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» Capítulo 23

.2017.

Sentado en los asientos traseros del lujoso auto, Takemichi veía el paisaje nocturno que le brindaba las calles japonesas. No comprendía nada, había vuelto al presente y lo primero que se encontró fue su cuerpo vestido con un traje negro y corbata azul en frente de la jefa de su anterior trabajo en la tienda de videos, y antes de poder investigar, unos sujetos de traje le indicaron que era tiempo de una reunión, que claramente desconocía.

Cuando el vehículo se estacionó, el conductor le pidió amablemente y con respeto que se baje, ya que lo esperaban.

Confundido, Takemichi bajó y caminó por las escaleras hasta frenarse en las puertas del gigantesco y lujoso edificio, el cual era rodeados por centenares de guardias.

Aquello le dio una mala espina ¿y si lo esperan para matarlo?

- ¡Buen trabajo, señor! -gritaron al unísono, reverenciándose ante él.

- ¿Heh? -soltó aturdido.

- Hanagaki-san -se acercó uno de ellos- Murakami-sama lo espera en la sala de reuniones del último piso.

- O-oh, gracias -atinó a decir.

A pasos vacilantes, se adentró al edificio y subió al ascensor, llegando luego de unos minutos a un largo y majestuoso pasillo. Se extrañó, pues no había habitaciones, solo una que se lograba ver al final de todo.

No debía dudar, este era un presente que construyó con sus decisiones del pasado, parecía una línea donde todo salió bien. Ese hombre había nombrado a Keina, eso significa que se encuentra bien, incluso se sentía algo feliz de ver que era respetado por todos aquí.

Hizo tres toques suaves a la puerta, pero nadie respondió, asi que optó por repetir su acción y abrir ambas hojas de la puerta.

El silencio era abrumador y su piel no pudo evitar encresparse. Dio unos cuantos pasos para adentrarse y ver el panorama, el cual lo hizo tragar saliva nerviosamente.

A un costado de él, en el centro de la enorme sala, había una amplia mesa rectangular con variedades de comidas y bebidas. Pero lo que más le afectó fue ver a personas recostadas sobre la mesa y algunos en el suelo, todos hombres inconscientes.

- Al fin llegas, Takemicchi.

Un chillido temeroso se le escapó por la repentina voz, se obligó a calmarse y buscó con la mirada a la persona que le hablaba, encontrando una figura femenina que se alzaba enfrente del ventanal.

Inmóvil, observó como dicha silueta se daba vuelta, mostrando a Keina con un vestido blanco corto ceñido al cuerpo y su cabello rosa atado por un moño prolijo, dejando algunos mechones rebeldes sueltos.

Internamente, Takemichi pensó en lo hermosa que se veía su amiga en su forma adulta, si de adolescente era bellísima, ahora no tenía palabras para describirla porque pensaba que ninguna le hacía justicia.

- Lamento tanto el misterio -rio apenada- ¿Puedes cerrar la puerta? Me gustaría hablar contigo.

- S-si.

Obedientemente acató la orden y se acercó a ella, sonriendo mucho más calmado al tener a alguien que conocía y quería, olvidando momentáneamente de los tipos inconscientes a unos metros de ellos.

- Tanto tiempo, Takemichi, tu viaje demoró mucho -sonrió cálidamente- Ven, tenemos mucho de lo que hablar.

Siguiendo a Keina, se sentaron enfrentados en los amplios sillones negros con una mesa ratonera de vidrio al medio, la cual sostenía una botella cuadrada de alcohol y dos vasos pequeños.

- ¿Cómo te encuentras, Kami-chan? -preguntó feliz viéndola servir el líquido amarillento.

Keina abrio sus ojos ligeramente sorprendida y conmocionada, hace tantos años que dejó de escuchar ese tierno apodo. "Kami" decidieron ponerle sus amigos porque decían que su apellido era muy largo y les daba pereza pronunciarlo.

- Estoy bien, gracias por preguntar -sonrió sinceramente entregándole el vaso- ¿Tú cómo estás?

- Bien, bien -rio apenado- O-oye, Kami-chan, en mi viaje me pasó un accidente, asi que es probable que te pregunte cosas tontas...

La mujer suspiró divertida, que excusa tan tonta.

- Claro, pregunta lo que quieras -rio tomando el alcohol con elegancia.

- Ahora tú... ¿qué eres? -preguntó algo tenso, no sabía si había hecho la pregunta correcta- ¿A qué se dedica ToMan?

- Soy la líder de la Tokyo Manji Gang -respondió tranquila- Y ahora somos la organización criminal más grande de Japón.

- ¡¿Qué?! -soltó sorprendido- N-no me malinterpretes, pero pensé que sería Mikey-kun o Draken-kun...

- Ambos están muertos -dijo jugando con el líquido de su vaso- Ken recibió la pena de muerte y Mikey fue asesinado.

Las palabras no salían de su garganta ante la cruda confesión.

- Mikey fue asesinado por órdenes de Kisaki -continuó tranquila, como si no fuese nada, pero en realidad lloraba por dentro- Cuando le pregunté a Kisaki la razón, él dijo "yo te quiero a ti en la cabeza de ToMan, odio ver que mi reina no está en la cima"

Keina rio sin gracia y apretó con fuerzas el vaso en su mano, sintiendo sus ojos cristalizarse levemente. Para ignorar el dolor que escalaba por su cuerpo, se puso de pie y a paso lento caminó hacia la mesa donde descansaban los hombres.

- No te preocupes, no están muertos, había sedantes en su comida y bebida, asi que terminaron por desmayarse -dijo ella acariciando el cabello de uno de ellos- Este es Kisaki, ahora es un alto ejecutivo de ToMan, al final se rindió con su sueño de ser el delincuente número uno de Japón, pero a cambio se obsesionó conmigo... Tal vez nunca tuve que jugar a la psicóloga con él, parece que mis palabras lo atraparon como una sirena a un marinero.

Viendo de reojo como Takemichi la seguía, deslizó sus dedos con cariño por las cabezas de tres hombres más.

- Mitsuya, Pachin y Kazutora, ellos también son altos mandos, se mantuvieron leales y nunca se fueron de mi lado al igual que Chifuyu y Peyan, pero ellos dos son solo miembros ya que no aceptaron el ascenso. Mucho y los gemelos Kawata se volvieron líderes de mi guardia personal, al igual que los otros me siguieron sin dudar un segundo de mi palabra. Y Haruchiyo, él es mi guardaespaldas.

El Hanagaki tragó saliva viéndola, cada vez que hablaba de alguno de ellos le acariciaba el cabello con suavidad para que él supiera quien era quien.

- Aquí esta Hanma, también un administrativo, parece que le caigo mal desde la vez que Kisaki le disparó en la pierna por insultarme, pero aun asi es un fiel seguidor mío. Oh, a ellos tal vez no los conozcas, son Inui Seishu y Kokonoi Hajime, son administrativos y tesoreros de ToMan, se integraron a la banda hace unos años, son muy leales y confiables, pensé que me traicionarían, pero sorprendentemente se quedaron a mi lado cuando se los ordené. El de aquí se llama Shiba Hakkai, seguro no lo conociste pero él fue el vice capitán de la tercera división en aquel entonces, Hakkai es mi segundo al mando luego de que unificamos Black Dragon con ToMan.

- ¿B-black... Dragons? -preguntó sin comprender.

- Es una pandilla que se creó en la época de los 90, Hakkai se convirtió en el líder de la undécima generación cuando asesinó al anterior líder.

- ¿A-asesinó? -repitió tragando saliva.

- Si, pero él no es malo, solo las situaciones lo orillaron a eso, asi que por favor no te enojes con él -lo defendió como madre, acariciando la cabeza rapada que picaba al tacto.

Takemichi no sabía que decir y toda su felicidad se fue al caño luego de escuchar todo eso. Sus amigos más cercanos están muertos y su vida ahora era la de un criminal, no sabía como procesar las cosas, pensó que todo había sido arreglado, pero no.

- Baji-kun -soltó algo aturdido- ¿Él no está aquí...?

Keina lamio sus labios en un intento de calmarse, esperaba la pregunta pero aún sigue doliendo.

- Muerto -dijo agarrando una copa de vino tinto que se encontraba sobre la mesa- Hace unos meses hubo un allanamiento a uno de nuestros edificios donde teníamos una reunión, la policía abrió fuego y por protegerme una de las balas le dio en la cabeza. Murió instantáneamente.

- ¿Cómo fue que terminamos asi? -preguntó en un murmuro, sintiendo sus ojos aguarse- ¿Cómo...?

La Murakami lazó una risita vacía y se encaminó hacia el ventanal con copa en mano, observando la ciudad japonesa desde lo alto.

- Ahora tengo a todo Japón en mis manos -dijo viendo de reojo como Takemichi se puso a su lado- Todo esto es mío, si en estos momentos les ordeno a mis chicos que asesinen al presidente, lo harán sin siquiera preguntarme el motivo. Y no tienes idea de lo que me molesta que me sigan como perros a su amo. No sé que carajos hice, pero por alguna razón ellos están apegados a mi, siguen mis órdenes y me protegen a costa de su vida... Eso es tan molesto.

- Kami-chan...

- Y no solo estoy molesta, sino que estoy cansada, cansada de todo esto -continuó sin perder de vista los grandes edificios- Estoy tan cansada, Takemicchi. Los amo, a cada uno de ellos, de verdad lo hago, pero yo también soy humana... y me agoto.

El chico la miró con tristeza y mantuvo su boca cerrada, esperando que continúe con su desahogo.

- Nunca supe realmente el peso que conllevaba el apodo de "Ángel de ToMan", yo me reía ya que me parecía absurdo que me vean como algo asi, pero todos ellos de verdad me veían como un ángel, como algo venido del cielo únicamente a salvarlos... Y yo no pude ignorar sus pedidos asi que siempre buscaba conversar con ellos y ser su apoyo emocional -respiró profundo para evitar llorar en el momento- Sin embargo, no importa que tanto hice para protegerlos, todo se me salió de las manos, y sin darme cuenta terminé envuelta en todo esto, aun asi, siento que lo que hice fue lo correcto, porque si era patinadora no podía cuidarlos como quería, asi que decidí elegir el camino del delincuente, del criminal... Y creo que lo que más me molesta de todo esto es que ellos no me aman, solo me ven como su salvación. Yo solo quería que todo fuera normal.

- Eso es imposible ¡ellos te aman! -contradijo seguro- Los he visto, Kami-chan, ellos de verdad te aman.

- Eso fue antes, pero luego llegó un punto donde los chicos abandonaron el amor y lo transformaron en obsesión -dijo ladeando su rostro para verlo con una sonrisa retorcida, provocando que el pelinegro se estremeciera- Takemicchi, ellos no me aman, me adoran, sienten devoción hacia mi, me idolatran. Cada vez que me hablan siento que me rinden culto, piensan que soy un Dios que vino a solucionar sus problemas, a salvarlos, y por más que estaba harta no pude hacer la vista gorda. Y ahora me ves aquí, en la cima de Japón gracias a mis fieles creyentes.

Keina lanzó una carcajada sin gracia y de un solo trago bebió todo el vino de la copa.

- Maldición, siempre quise esto, de verdad -rio con lágrimas en los ojos, y Takemichi supo que ella estaba perdida- Pero no asi, no quiero que ellos se arrastren hacia mi de esta manera, quiero que ellos vivan por si mismos y no por y para mi. Quería que conquistáramos Japón correctamente, todos vivos y felices... P-pero ahora eso solo es un jodido cuento de hadas.

- ¡Lo haré realidad! -gritó tomándola por los brazos para quedar cara a cara- Kami-chan, ya no debes cargar con la salvación de ellos, asi que déjamelo a mi. Juro que haré lo que sea para obtener el futuro correcto.

La pelirosa sonrió con tristeza, viendo como los ojos azulados del chico brillaban con seguridad y determinación, sintiendo una calidez en su pecho que creía extinta. Este era el verdadero Takemichi.

- Pero tú tampoco debes cargar con todo -habló acunando su mano en la mejilla de él- Vuelve al pasado y busca mi ayuda, entre los dos podremos hacer algo.

- ¿C-como... tú...? -dijo aturdido.

- Me enteré hace unos días gracias a Naoto Tachibana -mintió.

- ¿Cómo lo conoces? -preguntó con más confianza, si su amigo detective se lo dijo no pasa nada malo.

- Él... él fue quien asesinó a Keisuke -contestó desviando su mirada- En ese entonces yo quise matarlo pero los chicos me llevaron a rastras para no salir lastimada, asi que luego pedí que lo secuestraran con vida para mi.

- Ka-kami-chan ¿Naoto está...? -preguntó con temor, si el policía moría él ya no podía volver al pasado.

- No, en estos momentos él se encuentra encerrado en una de las habitaciones del edificio -dijo para su alivio- Lo mejor es que vayas a verlo ¿no? Está justo debajo de nosotros, habitación 304.

- Gracias, Kami-chan -la abrazó brevemente- Prometo arreglar esto, asi que solo espera, te salvaré junto a los demás.

- ... De verdad eres un héroe ¿heh? -suspiró con una sonrisa.

Takemichi rio avergonzado y se despidió de ella para ir en busca de su amigo detective.

Una vez se alejó, Keina borró su sonrisa y sus piernas fallaron, logrando afirmarse en el reposabrazos del sillón, donde con esfuerzo se recostó mirando al techo.

- Ese sedante es fuerte -murmuró pestañando con cansancio- Ah... hace tanto no dormía.

La pelirosa seguía mirando el techo blanco con decoraciones doradas mientras recordaba la radiante sonrisa de Baji, sacándole un sollozo.

Le dijo solo una parte de la verdad al Hanagaki.

En realidad, Keisuke había muerto en sus brazos luego de un disparo en su cuello. Todavía recuerda aquella cena donde estaban reunidos los altos mandos de ToMan y la policía cayó de sorpresa, iniciando una balacera donde varios de sus guardias murieron, pero por más cruel que sonara, no le interesó que la sangre de esos le cayera en el rostro ni los gritos desesperados que pedían su ayuda, la única persona que le interesó en ese momento fue Keisuke, pero como si la vida la odiara decidió quitárselo en frente de sus ojos.

La sangre de él todavía se sentía caliente en sus manos cuando lo abrazó y le rogó entre llantos que se mantuviera vivo hasta que llegara el médico de ToMan, pero Baji le sonrió por última vez y se fue como si nada.

Jamás pensó tener tanto odio y rencor hacia alguien, sin embargo, el momento en que el brillo de aquellos preciosos ojos marrones desapareció, esos sentimientos negativos emergieron como volcán en erupción.

Nunca olvidará la textura de aquella arma cuando la tomó, completamente dispuesta dispararle a Naoto Tachibana. Sin embargo, cuando estuvo a punto de dispararle en el medio de la frente, los recuerdos junto a Takemichi llegaron rápidamente, lo que impidió que pudiera apretar el gatillo. Aun asi, el chico no se salvó de ser llevado y tratado de la peor forma, obviamente sin llegar a matarlo.

- Teníamos un trato ¿Por qué nos atacaste? -le preguntó en ese entonces- ¡Hinata está viva! ¡Me había asegurado que nadie la lastimara para que tú nos dejaras en paz! ¡¿Por qué volviste si ella está viva?! ¡Ahora Keisuke está muerto! ¡¿Por qué me lo arrebataste?! ¡Aun si mi vida era la de una criminal, era feliz con él a mi lado!

Keina suspiró al recordar sus palabras, completamente cansada. Cerró sus ojos lentamente y decidió dejarse caer en los brazos de Morfeo, intentando olvidar todo por si quiera un momento.

Takemichi, aun si yo sé el futuro de todos, solo tú eres capaz de cambiar el destino. Por favor... sálvame.

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