extra IV
"Jaula de Oro"
¡Ah, no puedo esperar para ver a mi lindo gatito! ¡Los museos del mundo deberían tirar a la basura todos esos cuadros y poner fotografías de mi chikistrikis para que todos puedan apreciar semejante obra de arte!
Un sonrojo se pintó en mi rostro al recordar su bonita carita. Hace unos días que lo veía y estaba ansiosa por nuestro encuentro ¿quien no se volvería impaciente con semejante hombre esperándola en casa?
Moví mi cabeza hacia un lado, viendo con un puchero el perfil de quien estaba conduciendo la motocicleta.- Haruchiyo, ten cuidado cuando dobles, la última vez me pegué con esa rama en la cara.
- Ya le dije que debe cortarla -dijo tranquilo sin dejar de conducir,
- Ay es que me da flojera... deja nomas, agacho la cabeza.
Escuché un suspiro de él, sacándome unas risas divertidas, es como si Sanzu no me aguantara a veces a pesar de siempre hacer lo que le pido. No me extrañaría que él mismo cortara la rama para evitar que me vuelva a lastimar.
Nos mantuvimos en movimientos por unos minutos más, encontrando al final del camino una gran mansión moderna que era resguardada con altos muros de ladrillo y pequeñas rejas eléctricas. Con un control que ya poseía, abrí las puertas antes de que la motocicleta apagara su motor.
Una vez nos detuvimos, me bajé rápidamente del vehículo para correr hacia el interior de la mansión. Mi sonrisa era inmensa y el aura rosa que me rodeaba solo mostraba lo feliz que estaba por volver a casa, incluso podía jurar que una cola de perros se meneaba detrás de mi.
- ¡Amorcito, tu chica llegó!
Sin embargo, al no oír una respuesta cuando coloqué un pie en la sala de estar, mi cuerpo se congeló. La alegre expresión que tenía se esfumó en un parpadeo para dar paso a una expresión fría e indiferente, no solo porque no escuché la melodiosa voz de Keisuke, sino porque podía ver desde mi lugar dos cuerpos noqueados en la puerta que daba al patio trasero.
Sintiendo la presencia de Haruchiyo a mi lado, extendí mi mano para que me entregara aquel objeto que él siempre lleva encima. Una vez lo tuve entre mis dedos, retomé mi camino hacia el patio, no sin antes tomar del cabello a uno de los hombres inconscientes.
Sin culpa de arrastrarlo por el suelo y las escaleras, me detuve cuando en mi campo de visión entró una figura intentando escalar los altos muros. Una fría sonrisa se pintó en mi rostro al identificar a quien quería escapar.
- ¡Keisuke! -llamé acercándome a paso lento- ¿Asi recibes a tu novia?
Baji se congeló en su lugar, dándose la vuelta para verme. El enojo que sentía al verlo escalar desapareció como si nunca hubiera existido. Mis mejillas se sonrojaron al ver su precioso rostro bañado en una ligera capa de sudor, producto del temor que sentía hacia mi. Su cabello largo estaba atado en una coleta baja y sus colmillos parecían querer clavarse en mi cuello hasta que me desangrara.
Tan sexy mi amorcito.
- Cielo, baja de ahí -pedi amablemente viéndolo a los ojos- Te harás daño si caes de esa altura, asi que baja con cuidado.
- ¿P-por-por qué llegaste antes? -gruñó casi hiperventilando- ¿¡Qué mierdas haces aquí!?
Pude notar como sus uñas se encajaban con fuerza en el ladrillo, negándose a hacerme caso. A pesar de que mi sonrisa suave y cálida seguía en mi rostro, mis ojos brillaron con frialdad.- Mi rey, baja de ahí y entremos a la casa, no me hagas pedirtelo otra vez.
- ¡Vete al carajo! -gritó eufórico mostrándome en su expresión el odio y enojo que me dirigía.
Como ya le faltaba poco para llegar a la cima del muro, no dudó en darme la espalda para seguir escalando. Mi expresión amorosa no cambió en ningún momento y solté al hombre que venía arrastrando, y con mi mano libre, quité el seguro del revólver que sostenía con mi diestra.
Ante el sonido, Baji se detuvo, pero no se animó a ver lo que yo estaba haciendo. Con una profunda sonrisa, apunté el cañón en dirección a la cabeza de quien era el encargado de la seguridad de la mansión.
Sin dudarlo, y sin quitarle la mirada a la formada espalda de Baji, jalé el gatillo. La bala atravesó por completo el cráneo del sujeto y mi lateral derecho fue rociado con varias gotas de sangre.
Haruchiyo limpio el líquido que chorreaba por mi mejilla mientra yo giraba el tambor del revólver para cargar la nueva bala. Aprecié como Baji se encogió de su lugar pero aun asi se negaba a bajar.- Uno menos.
- Estás demente -dijo con labios temblorosos al ver el escenario.
- Puede ser, pero alguien que no hace bien su trabajo, no me sirve -sonreí ladeando la cabeza y extendiendo mi mano limpia- Entonces ¿bajarás, cielo?
- ¡Jódete!
- Entonces, jódeme -dije con perversión guiñandole el ojo- Amorcito, espero que entiendas por qué hago esto. Es por tu seguridad, sabes que primero me cortaría la garganta antes de hacerte daño.
Con un ligero movimiento de mi cabeza, Sanzu fue y trajo al otro hombre, quien estaba despertando.
- ¿Q-qué vas a hacer? -preguntó temeroso Baji.
- ¡Keina-sama, disculpeme, cometí un error, esto no volverá a pasar! -gritó el guardia mientras era sujetado por Sanzu, pareció darse cuenta de lo que pasaba al ver el cuerpo de su compañero- ¡Por favor, disculpeme!
Viendo sus lágrimas salir sin freno, sonreí colocando el cañón del revólver en su sien. Y al igual que antes, una nueva bala salió disparada hasta acabar con la vida del guardia, el cual ni siquiera recuerdo su nombre a pesar de que trabaja para mi hace un año. Como estaba más cerca de él, la sangre logró manchar mi rostro aún más que antes, provocando un ligero disgusto al sentir una gota en mi boca.
- Keisuke, bebé, no quiero hacer esto. Odio que tengas que ver un escenario tan desagradable -dije triste extendiendo mi mano hacia él- Perdóname, pero tuve que matarlos. Ellos hicieron un mal trabajo y permitieron que tus dedos se lastimen, no puedo dejar vivo a alguien que te hizo daño.
El pelinegro me observó con una expresión vacía y cansada, comenzando a descender del muro con lentitud. Mi sonrojo aumentó, y sin interesarme de que parecía una estatua, no dudé en abrazarlo por el torso a pesar de que él ni siquiera me devolvió el gesto.
- Aquí estás a salvo, Keisuke. Yo te protegeré.
Ese era mi propósito en este mundo, cuidarlo, y no podía hacerlo si él estaba libre. Lo necesitaba en un lugar donde pudiera vigilarlo, donde nadie fuera capaz de siquiera tocarlo. Aunque me fastidiaba fingir delante de Ryoko y todo ToMan, era un precio que debía pagar con tal de que Baji estuviera a salvo.
Por unos segundos me dediqué a apreciar sus hermosos ojos, pensando en que tal vez tuve que hacerle caso a Haruchiyo sobre colocarle grilletes en los tobillos. Le quedarían lindos. Un collar con choque eléctrico también se le vería bien. Se ve tan precioso con ataduras a su alrededor.
Ya pensaría en sus nuevos regalos, ahora lo único que me importaba era que lo tenía en mis brazos y que ya no podría escapar.
Esta es la última vez que le permito probar la libertad, quise ser buena pero no puedo dejar que mi bella pertenencia se dañe con tontas ilusiones.
Nota: extra donde nuestra Keina es una psico ¿qué les pareció?
Detallito al principio del capitulo: los pensamientos de Keina sobre Baji están a la izquierda en vez de la derecha, esto se debe a que ella no siente amor por él, solo obsesión, asi que él no los escucha ¿se dieron cuenta de esto?
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