Capítulo 1. Viaje
Empecé realizando los planes para el viaje. Realicé un horario por lo ocupada que estaría, el día lunes me dedicaría a sacarme el pasaporte, trabajar medio tiempo y llamar a mis padres para tener clases de coreano. El día martes sería para realizar trabajo extra y buscar un apartamento en Corea del Sur por internet. El miércoles volvería a realizar trabajos extra, buscar un empleo en Corea del Sur por internet. El jueves buscaría una aerolínea económica que me llevara. El viernes buscaría mi pasaporte, iría de compras, haría trabajo extra, compraría el boleto de avión, prepararía mi equipaje, me despediría de toda la congregación y de los pastores de las otras iglesias. El sábado me iría y todos los días estudiaría coreano el mayor tiempo posible. Ya tenía todo listo, nada podría salir mal.
Oré colocando en las manos del Dios Todopoderoso los planes que había creado, si era la voluntad de Dios me iría esa semana y lograría hacer todo a tiempo, a pesar de que parecía imposible. Programé la alarma más temprano de lo normal y me recosté a dormir, estaba nerviosa pero aun así confiaba en Dios.
La alarma sonó a mi lado marcando las 4:00 am me levanté con mucha pesadez y flojera, sacudí mi cabeza para tratar de espantar el sueño, me fui al baño, lavé mi rostro quitando todo rastro de sueño y recordé que debía empezar con todo. Me cepillé los dientes rápidamente, me di una ducha, me vestí para salir, oré, leí la Biblia, medité en ella, desayuné y salí de casa a las 5:00am.
Aún era muy temprano y el transporte era pesado, tuve que esperar media hora sentada en la parada hasta que un bus pasara y me llevara directo al centro.
Cuando llegué, le pagué al chofer, lo bendije y comencé a correr para ser una de las primeras pero apenas pisé la entrada pude observar una enorme fila de espera que daba tres vueltas por todo el lugar para poder llegar. Casi caigo impactada, parece que todo el mundo se levantó con los mismos planes que yo, había demasiadas personas y solo eran las 6:00am. Me formé con pesadez en el lugar, de allí saldría en la tarde.
Cada quince minutos era una eternidad, ya que ese era el tiempo estimado para movernos, lamentaba no haber llevado un banquillo para sentarme al menos. Podía ver a niños jugar el escondido entre las personas, otros lloraban con fastidio, algunas mujeres charlaban sin parar sobre el gobierno, el presidente, la razón de su viaje, a donde irían, otros discutía sobre los partidos de futbol y quien debía ganar, sobre como estuvo la fiesta de equis persona, otros se encontraban concentrados en su celulares, periódicos, libros, revistas, mientras que yo miraba a todas partes esperando que ocurriera un milagro y que hicieran los tramites de cada persona con mayor velocidad para poder salir de allí.
Ya era casi medio día y aun me faltaban más de doscientas personas para poder llegar, volteé para atrás y observé que la fila había aumentado el triple de cuando llegué. Mi estómago empezó a rugir y la cafetería estaba al cruzar la calle, el olor de la buena comida bailaba en mi nariz incitándome a ir provocando que mi estómago rugiera mucho más fuerte pero si me movía perdería mi lugar y la fila ya llegaba a la otra calle como para volver a empezar, así que decidí ignorar el olor y concentrarme en mi celular. Leí más de tres libros de la Biblia por mi celular hasta que al fin estaba en la puerta.
Cuando logré entrar el proceso fue mucho más rápido para que me atendieran, me saqué el pasaporte y ahora debía esperar cuatro días para que me lo entregaran. Le di las gracias a Dios cuando salí de allí, miré la hora y por poco no caigo al suelo del impacto, era las 5:30pm. Corrí a la cafetería que estaba a punto de cerrar y comí un submarino con una limonada. Disfruté mí comida lo más que pude para quedar repleta e irme.
Había perdido el trabajar el medio tiempo pero me daba igual en ese momento, estaba muy cansada, lo bueno fue que valió la pena la espera. Me di una ducha y cené un poco de cereal con leche. Era hora de hablar con mis padres, tuve que prepararme mentalmente para contarles todo con cuidado y escuchar su discurso de cuando me casaría y se sumaría un interrogatorio enorme de las razones de mi decisión repentina.
-Hola Mamá- le hablé después que respondió
-Mi niña ¿cómo estás? Supongo que bien. Dime ¿Cuándo te casas? Espero que pronto, ya estás por cumplir veintiocho y aun nada- dijo emocionada y entrando directamente al tema
-Dios te bendiga grandemente. Estoy muy bien y para casarme primero Dios me tiene que revelar quien será mi futuro esposo. Ya hemos hablado de esto y aun no es el tiempo- le dije con ternura
-Y ¿Cuándo será? ¿A los sesenta? Oye yo quiero conocer nietos y tú ya estás a punto de expirar la edad-
-El tiempo de Dios es perfecto y para él no hay nada imposible, así que tranquila. Además ya conoces nietos, mi hermana menor tiene unas gemelas hermosas, así que no exageres-
-Pero también quiero conocer nietos de tu parte, sé que Dios tiene a alguien preparado para ti pero debes darle la oportunidad a Dios de revelarlo, recuerda que la fe sin obra es muerta-
-Entiendo. Aun así tengo un favor enorme que pedirte junto a papá-
-A sí ¿qué cosa? No has mencionado nada por mensaje-
-¿Podrías enseñarme todo acerca de tu país natal, incluyendo el idioma?- dije para que agarrara la indirecta
-¿Para qué deseas saber eso? Dijiste que nunca lo ibas a necesitar y te respeté por eso- preguntó extrañada
-Es qué... ¿Podrías ponerme en el altavoz? Quiero que papá lo escuché- hablé para luego escuchar un toque indicándome el altavoz –Me iré a Corea del Sur la semana que viene, si Dios me lo permite- dije con lentitud para que me pudieran entender. Lo único que pude escuchar del otro lado del celular fue un pequeño sonido del celular chocando con algo duro y un profundo silencio –Mamá, Papá ¿Están Bien?- me preocupé. Escuché un pequeño gritillo que no sabía si era de emoción o de susto
-Si estamos bien ¿Cómo que te irás a Corea del Sur? ¿Ya oraste por eso? ¿Dios te confirmó que te podrías ir? Recuerda las razones por las que tus abuelos se vinieron de allá- dijo mi padre con nerviosismo
-Si papá, tampoco lo creía hasta que Dios me lo confirmó. Él fue quién me envió... Entonces ¿los veo hoy a las 8:00pm después de la iglesia?- le pregunté
-Si claro que sí. Si Dios es quien te envió mi niña, entonces te apoyaremos en todo hasta el final- respondió esta vez con emoción.
Después de una larga conversación con ambos, se hicieron las 6:30pm por lo que tenía que arreglarme para ir a la iglesia.
Todas las cosas iban saliendo a la perfección, se realizaban tan rápido como podía. Encontré un apartamento bastante cómodo en el Seúl y a muy buen precio, estaba aprendiendo demasiado rápido, tanto que me sorprendía, mi madre solo reía y mi hermana decía que en verdad había sido Dios que me llamó porque esa era la única manera de que aprendiera, de lo contrario estaría golpeándome la cabeza contra la mesa para aprender.
Cuando entré por internet a buscar un empleo en el Seúl, todos me rechazaban por ser latina, o por "no poseer un perfil profesional" según ellos. Yo era profesional, me había graduado en la ULA en turismo y tenía hasta el doctorado ¿Cómo se atrevían a decir que no poseía un perfil profesional? Desistí de seguir intentando en las agencias de turismo, cerré la página, me froté el rostro y dediqué una oración
-Dios mío, tú me enviaste para ese lugar. ¡Ayúdame un poco! Que pueda encontrar el empleo que me tienes en aquel lugar, así sea uno pequeño que me ayude a sobrevivir- le supliqué
Volvía abrir la página, cerré mis ojos y en mi mente dije que el primero que presionara fuera el que Dios me tenía preparado. Era una actitud infantil pero ya había agotado todos mis recursos y solo me quedaba eso. Moví el cursor de la laptop a todas partes con mis ojos cerrados y luego presioné. Sentí como mis nervios me envolvían así que abrí un ojo para ver un poco y solo distinguí "MYM Entertainment", mis ojos se abrieron rápidamente y en expresión de sorpresa, casi saltaba de la alegría
-¿Dios quiere que trabaje en una agencia de famosos? ¡Gracias!- dije alegre y le grité al aire, dándole gracias a Dios pero al volver mi mirada a la pantalla veo el cargo que cumpliría y mis emociones se esfumaron -¿Cómo aseadora? A bueno por lo menos es algo, así que te vuelvo a dar las gracias- acepté el empleo.
Realicé el test que pedían y mis nervios aumentaban cada vez más al ver en el medio de la pantalla aquel círculo que daba vueltas en su lugar que decía "Cargando". Una vez cargado salté de emoción al ver que me habían aceptado, al fin tenía el empleo, no era lo que me esperaba pero si Dios lo escogió es porque me irá mejor que en cualquier otro lugar.
Había llegado el momento de retirar mi pasaporte y cuando llegué por suerte la fila de retirar era mucho más corta y rápida, pero cuando me tocaba y di mis datos la chica que me atendía parecía estar buscando demasiado, sacaba cada caja que tenía a su alrededor y leía cada uno de los pasaportes que empezaban con los dos primeros números de mi cedula.
-Su pasaporte no aparece- me dijo asustada y contagiándome.
-Debe estar allí, no pudo perderse. Estuve aquí el día entero de pie para sacármelo. Por favor busque de nuevo con calma- le dije suavemente
Volteé para atrás y vi como las demás personas se impacientaban, por lo que miré al cielo y dediqué una oración en mi mente para que apareciera, solo podía escuchar a la chica decir que no lo encontraba, ella parecía estar más desesperada que yo.
-Busque en esa caja de nuevo. En el nombre de Jesús lo van a encontrar- hablé con autoridad, por lo que ella me miró asintió con la cabeza y volvió a buscar un poco más tranquila y en el tercer grupo apareció.
-¡Lo encontré!- gritó de emoción. El alma me volvió al cuerpo cuando me lo entregó, ella solo me agradecía y yo a ella por encontrarlo.
Logré cumplir con todo, conseguí el dinero que necesitaba para comprar el boleto de avión y hasta me sobró. Me despedí de la iglesia, algo que me dolió bastante, puesto que realicé una cena en mi casa, donde cada uno de los hermanos me dedicó unas palabras que me hicieron llorar como niña pequeña, los iba extrañar muchísimo.
Estaba en el aeropuerto despidiéndome de mi familia, el pastor y su esposa, quienes decidieron acompañarme al aeropuerto. Veía como todos lloraban y me contagiaban, sentía que mi corazón se rompía al dejar este hermoso país, mi país.
Le dejé mi casa en manos de mi hermana para que lo cuidase por mí. Llegó la hora de abordar y mi corazón se dolía al dejarlos, pero al mismo tiempo me sentía feliz y nerviosa por viajar tan lejos. Subí al avión y me senté en segunda clase, coloqué mis audífonos, con la música de Barak hasta quedarme dormida.
Me desperté al escuchar la canción "Ruge" de Redimido2 en mi celular, volteé a mi lado y observé a una pequeña niña que al verla parecía coreana con excepción de su color de piel, ella era un poco más oscura y dorada de unos 5 años que lloraba en silencio, me dio sentimiento y la toqué por el hombro.
-¿Qué sucede pequeña?- le pregunté a lo que ella me miró sorprendida. Al parecer no me lograba entender -eotteon agi?- volví a decir pero esta vez en coreano
-appawa hamkke gaseo eommaneun pyosidoeji anhseubnida (Me voy con mi papá y ya no veré a mamá)- me respondió para desbordarse en lágrimas a lo que la abracé
-geogjeonghaji maseyo, dangsin-ui abeojineun dangsin-eul aju manh-i salanghabnida geuligo dangsin-eun geugeos-eulohalyeoneun iyu. hwag-in oee eommaga dangsin-eulbogoogoissda (No te preocupes, tu papá debe amarte mucho y por eso te quiere con él. Además de seguro tu mamá vendrá a verte)- le respondí para que ella asintiera, se limpiara su lágrimas y sonriera un poco -naneun dangsin-eul salanghago honja dangsin-eul tteonaji anh-eul geos-ida salam-eul algoissda (Sé de otra persona que también te quiere y no te dejará sola)- le dije con complicidad
-nugu-ibnikka? (¿Quién es?)- preguntó emocionada
-yesu (Jesús)- le dije para que sonriera aún más y comenzara una conversación con la niña sobre el amor de Dios para que se sintiera segura
Diez minutos más tardes aterrizamos en Corea del Sur, la niña se fue con una mujer de su mismo color, quien parecía ser latina, la cargaba y se retiraba del lugar apresuradamente. Tomé mi equipaje, saqué mi celular, coloqué el mapa de google para ubicarme y comencé a caminar buscando el edificio donde sería mi nuevo hogar.
Salí del aeropuerto y caminé por las calles concurridas buscando el lugar, me encontraba perdida y ya estaba muy lejos del aeropuerto como para regresar y pagarle a un guía. Lo primero que pensé en ese momento fue salir de la multitud e ir a un lugar más tranquilo para concentrarme e ubicarme. Llevaba casi media hora caminando y aún no sabía dónde estaba, las cosas se veían mal, no podría ser posible que apenas llegase al Seúl lo primero que haría era perderme.
Observé a lo lejos una especie de plaza y una calle amplia pero vacía, así que decidí irme para allá, así lograría concentrarme y encontrar el lugar con tranquilidad. Me paré en medio de la acera, levanté mi celular para tener mejor visión y cobertura del mapa, logré ubicarme rápidamente y le di gracias a Dios, ya sabía a donde estaba y por dónde ir
-Si ¡Gloria a Dios!, está un poco lejos pero según esto hay una parada de autobuses cerca y me llevarán directo al edificio. Tu eres grande Señor- dije con alegría al ver que me había ubicado
Terminando de hablar sentí un fuerte empujón que me derrumbó al suelo sacando el aire de mis pulmones, mi celular cayó a un lado y un peso sumamente grande sobre mí. Me quejé de dolor con los ojos cerrados, podía escuchar varias voces a mí alrededor, así que abrí mis ojos y me encontré con unos ojos café oscuros que penetraban mi alma con la sola mirada.
-dangsin-eun gwaenchanh-a?... museun il-iya?... Aigoo!- escuchaba a lo lejos diferentes voces hablando
La mirada de esa persona sobre mí me dejó paralizada, no podía traducir lo que hablaban, saber lo que acababa de ocurrir, ya que aún estaba sin aire y en mi mente solo había un pensamiento.
Dios mío ¿qué está pasando?
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