé le habían vendido. —Las niñeras al verlo se fueron de inmediato.
Había despertado de esa pesadilla, hace mucho abandonó la mansión cuando obtuvo libertad y solo quería olvidar su pasado, pero ahí estaba nuevamente, tomó coraje pues sabía cómo controlar a las sombras. —¿Me lo permite?
—Claro... su nombre es Aiden.
Ella sonrió y dulcemente le habló para intentar calmarlo; Aiden en su estado de sombra se detuvo a mirarla, había algo que le hacía recordar a una persona especial, miró su cabello rubio, si, solo eso bastó para dejar ver su rostro. —Amá. —Pronunció con algo de aflicción, tanto ella como sus padres se sorprendieron pues había vuelto a ser como siempre. Elora no comprendía bien, ¿cómo era posible que fuese una sombra y luego humano?
El hombre lo sabía, esta joven mujer le recordaba seguramente a su verdadera madre, aún faltaba mucho para que le olvidara del todo.
Elora firmó un contrato para trabajar y recibir su pago, se acomodó en su habitación y se le entregó un uniforme diferente al del resto de las criadas. De inmediato se arregló frente al espejo, era una mujer de aspecto dulce, adornó su cabello con una cinta del color de su uniforme, celeste. Y escribió una carta a su hermana diciéndole que había empezado a trabajar. —Prometí no mencionar nada al respecto sobre la casa de las sombras, señorita Kate. —Al desempacar puso una fotografía de su rostro, nadie más lo sabría. —No le importa que me llame por este nombre ¿no? Igual fue mío antes de llegar a la Casa de las Sombras.
Luego de estar lista fue a atender al pequeño Aiden, ella mejor que nadie atendería sus necesidades.
Cuando la noche cayó, Emilico se dirigió al lugar del encuentro, un balcón con vista al jardín, el cielo nocturno y nubes, el viento gélido le hizo temblar, la mesa estaba preparada y la comida servida, Patrick miró a su bella esposa y le tendió la mano, mientras la elogiaba haciéndola sonrojar. —Esperé por ti todo el día, preparé esta cena para tenerte a solas en este momento. —Ambos se sentaron, ella sonrió pues estaba con su amado esposo e iban a disfrutar de una ocasión especial juntos, ya que siempre cenaban en la habitación, no es que les molestara si no que el ambiente era agobiante y solitario desde la ausencia de su primer hijo. Disfrutaron su cena a la luz de las velas, rieron, se tomaron de las manos y luego vieron como caían pequeños copos de nieve, sopló un poco de aire y las velas se apagaron.
Se quedaron un rato hasta que ella sintió frío. —Vayamos a la habitación.
—Claro amor, olvidé traer mi chal y ahora me estoy congelando. —Patrick la abrazó para brindarle su calor, le encantaba poder estar así con ella.
Una vez en la habitación, con apenas una pequeña luz, Emilico se sentó en el sofá mientras esperaba a que Patrick encendiera el fuego de chimenea para calentarse, se sentó a su lado para estar juntos y admirar el fuego.
—Emilico gracias.
Ella levantó la mirada con intriga y preguntó. —¿Por qué?
—Por quedarte y estar a mi lado, porque te he amado y has correspondido a este sentimiento.
—Eres muy dulce, amor. Me siento protegida a tu lado, te amo demasiado Patrick. —Ella recostó su cabeza sobre su pecho, él la rodeó con su brazo, no había otra mujer que ocupara su cabeza más que ella, la adoraba y la cuidaría como la flor delicada que es.
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Continuará...
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Alexacsiszer17, aquí está este capítulo y muchas gracias, los demás serán subidos poco a poco.
Muchas Gracias a todos los que leen este fanfic, a veces no confío en mi trabajo y de verdad sobre pienso mucho antes de publicar y me da ansiedad, pero aquí me tienen, porque me traigo un nuevo shipp y me disculparán, ese ni me lo creo yo, pero todo es posible aquí.
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