» Capítulo 20
Me escondí detrás de la espalda de Takemichi y observé por sobre su hombro con ojos hostiles a Kisaki, parecía un gato arisco de color rosa.
¡Maldito mocoso, cuando tenga la oportunidad te daré con un cinturón en el trasero!
Apreté mis manos en los hombros de mi amigo cuando escuché como todos lo alababan por salvarnos ¡Takemichi fue quien me salvó de verdad, no este bastardo!
- No llores, Takemicchi -susurré para solo él me escuche- Solucionaré esto, no dejaré que Kisaki consiga lo que quiere.
- K-kami-chan -balbuceó con sorpresa.
- Recuerda esto -hablé seria- A partir de hoy cuentas con todo el apoyo de Murakami Keina, asi que si necesitas algo no dudes en hablarme.
Ante mis palabras, Takemichi supo lo que quise decir. Él dejó de ser un simple miembro de ToMan, ahora tenía todo el respaldo mio, y aquello significaba que poseía una gran fuerza "militar" debido a mi importancia como alto mando de la pandilla.
- ¡Kisaki, buen trabajo! -gritó Mikey desde abajo, causando que chasqueé la lengua con disgusto- ¡Te dejo a Keicchan a ti, cuídala bien!
No podía culpar a Manjiro, pero lo que ha dicho acaba de dejar un gran peso en los hombros de todos, más en Takemichi. Con sus palabras confesó que confiaba tanto en Kisaki como para dejarme en sus manos.
- E-esto es malo... -murmuró Takemichi.
Ahora ambos estábamos pegado el uno al otro, temblando como gelatinas porque estábamos prácticamente rodeados por los hombres del moreno. Aunque sabía que ahora estábamos seguros porque él no se atrevería a hacernos daños enfrente de todos, ni Buda lo salvaría de la paliza que le darían mis nenes si me toca un solo cabello, y él lo sabía.
Entonces, con Takemichi pegamos un saltito en sincronía cuando varios pasos fuertes sobre la hojalata se comenzaron a oír en la cercanía.
Y mi expresión de sorpresa no se hizo esperar cuando alguien se posicionó detrás de Kisaki con un fierro en mano, más que dispuesto a utilizarlo.
- ¡Estaba esperando por eso! -gritó con una sonrisa furiosa- ¡Kisaki!
Sin dejarlo reaccionar, el pelinegro estrelló el fierro con fuerzas en la cabeza del chico de lentes, enviándolo varios autos más abajo.
- ¡¿Baji-kun?! -soltó Takemichi con impresión.
Y yo estaba muda sin poder evitar el sonrojo que me atacó. Internamente, una mini Keina tenía en su frente una banda blanca con el nombre de Keisuke y lloraba mientras agitaba palos de luces, extremadamente feliz de ver a mi favorito.
Sé que no es momento para esto, pero maldición ¿cómo puede venir asi? Hace días no nos vemos y se le ocurre venir super mega sexy con esa vestimenta y su precioso pelo suelto ¿quiere que fallezca de solo verlo?
- ¡Baji ha derrotado a Kisaki! -festejaron los que Valhalla.
- ¡Kisaki, voy a aplastar tu puta cara! -sonrió señalándolo con el fierro.
- ¡Baji, detente! -pidió Draken.
- ¡Vinimos a llevarte de regreso! -habló Mitsuya.
- ¡Deja de jugar y regresa! -se unió Kazutora golpeando a uno que se le atravesó.
- ¡Keisuke! -grité asustada, saliendo de mi fantasía donde ambos nos casábamos en una playa.
Pero mi advertencia no fue de ayuda cuando el vice capitán de la cuarta división lo tomó del cuello de su chaqueta y lo lanzó lejos.
Una vena de enojo apareció en mi cien ¡¿quién se creía ese simio para tocar a mi niño y lastimarlo de esa manera?!
Sin dudarlo, me separé de Takemichi y empujé a los hombres de Kisaki para ir en busca del pelinegro, ignorando los llamados de todos.
- Zumbando, zumbando... -susurró el moreno poniéndose de pie- Como una mosca volando a mi alrededor. Mátenlo.
- Veamos como lo intentas, Kisaki -habló Baji con su típica sonrisa.
Antes de que este pudiera avanzar, me coloqué enfrente de él con mis brazos extendidos a mis lados para impedir su camino.
- ¿Keina? -dijo con una mueca de enojo- ¿Qué carajo estás haciendo? ¡Fuera de mi camino, Keina!
- Keisuke, deja esto -hablé seriamente sin dejar mi posición- Si derrotas a Kisaki ahora vas a estar en contra de ToMan. Si de verdad quieres salvarnos de Kisaki, aun no es el momento.
- Fuera de mi camino, ahora -repitió intimidante.
Nada de eso sirve contra mi, sus jueguitos de palabras autoritarias no me harán cambiar mi decisión. O sea, me parece jodidamente bueno que me hable asi, pero no va al caso.
- Keisuke, tu enemigo es mi enemigo, asi que si me lo pides acabaré con cualquiera que quiera hacerte daño -confesé- Pero ahora no, debes calmarte y pensar bien las cosas.
Baji me vio sin emoción y pude ver como apretaba el fierro con impotencia, haciendo que me tensara al pensar en que tal vez me quiera golpear por impulsiva. Pero meh, que bendición recibir un fierrazo de tal hombre.
¡No, Keina, no se supone que pienses en eso!
- Mantente fuera de esto, Keina -dijo- Me importa una mierda lo que pienses, tus palabras de niñita enamorada no me interesan ¿de verdad crees que me harían cambiar de opinión si te parabas asi como una heroína? Me das asco.
- Pues si, me las doy de heroína -hablé frunciendo el ceño, comenzando a enojarme con él- Estoy arriesgando mi puta vida solo para que tú estés a salvo ¿te doy asco? Bien por ti, eso no me detendrá de arrastrarte nuevamente hacia ToMan, aun si debo hacerlo a cachetadas.
- Hazlo -me alentó con una sonrisa de superioridad- Tienes diez segundos.
Ok, eso no me lo esperaba ¿no es esta la parte donde él se rinde por miedo a que de verdad lo golpeé, pero yo solo hice una amenaza vacía?
Tragué saliva con temor y tristeza. Yo de verdad no quería golpearlo, mierda, lo amo con mi vida, realmente lo hago. No quiero lastimarlo, a la persona que amas no la lastimas.
- Siete ¿qué pasa? Seis ¿no que me ibas a arrastrar de vuelta? Cinco -contó- Sino me matas, no podrás detenerme, Keina.
El sudor brillaba en mi frente, mis manos picaban de indecisión y mi cabeza daba vueltas.
Juro que me la pagarás Baji Keisuke.
- Tres. Dos. Uno. Cer...
Dentro del basurero resonó un gran sonido chocante que interrumpió su conteo, para luego de unos segundos ser acompañado por fuertes exclamaciones de sorpresa.
- ¡Kami acaba de golpear a Baji!
Respiré con dificultad ante lo que había hecho, pero no había vuelta atrás, ya luego me disculparé con un yakisoba.
Mi mano estaba alzada con cierto color rojizo en la palma y en frente mío se encontraba mi favorito con la cara daba vuelta hacia un costado, producto de mi cachetada.
- Préstame mucha atención, Baji Keisuke -hablé enojada, y me desconocí cuando le di un fuerte empujón que lo hizo bajar dos autos- ¿No me quieres? ¿No te intereso? ¿Me odias? Está bien, puedo soportarlo. Pero lo que no puedo soportar es verte lastimándote a ti mismo de esta manera, es por eso que estoy aquí, para salvarte. Porque eres alguien importante para mi, y cuando alguien que amo se va por el camino equivocado es mi deber enderezarlo, aun si debo golpearlo, hacerlo que me odie o morir en el intento ¡Porque de eso se trata ToMan!
Mi vista se puso borrosa gracias a las lágrimas que amenazaban por salir, pero aun asi resistí y las mantuve en su lugar.
Baji enderezó su rostro, sin embargo, su expresión seguía siendo fria, lo que hizo que apretara mis labios de enojo y un tic se posara en mi ojo.
Ah ¿asi que quieres jugar rudo, mi gatito? Las señoras del mercado cuando hay ofertas son más suaves que tú, maldito terco.
- ¡Takemicchi, ahora! -ordené.
- ¡Aaaaaaah!
Inmediatamente, el rubio apareció por un lateral para asi abrazar el torso de Keisuke e intentar empujarlo, pero no lo movió ni un centímetro. El pelinegro ni se inmutó y golpeó con su codo la nuca del Hanagaki, haciendo que casi se desmaye.
Bueno, se intentó.
- ¡Kami-chan! ¡¿Qué hacemos?! -preguntó.
- Lo que un hombre hace cuando está en aprietos -respondí mirándolo seria para luego mirar al campo de batalla- ¡Mikey, Mikey! -lo llamé como última medida al ver como Baji pronto se soltaría del agarre y nosotros no seriamos capaces de retenerlo.
- ¡¿Qué ocurre, Keicchan?! -soltó el mencionado.
- ¡Patea el trasero feo de Hanma y acaba con esto! -agite mis puños de arriba hacia abajo- ¡Porfiiiis!
- ¡A sus órdenes, señorita Murakami! -sonrió saltando sobre la espalda de un tipo cualquiera- ¡Pero no olvides comprarme unos dulces después de esto!
- Mikey siempre piensa en comida, aun en estos momentos -suspiró Draken algo cansado, pelear con Hanma era agotador, parecía un zombie porque nunca caía.
Sonreí aliviada de ver a mi presidente trotar hacia el líder de Valhalla, pero mi gesto no duró mucho.
- Ya lo entiendo, tu cerebro si funciona bien, Keina -habló Baji- Si Mikey gana, significa que la pelea se terminará y yo no podré golpear a Kisaki con el pretexto de que es mi oponente.
- Soy asombrosa ¿verdad? -reí nerviosa desviando mi mirada- Que suerte la tuya de tener a tremenda mujer a tu completa disposición.
- Bueno, no puedo permitir eso -sonrió emocionado para luego golpear el estómago de Takemichi con su rodilla, haciendo que lo suelte- Kisaki se irá al infierno hoy antes de que Mikey se encargue de Hanma.
Sin embargo, su linda sonrisa se vio doblegada para dar paso a una expresión llena de terror.
- ¡Keina! -gritó empujando a Takemichi hacia un lado asi tener el camino libre hacia mi, pues estaba dos autos más abajo que yo.
Oh, claro que conocía esa mirada, era igual a la que hizo el Hanagaki hace unos minutos cuando me salvó de ese sujeto.
Y no pude evitar en pensar en que era un grandísimo imbécil por utilizar el mismo truco de atacar por la espalda. Aquello hizo que el enojo creciera en mi sistema y apretara mis puños con impotencia.
Antes de que pudiera siquiera respirarme cerca, me di vuelta en un solo movimiento y rápidamente estrellé con todas mis fuerzas mi mano abierta en lo que sea que haya golpeado.
- ¡Escúchame una maldita cosa, bastardo! -grité furiosa al tipo que estaba en el suelo sosteniéndose la mejilla, pero no me interesó y lo tomé del cuello de su camiseta para acercar su rostro al mío- ¡No interrumpas cuando hablo con mi amorcito! ¡¿Oíste?! -cachetee con mi mano libre su otra mejilla- ¡Responde, soldado! ¡Te hice una pregunta! -lo volví a golpear- ¡Incluso una anciana entiende mejor las cosas que tú, basura! ¡Tu madre debe estar muriéndose de vergüenza por tenerte de hijo! -otro golpe aún más fuerte- ¡Y mírame a la cara cuando te hablo, soldado! ¡¿Acaso soy tan fea que no me quieres ni ver?!
- ¡N-no! -respondió asustado.
- ¡¿No qué?!
- ¡No es fea, mi señora! ¡Es la chica más guapa que he visto hasta ahora! -dijo más firme.
- ¡Claro que lo soy! ¡Es más, deberías estar agradecido por verme y hablar conmigo, gusano inservible!
Le di una última cachetada que lo hizo sollozar de miedo y dolor, pues digamos que su rostro estaba todo magullado por mis anteriores golpes, pero no sentí ni una pizca de culpa.
Resoplé con arrogancia a la vez que lo dejaba caer bruscamente hacia atrás y sacudía mis manos como si tuviera tierra.
Obviamente no dejaría pasar este segundo intento de asesinato, asi que patee el cuchillo hacia quien sabe dónde y apoyé mi pie sobre su pecho.
Pero antes de poder decirle miles de cosas que le bajarían la autoestima hasta el subsuelo y destruirían su dignidad como persona, sentí varias miradas sobre mi, lo que hizo que observara mi alrededor.
- ¿Qué? -solté.
- Nada, nada -Baji desvió su mirada y lanzó "disimuladamente" su fierro hacia atrás, pero pude ver como este caía sobre la cabeza de un tipo de Valhalla.
- ¡Keicchan!
El llamado infantil de Mikey rompió toda la atmosfera tensa, pero el enojo seguía en mi cuerpo asi que solo lo miré sin decir nada.
- ¡Keicchan, mira! -sonrió en grande señalando abajo suyo- ¡Hanma ha caído!
Mi boca formó una O al observar como el Shuji estaba inconsciente sobre el pie de Manjiro. E inevitablemente una sonrisa se formó en mi rostro al saber que habíamos ganado la pelea.
Pero rápidamente volví a mi antigua expresión furiosa cuando vi como los cobardes de Valhalla querían huir para no ser golpeados por Mikey.
- ¡¿A dónde creen que van?! -grité congelándolos a todos en su sitio- ¡Ustedes ahora pertenecen al presidente de la Tokyo Manji, Manjiro Sano! ¡¿Alguna queja, soldados?!
- ¡No, señora! -respondieron al unísono.
- Asi me gusta.
- Vaya, Kami de verdad está enojada -habló Kazutora estirándose en su lugar.
- Nunca la vi asi -comentó Smiley con una sonrisa nerviosa.
- Mikey y yo si -mencionó Draken- Creo que ese viejo nunca más salió de su casa por miedo a encontrársela. Igual yo hubiera hecho lo mismo si me encuentro a una chica de un metro sesenta que parece un chicle y me denigra hasta hacerme llorar.
- Se lo merecía por querer pasarse de listo con ella -soltó Mikey bostezando para luego reír divertido- Ni siquiera yo fui tan rápido cuando Keicchan giró para darle una patada en las bolas.
- Kami puede no ser tan buena peleando, pero cuando abre la boca puede llegar a ser un poco... cruel -dijo Mitsuya con una gota de sudor en su mejilla.
El calor subió a mi rostro al escucharlos, no era mi culpa haber nacido y vivido por diecisiete años en Latinoamérica, ese es un plus que te permite adquirir tantos insultos que ya ni sabes de donde los sacas.
Aunque rápidamente la vergüenza se esfumó cuando mis oídos captaron el sonido de las sirenas de policía acercarse a nuestra ubicación.
Es hora de huir como buenos delincuentes que somos.
Nota: capitulo dobleeee
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro