» Capítulo 8
Era sábado y por fin podría juntarme con Emma luego de que Shinichiro y Gina hablaran.
Vestía un pantalón corto azul de jean, una remera estilo top suelta de color blanca y unas llamas de fuego violeta pintadas en el borde, zapatillas blancas y mi cabello estaba amarrado en una media cola dejando mi flequillo suelto.
Sonreí complacida al verme en el espejo y corrí hacia las escaleras, donde me deslicé por el borde para bajar más rápido.
- ¿Ya estás lista? -me preguntó Gina.
- ¡Carajo! -grité del susto, no la había visto venir- S-si, estoy lista.
- Muy bien, vamos -sonrió levemente.
- Oye, pero ¿tú dónde vas? -le pregunté caminado con ella hacia el auto.
- Te llevaré hacia tu reunión con la joven Emma -contestó subiéndose como piloto.
La miré sospechosamente mientras abrochaba mi cinturón de seguridad. Gina está más arreglada que de costumbre para simplemente llevarme a mi juntada.
- No me digas... -murmuré asombrada y con una gran sonrisa pícara- ¡Irás a ver a Sano-san!
- No, claro que no -respondió de inmediato sin dirigirme la mirada.
- ¡Si, claro que si! -celebré feliz haciendo un baile extraño- ¡Ya decía yo estabas tan metida en tu teléfono desde ese día!
Conocía algo de la personalidad de Shinichiro, asi que sabía de primera que invitaría a mi hermana a una cita o algo parecido, pues se le vio en la cara ese día que vio a Gina por primera vez. Y acerté, no perdió tiempo en querer conquistarla.
- Shinichiro-san solo me invitó a tomar un café -suspiró rendida con un diminuto rubor.
- Incluso lo llamas por su nombre -silbé burlona pero luego la mire con una sonrisa cariñosa- Espero que las cosas con Sano-san vayan geniales.
- Solo será una juntada para conocernos, nada más -contestó volviendo a su expresión seria- No pasará de eso.
No dije nada por el resto del camino para no arruinarle el ánimo. Gina había tenido algunas malas experiencias con hombres que solo la buscaban por su riqueza, obviamente con Kiyoshi nos vengamos de esos imbéciles de la mejor manera que conocemos: arruinando sus objetos materiales. Pero aun asi, ella no se cerraba a la posibilidad de conocer a un joven que de verdad la ame.
Y espero que Shinichiro sea esa persona, o si no se las verá conmigo. Podrá ser uno de mis personajes favoritos, pero si hace sufrir a mi hermana no dudaré en tomar cartas en el asunto.
- Llegamos -habló estacionando el auto.
Desabroché mi cinturón y abrí la puerta con algo de temor, bajándome justo enfrente del taller de Shinichiro.
Y no tuvimos que entrar cuando la puerta fue abierta, mostrando a dos lindas figuras.
- ¡Hola! -saludó el pelinegro agitando su mano.
Mi mirada celeste chocó con una de color miel y no pude evitar sonrojarme un poco ante la chica que se mostraba. Emma es tan linda y tierna, no puedo creer que tengo el lujo de verla con su etapa de niña que no se muestra en el manga.
Tenía su cabello tomado en una coleta alta y su vestido magenta le quedaba hermoso junto al suéter blanco que llevaba debajo.
- Mucho gusto -saludé con una sonrisa estirando mi mano- Mi nombre es Murakami Keina, puedes llamarme como quieras.
- Yo me llamo Murakami Gina -sonrió levemente inclinando la cabeza.
- Soy Sano Emma -se presentó algo seria pero tímida a la vez que aceptaba mi mano.
- ¡Muy bien! -aplaudió Shinichiro- Ahora que todos nos presentamos ¿qué tal si nos movemos?
- ¡Vamos, Emma-san!
Con entusiasmo de por fin conocerla, la tomé de la mano y la arrastré por las calles a paso veloz, alejándonos de los adultos.
- ¡Ustedes tengan su cita tranquilos! -les grité con diversión.
- ¡No es una cita! -respondieron avergonzados.
Lancé unas carcajadas por sus expresiones y continué corriendo con mi mano alrededor de la muñeca de Emma, donde me deleité con su pequeña risa delicada.
- Shin-nee ha estado muy tonto desde que Gina-san aceptó su salida -comentó- Ahora veo porque, ella parece una modelo.
- ¿Verdad que sí? -solté reduciendo la velocidad- Oh, lo siento, simplemente salí corriendo y no te pregunté.
- No pasa nada -dijo tranquila- También quería irme de ahí, no quería arruinar la primera cita que le aceptan a mi hermano.
Con algo de vergüenza solté delicadamente su muñeca y comenzamos a caminar hacia quien sabe donde. Ahora que lo pienso, toda la adrenalina se me fue y no sé cómo iniciar una conversación normal con ella.
¿Qué le digo? ¿Qué la busqué porque es uno de mis personajes femeninos favoritos, que quiero evitar la muerte del amor de mi vida pero para eso debo salvar a su hermano y que ella era una pieza clave? ¡No puedo decirle eso, me tomaría como loca!
- Siento mucho esto, Emma-san -dije rascándome el brazo con pena- De repente una extraña te pide juntarse contigo y te arrastra por las calles sin decirte nada...
Me sentí como una tonta desvergonzada cuando ella no respondió, y el sudor nervioso no tardó en aparecer.
- S-si no quieres, puedo llevarte a tu casa otra vez -hablé con una sonrisa inquieta moviendo mis manos nerviosamente- Fue muy impulsivo de mi parte, pero como no tengo amigas me emocioné cuando Sano-san dijo que tenía una hermana de mi edad, asi que pensé que podíamos ser amigas y...
- Aun no lo entiendo -interrumpió mi delirio- ¿Por qué justo yo? Tienes todo para atraer a la gente, es imposible que no tengas amigos.
Auch. Pero es verdad. Por más que mi personalidad sea la de un Golden Retriever, no es tan fácil hacer amigos, mucho menos cuando saben quién eres en realidad y solo desean buscar su propio beneficio o huyen al conocer la fama de tu apellido.
A comparación de mi otra vida, esta vez si es difícil conseguir alguien en quien confiar.
- No es tan simple como lo pintan -contesté rasándome la nuca- Cuando me conocen de verdad comienzan a interesarse en el poder de mi familia o se alejan por miedo.
- Te entiendo -suspiró bajando la mirada- A mi ni siquiera se me acercan por culpa de mi hermano.
- Son unos imbéciles y cobardes -solté enojada para luego sonreír engreída- Pero ellos se lo pierden, gente como esa no es digna de juntarse con nosotras, ni siquiera nos llegan a los talones.
Miré de reojo como Emma reía divertida por mis palabras, sacándome una pequeña risa por la extraña situación y que al fin hacía reír a la rubia.
- Entonces ¿qué dices, Emma-san?
- ¿Qué digo de qué? -preguntó confundida.
- Sonará mal, pero ambas somos niñas solitarias -dije señalándonos- Asi que ¿por qué no ser amigas? Un famoso refrán dice que entre gente sin amigos se llevan bien.
- No existe un refrán como ese -me contradijo seriamente.
- ¡Bueno, pero se entiende le punto! -me defendí sonrojada de la vergüenza.
Emma rio a carcajadas por mi expresión y se tomó el estómago por el esfuerzo mientras que yo me quería hundir en la tierra.
- D-de acuerdo -dijo calmándose para luego sonreír en grande con algo de timidez- Seamos amigas, Murakami-chan.
Mi corazón dio un vuelco y quise abrazarla con toda mi fuerza ¡Es tan tierna! ¡Gracias seres divinos por darme el honor de ver tal hermosura como lo es Emma Sano!
- ¿A dónde te gustaría ir? -pregunté ocultando mi emoción.
- No lo sé -se encogió de hombros- ¿Qué tal por un helado?
- Me parece genial, luego podemos ir a un parque.
- ¡Suena bien!
Entre conversaciones triviales continuamos nuestro camino hacia un carro de helados cercano, el cual era el mismo del señor de la otra vez. Hice que no lo conocía para ahorrarme la pena y compramos nuestros helados, siendo el de Emma de sabor frutilla y el mío de limón.
Nos dirigimos a paso lento hacia una linda plaza y nos sentamos en los columpios mientras hablábamos de cualquier cosa que se nos ocurría.
En nuestra conversación me di cuenta de lo increíble que es Emma, algo que no se muestra completamente en el manga o anime. Un ángel quedaría corto si se pone a su lado ¡Tal y como lo esperaba de mi bebé!
- Ugh ¿por qué tuvieron que venir justo hoy? -murmuró hastiada mirando al frente.
- ¿Quienes...?
Mis palabras quedaron atoradas en mi garganta cuando giré mi rostro para ver en la misma dirección.
- ¡Baji-san! -solté con un aura rosa rodeándome, ignorando mi alrededor- ¡Te extrañé tanto, ayer no te despediste!
Me levanté del columpio y caminé hacia él con una sonrisa amorosa.
- Nos vimos ayer en clases -dijo irritado- ¿Y qué haces con Emma? ¿Acaso también la acosas?
- ¿Se conocen? -preguntó la rubia acercándose a nosotros.
- ¡Si! -respondí meneando mi cola imaginaria- Somos compañeros en la escuela, mi futuro esposo y el padre de mis hijos.
- ¡Ya te dije que no me casaré contigo, Murakami! -me gritó colorado.
- ¡Oh, tú debes ser de quien siempre se queja!
Ladee mi cabeza para mirar detrás de Baji, abriendo mis ojos realmente sorprendida.
No puedo creerlo. Me acabo de sacar la lotería, es el mejor día de mi vida.
¡Los fundadores de la Tokyo Manji Gang! ¡Voy a vomitar brillitos de lo tiernos que se ven con doce años, aún más de lo que se muestra en el manga!
- ¿Acaso es muda? -preguntó Mikey ladeando su cabeza.
- Seguro la asustaron, como siempre -murmuró Emma con algo de tristeza.
- No seas maleducado, Mikey -lo regañó Draken al ver la mirada decaída de la rubia.
- ¿Qué idiotez es esa de que es muda? -gruñó Baji- Habla hasta por los codos.
Muy bien, tenía a todos mis bebés aquí en frente mío. No puedo actuar como una imbécil que los conoce de toda la vida, debo activar mi modo actoral.
- Baji-san ¿son tus amigos? -pregunté con curiosidad fingida.
- No te interesa.
- ¡Si! -sonrió el de tatuaje de tigre abrazándolo por los hombros y recibiendo una queja de mi favorito- Me llamo Kazutora Hanemiya ¿y tú?
Míralo asi, casi sin traumas y con sus amigos bien a gusto, quien diría que luego querría asesinar a todos.
- Que pequeño es el mundo, no sabía que conocería a los amigos de Baji-san -dije sonriente, colocando mi mano sobre mi pecho- Soy Murakami Keina, pueden llamarme como gusten.
- Yo me llamo Mitsuya Takashi -se presentó con una sonrisa suave.
Tan divino el único personaje tranquilo y sensato con alma de abuelita que te hace mimos y cocina bien rico.
- ¡Soy Haruki Hayashida, llámame Pachin! -dijo señalándose con entusiasmo.
Más bonito mi hijo que casi ni tiene fandom, nadie te merece Pah, prometo salvarte de ir a la correccional.
- Ken Ryuguji, pero también me dicen Draken -siguió el más alto con seriedad.
Me de alegría verte bien mi nene, no te merecías todo lo que te pasó.
- Oye, Emma-san -susurré en su oído- ¿Él no es el niño que te gusta? Eso me dijiste antes.
- ¡Murakami-chan! -soltó ruborizada.
- Yup, soy Mikey -sonrió con un chupetín en la boca.
- Él es mi hermano, Manjiro -dijo Emma con algo de irritación.
Mi traumado favorito, no puedo creer que dentro de ese diminuto cuerpo entre tanta maldad.
¡Pero ninguno le gana a mi cariño! Baji-san se ve tan hermoso con ese conjunto deportivo, debo darle las gracias a su mamita hermosa por traerlo al mundo y permitir que todos disfruten de tal vista...
- ¡Oye! -me interrumpió tomándome de la muñeca y acercándome a él- Deja de hacer eso, no enfrente de mis amigos.
- ¿O sea que cuando no estén ellos puedo hacer lo quiera? -devolví con una sonrisa pícara y un sonrojo de tenerlo tan cerca- No sabía que querías que lo nuestro sea en secreto, pero no tengo problemas.
- ¡No, de ninguna manera! -dijo nervioso y colocó su mano sobre mi boca para callarme.
- ¡Oye Baji, deja a tu novia y ven a jugar con nosotros! -gritó divertido Kazutora.
- ¡No es mi novia! -gruñó irritado soltándome para irse con ellos.
- ¡Pero lo seré!
- ¡Jamás lo seremos, Murakami!
- ¡Ya lo veras, luego me rogarás por un beso!
- ¡Murakami-chan! -chilló Emma sonrojada por lo dicho.
Reí un poco y me fui a sentar en el columpio junto a la rubia mientras nos balanceábamos levemente y veíamos como los varones jugaban al futbol a unos metros de nosotras.
- Puedes llamarme por mi nombre -le dije balanceándome un poco- Después de todo somos amigas, y cuando dices mi apellido parece que soy una anciana.
- Entonces tú igual, Keina-chan -sonrió dulcemente.
- De acuerdo, Emma-chan -suspiré sonriente.
Dirigí mi vista hasta los niños y un pequeño rubor se pintó en mis mejillas de solo verlo.
- No puedo creer que te guste Baji -comentó a mi lado- Es tan... él.
- Es por eso que me gusta -sonreí embobada mirándolo- Porque es él.
¡Míralo tan lindo, incluso es bueno para el deporte, no espera menos de mi amor! No importa que esté sudando, también se ve perfecto asi ¡Que se quite la camiseta, asi le será más fácil!
Vi como Baji pateaba la pelota con fuerzas hacia cualquier lugar que no era el arco y rompía la ventana de un auto.
- ¡Murakami pervertida! -me gritó con un gran rubor.
- ¡No lo siento, es inevitable! -me defendí.
- ¡Corran! -dijo Manjiro divertido y saltando sobre la espalda de Draken- ¡Vamos Kenchin, que no nos atrapen!
- ¡No hagas eso Mikey! -se quejó cuando el Sano balanceó sus piernas.
- ¡Odio a los niños, siempre arruinan todo! -soltó Emma poniéndose de pie y tomándome de la mano para huir juntas.
Lancé unas carcajadas y entre todos salimos corriendo mientras escuchábamos los gritos enfurecidos del dueño del auto.
Fue la mejor tarde de mi vida. No solo conocí a la linda Emma, sino que a los miembros fundadores de ToMan ¡Y también pude ver a mi favorito un día que no es de escuela!
A paso lento pero seguro, mi plan está desarrollándose bien.
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