
¿Dónde Está mi Hogar?
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Transcurrieron tres años, muchas cosas habían pasado en ese tiempo, Rum por fin pudo abrir su modistería, tenía clientes que siempre mandaban a hacer sus vestimentas además también estaba asociada con el taller de costura, se beneficiaban ambos.
Había nuevas aldeas creciendo en la isla y como siempre se exportaban productos fuera de esta.
Era una mañana como cualquiera, Shirley se levantaba temprano todos los días para preparar el desayuno pues Rum debía irse a trabajar. —¡El desayuno está servido! —Gritó pues esperaba que Rum bajara junto a Theo.
Tenían un pequeño retraso ya que estaba buscando los zapatos del niño. —¿Seguro los dejaste debajo de la cama?
—Si. —Le ayudó a buscar y lo encontraron, ella lo cargó y lo puso sobre la cama pues solo faltaba que se abrochara la camisa, Rum colocó los zapatos y él terminó de abotonarse a su ritmo. —¿Lo hice bien mamá?
—Por supuesto amor. —Lo peinó y le preparó su maletita para que llevara sus cosas.
Ambos bajaron para desayunar junto a Shirley, ella sonrió al verlo él se acercó para darle un abrazo y un beso. —Mi niño, hoy te preparé tu plato favorito.
—¡Gracias, tía Shirley! —Lo ayudó a sentarse para desayunar, Rum hoy no lo llevaría con sus padres ya que quería tenerlo con ella unos días en su tienda.
Rum se puso su chaqueta y le puso a su hijo la de él y como complemento un sombrero, se despidieron ya que se verían en la tarde. Durante el camino a Theo le encantaba saltar y jugar con los insectos que veía, Rum sonreía al verlo feliz disfrutando pequeños momentos de la vida.
Cuando llegaron ella abrió la puerta de su local para ingresar con su hijo. Colgó las chaquetas y se puso a acomodar los atuendos, Theo se sentó en su mesa y sacó de su maleta objetos para armar, con eso se divertía, Rum sabía que iba a ser igual a su padre. Estuvo atendiendo a varias clientas durante la mañana, en algunos momentos su hijo también le echaba la mano.
Una clienta llegó, ya era habitual que viniera a pedirle atuendos. —Buenos días, señora Jones. —La mujer correspondió el saludo, Rum miró a los dos pequeños y les saludó. —Buen día pequeños. —Ambos saludaron, los dos eran un encanto como siempre.
La señora pidió que se les hiciera nueva ropa a los dos. Primero iría con la niña, su nombre, Holly.
—Holly ¿Cómo te gustaría tu vestido?
—Con flores, me encantan. —Sonrió pensando en cómo se vería su nuevo vestido. La señora Jones se sentó en una silla para esperar junto al pequeño, el cual miró en dirección a donde estaba Theo mientras jugaba, este tímidamente cruzó su mirada con él.
Llegó el turno del pequeño para que fuera a medirse, Rum le llamó. —Aiden, tu turno cariño.
—Si. —Se puso de pie y cambió con Holly, Rum tomó sus medidas.
Rum no podía dejar de pensar que le era familiar de alguna forma, el niño había llegado con su madre hace unos años atrás y se estaba quedando con los Jones pues ella debía ir a trabajar en otra parte, así que no estaban juntos. No sabía mucho de ellos ya que no se inmiscuía en esos asuntos, pero el niño era tan tranquilo que le recordaba la actitud dulce de Emilico, solo que ella era muy alegre y algo revoltosa.
Consultó los modelos con la señora y acordaron lo del pago, ella trabajaría en los vestuarios, la vio irse con los niños.
—Theo, hijo. —El niño se acercó. —Deberías alguna vez hablar con ellos, casi tienen tu misma edad.
—Tengo tres.
—En una semana cuatro mi amor. —Rum preparó todo para llevarse el trabajo a casa en la tarde, por ahora iría a almorzar fuera con su hijo.
Cuando la señora Jones llegó a su casa con los niños, se puso su delantal para hacer la comida, Holly siendo una niña alegre le pidió jugar a Aiden, él aceptó pues el terreno era amplio para disfrutar una tarde de juegos, la mujer los detuvo. —Aiden ve por unas verduras al cultivo.
—Pero... —Ella ante esa palabrita se enojó y le recalcó que si no hacía ese trabajo no comería, Aiden miró a Holly y se encogió de hombros pues no tenía más remedio, así que tomó una cesta y fue a buscar los ingredientes.
La mujer miró a su hija y le dijo. —¿Cuántas veces te he dicho que no te acerques a él?
—Mamá, lo veo tan solo, es mi primo quiero jugar con él. —Ante lo que dijo la mandó a jugar con las niñas que siempre estaban fuera jugando, no tuvo más remedio que buscar su muñeca para salir.
Por la tarde el señor Jones volvió a casa para comer, miró al pequeño mientras limpiaba los muebles, como siempre él le saludó, el hombre solo lo miró con enojo y fue directo con su esposa. —¿Hasta cuándo lo tendremos en casa?
—Ya sabes que es un favor que le hacemos a mi hermana. —Le dejó en claro que el dinero que recibían por sus cuidados era mucho, ese niño era una minita de oro. —Ni modo, nos aguantamos, por mientras que ayude con las tareas de casa.
Aiden terminó su trabajo, salió afuera a lavarse pues ella al menos le daba de comer si lo merecía, cosa que no pasaba cuando su madre estaba presente, además se preguntaba por qué no era un niño como los demás, en la noche solía tener pesadillas, voces internas que le recordaba que era un monstruo despreciable. Realmente no recordaba mucho de su pasado, solo que lleva viviendo en esa casa desde los tres desde que su madre lo trajo. —¿Quién o qué soy en verdad?
En la Mansión Emilico y Patrick habían tenido a un tercer hijo, por lo que Alessia ahora era hermana mayor, de sus tres hijos, Todd era el único que tenía pecas en el rostro.
Su madre había terminado de tejer al último patito formando a los integrantes de su familia, así que lo había puesto al lado de los demás patitos del estanque que creó para que tuvieran un escenario muy bonito donde reposar.
Ella aún seguía esperando por su primer hijo, para ese momento tendría cinco años, aunque pensaba muy a menudo que ya no estaba vivo algo en su interior le decía que aún vivía, solo estaba escondido en algún lugar, sin imaginar que estaba más cerca de lo que creía.
Alessia estaba en el ala infantil pues al nacer en la mansión junto a Hope, Courtney y Cornelius debían iniciar con sus enseñanzas, lo único es que los dos no poseían poderes de hollín como ellas.
Anthony tenía a un grupo mayor a los que le daba clases, la única menor era su sobrina, Hope, pero tampoco era estricto con ella ya que sabía que Kate si la supervisaba en sus estudios. Edward tan solo era su tutor particular de música, ocasionalmente la hacía llorar por no tener el talento necesario para hacer que el piano sonara melodioso, ella detestaba esa materia y más si él le daba clases.
Christopher también aportaba mucho a las enseñanzas de las sombras jóvenes reforzando su confianza para que aprendieran a dominar sus poderes del hollín, no como ocurría en el pasado.
Bárbara estaba encargada de seguir supervisando junto a otras sombras más, por el momento ella ni Louise habían tenido descendencia luego de la boda como se estimaba en aquel entonces.
Cuando finalizaron las clases ellos eran libres. Alessia y Courtney salieron tomadas de la mano para ir a buscar a Hope, ella venía saliendo de su aula, la sorprendieron. —¡¿Vienes a jugar?! —Hope solo dijo que iría a la biblioteca por un libro que necesitaba leer.
—¿Te acompañamos entonces? —Comentó Courtney ya que si tenía estudiar irían con ella, además ellas aún no sabían leer y Hope si por lo que les leía algunas veces, Cornelius llegó luego, pensando que siempre lo dejaban tirado.
—¿Puedo acompañarlas?
Ellas lo miraron y su hermana dijo que no ya que era reunión de niñas, les hizo una mueca con la boca a lo que su hermana se enfadó. —Nunca me incluyen.
—Le diré a mamá lo que me hiciste. —Las tres se fueron, venía de buena manera para jugar, pero siempre era lo mismo, solo porque era la mayor ella decidía si incluirlo o no para jugar, había un niño con el cual pasaba el rato algunas veces, pero solo en las reuniones de juegos, en ese momento dieron ganas de llorar porque solo quería que lo incluyeran en el grupo así que solo decidió volver al ala de los adultos.
Llegó con su madre, ella lo miró y notó su carita triste. —¿Qué pasó? —Preguntó a la vez que lo tomaba en brazos y lo sentaba sobre su regazo para consolarlo.
—Nini no me dejó jugar con ellas. —Lou ya lo sabía, ella prefería jugar con Alessia y Hope, pero no para que lo excluyeran de esa manera, por lo pronto se encargaría de él y sus actividades.
Las tres por su lado estaban en la biblioteca, Hope buscaba su libro y Alessia le reclamaba a Courtney. —No debiste decirle que no, sería más divertido si estuviera con nosotras. —La peli-rosa se puso a llorar, pero no era intención de Ale hacerla sentir mal.
—Basta niñas, Nini, deberías disculparte con tu hermano. —Para ella aún era complicado pedir disculpas o perdón, sus padres tenían que hacer que se reconciliaran siempre.
Hope se quedó sentada en la silla mientras Courtney lloraba y Alessia estaba esperando a que se calmara, Bárbara llegó a la biblioteca observando a todos los que leían, pero venía a buscar a la hija de Emilico y la de Lou, solo que siempre andaban era llorando. —Barbie vamos a ver ahora porqué llora. —Se acercó para preguntar que pasaba, pero solo abrazó a Barbie.
—¿Qué pasó? —Hope voltea y dice que se siente mal por ser regañada porque no incluyó a su hermano en la reunión. —¿No se pueden llevar bien?
—Normal entre hermanos. —Comentó Bárbara, solo le avisó a Hope que la vería más al rato, las niñas recogieron sus cosas, Bárbara tomó la mano de Alessia y Barbie cargó a Courtney.
Cada una fue a entregarla con sus madres, Alessia corrió hacia Emilico para abrazarla y luego fue con Patrick para saludarlo.
—¿Cómo te fue hoy? —Preguntó Patrick, su hija borró la sonrisa y se sentó sobre la cama para decir que bien, pero ocurrieron cosas con los dos mellizos.
Bajó y fue a buscar un banco para ver a su hermano. —¿Cómo está mi hermanito precioso? —Ella amaba a su hermano, Emilico y Patrick nunca mencionaron a Matthew delante de ella por lo que ignoraba que tenía un hermano mayor.
—Ale ¿quieres comer?
—Si, mamá. —Ordenaron para ella una comida ligera y la acompañaron para que les siguiera contando.
Lou y Ricky tenían a los niños sentados en un sofá. —Cuando su madre y yo éramos niños. —Los dos interrumpieron.
—¿Ustedes fueron niños? —No se lo podían creer, ellos se miraron y no los podían imaginar.
—¿No que siempre fueron adultos?
Lou soltó una pequeña risa y les dijo. —No siempre fue así mis niños. —Se sentó a su lado, y les abrazó. —Su padre y yo nos conocimos desde pequeños, no siempre fuimos adultos.
Ricky se sentó para narrar un poco de su infancia y de cómo tenía un pequeño grupo de amigos. —Nini, no dejes a tu hermano solo, vinieron juntos, no siempre se tendrán aprovechen y sean buenos hermanos.
Ella miró a su hermano y con pena, se sentía mal por dejarlo de lado siempre. —Lo siento hermanito.
—Está bien. —Les dijeron que se reconciliaran con un abrazo, al final se contentaron.
Ambos salieron para dejarlos solos para que jugaran, ambos se quedaron pensando en cómo sus padres lucían de pequeños.
—¿Entonces mamá fue como yo, así de bonita?
—Tenemos tú y yo la misma cara. —Cornelius buscó entre sus juguetes pues quería jugar ya que había hecho sus deberes. —Así que si, además mami es muy hermosa ahora y siempre lo será.
Anthony y Christopher pasaron por su sobrina. —Hope, hora de irnos, tienes clase en un rato.
Ella tomó sus cosas y se apresuró a ir con ellos y con una bonita sonrisa preguntó. —¿Puedo saltarme música?
—No, querida, debes de por lo menos aprender, sé que te cuesta, pero ya que eres una aristócrata es obligatorio que toques por lo menos el piano.
—No soy buena.
—No digas eso pequeña. —Le animó Christopher pues todo ese esfuerzo tendría sus frutos en el futuro. —Confiamos en que un día aprendas mucho y enfrentes el mundo con todo.
Ante las palabras ella sonrió, pero en verdad lo detestaba, no la música si no a su profesor que la ponía nerviosa.
En el camino se encontraron a Bárbara y Barbie, ella iba a terminar de hacer unas cosas. —Te veo al rato, llevaré a mi sobrina a descansar para la próxima lección.
—Deberían cambiar a Edward.
—¿Verdad que sí? —Ambas pensaban que era detestable, Bárbara tenía rencores del pasado con él. Solo le deseó mucha suerte. —Gracias. —antes de irse le dio un abrazo a Bárbara y a Barbie, ellas se fueron. Miró a su tío y le pidió que la llevara sobre la espalda.
—Está bien. —Se bajó y ella subió, Christopher llevó las cosas de ella para que se aferrara bien. —Pesas más que la última vez.
—No tío, te falta hacer ejercicio y comer más para ser fuerte. —Anthony bromeaba solo para hacerla reír.
Anthony la dejó en su habitación la cual compartía con Alessia, Kate y Emilico lo decidieron cuando ambas dejaron la cuna para que se hicieran compañía. Al entrar vio a la rubia sentada en su escritorio haciendo una práctica de letras para dominar la escritura. —¿Qué haces?
—Tareas que me dejaron. — Siguió escribiendo lentamente cada letra, Hope dejó sus libros en el escritorio de al lado y se fue a lavar la cara y las manos, retiró sus gafas para hacerlo, luego se secó y las volvió a colocar, se miró en el espejo, para retocar su cabello con un peine.
Tenía clases con Edward en media hora, así que tomó su libro de música para practicar en silencio, envidiaba a Ale por estar más pequeña y que aún no fuera a las clases de música, porque apenas empezaba a escribir, contar y recitar poesías, además la clase de arte todos ingresaban desde temprano.
Cuando llegó la hora se despidió de Alessia para ir a su clase particular con Edward. —Que te vaya bien amiga.
—Gracias. —Cerró la puerta y se fue corriendo, bajó las escaleras al segundo piso y tocó, Mia abrió. —Bienvenida.
—Hola, Mia, ¿está el profesor? —Ella la llevó hasta donde estaba él, la saludó ella correspondió, luego miró a Sara, al menos esperaba que tocase bien para no dañar sus oídos con notas desafinadas.
Se sentó a practicar, Edward le estaría evaluando si sabía leer las notas musicales de las partituras que tenía en frente.
Quería que el tiempo corriera de prisa para irse de ahí, pero le tocaba recibir reprimendas de su parte por no tocar a la perfección.
—Es increíble que llevemos medio año practicando y no domines nada de esto aún.
La dejó salir antes, ella sintiéndose triste por lo que le dijo se alejó corriendo, subió las escaleras, Bárbara la vio llorando así que le dijo a Barbie que podía irse ya que iría a verla.
Ella tenía un lugar seguro en la sala de juegos, una casa hecha con tela, cuando Bárbara entró la escuchó llorando dentro, se acercó y la llamó. —Es Bárbara ¿puedo entrar?
Hope secó sus lágrimas y la dejó entrar, como pudo se acomodó a su lado. —¿Todo bien? — La niña ante la pregunta de Bárbara negó y le dijo que detestaba las clases con Edward.
—No detesto la música, pero cuando estoy frente de las páginas pareciera que las notas se mueven y no las puedo tocar ni leer. —Edward daba miedo y se sentía insuficiente si todos la presionaban para aprender.
Bárbara la comprendía muy bien, la abrazó. —Edward es así, cuando Bárbara era más pequeña el hacía lo mismo, no se llevan incluso ahora, pero es el mejor en música, tal vez deberías intentarlo en un ambiente diferente.
—Tal vez, lo intentaré. —Hope la abrazó y luego se recostó sobre el regazo de Bárbara, era pacífico estar con ella.
Para la noche todos los niños se acomodaban para descansar, Patrick, Emilico, Kate y John iban a darles las buenas noches y revisar que hubiesen seguido las rutinas antes de dormir. Patrick cubrió a su hija y besó su frente.
—Que duermas bien Ale.
Emilico le dio su peluche y ella lo abrazó, también le dio su beso de las buenas noches, su hija dormía en una cama cómodamente, pero pensaba en su otro hijo, ¿quién lo cuidaba? ¿Qué le daban de comer o donde dormía?
John tomó un libro para leerle a las dos, Kate besó a su hija en la frente. —Vamos a cubrirte para que no te piquen los mosquitos. —Dijo a modo de broma haciéndola reír.
—No hay mosquitos. —Kate de manera divertida la pinchó causándole cosquillas, luego se detuvo pues debía pronto retirarse, solo que John les narraría una breve historia.
Louise acompañaba a Lou y a Ricky, los dos niños ya estaban dormidos, solo los acomodaron y abrigaron. —Así que pelearon nuevamente.
—Si, pero ya se reconciliaron, es difícil a veces. —Lou recogió los juguetes y los puso en sus estantes. Ricky les dejaba la ropa del día siguiente.
Luego se despidieron de ellos y salieron de la habitación, Louise iría a estar con su esposo y beber algo, así que se despidió de ellos y se fue feliz por el pasillo para encontrarse con Shaun.
Él estaba esperando por ella, cuando entró a la habitación cerró la puerta la miró y preguntó. —¿Ya se durmieron los niños?
—Claro amor, mira la hora. —ÉL estaba revisando unos papeles para su clase, ella de manera alegre se sentó sobre el regazo de Shaun y lo abrazó, aún con ella besando su cuello podía trabajar, la recompensa vendría después de terminar su labor.
—¿Tomamos algo?
—Por supuesto, querida Louise, lo que tú quieras. —Ella muy feliz besó sus labios y luego se levantó para ir a buscar entre las botellas y luego servir los tragos.
Se acercó y le pidió que dejara de trabajar, tomó asiento en el escritorio, Shaun tomó su copa y bebió con ella.
Bárbara estaba peinándose frente al espejo. —Y entonces la consolé en la tarde, de veras que Edward lastima con sus palabras.
—Lo sé, y eso que quería ser su tutor por completo es que soy el que la va a educar, a los niños los tratamos con amabilidad y en base a sus habilidades. —Anthony hizo un poco de té para los dos y le dio su taza a ella.
Ella le dio un beso en agradecimiento. —Sabes una cosa, pensé que tendríamos un bebé luego de la boda.
—Bueno si no nos lo han mandado, está bien, todavía no es nuestro tiempo. —Bebió, en ningún momento la presionó para que tuvieran un hijo, todo este tiempo cuidó de ella y su salud, al menos ya no estaba triste y sufriendo por el amor de Christopher.
Al terminar dejó la taza y se fue a la cama, se sentó en el centro y esperó a que ella se subiera, la aprisionó entre sus brazos y besó su mejilla, ella comenzó a reír pues le encantaba recibir su cariño. —¡Anthony basta!
—¿Por qué debo detenerme? —La dejó libre, luego se recostaron uno al lado del otro pues debían iniciar con sus rutinas temprano. —Ya, pero dame un beso.
Bárbara se acercó y lo besó para luego acomodarse junto a él para dormir.
Felicidad para algunos y para otros desdicha, Aiden se encontraba en una habitación pensando en el por qué podía convertirse en un ser totalmente sin rostro, la cama donde dormía no era muy cómoda, pero al menos podía recostar su cabeza para descansar. Aún no habían decidido si enviarlo al colegio o no, ni siquiera sabía realmente su fecha exacta de cumpleaños, solo sabía que tenía cinco. —Realmente extraño a mamá y a papá. —Recordaba vagamente la promesa que le hizo su actual madre de que ahora en adelante ella se haría cargo de él. ¿Qué pasó con su familia? ¿Por qué lo abandonaban en una casa donde los mayores lo despreciaban? La única que no lo hacía era su "prima" Holly.
El sueño le venció mientras imaginaba estar donde una vez fue feliz, solo que todos sus recuerdos eran borrosos en ese momento.
Era un día muy especial el que había llegado, en casa de los padres de Rum se llevaba a cabo una pequeña reunión por el cuarto cumpleaños de Theo, mientras empezaba una alegre tonada Shirley se acercaba con un lindo y delicioso pastel con las velas encendidas para ponerlo luego en frente de él, Vincent y su familia estaban presentes en la celebración, la amistad había surgido con el paso de los años.
—Pide un deseo y sopla las velas. —Dijo Rum a su hijo, el niño cerró los ojos y luego sopló las velas, había algo que quería demasiado pero no lo podía tener, pero esperaba que con este deseo de cumpleaños se hiciera realidad.
Los regalos que recibió eran muchos ya que venían de la mansión, de parte de las amistades de su madre. Se entretuvo abriendo sus regalos, lo más esperado era alguno de su padre.
Antes no lo cuestionaba y vivía bien solo con su madre, pero viendo a muchos niños con sus padres él también quería estar con el suyo, al menos conocerlo en persona. —Papá, no me olvides nunca por favor. —Dijo con algo de tristeza al haber encontrado el obsequio que le enviaba. Eran artículos creados especialmente para él, en esta ocasión un osito que se movía al darle cuerda y emitía una bella melodía.
Luego de haber comido pastel y abierto sus juguetes, se quedó algo dormido, Rum empacó algunas cosas pues debía regresar a casa con Shirley y su hijo. Los padres de Vincent se despidieron y agradecieron la invitación por el cumpleaños del niño, ellos volverían a casa mientras su hijo acompañaría a los tres.
—Arriba Theo, nos vamos. —Le brindó llevarlo sobre sus hombros, a él le encantaba pasear de esa manera para ver todo desde lo alto.
Durante el regreso a casa el niño le pregunta. —Vin ¿Cuándo te casas con mi tía Shirley? —Ante la indiscreción él se sonrojó al igual que Shirley, Rum llamó su atención.
—Bueno, esto...
—Theo cariño, aún estamos saliendo.
—Tómense su tiempo. —dijo el pequeño. —Pero no mucho. —era muy directo en lo que quería.
Pronto llegaron a casa, Vincent lo bajó, Rum agradeció el que lo hubiera traído, luego entraron dejando solos a él junto a Shirley, los cuales se miraron. —Shirley
—¿S-sí?
—¿Puedes considerarlo?
Ella recordó a su madre ¿estaría de acuerdo que se casaran? Y aunque les permitió salir seguramente la sola idea de que su hijo se uniera en matrimonio con una sombra le aterraba.
La sacó de sus pensamientos cuando sintió que la tomaba de las manos y le hizo mirarlo. —No importa lo que los demás digan, solo importamos los dos ¿no te parece?
A él no le importaba nada ni nadie, cuando se vieron por primera vez hubo una extraña conexión entre los dos, solo que al principio le sorprendió que ella fuera un ser distinto por lo que sintió temor, pero luego todo fue distinto porque ella era incluso mucho más dulce que muchas mujeres que conoció en su vida, no podía ver su rostro, pero veía la bondad que emanaba de su corazón y eso era suficiente para él. Un beso durante un bello atardecer, frente a su puerta, era lo que podía darle para confirmarle que la amaba sin importar lo que los demás pensaran.
Shirley lo disfrutó, era tan dulce, a pesar de que habían empezado a salir eso nunca había pasado entre ellos, hasta ese momento. Cuando se separaron ella se sonrojó, sus palabras salían algo enredadas, Vincent sonrió. —No sabes cuanto deseaba poder besarte. —Ella tragó saliva y se retiró hacia dentro, él sabía que era algo asustadiza como Rum, pero también lo valiente que ambas eran para afrontar las cosas.
Rum y Theo la miraron por cómo había entrado. —¿Pasó algo? —Preguntó la primera a lo que Shirley negó nerviosa, con el corazón a punto de brincar fuera de su cuerpo y tropezándose con algunos muebles, luego subió las escaleras. Los dos se miraron, Rum se apresuró a ir a mirar por la ventana viendo a Vincent con la vista hacia el suelo mientras pateaba una piedra y se alejaba de la casa. No había dudas algo pasó entre los dos.
Theo miró sus obsequios y sosteniendo el que le dio su padre preguntó. —Mamá, ¿Papá no nos quiere en su vida?
Escucharlo decir eso le partía el corazón, se sentó a su lado. —No es eso hijo, solo que las cosas no funcionaron entre tu padre y yo. —Comentó mientras acariciaba la cabeza del pequeño.
Rum no le podría explicar todo pues no lo entendería, tal vez Oliver dejó de amarla en ese tiempo y también lo dejó para que Anna fuese feliz a su lado.
Solo por un rato deseaba conocer a su padre y mostrarle sus talentos, quizás algún día, esperaba impaciente por ese encuentro pues lo único que tenía era la foto de su rostro, Ollie.
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Continuará...
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¡Feliz Año Nuevo 2025, bellezas!
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