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» Capítulo 4

Eran finales de mayo y eso significaba que estaba el verano en Japón se estaba acercando.

Y yo odio el verano. Detesto el sol, quemarme, sudar, los mosquitos, las molestias y la picazón.

La única manera de saciar mi calor era comer un gran helado de limón. Y si bien podía mandar a alguien que lo comprase para mi, hoy tenía ganas de caminar sin tener que soportar a Kiyoshi, está entrando a la adolescencia y es un completo grano en el trasero tener que soportar sus cambios de humor.

Mis ojos celestes estaban cubiertos por unos geniales lentes de sol en forma de corazón con marcos color amarillos, vestía un vestido blanco con girasoles estampados que me llegaba hasta las rodillas, tenía sandalias amarillas y mi cabello estaba recogido en dos pequeñas trenzas sujetadas con lazos blancos.

Ajusté mis lentes en el puente de mi nariz y continué caminando hasta encontrar un puesto ambulante que venda helados.

- Bingo -sonreí feliz al localizarlo cerca de un parque.

Apuré el paso y en unos segundos estaba haciendo fila detrás de dos niños.

- Hola, señorita -me sonrió el vendedor cuando fue mi turno- ¿Qué desea?

- Mmmmm -coloqué mi dedo sobre mi barbilla mientras veía los helados disponibles- Es muy difícil elegir, todos son muy buenos ¿Cuál me recomienda?

- ¿Yo? Pues...

- ¡Oye, apúrate, no tengo todo el día!

Una vena se marcó en mi frente ante el grito que interrumpió al señor de una manera muy maleducada.

- ¿Acaso no me escuchas, niña?

Giré rápidamente hacia el individuo que me molestó ni bien comenzaba la tarde, más que dispuesta de soltarle un repertorio de insultos por ser una persona irrespetuosa e impulsiva que va gritándole a todo el mundo.

Sin embargo, al momento de enfrentarme con quien se supone que discutiría hasta hartarme, no fui capaz de hacer nada.

Mi mirada celeste se no despegaba de esa persona ni porque hubiera un terremoto en ese mismo momento y las palabras insultantes que tenía preparadas se quedaron atoradas en mi garganta.

Mi corazón latía rápidamente y el calor de mis mejillas aumentaba junto a una alegría inexplicable.

Nunca se me pasó por la cabeza esta loca situación. Porque ahí, justo enfrente de mis ojos, estaba alguien que pensé que solo existía en la ficción.

Su presencia era inconfundible para mi. Su sedoso cabello azabache corto por su edad de momento, sus brillantes ojos marrones y sus preciosos colmillos que se mostraban al sonreír eran un espectáculo digno de tatuármelo en medio de mi frente.

- ¿Esto es real? -pregunté sin salir del asombro.

- Claro que es real -responde con la poca paciencia que lo caracteriza- Ahora apúrate, quiero comprar helado.

- ¡Keisuke! -ignoré su enojo como una campeona y pronuncié su nombre con maravilla mientras un aura rosa me rodeaba.

¡No puedo creerlo, tengo enfrente a mi personaje favorito de Tokyo Revengers!

¡Es tan lindo, su ceño fruncido solo lo hace más bello de lo que ya es y su aspecto intimidante es tan hermoso que quiero mandar a hacer miles de estatuas con esa postura!

- ¡Oye, te estoy hablando! -interrumpe mis pensamientos- ¡¿Cómo sabes mi nombre y me dices cosas asi cuando ni nos conocemos?!

Mi sonrisa no podía ser más grande de lo que ya era. Ahora podía morir en paz (otra vez) luego de apreciar semejante hermosura y que encima me habló ¡A mi, de todas las personas del mundo, él me dirigió la palabra!

- ¿Cómo podría no saber el nombre del amor de mi vida? -dije tomándolo de las mejillas- ¿Cómo puedes ser tan perfecto incluso enojado?

- ¡Estás loca! -se apartó sonrojado- ¡Si no comprarás helado, vete y déjame hacerlo yo!

- ¡Deme todo el carrito de helados! -ordené inmediatamente girando hacia el vendedor.

- ¿Q-qué? -soltaron ambos sorprendido.

- Keisuke quiere helado, asi que le daré todo el que quiera -respondí colocando mis brazos en forma de jarra para luego sonreír ampliamente hacia el chico- Pide lo que desees, yo pago.

- ¡N-no quiero todo un el carrito! -gruñó con el rostro rojo, que seguramente era por el enojo- ¡Déjame en paz, lunática!

- Vamos, señor -ignoré su berrinche y le di la tarjeta negra que siempre llevo conmigo- Ponga el precio y se lo compro.

Pero no pude escuchar una respuesta cuando sentí un agarre en mi antebrazo que hizo que caminara hacia alguna parte alejada del negocio.

- No tengo idea de quien eres, pero deja de hacer eso -dijo tomándome de los hombros- No te conozco, asi que deja de comportarte como si fueses amigos de toda la vida, pareces una loca sacada de un loquero.

Al escuchar sus palabras y verlo realmente furioso, me obligué a pensar con claridad sin dejar de deleitarme con su presencia.

A ver, calmémonos y recapitulemos mi magnifica vida.

Uno, morí, reencarné y lloré como desquiciada cuando supe que renací en 1990 y que todavía no se estrenaba de Tokyo Revengers, mi manga favorito.

Dos, me resigné y decidí esperar a 2017 para ser la primera persona en comprar los capítulos del manga.

Tres, acepté sin ningún problema mi nueva vida en la cual vivo como una princesa mimada.

Todo tranquilo hasta ahí.

Ahora punto cuatro, como toda niña de once años que soy, fui a comprar un helado al lugar más cercano que encontré.

¡Pero resulta que en el mismo espacio que yo existe un personaje que amo más que a mi vida y que pensé que solo lo vería en papel y pantalla!

- ¡Oye! ¡¿Me escuchas?! -gritó ya sin paciencia zarandeándome.

- Shhh mi amor -lo interrumpí colocando mi dedo índice en sus perfectos labios- Adoro tu voz y me encantaría ser lo único que escuche por el resto de mi existencia, pero ahora necesito pensar ¿si, hermoso?

Bien, punto cinco, esto no es un sueño, porque en estos momentos Keisuke me está apretando con fuerza y eso duele, pero ¿a quién le importa? ¡A nadie! ¡Siguiente!

Seis, si Keisuke está aquí, enfrente de mis ojos, eso significa que... Por un carajo, no reencarné en el pasado de mi misma vida como creía, sino que en Tokyo Revengers... Mierda, soy la más grande imbécil, tuve que haber sospechado que nacía en un mundo ficticio cuando vi que tenía cabello rosa ¡alguien real jamás nacería con pelo rosa!

- ¡Seamos amigos! -pedí repentinamente acercándome a su rostro hasta que nuestras narices se tocaron.

Lo he pensado bien. Soy una extra en esta maravillosa creación de Ken Wakui y he tenido la dicha de encontrarme con mi personaje favorito. Cualquier persona se hubiera puesto feliz internamente y no interactuaría con los personajes para no cambiar la historia.

¡Pero yo no soy cualquier persona y me importa un pepino!

Tuve mucho coraje y tristeza cuando leí como Baji se quitaba la vida por el bien de sus amigos sin poder ser feliz realmente. Y ahora que lo tengo enfrente de mi me he dado cuenta de la razón por la que tuve otra oportunidad de vivir.

Salvaré a Baji Keisuke a como dé lugar, aun si en el manga tiene un final feliz. No quiero que él tenga que pasar por todo eso y yo saber en un futuro por las noticias que falleció.

Además, le ahorraremos el trauma a Takemichi y Manjiro de ver tantas muertes.

¡Muy bien Keina, hora de convertirte en una heroína!

- ¿Q-qué? -soltó aturdido.

- Me pareces un buen chico -respondí sacándome los lentes y dándole una mirada tímida- Quiero ser tu amiga.

- ¡No! Recién nos conocemos, es absurdo -se negó cruzándose de brazos- Es más, ni siquiera se porque estoy aquí perdiendo mi tiempo contigo.

- ¡Por favor! -rogué con carita de perro mojado y juntando mis manos sobre mi pecho- ¡Es muy pronto para ser novios, asi que por ahora quiero ser amiga de Keisuke!

- ¡¿N-novios?! -repitió sonrojado hasta las orejas para luego darme la espalda y caminar lejos de mi- ¡Ni loco, y deja de llamarme por mi nombre, lunática!

- ¡Ok, ya no te llamaré por tu nombre de pila, asi que no te vayas!

Lo seguí desde atrás hasta colocarme enfrente suyo y asi impedirle el camino.

No dejaré que se vaya tan fácil, incluso si debo apegarme a él lo haré, pero voy a salvarlo a como de lugar.

- Baji-san -me corregí con una sonrisa gatuna- ¿Si te invito un helado podremos ser amigos?

- ¿Por qué quieres ser mi amiga? -gruñó irritado.

¡Incluso con el ceño fruncido es perfecto, parece un gatito! ¡Ay mi bello gatito Keisuke, te adoro, prometo cuidarte con mi vida! ¡Tan lindo!

- ¿Qué dijiste?

- ¿Qué dije? -incliné mi cabeza al no entender el motivo de su pregunta.

- Agh, ya hasta siento que escucho cosas -chasqueó la lengua y se despeinó el cabello- Deja de molestarme, ya no quiero un helado asi que piérdete.

No puedo creerlo, su pelo oscuro brilla más que el universo y mi futuro juntos ¡tal y como lo esperaba de mi favorito!

- ¡Oye, deja de elogiarme! -me gritó enojado con un sonrojo en las mejillas.

- ¿Elogiarte? -repetí confundida, que yo sepa todo lo anterior lo dije en mi mente- Pero si no he dicho nada.

- ¡Si lo has hecho! -me señaló acusatoriamente- ¡Antes dijiste que parecía un gatito y ahora dices que mi pelo brilla mucho!

Una tonta expresión de incredulidad se pintó en mi rostro.

Es imposible que el amor de mi vida esté escuchando mis pensamientos, es decir, por más genial y asombroso que sea mi bello ángel, es absurdo que logre algo asi, ni que tuviésemos poderes mentales.

- ¡No soy el amor de tu vida ni tu bello ángel, ni siquiera te conozco!

- ¡Ah! -grité sorprendida tomándolo de los hombros- ¡¿Acaso si me escuchas?!

- ¡Si, pero por alguna razón tu boca está cerrada! -se separó de mi.

Oh, carajo.

Cubrí mi boca incrédula y retrocedí unos pasos ante la posibilidad que Keisuke si escuche mis pensamientos.

- Baji-san, no sé que ocurre, pero lo averiguaremos -lo miré con una sonrisa emocionada- Vamos.

No me interesó sus quejas y lo agarré de la mano para arrastrarlo hasta debajo de un árbol del parque. Cuando me aseguré que no había nadie cerca, lo hice sentar despreocupado en el césped y yo me coloqué de rodillas debido a mi vestido.

- ¿Ahora qué? -gruñó cruzándose de brazos.

- Esto es loco, pero creo que puedes escuchar mis pensamientos -comenté seria.

- Lo único loco que hay aquí eres tú -negó sin creerme- Es imposible hacer algo asi.

- No perdemos nada intentándolo -apoyé mis manos sobre el pasto y me incliné hacia él- Lo hagamos.

- ¡Está bien, pero no te acerques! -ordenó empujando mi rostro hacia atrás.

No dudé ni un segundo en besar la palma de su mano, haciendo que la quite inmediatamente con un sonrojo y limpiándola en su camiseta azul.

- Muy bien, empecemos.

Ok, pues... ¿qué pienso? Suelo maquinar la cabeza todo el día pero ahora no sé que hacer... ¿pienso en comida? Me gusta la comida (pero no más que Baji) ¡Oh, recuerdo que hoy Gigi-nee traerá lasagna para cenar! Que rico, de solo pensar en pasta se me hace agua la boca ¿qué comeremos mañana? Cierto, Hayate-san vendrá a visitarnos, asi que deberemos comer algo con verduras ya que él es vegetariano...

- No se si estás pensado en algo raro por tu expresión, pero no tengo idea de lo que piensas -me interrumpió Baji- Te lo dije, es imposible hacer algo asi.

- ¿Pero entonces como supiste lo anterior? -pregunté intrigada- Estoy segura que no lo dije en voz alta.

- Capaz no te diste cuenta.

Baji apoyó su peso en sus codos cuando se tiró hacia atrás y su mirada filosa me miró con atención y precaución, haciendo que un gran sonrojo crezca en mi.

Mierda, es tan lindo el hijo de su bellísima madre. Mira esos ojos marrones, son tan magníficos que quiero verlos toda mi vida hasta quedarme ciega, porque me niego a pestañear.

Encima esa posición lo hace más bonito de lo que ya es, odio esta maldita época que no hay celulares con mejores cámaras para fotografiar a tremenda obra de arte. No me queda de otra que apreciarlo con devoción para grabarme en la retina su imagen.

- ¿B-bonito? -susurró tapándose la boca con una de sus manos- ¡No digas eso, es vergonzoso!

- ¿Si escuchaste eso? -me sorprendí ante su confirmación- Si no puedes escuchar esos pensamientos, tal vez debes escuchar lo que dice mi corazón.

- ¡No lo sé!

- ¡Pues lo intentemos!

Demonios, no puedo decir algo de él en este momento, me desconcentro con simplemente verlo. Es que ¿cómo no? Su camiseta azul le queda jodidamente bien y su pantalón corto negro deja ver sus magníficas piernas. Agradezco a su preciosa madre por crear semejante hombre.

- ¿Me queda bien el azul? Mikey dijo que no -se miró a si mismo, pero luego negó frenéticamente mientras se levantaba- No puedo creerlo...

- ¡Entonces si es verdad, Baji-san! -me coloqué de pie con una gran sonrisa en mi rostro- Puedes saber lo que piensa mi corazón sobre ti ya que son sentimientos sinceros.

- ¡Agh, que molesto es esto! -se desordenó los cabellos- ¡No quiero escuchar a un chicle que me alaga hasta cuando respiro!

- ¿Chicle? -repetí como idiota mientras me señalaba la cara.

- ¡Adiós! -dijo dándose la vuelta para irse.

- ¡No podrás ignorarme para siempre, Baji-san! -le grité desde mi lugar, colocando mis manos alrededor de mi boca- ¡Haré que te enamores de mi, asi que prepárate!

- ¡Estás loca!

- ¡Por ti!

- ¡Piérdete!

Resoplé viéndolo irse del parque sin comprar su helado. Esto será difícil, pero no me rendiré tan fácil.

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