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Acepta La Realidad.

Pov Jeongyeon.

La mañana fue bastante acogedora para ambas. Un sol radiante que se filtraba por la ventana y ambas abrazada como si hubiera un frío invernal.

Me había despertado hace unos minutos, por lo que miraba el rostro de Nayeon descansado. Sonreí un poco por lo hermoso que era, sus labios hermosos y su cabello desordenado que tapaba el rostro.

Levanté mi mano derecha y acaricié la mejilla de Nayeon, que solo abrió los ojos tenuemente y me sonrió embobada.— No hagas eso... Me debí haber visto fea...

— Eres hermosa Nayeon, calma.- Me levanté de la cama y tomé las toallas del hotel.— Iré a revisar la casa hoy, si quieres puedes acompañarme pero quiero salir de una vez...

— Claro que iré, es un apoyo que tengo que darte Yonnie.- Nayeon tallo su ojo con su mano derecha y me miró adormilada.— Bañate y yo te sigo, hay que regresar rápido para poder disfrutar del enorme mar.

Sonreí, de alguna manera Nayeon estaba tratando de calmarse. Se que no es fácil asumir que yo vaya a la casa de una amante.

Aún así, era un gran paso para nuestra relación.

Salí hacia el balcón que estaba frente al mar, era un sol brillante el que me recibió. La brisa marina junto con el sonido de las olas me hacían sentir escalofríos leves pero agradables.

La isla Jeju es conocida por ser muy tranquila, es por eso mismo que siempre quise vacacionar aquí.

De alguna manera, había logrado todas mis metas, de manera extraña pero lo hice.

[°]

Nayeon y yo salimos del hotel a las 9 de la mañana, después de comer un enorme buffet que el hotel nos preparó como bienvenida.

Por las direcciones que me dieron, la casa de Hwasa estaba muy adentro del espeso bosque, así que decidí contratar un guía que supiera la ruta hacia allá.

El trayecto fue muy largo, de hecho Nayeon estaba en mi espalda debido a que no trajo zapatos de caminata pero logramos llegar a una enorme mansión llena de ventanales y plantas que la adornaban cual palacio de una reina.

Sin duda, era una mansión como Hwasa. Reflejaba todo lo que conocí de ella.

Los hombres de Hwasa se acercaron a mi y me saludaron con una inclinación, les di el mismo saludo y nos guiaron hacia el palacio.

Me sorprendió lo muy bien cuidado que estaba, los pisos brillaban por la cera recién puesta y la cocina era tan blanca como el juguete nuevo de una niña.

Nayeon miraba curiosa todo el lugar, no me extrañaba que se viera tan interesada de alguien a quien asociaba la cárcel y la mala vida.

Aunque bueno, ella era parte de la mala vida.

Me hicieron entrar a la habitación de la difunta Hwasa. Sus fotos y sus cosas seguían intactas, como si el último lugar donde las dejó, se quedaron. Tomé su foto y la miré con detenimiento, se veían a dos niños con una sonrisa abrazando el brazo de una Hwasa que estaba sentada, con pequeñas marcas en el rostro y una sonrisa pacífica.

Supuse que fue antes de entrar a la cárcel por tantos años, esos niños debieron ser sus hijos que le arrebató su esposo.

Nayeon miró la foto también y creo que lo miraba con más curiosidad aún. No puedo creer que de verdad estoy en el lugar de Hwasa, siempre quise conocerla un poco más y esta era un oportunidad de oro.

— ¿Sabes? Hwasa tenía dos pequeños, pero su esposo se los quitó cuando ella le amenazó con separarse de él. Donde estarán esos pequeños ahora...

— Me hacen recordar a alguien pero no lo sé... Exactamente.- Miré a Nayeon con curiosidad y le pasé la foto.

— Si sabes algo, dímelo por favor. Quiero solucionar todo esto de una buena vez, no quiero vivir con el pensamiento de que Hwasa descanse sin que su marido pague.- Nayeon asintió y se dirigió a otro lugar con la foto. Yo seguí inspeccionando la habitación.

La ropa estaba doblada en un cajón y tuve el presentimiento de que debía de buscar ahí. Comencé a desdoblar la ropa hasta que encontré un papel de color blanco y un lapicero negro medio gastado.

"Si encontraste esto Jeongyeon, quería contarte algunas cosas. Sé que el tiempo que pasamos fue corto y pese a que solo tuvimos palabras de cárcel y sexo descontrolado, fuiste la mejor compañía que pude tener ahí adentro.

Sólo quería decirte que todo lo que dejé en este mundo, todo lo material es tuyo ahora. Esta mansión, mi dinero e incluso mis cosas personales son tuyas, eres la única en la que pude confiar para darle este gran regalo.

Mi corazón está contigo desde que morí, así que no te preocupes por ello.

Vive Jeongyeon, se libre de una vez por todas. No vivas encerrada en tu pequeña cárcel, nunca me lo dijiste pero siempre pude ver que estas encerrada en ese pequeño pajarero que creaste para ti.

Si algo aprendí en este mundo, es que no podemos seguir encerrados en nuestra mente porque mientras más tiempo pase más nos vamos amoldando a esa pajarera mal cuidada aunque la puerta esté abierta.

Abre tus alas y vuela Jeongyeon, no tengas miedo de amar ni de llorar, tampoco tengas miedo de caer porque te podrás levantar nuevamente. Sé que seguirás mis consejos, siempre lo hiciste como una creyente a mis creencias.

Te amo y te amaré por siempre.

-Hwasa"

Sentí mi rostro mojado y miré hacia arriba, de alguna manera sentía la mirada de la que fue mi mentora ante mí. La mujer que me ayudó a sobrellevar la cárcel de la mejor manera y ahora por fin sentía que pude escuchar sus últimos deseos.

No sabía si eran lágrimas alegres o tristes, solo sabía que estaba emocionada.

Me acerqué a Nayeon que no dejaba de mirar la foto con detenimiento, analizándolo a fondo. Suspiré y arrulle su cuerpo en el mío, sentí su pequeño salto contra mi pecho y reí.

— ¿A qué viene eso Jeongie?.- Nayeon me abrazó nuevamente.

— Te amo como no voy a amar a nadie Nayeon, nunca lo olvides.- Me miró con una sonrisa emocionada y besó mis labios con suavidad y deseo.

Tenía que aceptar que amaba a esa idiota inmadura antes de cumplir todas las promesas que Hwasa dejó en mi.

[°]

La mansión se quedó como estaba, los hombres me pidieron que nos quedáramos ahí para poder tener a alguien que la administre pero me negué.

Era la casa más grande que vería en mi vida, por debajo de la mansión de Nayeon, aún así no quería vivir aquí ya que sería abandonar mi vida que estuve construyendo en tanto tiempo.

Nayeon tomaba mi mano y estaba abrazada a mi cuello, debido a que sus zapatos no eran de caminata tenía que cargarla nuevamente. Aunque verdaderamente no me molestara ese tema.

— Esperaremos su visita, Jeongyeon. Nuestra mansión siempre tendrá las puertas abiertas para usted.- Asentí y partimos nuevamente al hotel, el guía sólo arrancaba hierbas y ramas en el camino mientras que Nayeon se sujetaba fuerte de mi espalda.

Me sorprende que ya era tarde, casi oscurece. Y a nuestro paso pensaba llegar a las 11 o 12 de la noche, pero gracias al atajo del guía logramos llegar antes.

La ciudad se veía aún más bonita de noche, con las luces extravagantes que iluminaban todo. El guía dejó las pocas cosas que le dejamos encargadas en el piso y nos miró.

— Espero que disfruten de su paseo en esta isla, aunque es pequeña hay muchas cosas que hacer aparte de comer.-  Asentí y tomé su mano a modo de despedida.— Hasta luego.

Nayeon besó mi nuca y acarició mi cuello.— Debes estar cansada amor, descansa un poco antes de subir al hotel.

— No hay problema, eres bastante liviana y aún me quedan los músculos que hice en la cárcel.

— Hablando de cárcel ¿Me podrías contar todo lo que hiciste? No me has relatado más que de esa tal Hwasa.- Empecé a caminar mientras Nayeon hablaba, no era mala idea para poder contextualizar a Nay.

— Hwasa me pidió que fuera a su celda un día y me dijo que iba a ayudarme, aunque antes de eso tuvimos sexo.- Nayeon apretó un poco mi cuello, aún le duele cuando relato eso y a mi cuando recuerdo que estaba con alguien más. Tal vez esa es la herida que no nos deja seguir.— Ella me enseñó como pelear, como defenderme y sobretodo, como liderar con ellas. Rápidamente me volví una líder en la cárcel y hasta los policías me seguían para poder ejercer presión en las reas que se ponían rebeldes. Aunque nunca me gustó, fue mi manera de sobrevivir.

— Entiendo... Te contaré un poco ya que estamos abriendonos.- Asentí sin dejar de caminar.— Cuando te sacrificaste para poder escapar, mi mundo cambió de lado. Chaeyoung y Mina estaban encargadose de todo en lo que yo asumía que nunca más te vería, ahí es donde llegó Eunwoo, el tipo con el que me metí. Solo era sexo rápido, él es casado. Aunque siempre me cortejeo, yo nunca le hice caso porque siempre pensaba en ti. La razón por la que no te saqué antes, es porque Eunwoo estaba descubriendo todo y te descubrió a ti, por eso me amenazó con matarte si no le daba tu información y yo accedí por lo débil que estaba.- Eso explica porque Nam iba a ser cambiado de sede e iba a entrar otro, que nunca había trabajado en una comisaría pequeña.— Me arrepiento tanto. Cuando me enteré que habías muerto, terminé con él y con esa relación tan putrida, incluso estaba pensando en asesinar a todos ahí. La fiesta en donde estuviste y te encontré, fue por negocios de los bajos mundos. Todos acordaron meterme como jefa suprema de todas las pequeñas bandas que surgieron y surgirán. Ahí es donde fui por un trago y encontré tu hermoso rostro.- Sentí un nuevo beso en mi nuca y sonreí.— Estoy dispuesta a dejar todo por ti, tengo dinero pero esos papeles no valen nada si no tengo a mi estúpida banquera con trajes de abuela.

Ella se bajó de un salto y me hizo voltear, donde agarró mi rostro con sus manos y me acarició lentamente.

— Te amo Nayeon, siempre lo hice y lo haré.- No sabía que más decir, yo la había perdonado como ella me perdonó a mi. Ambas nos hicimos daño y estábamos por tomar otra ruta.

— También te amo Jeongie.- Mis labios y los suyos se juntaron, no era un beso sexual ni nada parecido, era un beso que prometía un futuro juntas con una familia y vivir juntas hasta el final.

Nos separamos y sonreímos. Amaba demasiado a mi hermosa Miss Bunny, ella robó mi corazón para siempre.

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