» Capítulo 26
- ¿En serio?
- Si, asi como escuchó.
- No me sorprende, todos son iguales.
- Lo mismo pensé yo ¿pero dejarla por la hermana?
- Que bastardo infiel, encima la hermana cero vergüenza, yo la hubiera agarrado de los pelos.
- Si, si.
- Dejen de hablar de la gente, no sean chismosas.
Ambas nos giramos como el ceño fruncido, causando que Keisuke desviara la mirada para subir el cierre de su gran chaqueta. Por mientras, con Ryoko, mi bella suegra, continuamos lavando los platos sucios que utilizamos para la rica merienda navideña.
- Ese pastel estuvo delicioso, Keina-chan –me sonrió secando sus manos con el delantal.
- Me alegro que le haya gustado –dije con un aura rosa rodeándome y copiando su acción- No sabia si hacerlo de red velvet ya que era mi primera vez, pero parece que tuvo éxito.
- La próxima trae un poco.
- Lo que quiera, pero prométame que me preparará ese delicioso café –sonreí sugerente- Y no se olvide de contarme lo que le ocurrió a la verdulera, seguro es algo de alguno de sus hijos.
Me quité el delantal y lo dejé extendido para que se secara, también desaté mi pequeña coleta para dejar mis cabellos rosas sueltos y adornados por una pequeña diadema amarilla.
- ¿Estás lista? –me preguntó Baji esperando en la entrada.
- Si, en un segundo voy –respondía colocando mi chaqueta larga de color blanco con mi bufanda amarilla con pequeños gatitos negros estampados en ella.
- ¿Van a salir? –habló Ryoko- ¿Con este frío y en Navidad?
- ¿No cree que eso lo hace más romántico? –dije subiendo y bajando mis cejas con una sonrisa gatuna.
- Deja de jugar, Keina –suspiró él con un diminuto rojo.
- Está bien, tengan cuidado, no quiero nietos todavía –dijo acariciando nuestras cabezas.
- Oh, y yo que quería –suspiré divertida.
Keisuke gruñó y me empujó fuera de la casa, no sin antes tomar mi gran mochila.
- ¡Hasta luego, Ryoko-san!
No pude escuchar alguna respuesta de ella puesto que mi querido novio cerró la puerta fuertemente, pero lo que si escuché fue el grito de regaño de mi suegra.
- Cuando vuelvas, Ryoko-san te golpeará –dije bajando por las escaleras.
- No debería salir si no fuese por alguien –contraatacó entrelazando nuestras manos y colocándolas dentro del bolsillo de su chaqueta.
Sonreí con alegría y me apegué a su cuerpo mientras salíamos del complejo de edificios y buscábamos su motocicleta.
- Hace frío para ir en moto ¿por qué no vamos caminando? –pregunté tiritando cómicamente viéndolo subirse.
- Si quieres caminar ocho kilómetros, bien –dijo con una sonrisa burlona colocandome su casco.
- Ugh, maldito gato –gruñí subiendo detrás de él.
Rápidamente enrollé mis brazos en su torno y escondí mis manos en sus bolsillos, también me acerqué más y acurruqué mi cabeza en su gran espalda.
Verano, en estos momentos te extraño, porque asi podría ver la espaldota desnuda de mi hombre. Ahora él se cubre hasta la cabeza porque es un gatito y le da mucho frio, asi no puedo ver su cuerpito todo perfecto. Pero lo bueno es que me besa rikiriki y me deja apegarme a él... ah que bendición ¿y si...?
- ¡Keina! –me regañó golpeando mi muslo con su mano, la cual volvió rápidamente al manubrio.
- Le quitas la diversión a todo –dije divertida viéndolo por el espejo retrovisor.
- Eres una pervertida.
- Tú igual, no creas que olvidé esa vez que me...
- Mira, ya llegamos –me interrumpió estacionando la moto en frente de la gran iglesia.
Fruncí el ceño cuando no me dejó terminar y no borré mi expresión de gato enojado cuando él tomó de las axilas y me bajó de la moto con cuidado.
- ¿Kami? ¿Baji?
Ambos dejamos de lado nuestra guerra de ceños fruncidos para girarnos hacia la voz, encontrándonos un mar de cuerpo desmayados y con golpes y con un buen amigo nuestro.
- ¡Feliz Navidad, Ken! –sonreí.
Caminé hacia él esquivando con cuidado a los hombres heridos, quienes eran miembros de los Black Dragons. Aunque no fue el mismo caso que Keisuke, él saltaba sobre ellos sin problemas.
- Feliz Navidad, Kami –habló Draken acariciando mi cabeza como un cachorro para luego chocar puños con el pelinegro- Feliz Navidad para ti también, Baji.
- Los hiciste mierda –sonrió orgulloso señalando detrás de nosotros.
- No fueron nada, son todos unos maricas –suspiró- Pero ustedes ¿qué hacen aquí? Pensé que harían alguna cosa empalagosa, no metidos aquí.
- Y yo pensé que estarías confesándotele a Emma –contraatacó Baji, pero recibió un golpe en la nuca.
Hice una O con mi boca y la cubrí con mi mano viendo como ambos estaban a punto a golpearse mutuamente, pero las puertas de la Iglesia se abrieron e impidieron que dañen la hermosa cara de mi favorito.
En lo alto de las escalaras se encontraban Kokonoi junto a Taiju arrodillado. Y por alguna razón, este último estaba mucho más herido que lo que se muestra en el manga.
- ¡¿Qué pasó aquí?! -gritó el Shiba.
- ¿Están listas las cosas por allá? -preguntó Draken- ¿Le avisarías a Mikey? Yo estoy listo aquí afuera, tambien vinieron invitados, algo molestos pero no se puede hacer nada.
- ¡Oye! -gruñó Baji.
Los tres subimos las escaleras para ingresar, pero yo me quedé de pie enfrente de Koko y Taiju, viendo a este último con tristeza al oírlo hablar.
-... Tú eres uno de ellos, eres de ToMan y me lo ocultaste. Pensé... pensé que de verdad éramos amigos, mi primera amiga.
- Cuando nos conocimos ¿me podías asegurar que no me atacarías? -devolví serena hincándome en una rodilla ante él- De verdad lamento haberte ocultado algo como eso, pero yo de verdad quiero ser tu amiga, solo deseaba conocernos y relacionarnos sin saber nuestros bandos, porque de esa manera podíamos construir una bonita amistad sin juzgarnos.
- Pero tú sabías que era el líder de los Black Dragons -dijo viéndome a los ojos.
- Y aun asi, estoy aquí contigo ¿qué demonios tiene que ver las cosas diferentes de la persona para ser amigos? Yo tengo de todos los colores, y mira que yo no soy alguien normal -bromeé.
Al verlo callado y con la cabeza abajo, solo suspiré sonriente y me quité la mochila para dejarla en el suelo. Mientras tarareaba abrí el cierre y saqué algunas cosas, siendo algunas vendas con un tupper lleno de galletas, el cual se lo extendí al Shiba con una gran sonrisa.
- Feliz Navidad, Taiju-san -dije.
Él me miró sorprendido, y con dificultad pude ver como sus iris brillaban ligeramente, pues sus párpados están hinchados. Y sentí alegría cuando recibió dócilmente el recipiente y lo abrió, encontrándose con algunas galletas decoradas navideñamente.
- ¿Me permites curarte? -pregunté.
- No -respondió inmediatamente- Te ensuciarás las manos con sangre, déjamelo a mi.
- Entonces te dejo esto aquí -le extendí las vendas.
Solo las recibió y mordió una de las galletas, quitándole la cabeza al muñequito de nieve. Suspiré poniéndome de pie y sacudí mis rodillas para observar el panorama, el cual hizo que me pusiera roja de pie a cabeza.
La familia Shiba, los presidentes de ToMan, Mitsuya, el dúo InuNeko, Mitsuya, Chifuyu, Takemichi (aunque estaba inconsciente sobre Takashi) y mi amado novio. Todos ellos me miraban sorprendidos, menos uno, que por el momento ignoraré el aura asesina que lo rodeaba.
Solo entonces, pude observar detenidamente a los bellos hermanos menores Shiba, haciendo que mi corazón se caliente.
Yuzuha y Hakkai no estaban golpeados para nada, no tenían ni un rasguño a comparación de su hermano mayor. Eso me hizo darme cuenta de algo que realmente me generó algunas lágrimas que no salieron.
Taiju no los golpeo dentro de la Iglesia como sucede en el manga. Él no les puso una mano encima a pesar de que ellos lo quisieron matar.
- Lo has hecho asombro, Taiju-san -le susurré con una cálida sonrisa.
Pasé de largo y fui hacia todos ellos con la mochila en mano mientras que la otra la agitaba animadamente.
- ¡Buenas buenas, estrellitas!
- ¿Kami? -pronunció Mitsuya.
- Se supone que Navidad se pasa tranquilitos, pero mírense -bromee.
- ¿Qué haces aquí, Keicchan? -preguntó con una pequeña sonrisa Mikey.
- Tengo un radar para localizar problemas -dije abriendo mi mochila y entregándoles a cada uno un chocolate grande- Y supe que estarían metidos en algo, los conozco.
- A Taiju le diste galletas ¿por qué a nosotros nos das un dulce? -habló Koko quejándose, pero aun asi lo recibió.
- No lo comas si no quieres.
- Gracias -asintió Inupi suavemente.
- ¿Cómo los conoces, Kami-san? -preguntó Chifuyu con un aura oscura rodeándolo, parecía un gatito con pelo erizado, y a su lado también estaba Keisuke en la misma situación.
- Por obra del destino y unas cuantas galletas -respondí sencilla.
Al momento de entregar la golosina a los hermanos Shiba, una mini Keina saltaba por todas las paredes de una habitación mientras lloraba brillitos.
Estoy enfrente de mi personaje femenino favorito.
Gente, no doy más, es hermosa, mi corazón no soporta estar cerca de ella.
No miento, si Baji no me correspondía me iba a ir con ella, porque por algo juego para ambos equipos.
- Buenas noches -sonreí como si nada- Me llamo Murakami Keina, es un placer conocerte Yuzuha-san.
- ¿Cómo sabes mi nombre? -preguntó recibiendo el chocolate.
- Taiju-san me habló de ti -mentí, pero nadie lo sabría- Él dijo que tiene una hermana fuerte y persistente, también que es cariñosa y amable.
Ella se sorprendió al oír aquello, la entiendo, después de todo no esperarías que tu hermano mayor, a quien le tienes miedo, hablara cosas lindas de ti.
- Tú... tú eres la razón por la cual él... -murmuró sin salir del asombro, pero esta vez sus ojos se encontraban cristalizados- Desde fines de noviembre que él no nos ha golpeado, también comenzó a ir a casa más seguido y no nos gritaba. En cambio, nos preparaba la comida y nos quería enseñar muchas cosas... él, nosotros...
Yo simplemente sonreí sin decir nada.
- Creo que ustedes merecen una conversación seria -dije dándoles la espalda- Espero puedan arreglar sus diferencias como hermanos, pasen una buena noche muchachos.
Al darles la espalda, sentí como alguien me tomaba de la cintura y me cargaba como un saco de papas sobre el hombro.
- Al fin te desocupas -habló Keisuke bajando las escaleras- Adiós, imbéciles, gracias por quitarme tiempo.
- ¡Adiós! -saludé a todos.
- Hasta luego, Keicchan -agitó su mano Mikey con las mejillas llenas de chocolate.
Dejé que Baji me acomodara como una niña en su motocicleta y que me llevara a quien sabe dónde, después de todo, si es con él voy a donde sea.
El viaje duró poco, pero lo disfruté demasiado, más porque Keisuke iba lento y acariciaba los nudillos de mi mano, la cual se aferraba a su torso.
- Llegamos -dijo bajando del vehículo y esperando a que yo hago lo mismo.
- ¿A dónde vamos? -pregunté entrelazando nuestras manos.
- Ya lo verás -me sonrió, mostrando sus lindos colmillos y achinando sus ojos.
Inevitablemente me sonrojé, lo que hizo que él riera divertido por mi reacción y me guiara por quién sabe dónde.
Y tal cual como a una niña, observaba todo lo que nos rodeaba mientras caminábamos a paso lento por un sendero de roca rodeado por árboles llenos de nieve.
No me di cuenta que nos detuvimos hasta que Keisuke se aclaró la garganta, provocando que mirase con atención nuestro alrededor con mis ojos celestes, iluminados por lo que veía.
Nos habíamos frenado, cara a cara, sobre un bonito puente de madera lleno de escarcha que se alzaba sobre un lago congelado.
- Feliz Navidad, Keina -dijo mirándome a los ojos y tomando mis manos para luego besar cada una.
Mi corazón dio un vuelco y mis labios temblaron, señal de que quería llorar. Y es que no podía creer que estuviera viviendo algo tan maravilloso como esto.
- Feliz Navidad, Keisuke -devolví sonriendo con lágrimas en las esquinas de mis ojos.
- Llorona -se burló.
Antes de quejarme, sentí como sus labios se posaron con delicadeza sobre mis párpados, haciendo que cierre los ojos y disfrute de su muestra de afecto.
Un suspiró de tonta salió de mi al momento de sentir como Keisuke besaba todo mi rostro hasta encontrarse con mis labios. Obviamente no me negué y correspondí a su beso, comenzando asi un tacto sumamente suave y cargado de sentimientos que únicamente nosotros conocíamos.
Cuando nos tocó separarnos, él abrió sus ojos y conectamos miradas al igual que nuestras frentes, sin soltar nuestras manos.
- Cuando fue el festival del 3 d agosto, nosotros bailamos -susurró para no romper el ambiente.
- Si ¿qué ocurre con eso?
- En ese entonces tu querías bailar vals, pero yo no -desvió su mirada con un pequeño sonrojo de timidez- Asi que ahora quiero compensarlo.
Hice un gesto, confundida al verlo separarse de mi para buscar algo dentro del bolsillo de su chaqueta grande, logrando sacar un pequeño reproductor de música junto a un par de audífonos.
- Solo tiene una canción ¿qué dices? -me sonrió.
- Si a todo, bebe, menos al divorcio -acepté.
Suspiró negando con la cabeza y me extendió uno de los audífonos mientras él se colocaba el otro. Entonces, cuando estuvimos listo, le dio play a la canción, me abrazó por la cintura para pegarme a su pecho y tomó mi mano diestra a la vez que mi izquierda se posaba en su hombro.
Apegué el costado de mi cara en Keisuke y a mis oídos llegó la melódica voz de Brandy, quien cantaba "Everything I Do (I do it for you)". Dicha canción hizo sonriera como idiota y cerrara mis ojos para disfrutar del lento baile sobre la madera del puente.
- ¿Es para mi?
- Si, únicamente para ti.
No tenía palabras para explicar la manera en como me sentía en estos momentos. No, no existían palabras. Era ridículo intentar descifrar algo como lo era el amor, pero lo único que si sabía con certeza que estaba viviendo aquel sentimiento con Keisuke, y era bellísimo.
Nota: que bello todo estooooo, en fin, escuchen la canción porque es re bonita
Espero les haya gustadooo <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro