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Capitulo 2. Nuevo Apartamento


La persona que tenía encima se levantó rápidamente, dejando que el aire entrara a mis pulmones, para luego levantarme con dificultad, tomar mi celular y observarla con detalle. Lo mire de arriba abajo y pude ver que era un hombre como de mi edad bastante alto, cabello negro y muy molesto, por lo que me preparé para traducir todo lo que diría.

-¡¿Qué hacías atravesada en mi camino?! ¡No sabes lo que acabas de hacer!- me gritó furioso

-Disculpe pero no lo vi, ya que estaba parada en medio de la acera desde hace unos cinco minutos y nunca pensé que alguien vendría corriendo de tal forma, teniendo toda la calle libre, para arrollarme accidentalmente- hablé sutilmente con un toque de molestia, de manera que pudiera recalcar que no tenía derecho de gritarme así

-¿Insinúas que fui yo?- dijo mucho más molesto que antes. No estaba funcionando, necesitaba pensar bien las palabras para poder bajar la tensión

-Solo digo que nunca lo vi venir y por eso le pido que me perdone. No sé cuál sea la urgencia que tenga pero lo comprendo, me ha pasado antes- traté de ser razonable -pero cuando lo hago me disculpo por ello- pensé la última frase, por dentro estaba un poco molesta, ya que el que debía disculparse era él, digo él fue quien me arrolló

Parecía que él debatía algo por dentro, quería responder algo pero no lo hacía, era como si se arrepentía de lo que diría para luego volver a pensar. Daba gracias a Dios que había transformado mi carácter y me enseñó a tratar esta clase de situaciones, sino esto sería una discusión sin sentido o lo habría golpeado por hablarme de esa forma, sin embargo siempre recordaba que debía ser sabia y las palabras de Jesús en Lucas 6:29 "Y al que te hiriere en la mejilla, dale también la otra; y al que te quitare la capa, ni aun el sayo le defiendas", este era un versículo que no me gustaba recordar pero lo aceptaba, a parte que con la sabiduría de lo alto me defendía. Al cabo de unos segundos él sonrió irónicamente para hablar

-Supongo que te has dado cuenta con quien tratas. Sin embargo no acepto tus disculpas a menos que me traigas un ramen del restaurante más fino de todo Seúl en menos de 15 minutos-

¿Qué fue lo que dijo? Bueno, si no acepta mis disculpas es su problema, yo ya estoy bien e hice lo que debía hacer

-Lo siento pero no sé quién es y si no acepta mis disculpas queda en su conciencia. Que pasen buen día- terminé para despedirme de todos con una amplia sonrisa de amabilidad, una pequeña reverencia y los demás me correspondieran con excepción de él

Pude observar como abría su boca en forma de incredulidad y sorpresa, seguido de un "Aish" con tono molesto, era como si le hubiese lanzado un balde de agua fría. Caminé cinco pasos con mi equipaje y pude escuchar como trataba de tartamudear para detenerme pero seguí caminando un poco más rápido, ya que a lo lejos pude ver un autobús en la parada que iba directo al edificio donde sería mi nuevo hogar.

Al ver que estaba más cerca corrí con cuidado y llegué al bus justo a tiempo. Me senté, cerré mis ojos con cansancio recordando la cara de incredulidad y sorpresa que tenía aquel hombre al escuchar mi respuesta, por lo que veía no estaba acostumbrado a esa clase de tratos o a que le revelasen la verdad de manera sutil o a que no lo reconocieran, aunque esa última era ilógica, él es un hombre cualquiera entre la masa de personas de toda Corea del Sur, así que no tenía ni la menor idea de por qué lo último le molestaría, por lo que sonreí con diversión.

Al llegar al edificio me encontré con el conserje, un hombre un poco mayor, se veía cansado pero aun así trabaja. Me acerqué a él para preguntarle por el dueño del edificio y este al verme sonrió con amabilidad pero forzosamente, solo me respondió que aún no llegaba y por eso debía terminar

-¿Lo puedo ayudar mientras espero?- le pregunté amablemente. Me dolía verlo esforzarse tanto aun cuando la espalada le crujía por la falta de descanso.

-Gracias pero no puedo aceptar, usted es una huésped, estaría mal de mi parte...- me respondió pero antes de que pudiera terminar lo interrumpí quitando la escoba de sus manos para empezar

-Vamos señor, todos merecen una ayuda y un descanso. Además me aburriré si tan solo espero sentada- amablemente comencé con una gran sonrisa en mi rostro a lo que él correspondió y se sentó cerca para supervisarme

-Eres muy amable. Debes estar orgullosa de ti misma-

-Solo hago lo que puedo. Jesús nos enseñó a amar a nuestro prójimo y eso incluye ayudar a quien lo necesite- le respondí mientras barría el suelo

-Tienes razón. Si tan solo todos pensaran igual, estoy seguro que el mundo sería un lugar mejor-

-Pero al menos hay una gran cantidad de personas que si pensamos de este modo y creemos que Dios Todopoderoso puede cambiar a los demás según lo que vean en nosotros-

-Eso es cierto pero lamentablemente el mundo está lleno de personas en depresión, llenos de odio, codicia, avaricia, egoísmo, envidia que no les permite ver lo que tienen a su alrededor-

-Así como están llenos de todas estas cosas, Dios mantiene su vista en ellos, tan solo a la espera que uno de nosotros los haga conocer que el amor de Jesús, quien murió por nuestros pecados los puede cambiar-

-Interesante argumento. Muchos de ellos solo están concentrados en sus problemas y los ven tan grande que acaba con ellos-

-Y es lo que debemos evitar. Todo el mundo debe conocer que Jesús es el Señor de los Cielos y la Tierra con el poder de hacerlos descansar y dar la fortaleza para poder superar cada problema con facilidad, sin importar lo grande que sea-

-Si sigues barriendo vas hacer desaparecer el suelo- me dijo en forma de juego para darme cuenta que era la segunda vez que barría toda la planta baja

-Estaba tan entretenida hablando con usted que no me percaté- comenté con una gran sonrisa de gracia a la que él me correspondió para que luego le entregase la escoba.

Cuando volteé al otro lado me sobresalté de la sorpresa, habían dos adolescentes sentados allí, aproximadamente tendrían quince y diecisiete años, con sus rostros alegres y entusiasmados ¿desde qué hora estaban allí? No lo sabía, pero por lo que veía hacía ya mucho

-Por favor continúe. Estaba muy interesante la conversación- me habló el más joven para que el otro le diera un pequeño codazo y este se quejara

-Disculpe, no era nuestra intensión escuchar su conversación ¿verdad?- le dijo a su compañero

-Hyung pero yo quería seguir escuchando- dijo para que su hermano o amigo lo fulminara con la mirada -No, no era nuestra intensión. Solo esperábamos a que nuestra omoni bajara- continuó el más joven

-No se preocupen, Jang Min Soo y Jang Soo Min. De todas formas la joven...- hablaba el conserje soltando una pequeña risa al verlos a ambos y luego quedarse pensando en mi nombre. Recordé que no se lo había dicho así que concluí

-Ester, un gusto, soy la nueva residente- les dije alegremente

-Igualmente. Él es mi hermano mayor Jang Soo Min y yo soy Jang Min Soo. Si lo sé, los nombres son casi iguales pero es que mis padres no pensaron en un nombre para mí así que solo lo invirtieron- habló el de quince con entusiasmo para que su hermano le diera otro pequeño codazo y este dejara de hablar

-Como les decía, ella les puede hablar cuando quieran y esté disponible sobre esto- continuó el conserje -Les aconsejo que hablen mucho con ella para ver si se comportan como es debido- casi los regañó

-Señor Kim, no somos tan malos, va a darle una impresión equivocada a la hermosa chica- esta vez lo dijo Jang Min Soo el de diecisiete, por lo que solté una pequeña risa de gracia

-Si claro, porque derramar toda la pintura de las paredes en el ascensor y escribir "Los Hermanos Jang   son los mejores" con la misma no es nada malo- dijo para que ambos se comenzaran a reír tratando de aguantar la carcajada -No es gracioso, tuve que durar todo el día entero limpiando el ascensor y por si fuera poco, de tanta pintura me quedé encerrado en él por más de seis horas-

-Pero pedimos perdón y eso es lo que importa- se defendió Jang Soo Min aun aguantando las carcajadas

Iba a decir algo pero en ese momento llegó un hombre bastante formal de unos cincuenta años y con el ceño fruncido, donde quiera inspiraba miedo y poder, se veía bastante rígido. El conserje y los chicos se enseriaron de inmediato e hicieron reverencia de respeto ante él por lo que les seguí el juego

-¿Eres la nueva residente?- me habló con seriedad

-Sí señor, lo estaba esperando- contesté

-Bien, sígueme. Usted, regrese a su lugar de trabajo y ustedes dos no quiero saber lo que hacen aquí pero los quiero lejos, cada vez que los veo causan problemas- les dijo a cada uno para que obedecieran rápidamente y yo lo seguí

Me llevó hasta su escritorio en la entrada, sacó unas llaves y me guió al ascensor para que marcara el botón con el número veinte. Esto tardaría un tiempo para llegar, así que decidí hablar un poco

-Soy Ester, es un gusto el ser recibida en su edificio- dije amablemente pero no respondió -Se nota que ha trabajado muy duro, espero que descanse pronto- volví hablar pero tampoco obtuve respuesta –Sabe, de vez en cuando es necesario relajarse un poco, así la presión es menor y cuida su salud-

-A usted no le importa lo que yo haga o no, solo concéntrese en su nuevo apartamento y deje que los demás vivan su vida- me respondió obstinado dejándome paralizada y en completo silencio

Cuando llegamos caminamos por un pasillo llevándome a una puerta que decía "309-D" abrió la puerta y me sorprendí de lo grande que se veía el apartamento, esperaba que fuera algo mucho más pequeño pero eso era bastante grande, y muy cómodo a simple vista. Coloqué mi equipaje en una esquina de la puerta. Todo era color blanco, amueblado con color vinotinto y caoba, un candelabro colgaba en medio de la sala dando un aspecto elegante, tenía tres habitaciones con baño, un baño en la parte de afuera, una cocina amplia, un comedor. Ya veía la razón de la que había pagado tanto y según el aviso de internet era económico. En ese apartamento cabían más de veinte personas a la perfección.

-Eso es todo. Al lado del edificio hay un supermercado. Las reglas son claras y explicitas, nada de ruidos fuertes, mantener todas las áreas limpias, comunicarse en caso de que alguno de los servicios públicos no funcione, evitar toda clase de sustancias o contactos extraños y actividades ilegales. De resto este es su nuevo hogar así que me importa un pepino lo que haga- dijo serio para entregarme las llaves e irse cuando me salió por decirle

-"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar." Mateo 11:28- cité la biblia con una sonrisa a lo que él me correspondió –Gracias por mostrarme el lugar- continué

-Gracias a usted- respondió para cerrar la puerta e irse

Pude notar la sinceridad en sus palabras, solo Dios sabía la razón de haberme hecho decir eso, parece que en verdad lo necesitaba. Sonreí al ver lo que pude hacer, di gracias a Dios por todo, incluyendo el momento que me arrollaron.

Decidí escoger una habitación y tomé la más grande, desempaqué, saqué el dinero que había cambiado y salí a comprar algo de comida para llenar la nevera y los estantes. Cuando regresé, me preparé algo de comer, mientras se cocinaba me di una ducha y me cambié. Comí algo de avena cocida, me senté en el sofá tan solo para pensar en todo lo que me esperaría.

Era uno de los extraños casos donde la misión era en una ciudad tan grande, donde todos viven en sus mundos, ocupados con el que hacer del día a día, nadie parecía tener tiempo para descansar, escuchar, disfrutar o detenerse, solo corrían de un lado a otro de forma automática. Normalmente las misiones eran en sitios donde la necesidad abundaba, la pobreza, la tristeza, el hambre y el no conocer a Dios. Aquí solo podía observar personas con trabajos, sin necesidades algunas, codiciosas, derrochadoras de dinero ¿Qué era lo que Dios realmente quería conmigo en este lugar? No comprendía nada de lo que sucedía, pero solo debía saber una cosa, a Dios no hay que entenderlo sino hay que obedecerlo y eso era lo que estaba dispuesta hacer, fuera lo que fuera le obedecería sin reproche alguno.

Ese día me dediqué a descansar, me dolía el cuerpo por el trajín. Llamé a mis padres en la noche, bajé para respirar algo distinto y conversé con varios residentes del edificio. Lo primero que les pregunté era si había una iglesia cristiana cerca y por desgracias no la había, la más cerca quedaba a una hora de allí. Me iría a buscarla al día siguiente, tenía que congregarme para mantenerme firme y fortalecerme cada día.

Al día siguiente me desperté entusiasmada, rápidamente me arreglé colocándome algo cómodo, que se me viera bien y me cubriera del frio. Cuando llegué a la agencia "MYM Entertainment" me percaté de lo enorme que era, todos se movían rápidamente y cada uno con su ropas formales, la mayoría con Tablet, celulares, manos libres y algunos que caminaban como si fueran los dueños del mundo. Este lugar era completamente impresionante, estaba ansiosa por saber qué lugar me correspondería.

Me presenté con la chica de atención al cliente y ella me envió directo a la oficina con el director de la empresa. Este me recibió amablemente y me invitó a sentarme, para luego pedirme que le hablara sobre mí. Le di mis datos, mi dirección, le dije que era cristiana y me sonrió. Me dijo que le contase mi testimonio y el cómo llegué a los camino del Señor, por lo que me entusiasmé y se lo conté con alegría, él me escuchaba atentamente y su sonrisa no se borraba de su rostro. Cuando terminé me asignó el lugar donde trabajaría y luego me pidió que escribiera mi biografía con detalles y se la entregara en un mes porque le había llamado la atención. A decir verdad no tenía ni la menor idea que le había llamado la atención de ella porque a mis ojos era una vida como cualquier otra, sin embargo él parecía emocionado con la idea, me contó que no era cristiano pero asistía a una iglesia a media hora de allí, incluso se ofreció a llevarme por si no tenía a donde ir, le dije que lo pensaría, ya que buscaría primero la que me habían comentado anteriormente. Me levanté para salir pero justo cuando me estaba despidiendo, alguien abrió la puerta

-Director, su secretario me envía para...- se quedó callado mientras yo lo miraba sorprendida

-¿Tú?- dijimos al unísono y con expresión de sorpresa

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