Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

» Capítulo 24

Tantos universos en los que podía reencarnar y me mandan aquí. Digo yo, no sé, podía ser el universo de Marvel o el de Attack on Titan... No, retiro lo dicho, esos no, mejor el mundo de Peppa Pig o Doki.

¡Pero no! Parece que creyeron que era mejor enviarme a un mundo donde los niños de catorce años ¡catorce! se andan metiendo en pandillas y tienen más problemas psicológicos que un paciente de un psiquiátrico.

Y ahora me ven aquí, sujetando con fuerza las correas de mi mochila, temblando como Bambi y con ganas de irme del país solo por estar enfrente de ellos.

Si, de ellos, los miembros de la décima generación de los Black Dragons.

Bueno, viví una buena vida. No fue larga, pero si buena, después de todo me besuqueé con Keisuke.

Uy, hablando de eso, desde el viernes no nos vemos y ya quiero abrazarlo.

- ¡Oye! ¡¿Qué demonios haces aquí?!

Un chillido de sorpresa y miedo se escapó de mi boca al oír la repentina voz. Con temor, miré al frente con una sonrisa nerviosa.

- S-siento molestarlos -hablé con mi mejor tono juntando mis manos sobre mi boca como si aplaudiera- Quería saludar a mi tío, él es el padre que dirige esta iglesia.

- ¿Y? -preguntó con irritación.

- Q-quería saber si podía ir a verlo -dije señalando la puerta del edificio- Prometo no hacer ruido, solo quiero entrar y saludarlos, hace mucho no nos vemos.

- No -se negó brusco- Nadie tiene permitido entrar.

No me digas, idiota. Claro que lo sabía, después de todo adentro se encuentra Taiju Shiba, solo como todos los domingos.

- ¡Juro no molestar! -hablé cerrando mis ojos y haciendo un gesto de ruego con mis manos.

- ¡Ya dije que no...!

- ¿Qué tenemos aquí?

Abrí uno de mis ojos y tuve que morderme el labio para que una tonta sonrisa se pintara en mi rostro.

Si gente, enfrente mío se encuentra el dúo más genial y de dudosa orientación sexual de Tokyo Revengers: Hajime Kokonoi y Seishu Inui ¡el precioso InuNeko!

- ¿Qué ocurre? -volvió a preguntar Inupi.

- Si, señor, lo que pasa es... -quiso responder el tipo que hablaba conmigo.

- ¡Hola! -saludé alegre pasando de largo a ese sujeto para acercarme a la dupla- Lamento importunarlos, solo quería entrar a saludar a mi tío ¿puedo? Será rápido.

- ¿Tío? ¿Ese sacerdote? -dijo Koko con una mueca pensativa- Según nuestra investigación previa, ese tipo no tenía familia.

- Soy la hija de su primo cuarto por parte de su tercera madrastra -respondí con suma tranquilidad.

- ¿Es así?

- ¡Si! -sonreí en grande para que eviten preguntarme más.

- Bueno, no importa, no puedes pasar -negó el rubio- El jefe nos dio órdenes directas para que nadie pase.

Bueno, no pensaba que mi plan de entrar a la Iglesia y evangelizar a Taiju funcionara ¡Asi que es momento de mi plan B: coraje!

No, mentira, ni que fuera Chifuyu.

- Entonces ¿puedo sentarme en las escales a esperar? -ofrecí señalando detrás de ellos- Su jefe debe tener algunos asuntos adentro, asi que puedo esperar afuera a que él termine. Prometo no hacer problemas, pinky promese.

Observé como entre ambos se daban una corta mirada para luego verme a mi, haciendo que un pequeño sonrojo se pintara en mis mejillas.

- Está bien, pero no molestes -dijo Inui dándose la vuelta.

- Tan blando, Inupi -suspiró sonriente Koko.

- ¡Si, señor! -sonreí siguiéndolos.

Ajusté mi mochila y le saqué la lengua al tipo que me habló feo al principio, recibí un gruñido impotente, pues no podía atacarme si tenía el "reguardo" de dos altos mandos de los Black Dragons.

Hice un sonidito presumido, dándole la espalda para dirigirme hasta las escaleras, donde me senté con cuidado de que mi falda no se levantara y me saqué la mochila para colocarla sobre mis piernas.

El dúo se sentó mis laterales dejándome en el medio, y no puedo explicar la emoción que me recorría el cuerpo de tenerlos tan cerca. Son tan lindos mis bebés.

Sinceramente, si no era con Baji, era trio con estos dos.

Suspiré imperceptiblemente y abrí el cierre de mi mochila con cuidado para sacar el recipiente que contenía galletas de chispas de chocolates que yo misma hice.

Sabía que ellos dos no me hablarían ya que no tenemos confianza, asi que idee un plan simple pero efectivo.

- ¿Quieren una? -pregunté amable- Las horneé yo, no es por presumir, pero me sale riquísimas. Soy una genio para la cocina y...

- No, gracias -negó rápidamente Inui.

Una flecha atravesó mi corazón ante su rechazo, pero tuve que aguantarme. Limpié la sangre imaginaria que caía por la comisura de mis labios y le ofrecí a Koko el recipiente.

- ¿Gustas? -pestañee inocente.

- ¿No tienen veneno? -preguntó divertido.

- No, lamentablemente no sé donde se consigue esas cosas -devolví la broma con una sonrisa pequeña- Asi que si tienes idea de donde conseguir, dime.

Hajime sonrió y tomó una de las galletas antes de engullirla por completo. Abrí mi boca sorprendida y pude escuchar un suspiro de Inui.

- Mmh, muy rico -asintió satisfecho mientras tomaba otra.

Inevitablemente sonreí con un aura rosa rodeándome, se estaba comiendo las galletas sin problemas y aquello me hacía feliz. No solo porque mi plan iba bien, sino porque Koko se veía bien.

- ¿Puedo saber sus nombres? -pregunté sin borrar mi sonrisa- Yo soy Murakami Keina, pueden decir Kami o como gusten.

- ¿Kami? -habló Inui volteándose a verme- ¿El ángel de ToMan?

Mi antenita rosa se erizó y mi sonrisa tembló, creo que me olvidé de algo importante.

- ¿Tal...vez? -dije riendo nerviosamente.

- ¿Qué hace alguien de ToMan en el territorio de los Black Dragons? -preguntó Koko borrando su sonrisa y pasando su brazo por mi hombro para acercar su boca a mi oído- ¿Acaso planeas algo?

Me estremecí al tenerlos a ambos pegados a mi, parece que querían tener discreción y no armar un escándalo que involucre a los demás miembros.

- N-no -susurré intentado mantener la compostura, cuando se ponen serios si dan miedo- De verdad no intento nada, solo pasaba aquí y me los encontré.

- ¿Cómo sabemos que estás diciendo la verdad? -dijo Inui.

- ¿Creen que una chica se metería a la boca del lobo sola y sin protección? -devolví más firme- Esto es mera casualidad, no pensé que ustedes estarían aquí, de verdad lo digo. Además, se comieron mis galletas.

- Fue Koko quien se las comió -el rubio frunció el ceño ante la acusación, pero rápidamente se recompuso.

- Lo juro, no busco hacer nada en contra de los Black Dragons -dije suavemente- ¿Sino por qué les dije mi nombre o me acerqué a ustedes? No soy tan tonta, o sea, si lo parezco, pero no lo soy, de veras.

Ambos pestañearon al verme refunfuñar como una niña, provocando que Koko riera fuertemente y despeinara mis cabellos rosas, los cuales estaban bien peinados en dos trenzas. Mientras, Inui suspiró y se alejó un poco de mi.

- Te creo, te creo -calmó sus risas- Solo espero que no hagan nada, me caes bien, Kami-chan.

- Yo no haré nada malo a quien es bueno conmigo -dije tomando una de las galletas y colocándole la tapa al tupper, pues Koko quería seguir comiendo y si lo hacia mi plan podía irse a la borda.

- Es una buena filosofía -asintió el rubio- Por cierto, soy Inui Seishu y él es Kokonoi Hajime.

- Inupi y Koko para los amigos.

- ¿Somos amigos? -pregunté con un sonrojo, emocionada de sus palabras.

- Alguien que no me da galletas envenenadas es mi amigo -respondió sacando la lengua- Y alguien honesto también lo es, asi que espero que no me defraudes, Kami-chan.

- Claro que no, Koko-san -sonreí en grande- Tampoco te defraudaré a ti, Inupi-san.

El rubio solo resopló, reacio a unirse a nosotros. Igual, con Hajime lo ignoramos y nos centramos en nuestra conversación, la cual solo tocó el tema del clima, el rico sabor de las galletas y lo molestos que son los miembros que tiene a cargo porque según él son inútiles.

- Koko-san -lo llamé, recibiendo un sonidito de afirmación- Para que no te sorprendan ni haya malentendidos, todos los domingos a partir de hoy vendré aquí ¿te parece?

- ¿Por qué harías eso? -preguntó curioso.

- Pues me cayeron muy bien -sonreí mientras desenreda mi cabello, pues alguien se encargó de enredarlo por completo- Además, según lo que entendí, todos los domingos deben venir para apoyar a su jefe, asi que mientras ustedes esperan y yo hago lo mismo por mi tío, podemos pasar un rato agradable. Prometo traerles galletas.

- Hecho -aceptó inmediatamente- E Inupi traerá sodas.

- ¿Por qué me involucras? -suspiró fastidiado el mencionado.

- ¡Vamos, Inupi-san! -gruñí- No seas aguafiestas.

- Uh, te dijeron aguafiestas -se burló su amigo.

Antes de que el ojiverde pudiera contestar, pudimos escuchar el fuerte ruido de la puerta abrirse detrás nuestro. Me sobresalté al igual que un gato mientras que el dúo se puso de pie rápidamente.

- ¡Parece que están divirtiéndose!

Chillé despacio y giré mi cabeza con miedo al reconocer el tono de voz grueso. Y a pesar de que me gustaba como personaje, Taiju me daba mucho miedo.

Como robot, me puse de pie y apreté el tupper entre mis manos.

- U-usted debe ser el je-jefe de los chicos -me maldije por tartamudear.

- ¿Y tú eres? -preguntó bajando las escaleras.

Internamente, una mini Keina con orejas de conejito lloraba frente a un gran lobo con cara de Taiju.

- Se llama Keina -respondió Koko por mi, no me había dado cuenta de lo mucho que me temblaban las manos. Y pues claro, si él se enteraba que era miembro de ToMan podía golpearme sin dudarlo, después de todo hace lo mismo con su propia hermana- Es sobrina del sacerdote de aquí.

- No sabía que ese vejestorio tenía una sobrina -pasó por mi lado sin siquiera dirigirme la mirada- Andando, tenemos trabajo.

- ¡Si, señor! -gritaron todos.

No, no, no puedes irte asi, necesito acercarme a ti hoy.

- ¡Ta-taiju-san! -lo llamé cerrando los ojos.

Completamente tensada, vi como frenó sus pasos y giró su rostro levemente para mirarme de reojo.

- ¿Te gustaría una galleta? -pregunté sonriendo avergonzada.

- ¿Ah? -gruñó, sobresaltándome.

- Si me lo permite, jefe –sonrió Koko- Sus galletas son deliciosas.

No tengo idea de cómo me veré desde sus perspectivas, pero seguro como una gelatina o un globo rosa desinflado.

- ¿Acaso quieres que yo camine hacia ti? -preguntó irónico y brusco.

- ¡No, claro que no! -respondí inmediatamente.

Bajé los escalones de dos en dos y le extendí el recipiente con expectativas, me sentiría realizada si al Shiba le gustan mis galletas.

Una gota de sudor bajó por mi frente al verlo tomar una y llevársela a la boca, poniéndome súper nerviosa ya que seguía viéndome a los ojos mientras masticaba.

- ¿Las cocinaste tu? -preguntó con un tono de voz más suave, haciendo que me sorprenda.

- Si -sonreí cálidamente- Pensaba comérmelas yo sola, pero compartirlas con ustedes es más agradable.

- Uhm -fue lo único que dijo antes de darse la vuelta.

Una vena apareció en mi frente y mi sonrisa se contrajo de molestia, este niñito ni siquiera dice "gracias". En fin, no podía esperar un acto caballeroso de Taiju Shiba.

- ¡Espera! -lo detuve tomándolo delicadamente de la manga de su rojo uniforme- Toma.

El de mechas celeste alzó una ceja y con fastidio agarró bruscamente el tupper.

- ¡El próximo domingo me lo devuelves! -le dije viéndolo irse con su gente- ¡Si me lo traes sano, te daré más galletas! ¡Pinky promese!

Taiju me ignoró por completo y pude apreciar como se comía el resto de las galletas sin convidarle a nadie, recibiendo algunas quejas de Koko.

Inevitablemente sonreí, no cruzamos muchas palabras pero me alegra acercarnos de esta manera, poco a poco sin ser bruscos ni invasivos.

Y antes de que mis nuevos amigos se fueran por completo, les di una sonrisa de agradecimiento, recibiendo un guiño de ojo de Koko y una mirada indiferente de Inui.

- Maldición -suspiré ingresando a la Iglesia para disimular- Me estaba por morir cerca de todos ellos, pero bien que me gusta meterme en líos.

Inhalé aire y lo expulsé con pesadez, no debía quejarme de nada, después de todo estoy haciendo esto por mi cuenta y asi no haya más problemas.

Solo espero que durante este mes y medio pueda ganarme algo de confianza de ellos, lo suficiente como para que Taiju no golpee más a Yuzuha y Hakkai, me duele el corazón de solo pensar en sus moretones.

¡Muy bien, Taiju, es turno de evangelizarte! Y de paso me llevaré a un lindo perrito y un bello gatito. Si hago las cosas, las haré bien ¿no?







Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro