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» Capítulo 6

Tarareaba una canción con felicidad mientras meneaba mi cadera frente al espejo. El nuevo uniforme me quedaba asombroso y no podía esperar para ver a mi favorito.

Terminé de peinar mi cabello con una media coleta y le coloqué un pequeño lazo del mismo color del uniforme, finalmente di una vuelta coqueta para verme por completo y asentí satisfecha.

- No se podrá resistir a mis encantos -guiñé un ojo a mi reflejo- Fua, más linda soy, me amo y él me amará.

Con una sonrisa y un pequeño rubor, salí de mi habitación con mi bolso colgando en mi hombro.

- Hasta que al fin apareces -bufó Kiyoshi en los pies de las escaleras- Llegaremos tarde, andando.

- Tú quisiste acompañarme, no fastidies -pasé de largo con la cabeza en alto- Molesto.

- Agh, solo quiero ver que llegues bien y nadie te moleste -suspiró desviando su rostro para que no lo vea.

Pero el pequeño rojo en sus orejas me dijo que estaba avergonzado por lo que dijo, asi que no dudé en sonreír maliciosamente y picar su hombro con diversión mientras caminábamos al auto.

- Awwwwww, tan divino -dije con fingido encanto.

- ¡¿Sabes qué?! ¡Nunca más te diré algo lindo, vete a la...!

- Sin malas palabras -interrumpió Gina desde atrás.

- Tenemos que lavarte la boca con jabón, hermano -negué decepcionada- No puedo creer que seas mi ejemplo ¿asi te comportas enfrente de tu hermanita?

- No creas que no te escuché a ti también, Nana.

- ¡Ja! -se burló Kiyoshi.

Le saqué la lengua y me subí al auto junto a él luego de que Gina se despidiera de nosotros ya que ella se va en un auto aparte.

Abrochamos nuestros cinturones y dejamos las peleas para después, el viaje en auto siempre debe ser en silencio y en paz, asi que cada uno se coloca audífonos o lee algo hasta llegar a nuestros destinos.

En mi caso, yo bajé la ventanilla y me dediqué a ver el paisaje hasta llegar a mi nueva secundaria, pues primero me dejarán a mi y luego a mi hermano.

¿Qué estará haciendo Baji-san? No lo he visto desde aquella vez, pero hoy por fin podré bendecir mis ojos cuando vea su perfecto rostro. Mi corazón salta de alegría de solo pensar en él, quiero colocar un gran parlante en Japón y gritar lo magnifico que es ¿Cuándo se enamorará de mi? No soy paciente, quiero decirle todo lo que guardo en este momento y que sepa que mi pobre pero fuerte corazoncito le pertenece.

Un suspiro lastimero salió de mi boca mientras apreciaba el cielo mañanero de Japón, pero rápidamente me recompuse al ver como Yoshi me extendía una paleta sin mirarme.

Sonreí y recibí el dulce, metiéndomelo en el bolsillo de mi chaqueta para comérmelo luego, pues ya llegamos a mi secundaria.

- Oye -me llamó antes de bajarme- Si alguien te dice algo, no dudes en romperle la nariz.

- Es mi primer día, no pudo hacer eso -negué como si estuviera demente ¿cómo me puede pedir algo tan salvaje? - Dame otro método que no sea tan obvio.

- Entonces has que se sienta la peor basura del mundo y un completo inútil -se encogió de hombros- Las palabras suelen ser más hiriente y no se curan con facilidad como los golpes.

- Buen consejo -asentí con mi pulgar arriba mientras abría la puerta- Cuídate, nos vemos en casa.

- Si, como sea -sacudió su mano desinteresadamente- Tú igual cuídate.

Bajé del vehículo y agité mi mano para despedirme del señor Mako. Cuando el auto se alejó giré mi cuerpo hacia la entrada de la secundaria, donde inmediatamente recibí la mirada de algunos.

¿Qué? ¿Acaso no han visto a una niña tan linda? No, porque todavía no me conocían.

Reí internamente como una villana arrogante y restregué mis manos entre si, pero por fuera me mantenía impasible mientras caminaba con tranquilidad hasta la dirección.

- Buenos días -ingresé con lentitud, pues la puerta estaba abierta.

- Buenos días ¿qué busca, señorita? -me preguntó una señora muy amable.

- Me llamo Murakami Keina -me presenté con una pequeña reverencia- Fui transferida el día de hoy.

- ¡Oh, si! -sonrió- Por favor, acompáñame a tu nuevo salón, las clases están por empezar.

Seguí a la mujer pos los pasillos mientras veía a los estudiantes de mi alrededor, algunos se sonrojaban y otros se sorprendían.

- ¿Ella no es la patinadora juvenil?

- Escuché que obtuvo el primer puesto en la última competencia.

- Es igual de hermosa que su hermano mayor, Kiyoshi-san.

- Su familia es una de las más prestigiosas de Japón ¿qué hace en una secundaria como la nuestra?

- Es cierto, pensé que estaría en el colegio de señoritas de Japón.

Rasqué mi nariz con mi dedo mientras una sonrisa arrogante aparecía en mi rostro tras escuchar los murmullos. Soy tan genial.

Pero rápidamente eliminé mi gesto cuando recordé que cambié de escuela solo para estar junto a Baji. Ugh, ojalá nunca lo sepan.

- Este es tu salón, Murakami-chan -me indicó señalando la puerta- Cualquier cosa que necesites, no dudes en pedírmelo o algún maestro.

- Gracias por guiarme -me incliné levemente con respeto.

El timbre para ingresar a clases había sonado hace poco, asi que todos los pasillos se vaciaron en un segundo, dejándome completamente sola.

Toqué la puerta y rogué porque Baji esté dentro, hice un gran esfuerzo para no pensar en su magnificencia para que no supiera que estoy aquí.

- Debes ser Murakami Keina -fue lo primero que dijo el profesor que me atendió- Adelante.

Con un pequeño tic por su tono, ingresé al salón y me coloqué enfrente de todos sin ningún miedo.

- Escuchen, estudiantes -silenció el profesor- Ella es su nueva compañera, estudiará con ustedes a partir de este periodo escolar, asi que sean amistosos con ella.

- Buenos días -sonreí cálidamente- Mi nombre es Murakami Keina, es un placer poder compartir clases con ustedes. Estoy a su cuidado, por favor cuídenme bien -finalicé reverenciándome.

- Tu asiento está al lado de Baji Keisuke-kun -me dijo el mayor para luego mirarlo- Por favor, levanta tu mano para que tu compañera sepa quien eres.

Mis mejillas se sonrojaron al verlo y mi corazón comenzó a bombear rápidamente.

¡Que hermosa manera de iniciar la mañana! Maldición, incluso cundo parece odiarme a muerte se ve tan perfecto ¡Lindo, lindo mi amor!

- ¡No soy tu amor! -gritó de repente, poniéndose de pie y golpeando la mesa con sus manos.

- ¿Ocurre algo, Keisuke-kun? -preguntó el maestro.

- N-no -respondió sonrojado mientras se sentaba nuevamente.

- Ahora ya sabes tú lugar, Murakami-chan -suspiró el mayor.

- Gracias por su amabilidad.

Con una sonrisa complacida caminé a pasos bailarines hasta el lado izquierdo de Baji, donde me senté y saqué mis útiles como si no supiera nada.

- Tuve que sospechar que algo tramabas cuando desde hace una semana no escuchaba tu molesta voz -murmuró hacia mí sin poder borrar el sonrojo que adornaba su bellísimo rostro- Pero justo hoy en la mañana te escuché, maldita loca.

- Me hieres -contesté con fingida ofensa- Yo solo busqué una escuela mixta y mi hermana escogió esta.

- Mentirosa -bufó apoyando su barbilla en su mano.

Mierda, incluso con apariencia aburrida es jodidamente lindo.

- Deja de mirarme -ordenó enojado sin quitar su vista del pizarrón.

- No existe una ley que me prohíba apreciar las obras de arte -devolví con una sonrisa tranquila.

Solo recibí un gruñido de su parte y pude sentir como una imaginaria cola de perro salía de mi para menearse con cariño.

Por esta vez te dejaré en paz asi te concentras en tus estudios. Pero ni pienses que olvidaré mi propósito de salvarte, y para eso necesito estar junto a ti lo más que pueda.

Y fue asi como decidí centrarme en las primeras horas de clases, cuando se trata de estudios me gusta prestar atención, no por algo fui la mejor en mi anterior vida.

Durante los recesos fui muy bien recibida por las niñas de mi salón, me invitaron a comer con ellas en el patio e incluso se ofrecieron a enseñarme en caso de que yo no entienda algo debido a mi tardanza en la escuela.

Y en ese momento, luego de comprar una deliciosa leche de fresa junto a unas galletas de avena, ingresé a mi salón para ir hacia mi asiento, pues tendríamos matemáticas.

- Hola, Baji-san -lo saludé con una sonrisa mientras le extendía el paquete de galletas- ¿Te gustaría comer una?

- No -respondió rápidamente abriendo su cuaderno de matemática- No me gusta la avena, es asquerosa.

- Tienes razón -inmediatamente lancé el paquete por la ventana a mi lado. Creo que escuché un quejido en la planta baja, pero meh.

Baji me miró con la ceja elevada y yo solo le sonríe, siendo ignorada cuando el maestro de la materia correspondiente llegó.

- Si necesitas ayuda, puedes pedírmela -le susurré.

- No quiero nada de ti, desaparece -gruñó.

Ya no es un gatito, sino un perrito ¡No importa, sigue siendo maravilloso, tan hermoso mi bebé!

- Deja de hacer eso -masculló con las orejas rojas- No soy ni un gato ni un perro, mucho menos tu bebé.

- Lo entiendo -sonreí divertida- Pero acostúmbrate, porque lo serás.

- Jamás seré algo de ti más que un compañero de clases -devolvió con una sonrisa maliciosa- Asi que acostúmbrate, Murakami.

Acaba de decir mi apellido. El amor de mi vida sabe como me llamo. Creo que ahora puedo morir en paz luego de escuchar mi apellido de su preciosa boca.

Dentro de mi cabeza había pequeñas Keina's corriendo de un lado a otro intentando apaciguar el fuego que había en esa sala imaginaria.

Mi cara se tiñó de rojo por completo y lo único que atiné fue girar mi rostro y cubrirlo con mi cuaderno.

No puedo creer que se emocionara solo porque dije su apellido, era obvio que lo sabría si toda la escuela está atenta a ella -pensó Baji suspirando irritado y viéndola de reojo- Incluso dice que está enamorada de mi pero nunca la he visto, seguro está mintiendo para obtener algo... Pero también escucho sus pensamientos sobre mi, entonces ¿será verdad...?

El calor en mi cara no disminuía, pero debía centrare en la clase, asi que no me quedó de otra que bajar el cuaderno y comenzar a solucionar los problemas matemáticos.

Mi concentración estaba en su punto más alto, tanto que me olvidé de la situación anterior, pero escuchar un quejido molesto me sacó de mi burbuja.

Giré mi cabeza hacia mi lado derecho y pude observar como un Baji frustrado intentaba resolver los ejercicios.

- ¿Necesitas ayuda, Baji-san? -pregunté amable.

- No.

- Ok.

Solté una risita divertida, parecía un gato callejero y arisco ante el toque humano.

- Recuerden que este tema irá al próximo examen -comentó el maestro- Asi que recuerden estudiar bien ya que también contará casi un setenta por ciento de la nota.

Keisuke se sobresaltó en su asiento y chasqueó la lengua, molesto de escuchar tales palabras.

Internamente sonreí maliciosamente y terminé de resolver el ultimo problema para ir a mostrarle mi cuaderno hacia mi profesor.

- Has acabado rápido -me dijo colocándose sus lentes y viendo con atención las hojas- Muy bien, parece que no está tan atrasada con los estudios para haberse cambiado de escuelas repentinamente.

- Gracias por sus palabras -sonreí recibiendo el cuaderno.

Fui nuevamente a mi asiento y giré todo mi torso hacia el lugar de Baji, donde una sonrisa de superioridad se pintó en mi rostro mientras le mostraba todos mis ejercicios perfectamente resueltos.

En respuesta, Keisuke chasqueó la lengua y me ignoró para concentrarse en sus propios problemas matemáticos.

Madre mía, ese perfil lo hace sumamente atractivo y su cara de concentración es tan encantadora. Tal vez no deba ayudarlo para asi deleitarme con ese estado suyo, incluso enseñarle me quitaría tiempo para verlo, pero mi nene no podrá aprobar si va mal en las materias...Mmmm que difícil decisión.

- ¡Agh! -gruñó dándose vuelta hacia mi, logrando sobresaltarme ante su acto brusco- Ayúdame con matemáticas, p-por fa-favor -pidió avergonzado.

Mi corazón sintió una hermosa calidez cuando sus mejillas se ruborizaron tenuemente y su expresión era una avergonzada.

- Claro que te ayudaré, Baji-san -respondí acercando mi silla a su mesa, para asi apoyar mi barbilla en mi mano y mirarlo con una sonrisa- Yo siempre te apoyaré en lo que sea, asi que puedes decirme todo lo que necesites, Baji-san.

-... Solo quiero ayuda en matemáticas -chasqueó la lengua volviendo a mirar su cuaderno.

- ¡A tus órdenes! -rei, sintiendo nuevamente la cola de perro menearse de alegría.

Muy bien, primer paso para acercarme a él completado.

⭑✦⭑

¿Qué estará haciendo Baji-san? No lo he visto desde aquella vez, pero hoy por fin podré bendecir mis ojos cuando vea su perfecto rostro. Mi corazón salta de alegría de solo pensar en él, quiero colocar un gran parlante en Japón y gritar lo magnifico que es ¿Cuándo se enamorará de mi? No soy paciente, quiero decirle todo lo que guardo en este momento y que sepa que mi pobre pero fuerte corazoncito le pertenece.

El chico tosió fuertemente al escuchar aquella vocecita en su cabeza, incluso su vaso con bebida cayó al suelo.

- ¿Estás bien? -le preguntó Ryoko palmeándole la espalda- Debes tomar con calma, ya te lo dije Keisuke, o sino mancharás el uniforme que acabo de lavar.

- L-lo siento -dijo recuperándose, pero sin borrar su sonrojo.

- ¿Qué te tiene tan distraído? -cuestionó yendo a lavar algunos platos- Desde hace días estas asi de raro, te sorprendes de la nada y te sonrojas sin motivo, ni siquiera tienes fiebre.

- No es nada -gruñó avergonzado.

- Si tú lo dices -suspiró sin querer presionarlo- Pero sabes que puedes decirle lo que sea ¿verdad, Keisuke?

- Lo sé, mamá -sonrió.

Por dentro, Baji tenía tantas ganas de lanzarle algo en la cara a esa niña. Pensó que si no la veía más desde aquella vez por fin podría tener paz, mucho más al no escucharla desde hace una semana ¡pero había vuelto y es muy molesta!

Pero lo que más lo intriga es que ella siempre le profesa su amor de diversas maneras, y eso no sabe como tomárselo ¿cómo podría enamorarse de él cuando nunca se vieron?

Es absurdo y ruega no verla nunca más.

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