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» Capítulo 39 (guiño guiño)

Aquí el capítulo para que dejen de llorar, marranos. Es medio largo, así que espero se lo lean completo y lo disfruten, los adoroooo 😈💜

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Sus celestes ojos brillaron con desagrado y la tapa del libro que sostenía en su mano derecha se apretó con enojo.

Hace no menos de cinco minutos había sonado el timbre del receso y, ya que no tenía nada que hacer, se dirigió a la biblioteca para buscar aquel libro de historia antigua que le recomendó Kazutora. Keina se alegró al encontrarlo, ya que ahora podría conversar con su amigo sobre los antiguos emperadores de Japón, un tema que a él le gustaba.

Sin embargo, una vez lo tuvo entre sus manos y se dió vuelta, tuvo la desgracia de ser alcanzada por un estudiante. Los brazos del tipo estaban a cada lado de su cabeza, atrapandola entre la estantería y el cuerpo cuerpo de él. Y desde hace unos dos minutos que el pelirrojo estaba hablándole sin parar, más ella no le prestaba atención alguna, solo lo miraba con repudio e irritación.

Este debe ser el idiota que ingresó este año, si no no se explica cómo es que está coqueteandome ahora. Es decir, no hay persona en la escuela que no sepa que estoy enculadisima con Keisuke ¿debería tatuarme su nombre en algún lado visible? El cuello puede ser, pero a él no le gustan los tatuajes...

- Bueno, por lo que deduje, quieres que salga contigo ¿no? -lo interrumpió, pero ni siquiera lo dejó contestar- Pues no quiero, piérdete.

El pelirrojo frunció el ceño con rareza y enojo cuando ella lo empujó a un lado. Pero él no estaba acostumbrado a que lo rechacen, no, claro que no, él siempre obtenía lo que quería. Y también tendría entre sus manos a la chica más codiciada de ese lugar.

Ni bien Keina dió dos pasos para irse, sintió como era tomada por su cintura para luego pegar su espalda al pecho del estudiante.  de verdad lo iba a dejar pasar, el chico no tenía la culpa de no saber que ella tenía novio y que el mismo era conocido por agarrarse a pelear con cualquiera que se le acercara con otras intenciones.

Sin embargo, cuando sintió como el estudiante besaba su oreja y su cintura era acariciada con pasión, no dudó en darse vuelta y estampar con fuerza el libro de tapa dura en la mejilla del ojiverde. Y para ella eso no fue suficiente, sino que le sumó una patada en el centro del estómago.

- Estás jodido -habló enojada levantando el libro sobre su cabeza, lista para golpearlo nuevamente.

- ¡¿Qué es todo esto?!

Keina se congeló al escuchar la voz de la profesora de matemáticas, por un momento se había olvidado dónde estaba; aunque tampoco le interesaba mucho, no importa quien fuera o donde estuviera, si alguien se quería sobrepasar con ella no le saldría barato.

Elevó sus ojos para ver a su profesora, quien mantenía un rostro sorprendido ya que no se esperaba ser espectadora de los golpes de la pelirosa. Es decir, era una estudiante modelo, nunca esperaría verla golpear con tanto "salvajismo" a alguien.

Antes de que Keina pudiera explicar la situación, vio como al lado de la mujer apareció su tan perfecto novio con sus manos en los bolsillos de su pantalón y una expresión sumamente tranquila e inocente, tanto que a Keina le dió mala espina.

- ¿Keisuke? -murmuro al verlo caminar hacia el pelirrojo.

Baji la miró por unos segundos tras ponerse justo al lado del otro estudiante. Solo bastó su traviesa y malvada sonrisa para que ella supiera lo que iba a hacer. Y es que, si ella caía, él caería con ella.

Aunque ni siquiera le dió tiempo a detenerlo, pues el pie de Baji se estrelló con tanta fuerza y velocidad en la cabeza del pelirrojo que la estantería casi se cae al suelo, aunque algunos libros no corrieron con la misma suerte.

-¡Ambos, castigados! -ordenó la profesora- ¡Tan solo falta un mes para que terminen la secundaria y se meten en problemas! Podía esperarlo de Baji-kun, pero no de ti, Murakami-chan -suspiró para tranquilizarse mientras ayudaba a su sangrante e inconsciente alumno- Iran a limpiar el depósito de educación física al finalizar las clases.

- Bien -dijeron.

- Espero que reflexionen sobre lo que acaban de hacer, es una lastima que esto quede en sus expedientes.

⸻⭑✦⭑⸻

- Lo limpie hace dos días, así que no tienes que hacer nada -habló el pelinegro ingresando al depósito- Solo duerme las dos horas que nos dieron de castigo.

- ¿Que hiciste hace dos días que no me enteré? -preguntó divertida mientras cerraba la puerta.

- Llegué tarde y salté la valla de la escuela, pero justo caí sobre un profesor -rio malvado tras recordar la situación- No fue algo grave así que no me castigaron tanto.

Keina observó como su novio tiró quien sabe dónde su bolso de la escuela y se recostaba en unas colchonetas que estaban en la esquina bien ordenadas. Al verlo tan despreocupado, copió su acción, acostándose a su lado izquierdo boca arriba.

Ninguno de los dos decía nada. Una porque no sabía de qué hablar y el otro porque estaba aguantandose las ganas de ir y partirle los dedos y el labio a quien se atrevió a pasarse con su novia.

De solo recordar cómo ese bastardo la tocaba por los lugares que solo él recorria, su mandíbula se apretaba y la vena su cuello se hinchaba.

Sabía perfectamente lo encantadora y atrayente que era Keina, es tan hermosa, talentosa e inteligente que era imposible no fijarse en ella. Pero sus geniales características no eran justificación para que te acerques a ella y la incomodes creyendo que puedes hacer lo que quieras.

Tuve que pegarle más fuerte y romperle el cráneo.

Aprovechando que ella estaba desprevenida, Baji se posicionó sobre ella para atrapar sus labios en uno de esos besos lentos y calientes que solo él sabe dar.

No había manera de calmar lo enojado que estaba, odiaba ver cómo las personas querían codiciar lo suyo.

Aunque, mientras la besaba, se preguntó ¿por qué estoy enojado? Si ella solo tenía ojos para él, si ella solo lo ama a él, si ella solo era de él.

Si, es verdad... tú haz lo que quieras, preciosa. Yo sé pelear.

Aún metido entre sus piernas y sosteniéndose con sus brazos, no detuvo el beso, sino que lo intensificó al ladear su cabeza y morder ligeramente su labio inferior.

Las uñas de Keina se aferraron a sus hombros y ambas lenguas se habían unidos inconsciente, como si siempre se buscaran. Sintiendo la respiración agitada de ella, Baji se separó unos segundos para darle tiempo a respirar. Sin embargo, no pudo aguantar sin besarla otra vez, no cuando aquellos ojos celestes brillaban como nunca y sus pálidas mejillas habían tomado un fuerte color rojo.

Al demonio el castigo, al demonio la profesora, al demonio ese hijo de puta, al demonio todo. Solo me puedo enfocar en ella.

Su mano no tardó en posarse sobre uno de sus pechos para apretarlo suave pero firmemente mientras sus labios recorrían todo su cuello y sus clavículas, partes que fueron expuestas entre los besos tras desajustarle la corbata y desabrochar los dos primeros botones de la camisa.

Baji aún recuerda la primera vez que lo hicieron, la primera vez que tuvo el gran honor de tocarla. Keina se había avergonzado por sus pequeño pechos, algo que él nunca entendió ni va a entender. Si nadie iba a verle las tetas más que él ¿por qué se preocupa? Podía tocarlas, lamerlas y chuparlas a gusto, para él basta y sobra.

El suave gemido lo sacó de sus pensamientos al momento en que hizo fricción entre ambas partes inferiores. Él ya estaba duro y podía notar como Keina comenzaba a desesperarse.

Se separó de ella sentandose sobre sus rodillas y no pudo evitar sonreír con orgullo al ver la magnífica vista que tenía debajo. Su novia, esa chica que lo eligió a él por sobre todos los demás, estaba jadeando completamente sonrojada, su cabello desordenado, con las piernas a cada lado de él y con el uniforme hecho un desastre.

Su camisa había sido abierta de par en par , la corbata estaba desajustada y la falda escolar dejaba a la vista su ropa interior; lo único que mantenía en orden eran sus negros calcetines que le llegaban a los muslos, pues sus zapatos volaron quien sabe dónde.

Jamás lo admitiría, pero desde que comenzaron a tener relaciones había sido su fantasía follarla en uniforme escolar. Y es que le quedaba estupendo, era una obra maestra que no se cansaba de apreciar.

- Keisuke... c-creo que debemos detenerlos -dijo agitada manteniendo sus brazos a cada lado de su propia cabeza- Podrían escucharnos y...

- ¿De verdad quieres que nos detengamos? -preguntó cínicamente mientras pasaba su dedo índice por el medio de sus pechos, jugando con sus sostén hasta que lo bajó para liberar sus pechos- Vamos, respóndeme, preciosa.

- Ah... yo... -tartamudeo cuando él tomó su mano y la dirigió a su miembro, el cual resaltaba gracias a los ajustados pantalones escolares.

Baji empezó a mover la delicada mano de Keina para masturbarse sobre la ropa, sacándole unos pequeño gruñidos. Por mientras, con su mano libre, se quitó de un solo movimiento la camisa del uniforme, quedando únicamente en una musculosa deportiva apretada.

- Vamos, amor -sonrió maliciosamente moviendo su mano a sus abdominales para tentarla- Si estás decidida es porque tienes una fuerte voluntad ¿no?

¿Voluntad? Eso se había ido al carajo en el momento en que la besó. No, en realidad nunca tenía algo como eso cuando él estaba presente, mucho menos ahora que parecía una bestia a punto de comer a su presa.

- Si no quieres que nos descubran... -susurró desabrochandose el pantalón y dejando ver la punta de su miembro sobre el elástico del boxer- ... no hagas ruido.

Ella asintio completamente hipnotizada, viendo cómo Baji liberaba su miembro y lo protegía con un preservativo. Cómo la niña buena que era cuando estaba él, abrió sus piernas un poco más y con sus dedos hizo a un lado sus bragas, dejándole ver cómo su apertura ya estaba lista para recibirlo.

Baji tomó su miembro entre sus manos y lo pasó por lo largo de su entrada, mojandolo con los fluidos que soltaba ella. Pero antes de ingresar, tomó la corbata de Keina y la metió en su boca con suavidad.

- Esto me duele más a mi que a ti, pero no quiero que te atrapen -dijo viéndola como mordía la corbata- La última vez casi nos descubre tu hermano ¿no?

Keina se ruborizó por completo y estuvo a punto de reprocharle, pero sus palabras quedaron ahogadas por la corbata cuando su interior fue invadido en una sola embestida, cursando que arquee ligeramente su espalda.

Baji lanzó un suspiro de satisfacción cuando su miembro fue abrazado por ella, tirando su cabeza hacia atrás mientras apretaba los muslos de la pelirosa hasta dejar sus dedos marcados.

Fueron unos segundos lo que les bastó para acostumbrarse el uno del otro, los suficientes como para que Keisuke comience a moverse con fuerza. No podía darse el lujo de degustar a su novia como quería, estaban en la escuela y debía ser rápido.

Los gemidos de Keina eran ahogados por la tela y lo único que podía hacer era lloriquear al sentirlo tocar el fondo de su interior. Sus ojos se cristalizaba ante el placer que recibía, y la boca de Baji en sus pezones no ayudaba, parecía un dulce la manera en la que chupaba y mordía sus pechos. Y como si fuera poco, sus muñecas fueron apresadas sobre su cabeza con una de las manos de él mientras que la otra acariciaba su cuello con adoración.

- Si terminamos así, no me interesaría que castigan más seguido contigo -le susurró en la oreja mientras le sonreía con diversión.

Las embestidas continuaban su veloz y fuerte ritmo, siendo acompañados por los quejidos y lloriqueos de Keina. En un movimiento sin esfuerzo, colocó a la pelirosa boca abajo y la obligó a apoyarse en sus manos y rodillas.

Su grande mano presionó sobre su espalda, haciendo que ella baje hasta que sus tetas quedaron aplastadas por la colchoneta y su trasero al aire. Con la vista que quería, volvió a introducir su miembro de golpe mientras la sostenía por las caderas.

Una nueva serie de embestidas inició y los sonidos solo se intensificaban. El choque entre pieles,los jadeos de Baji y los gemidos ahogados de Keina habían inundado el depósito.

Keisuke dió un fuerte apretón a su trasero, su miembro estaba siendo abrazado con fuerzas. Eso solo lo motivaba más, no había cosa más satisfactoria que ver a su chica llegar a su punto máximo.

Afirmado sobre sus rodillas, la tomó por los brazos y la atrajo hacia él para que su espalda chocará contra pecho, quedando ella sentada sobre él.

- Salta -le ordenó en un gruñido. Esa posición era mucho mejor.

Sintiendo como su novia saltaba sobre su miembro, Baji atrapó su cuello con su izquierda y dirigió la diestra a su punto más sensible para masajearlo rápidamente pero con suavidad.

Ansioso, quitó la corbata y antes de que algún sonido se le escapara movió su cabeza a un lado para unir sus bocas en un candente y sucio beso, dónde sus lenguas se tocaron sin pudor.

Bastaron unos cuantos saltones más para que Baji expulsará toda su semilla dentro del condón y que Keina lo apretara como nunca, ambos soltando un gemido ahogado en la boca del otro.

Keina descansó su cabeza en el hombro de su novio mientras que él la abrazaba con delicadeza sin deseos de separarse.

- Nena ¿estás bien? -preguntó Baji acariciando su cuello y muslo con cariño.

En 30 minutos me acaba de dar la acomodada de matriz de mi vida... Que bendicion.

- Estoy bien -sonrio cansada besando un poco su mejilla- Solo estoy recordando que hay que limpiar ahora que hicimos un desastre.

- Si, y también creo que te daré mi ropa, la tuya se ensucio.

- Está bien, finjamos demencia cuando salgamos de aquí.

- Buen plan ¿luego quieres ir a cenar a mi casa? Mamá preparó lasagna.

- Eso no se pregunta, bebote.

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