8. Problemas
El corazón me dio un gran vuelco cuando mis ojos se encontraron con la figura masculina de Alexis al final de las escaleras, el cual se encontraba charlando animadamente con un par de chicas de tez morena y vestidos ajustados.
Su tez morena bronceada y su sonrisa eran inconfundibles. Vestía un traje de chaqué negro con un par de tocados en blanco, llevaba una rosa roja como la sangre en el bolso superior del saco y lo que parecía un reloj muy costoso en la muñeca izquierda.
Al percatarme de su presencia en la fiesta rápidamente me di la vuelta evitando que viera mi rostro quedando de esta forma encarando a Steve.
Me miró con confusión y pude notar que estaba a punto de preguntar cuando le coloque mi dedo índice en los labios evitándoselo. Rápidamente volvió a cerrar su boca y frunció el ceño esperando una explicación.
—Ven, te digo en la barra.
Acomodé mi vestido del escote y me encaminé a la barra con los pasos de Steve en mis talones, recorrí el lujoso lugar hasta llegar a mi destino. Grandes candelabros adornaban el techo hecho de espejos, pequeños jardines daban vida en el interior de la sala, meseros con finas copas rellenas de licores caros, una multitud vestida de elegantes trajes y costosos vestidos, joyería reluciente y algunos rostros extranjeros, cabelleras castañas relucientes y melenas rubias color oro era lo que conformaba el paisaje general de la fiesta, acompañándolo con una melodiosa música jazz en vivo.
Al llegar a la barra me recargué en ella y tomé una copa de un mesero que pasaba con prisa en aquel lugar, tomé todo el líquido del interior de un solo trago y después miré a Steve directo a los ojos.
—Alexis está aquí.
Por un par de segundos pareció no entender, después su expresión denotó que un recuerdo había llegado a su mente.
—¿El chico de la alberca?
Sin poder asimilarlo por completo asentí levemente. Él parecía no entender el problema, simplemente se limitó a mirarme un poco más confundido.
—¿Pero realmente no te conoce o sí?
—Ese es el problema... Él cree conocerme.
Su semblante cambió de inmediato a serio. Sabía que lo había hecho molestar.
—¿Le diste información?
—No del todo real. Le di sólo un poco de información mía, pero nada sobre la misión. Pero... Digamos que inventé otro de mis perfiles falsos.
—Natasha. —no lo había dicho gritando pero su tono había sido rudo y cruel, había mirado para ambos lados, tanto izquierdo como derecho asegurándose que no llamáramos la atención y después bajó la mirada al suelo.
—Así que tenemos un problema. —afirmó mirándome esperando mi respuesta, yo volví a asentir, me sentía tan apenada...— ¿tienes idea de que hace aquí?
—No, se suponía que estaría en Veracruz, por esa razón no lo vi como una amenaza.
—Así que el plan está en riesgo.
—Más de lo que ya estaba.
Suspiró tan profundamente que temía que se ahogara con tanto aire en sus pulmones, después, suspiro lentamente, tan lentamente que parecía un murmullo en la nada, y en esos momentos yo simplemente no podía dejar de mirarlo, quería disculparme, por haber dado información pero no podía, mi maldito orgullo.
—Tendremos que rehacer el plan. Pero no podemos frente a toda esta gente.
Revisé a los alrededores y vi una salida al jardín, por fuera este estaba con poca luz y además había un par de plantas, estaríamos a salvo de la ruidosa a música y lo único que debíamos hacer para llegar sin que Alexis se percatara de mi existencia en ese lugar era caminar con cuidado.
—Hay un jardín a tus siete en punto. —le digo cautelosamente— podemos ir ahí siguiendo el plan de Fury. Si nos están viendo en estos precisos momentos, deben de creer que somos Yelena y su acompañante.
—Es seguro que nos están viendo, por eso debemos estar atentos a todo.
Afirma con seguridad. Después de eso me tiende la palma, la miro unos segundos y le respondo ofreciéndosela al igual.
Entrelazamos nuestros dedos y él me acerca a su costado.
Comenzamos a caminar a nuestro destino aparentando ser algo que no somos y cuando estamos a pocos metros de entrar a la terraza escucho la voz de Alexis peligrosamente cerca.
Rápidamente me giro y tomo a Steve del cuello haciendo que baje su rostro a mi cuello, acerco mis labios a su oído y siento cómo se tensa al instante, sin embargo no rompe el contacto.
—Necesito que me tomes de la cintura —susurro suavemente en su oído, justo después lentamente coloca sus manos como le ordené— acerca tus labios a mi cuello. —sin siquiera dudarlo lo hizo—bésalo y empújame al jardín.
Sentí el calor de sus labios al instante en mi cuello, bajé mi cabeza y la oculté llevándola cerca de su hombro, él no se detenía. Tomó con más fuerza los costados de mi cintura y comenzó a recorrerme suavemente hacia atrás, cada vez un poco más fuerte.
Sus labios desprevenidamente comenzaron a hacerme un cosquilleo incomparable que me hacía querer que no se detuviera. Sus manos en mi cintura me recordaron su tacto suave, sus labios me recordaron lo dulce y atrevido que podía ser Rogers y su su pecho moviéndose silenciosamente cada vez más rápido junto con el mío me advirtió que se estaba saliendo de control.
Sentí la oscuridad de golpe en el momento en el que salimos del salón a la terraza. Lo habíamos logrado, habíamos pasado desapercibidos. Pero sus besos continuaban, con mi mano levanté cuidadosamente su barbilla haciendo que me mirara.
Verlo de aquella forma me hacía querer besarlo, quería verdaderamente hacerlo.
Con mi otra mano sostuve el resto de su mandíbula y lo comencé a acercar a mí.
Sentí su respiración cerca y supe que mis deseos se cumplirían. Finalmente podría volver a besarlo.
—No lo hagas si no sientes nada por mí.
Su voz hizo que abriera mis ojos y lo mirara. Él ya me miraba, sus ojos denotaban deseo y tristeza, sus labios estaban completamente cerrados y de no conocerlo habría pensado que estaba enojado.
Solté su rostro y bajé mis manos a mis costados, después di un paso atrás. Él bajó su mirada para después componerse.
—¿Cuál es el plan? —me pregunta con la voz indescifrable.
—Tú eres el Capitán.
Respiró y después tomó la palabra.
—La misión es que encontremos a Narco quién es el anfitrión, tú fingirás ser Yelena y yo solo estaré contigo, si se complican las cosas cuentas conmigo. Compramos los códigos y nos largamos de aquí.
—¿Y Alexis?
—Él no será un problema muy grande a menos de que se entrometa donde no lo llaman. Debemos aun así estar atentos a que no se nos acerque. Si revela que tú no eres Yelena estaremos en problemas.
—Entonces, ¿el plan se mantiene a pie a excepción de eso?
Asintió.
«¿Fury nos proporcionó fotos de Narco?»
Negó.
«¿Características?»
Repitió su movimiento anterior.
«¿Cómo sabremos quién demonios es?»
—Supongo que tendremos que hacer nuevas amistades.
—Ahí hay un par de señoritas, ¿Por qué no te haces cargo tú Rogers?
Mi tono de broma era altamente notorio, cualquiera se habría dado cuenta, sin embargo Steve ni siquiera se percató. Giró su rostro, miró a las chicas y después regresó su mirada a la mía.
—Bien.
Sin siquiera mirarme de nuevo, se dio media vuelta y emprendió su camino con el par de chicas vestidas con vestidos grises y ajustados. Éstas al percatarse de la llegada de mi compañero se giraron y plantaron una falsa sonrisa en su rostro. Una de ellas ajustó su vestido y la otra comenzó a arreglarse discretamente el cabello. A cada palabra que Steve pronunciaba, reían como psicópatas y se atrevían a elogiar a Steve sobre su físico.
Mientras tanto yo me encontraba parada en aquel lugar tan solo esperando y observando la escena con una media sonrisa. Steve no tardaría en salir huyendo de ahí.
Un par de minutos después, regresó con un gesto demasiado serio. Inmediatamente comencé a reír, de seguro aquellas castañas le habían hecho sentir lo suficientemente incómodo.
—¿Qué pasa Rogers?¿las castañas son demasiado atrevidas para ti?
—Supongo que deberías hablar en género masculino.
—¿Eran travesti o algo así?
—Conseguí en nombre de nuestro cliente.
—¿Ah sí? —aún seguía riendo levemente— ¿cuál es?
—Alexis Cervantes.
Mi risa se cortó y lo miré directo a los ojos.
—Es una broma ¿cierto?
—En lo absoluto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro