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Capitulum VI

El molesto sonido de la alarma en la mesilla dió lugar a una canción que se reproducía en la banda sonora de la radio de la mañana. La canción Black or White de Michael Jackson sonaba, llenando la habitación con sus notas alegres. Sonriendo por el acogedor despertar, froté mis ojos soñolientos y salí del edredón, dirigiéndome al cuarto de baño en busca de una cálida ducha para despertarme del todo.

Mi último encuentro con el rubio había terminado de una forma agradable y eso era una parte del por qué mi humor estaba destellante el día de hoy.

Me emocionaba saber que existía la posibilidad de curarme y poder hacer todo lo que siempre había querido. Una posibilidad que desde que era conocedor de ella, me hacía ver la vida de una manera más colorida y esperanzadora.

La ducha transcurrió placentera con el pasar de la canción y opté por una ropa cómoda y sencilla al salir de la nube de vapor que se había formado a consecuencia de la temperatura del agua, empañando el gran espejo posicionado sobre el lavabo.

Mi rutina laboral, como viernes que era, no saldría de casa y me dedicaría a pasarlar rodeado entre hojas y largas escrituras en la pantalla del ordenador. Pero ser el último día de la jornada y dar paso al descanso de dos días, no significaba que sería un día libre y que pudiese escabullirme del trabajo que mi jefe se encargaba de enviar a la bandeja de correo del portátil con todo lo necesario para poder obtener un sueldo por ello.

Si que era verdad y debía admitir la suerte que poseía al poder trabajar de esta forma cómoda a pesar de los títulos obtenidos en un pasado y de que, cuando la gente pensaba en un cirujano, lo primero que se les venía a la mente era la imagen de esa persona con mascarilla y material quirúrgico en sus manos junto a una camilla postrando a un paciente.

Por eso, no dudaba en agradecerle al castaño cada vez que tenía la oportunidad por su ayuda en mantenerme en mi actual puesto sin la necesidad de pisar la sala de operaciones. De forma modesta, el castaño reía, declarando que no era nada y que estaba agradecido de poder tener en su equipo a alguien tan capaz como yo lo era aunque, por ciertas complicaciones, no pudiese demostrar todo mi potencial. En esos momentos, asentía avergonzado por sus halagos y algo triste por saber lo que realmente el castaño pensaba con respecto a mi condición. Estaba seguro de que, aunque no lo demostrara, mi fobia molestaba a Taehyung y eso me hizo sentir mal y culpable más de una vez, llorando en silencio en la oscuridad nocturna, esperando porque todo desapareciese de la noche a la mañana, sabiendo que eso no sucedería nunca.

A pesar de ser algo pronto en la mañana y encontrarme tecleando velozmente en el portátil, transcribiendo uno de los informes recientes que una de las personas a las que tenía a cargo había enviado apenas unos minutos atrás, mi teléfono móvil sonó sobre el escritorio, llamando mi atención por el sonar de la canción de tono y sacándome por completo de la onda de concentración en la que me encontraba. Ver el nombre del castaño en la pantalla me dió a entender que este llamaba por trabajo, por algún posible fallo o por la falta de algún documento que posiblemente tuviese entre el cúmulo de papeles desordenados sobre la mesa. Tras el segundo tono, atendí la llamada recibiendo los buenos días de mi jefe.

—Buenos días Taehyung, ¿Sucedió algo?— pregunté saludándolo de vuelta.

—-Solo quería saber si al Dr. Park y a ti les gustaría tomar un café mañana en la mañana—habló tranquilo. Podía imaginar una sonrisa cuadrada al otro lado de la línea.

—Por mí está bien—respondí risueño—. Pero debo preguntarle a Jimin si puede y te digo. No sé si debe trabajar mañana o no.

Está bien, gracias Kook.

Apenas escuché esas palabras, supuse que el castaño se disponía a colgar el teléfono pero aún debía preguntar algo antes. Su llamada no me sorprendió en lo más mínimo teniendo en cuenta la hora y que él era mi superior. Pero el motivo sí lo hizo y no sabía si detrás de aquella quedada existía algún motivo oculto. Quería estar seguro.

—Taehyung—lo llamé.

¿Si?— contestó tras varios segundos. Suponía que había alejado el teléfono de su lado para colgar.

—¿Hay algo especial por lo que hagas esta quedada o es simple placer?— cuestioné finalmente.

No—respondió—. Solo me pareció buena idea vernos y charlar un rato entre hombres, ya sabes— asentí con un movimiento de cabeza aunque no pudiese verme—. Nada más.

—Está bien, llamaré a Jimin y seguiré con el trabajo.

Claro, nos vemos.

Tras la despedida, ambos colgamos la línea y como había citado, busqué el contacto del mayor entre mi agenda de números, encontrándolo casi al principio por ser un número reciente. Marqué el contacto, dirigiendo la pantalla cerca de mi oído para poder escucharlo cuando contestase. Sin embargo, tras varios tonos no hubo respuesta y decidí probar una vez más. Pero al segundo tono caí en cuenta de que seguramente el rubio estuviese durmiendo todavía y golpeé mi frente por lo idiota que había sido, decidido a colgar y disculparme más tarde cuando hablase con el rubio. Para mi sorpresa, antes de que finalizase la llamada que no obtuvo respuesta antes, una voz grave y soñolienta habló al otro lado dejándome confuso al no poder distinguir de quién se trataba.

¿Hola?— preguntó el hombre desconocido.

— Si, hola, emm....¿Está Jimin?

Rodé mis ojos al darme cuenta de lo estúpida que era mi pregunta. El teléfono al que yo llamaba era el del rubio y era un teléfono que podía llevar a cualquier lado, no solo estando en casa, por lo que, si respondía una voz desconocida, no podía tener en claro que supiese el nombre del rubio pues podía haberse encontrado el móvil en la calle o habérselo robado al mayor. Agradecí internamente cuando el hombre al otro lado asintió dando a entender que no había robado el teléfono y me pidió que esperase.

Pequeño, alguien pregunta por ti— aprecié como el desconocido gritaba a Jimin a pesar de haber retirado el altavoz de su boca—¿Quién es? ¿ Otro con el qué te acuestas cuando no estoy, bebé?

Mis mejillas se encendieron como el fuego por el comentario y agradecí de que nadie estuviese allí para ver el vivo color y el rostro avergonzado que tenía. Negué con la cabeza, calmándome y esperé por el rubio. Aquello que la voz desconocida pensaba no ocurriría nunca.

¿Hola?—el tono confuso pero de una voz que si conocía, contestó a los segundos de ser llamado.

—Jimin, hola. —lo saludé, ahora sonriendo.

Tenía la costumbre de sonreír siempre que se trataba del rubio aunque aquel no estuviese presente.

Jungkook, ¿Pasa algo?— con un tono más calmado al saber que se trataba de mí, preguntó. Escuché sonidos de movimiento al otro lado de la línea, decidiendo ignorarlos.

—Taehyung me llamó hace un rato y me preguntó si estarías mañana libre en la mañana para ir a una cafetería y charlar un rato.

Oh, por supuesto, estaré encantado— el rubio asintió sobre su presencia al día siguiente y sin razón alguna eso me hizo sonreír aún más.

Saber que vería al mayor me hizo sentir bien y como si pequeñas mariposas revoloteasen en mi estomago, despertándose de un largo tiempo dormidas al recibir la noticia. Ver sus hebras rubias balanceándose con el otoñal viento y apreciar la melodía que su risa dejaba tras de ella se habían convertido en acciones de las que llegaba a soñar, siendo como si todo a mi alrededor girase entorno a aquel sujeto de bajos complejos y como este alteraba mi sistema con su sola presencia u olor a mandarina y menta, una combinación que con solo apreciarla me hacía viajar a un lugar remoto lleno de paz y felicidad.

Mi sonrisa fue borrada cuando escuché más de los ruidos de movimiento seguido de jadeos y mi ceño se frunció.

—¿Jimin?— pregunté preocupado por los recientes ruidos.

Jungkook, tengo que ah~ colgar. N-Nos vemos mañana— tras aquello, el mayor se despidió, dando por finalizada la llamada y dejándome con la intriga por saber lo que pasaba.

Claramente, pude apreciar como sus palabras se entrecortaban y como su respirar se había vuelto agitado en un zas de segundo. De pronto, recordé que aquel no estaba solo y cómo me había contado sobre su activa vida sexual de la cual parecía disfrutar. No obstante, la voz que respondió al principio estaba seguro de que no pertenecía al tal "Namjoon" y que su remitente era otra persona diferente. Sacaba conclusiones de ello al haber sido espectador del gemido grave que inundó mis oídos y del cual ahora mi mente no podía borrar por más que intentase concentrarse de nuevo en lo que estaba haciendo. Por que sí, eso había sido claramente un gemido.

Todo mi ser era un poema. Tan pronto como el bajo había gemido —a través del teléfono— en mi oído, mi cuerpo no había reaccionado bien y aquel sonido quedaría en mi consciencia por el resto de mi vida.

Todo a mi alrededor pareció a dar vueltas y mi respiración salió entrecortada en los siguientes lapsus de tiempo. Tan mal me había afectado la voz del rubio excitado, que mi miembro había decidido despertar en el peor momento y ahora pedía por ser tocado.

No me jodas.

Esto no podía estar pasando. Esto no podía estar pasándome a mí y era imposible que la voz de un hombre me excitase justo cuando yo odiaba y repudiaba a los hombres que pasaban por mi misma situación actual de excitación. ¡Era una locura!

Bufando molesto y poniéndome en pie de la cómoda silla de escritorio, corrí al baño para acabar con la fricción bajo mi bóxer que dolía en aumento cada vez que en mi mente se reproducía el grave sonido del mayor, cerrando la puerta a pesar de estar solo y apoyándome contra los fríos azulejos para introducir una de mis manos — libres de guantes al estar en casa— dentro de los pantalones grises deportivos y llevándola al interior del bóxer, tomando mi miembro.

Si había algo en el mundo que no me agradaba en lo absoluto era masturbarme. Odié aquella acción desde la primera vez que lo hice por el hecho de que me sentía sucio y asqueado tras terminar y me parecía vulgar realizarla. Prefería una y mil veces tomar una ducha fría para calmarme a usar mis manos. Pero la ocasión no me lo permitía y la forma más rápida ahora era masturbar el erecto para eyacular y llegar al orgasmo cuanto antes.

Maldito seas Park Jimin y tu voz dulce.

Con rápidos movimientos, comencé el masajeo de mi próstata y, sin poder evitarlo, mi cabeza comenzó a reproducir imágenes lascivas del rubio como si aquella vista excitada del mayor estuviese a mi lado, haciéndome correrme en la mano tas varios segundos y mirando esta con asco al contener mi semilla esparcida por mis dedos.

Mi respiración agitada por la excitación comenzó a ser regular y lavé mi mano con rapidez, buscando olvidar todo el acto anterior e intentando encontrar el sentido al por qué mi cuerpo había reaccionado a la voz del hombre rubio y el por qué mi mente produjo imágenes del último para llegar al clímax y liberarse. El sonrojo impregnado en mis mejillas por el calor disminuyó con el pasar de los minutos y observé mi reflejo en el espejo una vez mis manos estuvieron lejos de contener el semen.

Todo en mí parecía estar en un torbellino, con las emociones a flor de piel y ese ligero pero notable rubor junto con el resonar de mi corazón no tenían ningún sentido. La única explicación razonable por mi reacción era la falta de actividad sexual todos estos años y, repitiéndome una y otra vez que fue mi insuficiencia y reprimición las que ocasionaron el despertar de mi miembro, solté una risa nerviosa a la imagen del espejo y salí con rapidez del baño para seguir con el trabajo. Olvidaría aquello y todo seguiría adelante como si nada.

[…]

La canción de Poker face de Lady Gaga se reproducía en el acogedor aura de la cafetería siendo este uno de los hits más recientes del momento.

El ambiente de incomodidad nos llenaba por completo y no habíamos intercambiado palabra desde que el rubio, quien había llegado apenas unos minutos, me había saludado, acercándose a mí y sentándose en la silla frente a la mesa.

Pensé que podría actuar normal una vez que estuviese frente al mayor y no interferiría en lo absoluto el pequeño "percance" del día anterior. Vil error. La presencia del rubio no me hizo más que pensar en la manera en la que terminó nuestra conversación el día de ayer y las acciones consecuentes a esa llamada, siendo estas en el cuarto de baño, sumido en un mar de lujuria, jadeando cual perro rabioso y viendo las estrellas al terminar.

Al principio, verlo acercarse con esa sonrisa que encantaría a cualquiera, me hizo sonreír y recibirlo de una forma alegre y modesta pero, verlo sentado finamente frente a mí me hizo reaccionar y todo se tornó incómodo desde entonces. Apenas intercambiamos palabras y, aunque el rubio ponía todo su esfuerzo por entablar una conversación, mis nervios me podían y terminaba respondiendo de forma corta y nerviosa, dejando al mayor con una sonrisa incomoda en sus labios y jugando de la misma forma con sus dedos. Rogaba en silencio porque el castaño se dignase a aparecer y así terminar con todo este aura desagradable que se intensificaba con el pasar de los minutos.

—Amm... Jungkook— el rubio comenzó a hablar, atrayendo mi atención. Hice un sonido para darle a entender que lo escuchaba —. Siento mucho la llamada de ayer. Algo... Algo sucedió repentinamente y-

—E-está bien, no hay problema— rasqué mi nuca en un acto nervioso.

Tenía en claro que deseaba olvidar la conversación de ayer a toda costa y si ahora me ponía a hablar de ella con el causante de mi insistencia a eliminar de los recuerdos la conversación, mi mente haría un corto y no saldría vivo de allí. Ya fuese por la vergüenza o por el rubio llamándome depravado por excitarme con su voz.

—¿Seguro qué no hay problema? Pareces... incómodo— insistió.

Sabía que engañar a un experto en leer los pensamientos de la gente no sería tarea fácil, pero esperaba que mis dotes de actor saliesen y que el rubio no insistiese más sobre como me sentía respecto a la llamada.

—Sí, seguro— respondí firme, sonriendo—. Taehyung no tiene que tardar en llegar... ¡Oh! Ahí está.

Al parecer, escucharon mis plegarias por una vez.

La cabellera castaña que conocía de memoria, se hizo presente por las puertas del lugar, ocasionando el sonido del cascabel, avisando de su llegada. El chico buscó por unos segundos con su vista por el local y, cuando nuestras miradas chocaron, sonrió. No sabía si por habernos encontrado o si esa sonrisa era única y exclusivamente dirigida a mí. De igual forma, sonreí y un sonrojo se pintó en mis mejillas al verlo tan hermoso vistiendo uno de sus trajes.

Ambos, el rubio y yo, nos levantamos de nuestros asientos para recibir al recién llegado y cuando todos nos sentamos de nuevo tras reverenciar, ordenamos a la camarera quien nos atendió. Cabe añadir que yo no ordené nada por mi "pequeño problema".

—Jungkook. Dr. Park — saludó el castaño con la sonrisa cuadrada —. Me alegro que hayan podido venir— declaró.

—Es un placer Sr. Kim— respondió el rubio sonriendo... ¿Falsamente?

Había podido apreciar la forma indiferente en la que el más bajo de los tres se comportaba respecto al moreno y el cómo este parecía no notarlo. Pero era capaz de percibir a leguas las sonrisas por cortesía que el rubio le brindaba a mi jefe, sin sentir agrado en absoluto por el hombre de sonrisas cuadradas. No entendía el motivo de por qué Taehyung no le agradaba al rubio y tampoco tenía en mente preguntarle la razón. Tampoco es como si fuese de extrema necesidad agradarle a todo el mundo. En el caso de mis dos amigos, no era necesario que se llevasen especialmente bien y en parte lo agradecía.

Lo sé, suena un poco descarado estar agradecido de que mis dos únicos amigos se llevasen mal, pero, ¿Quieren saber la razón? Pues, sabiendo que el rubio no sentía agrado por el castaño, me daba a entender que no le prestaría atención y que no se interesaría en él, robándolo de mi lado. ¿Entienden?

Saber que el rubio no intentaría una relación con mi superior me hacía sentir algo aliviado porque eso significaba que Taehyung era solo mío. ¿Muy posesivo? Tal vez, pero esa era la forma el la que yo veía las malas caras y sonrisas falsas por el psicólogo, como algo bueno que me daba seguridad. Porque nadie podría venir y asegurarme que el castaño no se llegase a enamorar del rubio, porque sí, cualquier persona con ojos notaría la belleza del individuo de rubias hebras y eso era algo que nadie podría negar nunca.

Los pedidos no tardaron en llagar y ambos hombres degustaron sus bebidas encargadas.

—Y... dígame, Dr. Park —comenzó a hablar el castaño una vez que dejó reposando la taza de café sobre la mesa y su mirada risueña se dirigía al más bajo, quien imitó su acción con la diferencia de que su mirada no desprendía ningún tipo de emoción o agrado—, ¿Tiene pareja?— el rubio levantó sus cejas sorprendido por la repentina pregunta y negó después.

—No, no tengo— respondió llevando de nuevo la taza a sus labios y tomando de esta —. Solo disfruto del buen sexo. Sin compromisos— declaró.

Si alguien hubiese retratado los rostros de Taehyung y mío tras oír esa declaración que había salido de la boca del psicólogo como si estuviese contando sobre su canción favorita o lo que había comido la noche anterior, dejándonos al castaño y a mí ojipláticos y ocasionando atragantar al castaño con el sorbo de bebida que había dado antes de oír al rubio hablar; aquel cuadro sería una obra de arte digna de un museo.

Realmente quería que la tierra se abriese y me tragase por la vergüenza que me hacía pasar Jimin con su hablar despreocupado delante de mi jefe, dejándonos a ambos en evidencia.

—Ya veo...Ya...— comentó el castaño una vez dejó de toser y me miró en busca de una explicación.

Solo me encogí en mi lugar, apartando la vista de esos ojos marrones y rezando porque el moreno quisiese volver a salir conmigo después de aquello y porque no comentase nada más respecto.

—¿Y usted Sr. Kim? ¿Tiene pareja?— preguntó el rubio con indiferencia, provocando que le diese una mirada fulminándolo y que él se encogiese de hombros como si fuese inocente.
En cuanto Taehyung se fuese tenía claro que enterraría al rubio en un lugar remoto donde su cadáver no pudiera ser encontrado jamás.

Estaba molesto. Tan molesto por la posición incómoda que había creado al hablar de su vida sexual como si regalase caramelos que solo pensaba en la manera más tortuosa de acabar con él.

El rubio me las pagaría. ¡Y tanto que lo haría! Solo espera a que esto termine Park, voy a acabar contigo de una forma que no te esperas.

Lo que yo no me esperaba era que, toda esa ira y rencor por el más bajo, se esfumase en un zas de segundos tras oír la respuesta del castaño.

—La verdad es que sí— contestó con una sonrisa de oreja a ojera y un leve sonrojo se instaló en sus mejillas.

Espera, ¿Qué? ¿Desde cuándo? ¿Cómo?

No, esas no eran las preguntas ahora sino, ¿Quién?

¿Quién había sido la persona encargada de conquistar su cálido corazón y hacerlo sonrojar de esa forma con solo pensarla? ¿Quién había sido esa persona que lo hizo sonreír así y que parecía tenerlo a sus pies como un siervo? ¿Quién era aquella?

Pero esas preguntas tampoco eran tan relevantes como el dolor que se instaló en mi pecho y el que estaba provocando que mi boca secara y mi corazón doliese en cada palpitar.

Taehyung no me quería.

Nunca lo haría de la forma en la que yo lo hacía y aunque no lo amase, no sentirse reciprocado dolía como la misma mierda. Estaba preparado para esta situación. Me había prometido que, cuando el castaño tuviese pareja, yo me olvidaría de él aunque eso llevase su tiempo. Porque, querer a alguien, no era fácil y se debía tener valentía y fuerza para hacerlo. Porque el castaño había sido el primero en muchos años que me hizo sentir bien con solo verlo sonreír y que su risa me llenaba por completo. Porque yo estaba flechado por los encantos de Kim Taehyung y aquel solo me consideraba su amigo de confianza. Y porque la persona a la que él quería era otra y aquello me hizo sentir dolor.

—Oh, ¿En serio?—preguntó el rubio sorprendido— Me alegro por usted, Kim.

—Gracias—agradeció por el apoyo del rubio y se giró a mirarme, borrando su sonrisa al apreciar mi rostro pálido y aún confuso— Jungkook, yo...

—¿Desde hace cuánto?—pregunté intentando que mi voz no saliese rota.

—Un mes...— cabizbajo, contestó.

—¿Por qué no me lo dijiste, Tae?

—Lo siento... Al principio comenzamos con una relación de tonteo y no es hasta hace unos días que me declaré— confesó.

—¿La quieres?

No pude contenerme más. Mi voz sonó quebrada, conteniendo todo el dolor de mi corazón. Lo bueno era que podía esconder todo ese dolor detrás de la faceta de amigo dolido al enterarse recientemente de la relación de su jefe y por eso no me preocupé de que el castaño se diese cuenta de mis sentimientos no correspondidos y se sintiese mal por ello. Sin embargo, mis ojos ardieron, conteniendo las lágrimas cargadas de tristeza y despecho que peleaba por contener.

—Lo hago—contestó finalmente, con una leve sonrisa en sus labios y un brillo rebosante de amor y cariño al hablar de su pareja.

Fue ahí entonces. En el brillo de sus ojos. En el que me di cuenta de que yo nunca tendría una oportunidad o un lugar en el corazón del castaño por muy pequeño que fuese. No de la forma en la que yo lo quería. Y, aquello, me hizo doler aún más.

—Me alegro por tí entonces— dije, fingiendo la sonrisa más falsa que el mundo haya podido apreciar y rompiéndome en silencio frente a la persona que quería, sin éste ser consciente de ello, viéndolo sonreír aún más amplio, mostrando su hilera de dientes blancos al pensar que de verdad estaba contento por su relación.

Una vez más, Jeon Jungkook fingía por la felicidad de los demás y no por la suya propia.

—Iré un momento al baño. Si me disculpan— levantándome de la mesa al ya no poder contener las lágrimas que amenazaban con salir, llevándose mi dolor con ellas, me giré en dirección a los aseos para que el castaño no notase mi quebradizo estado por su confesión sobre querer a otra persona y, encerrándome en el lavabo de la cafetería, lloré.

Lloré escuchando los sollozos de mi corazón y como a éste le resultaba pesado bombera sangre tras la noticia.

Lloré no importándome nada a mi alrededor y dejando fluir la tristeza en los finos hilos de agua salada que caían de mis ojos.

Lloré sabiendo que Taehyung no me querría nunca y que posiblemente nadie lo hiciese jamás.

—¿Jungkook?

Con el pasar de los minutos y las lágrimas aún brotando de mis ojos sin límites, la voz del rubio se hizo presente a través de la puerta del aseo.

Sabía que llevaba mucho tiempo encerrado en aquel lugar pero aún no quería salir y volver a la mesa donde se encontraba la persona a la cual quería pero lamentablemente, mis sentimiento eran unilaterales.

—Jungkook, vamos, déjame entrar—rogó con uno tono de voz que se apreció preocupado. Limpiando los rastros saldos de mis mejillas, me levanté del suelo donde me encontraba acurrucado, sin importarme la suciedad de este o si habría algún virus allí, y retiré el cerrojo de las puerta, dándole paso al mayor quien no tardó en entrar, mirándome con lástima el verme en ese estado deplorable y con el corazón partido en dos mitades—Jungkook...

—No estaba listo para algo así, pero estoy bien, de verdad—con las últimas fuerzas, sonreí con mis ojos hinchados por el llanto y la punta de la nariz enrojecida a causa del mismo.

Mi imagen me recordaba a una adolescente despechada después de una confesión, siendo esta rechaza y llorándole a la persona que amaba y la cual no sentía lo mismo por la joven.

¿No era lo mismo que yo ahora?

—Mientes de pena, ¿Lo sabías?—declaró el chico bajo, observándome con detenimiento—¿Quieres hablarlo?—negué.

—Debemos salir, Taehyung nos espera para seguir—ahora fue el rubio quien negó.

—Por eso venía a buscarte, Kim iba a irse y está esperando fuera de la cafetería— oír su nombre me hizo recordar todo lo ocurrido minutos atrás y los sollozos volvieron a ser presentes junto con en agujero que se formaba cada vez más hondo en mi pecho—. Jungkook...—rindiéndome una vez más, rodeé el pequeño cuerpo del rubio, perdiéndome en su fragancia a mandarina y menta, escondiendo mi rostro en el hueco de su cuello, sintiendo como se tensaba por mi repentina acción, cosa que no tardó en corresponder rodeando mi cuerpo de igual forma y brindándome de su apoyo y calor. Ya nada me importaba, nada lo hacía— Todo estará bien, tranquilo...

—¿P-por qué no le gustó? ¿P-por qué no me quiere? ¿Por qué?

—La vida es injusta. No siempre va a darte lo que quieres.

—Lo sé, p-pero aún así...

—Él si te quiere Jungkook. Se preocupa por tí—afirmó.

Tenía razón. Jimin tenía razón. Taehyung si me quería. Lo hacia a su manera y, aunque me hubiese gustado que fuese de otra forma, aquello era suficiente para calmarme y saber que estaría bien.

Separándome del cuello del mayor y borrando los restos de lágrimas, le sonreí. La única diferencia era que ésta vez si era una sonrisa sincera que reflejaba que, por el momento, estaba bien y que podría supera aquel vacío en mi corazón despechado.

—Gracias Jimin...—el rubio sonrió y asintió, calmado al verme más tranquilo.

Después de que lavame el rostro intentando borrar el rojo de mis ojos, salimos del aseo y nos dirigimos a dónde el castaño esperaba.

—¿Estás bien Kook?—acercándose a nosotros, preguntó preocupado.

—Estoy bien. Solo hubo un pequeño problema, pero ya está bien—sonreí.

—Me alegro que no fuese nada—sonrió —. Por cierto, ¿Te ha dicho Park sobre la propuesta?

—¿La propuesta?—dirigí la mirada confuso al rubio, quien nos observaba en silencio y éste negó por mí.

—Como la Navidad se acerca, Kim ha sido tan amable de invitarnos a los dos a un fin de semana en unas cabañas en las montañas de Busan junto a su novia—aclaró el pelirubio y tragué saliva.

—¡Si!—habló el castaño de nuevo, emocionado—Park dijo que vendría si tu lo hacías. Vamos Kook, di que sí—el chico puchereó cual cachorro, sintiéndome derretir de nuevo.

Tenía en claro que sí presenciaba una escena acaramelada por parte de la reciente pareja, mi corazón se rompería del todo y caería esparcido en la fría nieve de la montaña, fundiéndose en el manto blanco y llevándose con él mis dolores más profundos, dejándome más vacío de lo que estaba.

Pero verlo ahí, rogar por que fuese con él y su conocer a la encargada de su amor y felicidad de la cual deseaba ser yo y sabiendo que nunca pasaría, me hacían querer aceptar a pesar de que eso suponía llorar el tiempo que estuviéramos allí por las noches y fingir estar bien el resto del día para que el castaño estuviese contento con su enamorada.

Saber que Jimin estaría allí también me daba algo más de seguridad pero no podía depender siempre del rubio y no esperaba que la escena anterior en el baño se repitiese nunca. Haberlo abrazado en ese momento, dejando de lado el asco y repudió al contacto, fue extremadamente necesario en el momento en el que me rompí frente a él, siendo abrazarlo y llenarme con su esencia la única solución para mantenerme en pie.

Ahora de lo que hablábamos era de mi salud mental al ver por dos días a la persona a la que quería amándose con otra mientras yo sobraba en el cuadro perfecto del castaño.

Sin embargo, no tardé en aceptar la propuesta al ver el ademán del castaño de arrodillarse en medio de la vereda para pedirme de rodillas que fuese con ellos y disfrutar de tiempo entre amigos. Sí, amigos. Porque éramos eso y nada más.

Tras despedirnos de mi superior, me ofrecí a acompañar al mayor a su casa para distraer un poco la mente de pensamientos negativos antes de regresar a mi respectivo hogar y sentir el vacío de mi alma en completa soledad.

—¿Por qué has aceptado?—preguntó con la vista fija al frente.

—¿Qué más podía hacer? ¿Viste como quería arrodillarse en medio de la calle? ¡No podía dejarlo hacer eso!

—Sabes que serás tú el que saldrá perdiendo, ¿Verdad?

—Sí, lo sé—suspiré rendido—. Pero no puedo hacer nada cuando se trata de Taehyung. Él... Si él está feliz entonces yo también...

—La felicidad de las personas no funciona así, Jungkook. Lo sé mejor que nadie y-

—¡Oye! —me quejé— ¡No necesito un psicólogo ahora para que me diga que estoy mal cuando obviamente me siento como una mierda! ¡Necesito un amigo!—un puchero se formó en mis labios y el rostro sorprendido del rubio se encontró con el mío.

Mi actuar infantil no era nada más que para esconder el dolor y que este no saliese de mi interior hasta que me encontrase solo y en la oscuridad de la noche donde nadie pudiese escuchar mi llanto lleno de lamentos y arrepentimientos por no poder hacer nada. Pero, ahora, solo pensaba en disfrutar el resto de minutos en compañía del más bajo y en olvidarme de mi jefe por ese tiempo. No esperaba olvidarme de él en cuestión de segundos. Sabía que olvidar a alguien llevaba su tiempo y más cuando este había sido mi único amigo por los últimos años. Pero ahora era tiempo de dejarlo marchar de mi corazón y utilizar todas mis fuerzas en curarme para poder amar libremente en un futuro no muy lejano.

Sí, eso haría. Me olvidaría del castaño para concentrarme en curar mi misofobia junto al rubio y así poder recibir a la persona indicada con mis brazos abiertos para amarnos en una burbuja de felicidad. Porque eso era todo lo que había deseado desde que tenía memoria.

—Ya veo— el rubio río por mi comportamiento y su risa dió paso a una sonrisa por mi parte. Me gustaba oírlo reír—. Creo recordar a un gruñón, enfermo, pelinegro quien se quejaba porque cierta persona no quería irse e insistía por ser amigos para curar al enfermo, pero éste sólo le gritaba que se fuese hasta que terminó accediendo—se burló.

—¡Oye! ¡Eso es trampa!—reclamé entre las carcajadas de ambos—Por cierto, te aviso que cabaré tu tumba en medio de un bosque para que nadie te encuentre.

—¿Qué? ¿Por qué?— el mayor dejó de reír para mirarme ahora asustado.

—¿¡Cómo se te ocurre ponerte a hablar de tu vida sexual con mi jefe!? ¿¡Qué impresión crees que doy si dices eso!?— reproché por su comportamiento.

Había jurado que cuando el castaño se fuese le daría una buena reprimenda al más bajo por su atrevimiento en frente de mi jefe.

—¿Y qué querías que dijese? ¿Qué soy un reprimido? Prefiero decir que voy de prostituta antes que decir eso— declaró orgulloso. Eso solo me hizo enfurecer más.

—Tú, pequeña rata asquerosa—dije entre dientes—¿Te crees superior por follar todos los días? Te haré ver que el sexo no lo es todo.

Sin previo aviso, agarré la hélice de su oreja oyendo como este comenzaba a quejarse, pidiendo que lo soltase y así nos la pasamos discutiendo hasta que llegamos a la puerta del rubio.

—¡Eres malo!— gritó, sobando la parte de su oreja roja por los tirones.

—¡Te lo merecías! Para que veas que el sexo no es algo por lo que ir fardando en cualquier lugar—sonreí victorioso y me crucé de brazos, recibiendo la mala mirada por parte del mayor aún sintiéndose ofendido— ¿De verdad quieres ir a la escapada de la montaña?—una vez el ambiente se había calmado y volvía a pensar en la oferta del castaño, le pregunté.

—Si te soy sincero, no— declaró—. No pensé que aceptarías y por eso te puse de excusa. Debía haber pensado en que lo tardarías en arrastrarte de nuevo a los pies de tu guapo y querido Tae— usando una voz de burla, dijo aquello último e imitó un suspiro de amor.

—¡Tu, pequeña perra del demonio!—antes de que pudiese volver a dañar su oreja, pellizcando esta, el rubio cerró la puerta en mis narices y me dejó de bruces en la calle—¡Esto no se quedará así! ¿¡Me oyes!?

—¡Nos vemos la semana que viene Jungkook!— gritó desde la puerta y pude apreciar como se carcajeaba.

Bufando molesto, me dirigí a mi hogar, encerrándome al llegar y sintiéndome cansado al recordar el agotador día que había tenido.

El mar de sentimientos volvió a golpearme con fuerza cuando la noche cayó y las estrellas fueron las únicas testigos de mis lágrimas derramadas. Volcando todos mis sentimientos a la suerte del satélite en el cielo y esperando porque la opresión en mi pecho se fuese pronto junto con el dolor de mi órgano bombeante y, que todo este mal sentimiento, solo quedase como una cicatriz de la que algún día pudiese compartir con mi persona destinada y de la que reiríamos mientras bebíamos una taza de café junto a la chimenea, recibiendo un invierno más, juntos, llenos de amor y felicidad y...

¿A quién quiero engañar?

Lo único que quería era que el fin de semana que pasaría junto al rubio y el castaño más su pareja llegasen pronto para después poder olvidarme de Taehyung y centrarme en mí mismo y en el rubio para encontrar la cura cuanto antes y, después, ser libre de buscar a aquella persona que me quisiese de aquella forma en la que yo lo hacía con el castaño. Teniendo un sentimiento recíproco y siendo la persona más feliz en sus brazos.

Debo encontrar a esa persona.

Michael Jackson- Black or White


Lady Gaga- Poker Face


Holap ^^ q tal?

Últimamente estoy trabajando bastante en esto de los capítulos y esté en especial me gusta bastante la primera parte (・∀・) -añado que yo no suelo estar satisfecha con lo que escribo pero que si no me gusta vuelo a reescribirlo entero si hace falta-
Bueno, iré dejando este cap por aquí y me retiraré para hacer el siguiente :)
Añado que el siguiente ya está empezado y que, como dije en el tablón en mi perfil (los que me siguen lo sabrán), escribí una parte como si yo fuese la que estuviese siendo la que narraba en ese momento y sin darme cuenta salió de esa forma.
Estuve revisándolo y tampoco lo veo tan mal. Me refiero, podría ser apropiado con respecto a los actos y lo que pasa después (no digo más que spoileo). (๑•﹏•)
Bueno, lo que vengo a decir. Gracias por leer la historia, por votarla si os ha gustado y por seguirme (。・ω・。)ノ♡
Agradezco de todo corazón a las personitas que me siguen aunque no sean muchas, pero solo con esas me dan las fuerzas que necesito para seguir escribiendo.
Seguiré esforzándome en mejorar y quiero que sepan que yo soy muy activa en Wattpad así que seguramente sí me escriben algo no tardaré mucho en responderlos.

Sin más que decir, disfruten de la historia y no olviden compartirla. Lo agradecería muchísimo ^^

Gracias y nos leemos!! ( ◜‿◝ )♡

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