Capítulo 2: El SFPA, ¿salvación o crueldad?
- ¡Anasthasia Amanda Hawkins! -gritó la madre entrando, al ver que su hija estaba viendo la televisión- ¿No que habías ido a matricularte?
- Ah... es que... estaba... ¿cerrado? -titubeó y forzó una sonrisa nerviosa- Me dieron un número telefónico, sí, y... ¡me dijieron que llamara para sacar hora e ir a inscribirme!
- ¿Sacar hora? -dejó las bolsas de compras sobre la mesa del comedor y se sentó al lado de Anasthasia- ¿Y desde cuándo se toma esa medida para matricular a los alumnos?
- Es que... la lista de espera era bien larga y por eso, para no estar tanto rato, me dijieron que llame, saque hora y vaya otro día.
- ¿No que estaba cerrado? -arqueó una ceja en desconfianza.
- Corrección: estaban CERRANDO.
- Ah, bueno...
Se levantó y cogió las bolsas, se dirigió a la cocina y se asomó por la puerta:
- Supongo que vas a quedarte a almorzar... ¿o vas a quedarte todo el día frente al televisor?
- No, mami, iré a... voy a llamar ahora mismo, y posiblemente salga a la casa de...
- Así se hace -sonrió a gusto-, me enorgullece que por fin hayas madurado y quieras estudiar una carrera, a todo ésto... nunca me dijiste qué querías estudiar.
- Ah... ¿arquitectura?
- Buena elección.
La rubia suspiró en alivio cuando su madre volvió a la cocina. Tomó su mochila y corrió hasta llegar a su cuarto, se encerró para agarrar su celular -bastante pobre, de esos con linternita e infrarrojo- y efectuar una llamada al tan largo número telefónico
- Anasthasia Hawkins, ¿es usted?
Quedó en estado de shock al oir a una joven mujer pronunciar su nombre al otro lado de la línea.
- Tranquila, mi nombre es Lucy Brown y usted está llamando para devolver el uniforme de nuestro recién fallecido agente, Ricardo Hormazabal, ¿o me equivoco?
- Oye... no lo sé, vi a un tipo muriéndose y dijo que llamara al número de la placa -se puso a la defensiva- ¿Cómo mierda sabe mi nombre?
- Los trajes de nuestra empresa están perfectamente diseñados con micrófonos y pequeñas cámaras que graban... logramos reconocer su identidad cuando guardó las prendas de vestir en su bolso y buscamos entre los expedientes de la población de San Diego, sabemos su nombre y dónde vive.
- ¡Ah, qué genial! Supongo...
- Tiene un lapso de tres días para venir a devolver el traje y los demás artefactos que portaba el señor Hormazabal antes de perecer.
- ¿Y a dónde mierdas voy?
- Hay un portal.
- ¿Ah?
- Debajo de cada torre de señal telefónica, hay una sala subterránea que te conducirá a un...
- Espere, espere, déjeme anotar pa' que no se me olvide.
Arrancó una hoja de cuaderno y con un lápiz grafito fue escribiendo la información ya antes proporcionada.
- Ya, siga, pero no tan rápido que me pierdo, please.
- Bueno, por lo general en todas las torres de señal hay unos arbustos falsos, ahí tu tienes que moverlos y buscar entre la tierra una compuerta, luego tienes que bajar las escaleras hasta llegar a una especie de "estación de tren", van a haber miles de guardias, tienes que responder a todas las preguntas correctamente o si no, te matan.
- ¿Y qué me van a preguntar?
- Anota bien porque son varias preguntas.
- Ok.
En el papel escribió con una letra poco legible lo siguiente:
"Clave: SFPA. Dirección: San Diego. Motivo: Defunción. Agente caído: Ricardo Hormazabal. Misión encomendada por: Lucy Brown".
- Listo.
- Ok, después debes subirte al vehículo que te llevara a la agencia, recuerda llevar absolutamente todos los artefactos, porque cada uno de éstos tiene GPS y sabremos si usted se está robando uno o no.
- ¿Sólo eso?
- Sólo eso, de ahí usted me encontrará en recepción, leerá mi placa: Lucy Brown y yo la llevaré con el dueño para una charla al respecto.
- Ok.
- Recuerde, tiene sólo tres días.
- ¿Y si no quiero devolver las cosas?
- Al tener GPS y al saber su nombre, dirección y demases, tenemos el derecho de llegar hasta usted y asesinarla.
- No pos, que pedo -encogió los hombros, sabiendo que no la podían ver, o tal vez si-, bueno, mejor voy saliendo ahorita que se me acaba el saldo.
- Una última recomendación, afírmese de la baranda que hay en el vehículo de transporte de la empresa si no quiere accidentarse.
- Ah, sí, sí, de ahí nos vemos, Lucy Brown.
- Hasta luego, Anasthasia Hawkins.
Le pareció de lo más bizarra esa charla por teléfono, de todas formas, no quería hacer caso omiso ya le había dicho a su madre que saldría a casa de una "amiga", y no tenía en realidad con quién salir. Guardó el móvil, se puso unas zapatillas que estaban todas rotas y descuidas, y antes de salir de casa, gritó:
- ¡Má', voy a la casa de...!
- ¿Te abrigaste?
- Ehh... no.
- ¡Búscate un suéter y ahí sales!
Miró por todas partes y salió corriendo, esperando que su madre no le persiguiera con la chancla voladora.
Ella sabía que la torre de señal telefónica más cerca era una que estaba camuflada como árbol, al lado del consultorio médico que estaba como a dos calles de su casa. De ahí de fue caminando con toda la paciencia de mundo hasta que fue buscando uno por uno de los arbustos la susodicha compuerta, esperando que no se tratase de alguna broma de mal gusto que le tendieron.
Al encontrar la compuerta, hizo un baile de victoria al darse cuenta que no era una broma
[Algo así como el niño del video que hay en multimedia XD]
La abrió y se metió adentro, bajó las escaleras con cuidado, debido a que era muy oscuro y no quería hacer el ridículo cayéndose al "vacío"... caminó por un buen rato hasta encontrar suelo pavimentado y paredes con azulejos, llegó hasta una enorme puerta, en dónde se encontraban tres guardias vestidos de negro, con armas a los lados de sus cinturones y la pobre Hawkins se sintió más enana de lo que ya era al toparse en frente de estos tipos que debían superar los dos metros de estatura.
Sin que le preguntaran algo, recitó de memoria toda la información que escribió sobre el pedazo de papel:
- Clave: SFPA. Dirección: San Diego. Motivo: Defunción. Agente caído: Ricardo Hormazabal. Misión encomendada por: Lucy Brown... -ellos la miraron raro- ¿se puede pasar?
Ellos le asintieron, uno sacó de sus bolsillos una tarjeta amarilla que la pasó por una ranura que tenía la puerta, ésta se abrió y ella la atravesó hasta encontrar una esfera gigante de metal, en la parte superior, habían cables que conectaban hacia la siguiente estación, era el mismo sistema de un teleférico y un tren a corriente, sólo que con una esfera enorme.
Junto a ésta, se encontraba un hombre ya de la tercera edad, recogiendo boletos:
- Su boleto.
- Uhh... no sé, me mandaron a devolver un traje.
- Es un dólar -la chica buscó entre los bolsillos de su mochila y le pagó al hombre, que le entregó un boleto.
- Su boleto -repitió, ella se lo dio, él abrió la puerta de la esfera, dónde habían varios asientos tapizados de color vino-. Que tenga un buen viaje.
Asintió y se sentó en uno de los asientos, no había nadie, pensó que tal vez era porque era la primera estación de la línea, porque sólo podían verse más allá estaciones hacia la derecha y no hacia la izquierda.
El viaje comenzó y olvidó el consejo de Lucy, que era afirmarse de la baranda que estaba atrás de cada asiento, haciendo que la chica se cayera de manera bruzca.
- ¡PUTA MADREEE! -gritó asustada porque el vehículo partió demasiado rápido para su gusto.
Con dificultad, volvió a sentarse; con una mano estaba aferrada a la baranda como si estuviera abrazando a su ídolo -o a su querido tío que será mencionado más adelante-, y con la otra estaba jugando con su celular al juego de la serpiente, ya que supuso que el viaje sería largo.
Pasaban muchas estaciones de largo ya que éstas estaban vacías, en ocasiones paraba y se subía una que otra persona; usaban esos trajes especiales que parecían de abogado, otros no. Por cómo iba la cosa, tenía por asegurado que iba a ser un viaje largo.
Y, por otra parte...
- ¡UNO! -gritó Lars, arrojando la única carta que le quedaba sobre la cara de Kirk.
- ¡Idiota! ¡Estamos jugando Póker, no Uno! -tomó la carta y la dejó junto al montón.
- ¡Upsie! -se cubrió la boca de manera afeminada y se rió- ¿Lo intentamos de nuevo?
- Aghh... -suspiró y juntó todas las cartas- bueno...
Ambos se encontraban "jugando" póker en suelo de la habitación de James, ya se habían tomado dos latas de un cuarto de litro de cerveza, no estaban ebrios, sólo hablaban estupideces.
- ¿Qué onda? -dijo Robert, entrando a la habitación- Me desaparezco por unos minutos para echar un cagón al baño y ustedes están jugando a las cartas, ¿no que íbamos a seguir con el tema del disco con Lou?
- Pues ahí está James -el guitarrista señaló al armario que estaba semi abierto.
- ¡Epa, James! -gritó Ulrich- ¡Sale ya del clóset, que el simio quiere verte!
- ¡Cállate, enano! Estoy ocupado buscando algo importante -le contestó James.
- ¿Y qué hace allí? -Trujillo se sentó en el suelo junto a sus compañeros, Kirk terminó de revolver el maso y repartió las cartas a los tres presentes.
- Busca un papel o algo así -Hammett encogió los hombros- ¿Quién parte?
- ¿No que jugábamos al Uno? -los dos miraron al danés con cara de "¿me estás jodiendo?"
- ¿Cómo vamos a jugar al Uno si ni siquiera tenemos las cartas de ese juego?
- Ah, no sé...
- ¡EUREEKAAAA! -gritó el rubio, saliendo del armario con una servilleta manchada con una sustancia desconocida- ¡Lo encontré! ¡El número de Lou Reed!
- ¿Te limpiaste el culo con el papel en dónde anotaste su número telefónico? James, creo que la fiesta del otro día no te sentó bien, osea, bebiste harto y fuiste a rehabilitación para dejar de hacerlo hace varios años... como Francesca se entere, te mata.
- No, Lars, ignora la mancha café y... ¡mira! -puso el papel en su cara- ¡Llama al tío Lou para darle el visto bueno a su propuesta!
- Ah, bueno...
Cogió el papel teniendo el ceño fruncido por el asco y salió de la habitación, bajó escaleras para echarle una mirada a cómo estaba su hijo Bryce -jugando y bien entretenido- , sacó su iPhone roto... rabeó un buen rato tratando de hacer el patrón para desbloquearlo, rabeó todavía más cuando no podía digitar el número. Y le entró el instinto asesino cuando su llamada fue bloqueada ya que tenía otra llamada entrante: un número desconocido y oculto.
- ¿Qué weá quiere? -contestó de mala gana.
- Señor Ulrich, esa no es la forma correcta de hablarle a una dama.
- ¿Connie?
- No, señor, soy la recepcionista de la agencia SFPA, la que lo llamó hace unas horas atrás dándole la noticia...
- Ah, Lucía, Lucius o cómo te llames, ¿sí?
- Es Lucy, y bueno... ya descubrimos la causa de muerte de su agente.
- ¿De qué murió?
- ¿Conoce al famoso asesino en serie que está dando harto de que hablar últimamente?
- ¿El que muerde gente y los mutila? ¿Y aveces se los come...?
- Ese mismo.
Tragó saliva estando cagado de susto.
- ¿Sí? ¿Qué tiene?
- Murió porque fue a una misión NO otorgada por la empresa para atacarlo por su propia cuenta, algunos aquí dicen que quiso protegerlo a usted o algo así.
- ¿Qu-qué? -tartamudeó, recordando su antiguo temor, que crecía y crecía cada vez más.
- Bueno, eso era lo que quería comunicarle a usted, señor Ulr...
Colgó la llamada, y volvió a tipear el número telefónico, lo guardó en su agenda bajo del nombre de "Tío Lou Reed *emoticón de corazón*" y su llamada fue efectuada con éxito.
- ¿Aló? -dijo una voz desconocida a través de la línea.
- ¿Tío Lou?
- ¿Quién habla?
- El pelon de Metalca, ¿con quién hablo YO?
- Con el representante de Lou Reed, ¿qué desea?
- Hablar con el tío Lou, ¿no lo cree?
- Él se encuentra dándose un baño de burbujas, espere un momento y llame más tarde. O si quiere le dejo yo el recado.
- Tengo el iPhone funcionando como las pelotas, así que no pienso en volver a llamar... quiero hablar con mi tío ahora, ¿sí?
- Un momento...
Escuchó de fondo una puerta abrirse y el sonido de agua corriendo, junto con varias pompas de jabón reventando.
- ¿Sí, Lars? -contestó por fin del famoso Lou Reed.
- Tío Lou, ¿aún no le llega la amnesia?
- No, ¿por?
- ¿Se acuerda hace un año atrás en el salón de la fama cuando me pidió ayuda para un nuevo disco? Bueno, con la banda le damos el visto bueno.
- Ah, qué bien, ¿les parece la próxima semana juntarse con mi representante para firmar todo aspecto legal?
- Bueno, ¿y en dónde?
- El viernes de la próxima semana, en el bar de San Francisco que ustedes frecuentan tanto, para que no se compliquen, a las cuatro de la tarde, ¿les parece?
- Bueno.
Sin siquiera acordarse de tener buenos modales, llegó y cortó la llamada, guardó su móvil roto, e iba regresando a la habitación de James cuando notó que ya estaba oscurenciendo.
- Oye, James.
- Te escucho.
- Ya debo irme, Connie debe estar preocupada porque aún no llevo a Bryce a casa.
- Ok, pero ni pienses en que dejaré que te vayas solo con el niño y a pie -vio la hora en su celular-, aunque sean las nueve, si andas tan cagado por el asunto del asesino en serie, mejor te llevo yo a tu casa en mi 4x4.
- ¿Ah? ¿En serio?
- Y... -miró a Kirk- seguro que Lani te va a matar si se entera que llegas a casa ebrio cuando debiste cuidar a tus niños, ¿no es así? -el guitarrista iba a hablar pero el rubio lo interrumpió- No digas nada, que sé que es verdad -se dirigió a Robert- Y tú... bueno, pa' que no te quedes solo acá también te llevo.
No dijieron nada, sólo asintieron... como eran muchos, Lars y Kirk se sentaron cargando a sus hijos, metieron el coche en la parte trasera. Robert en el asiento de co piloto y James manejando.
- James, ¿cómo crees que sea el asesino canibal que muerde personas y algunas se las come? -preguntó el danés, observando de manera sospechosa por la ventana.
- Pues... -contestó, sin despistar la mirada de la carretera- es... asesino, canibal, muerde personas, y aveces se las come.
- Oh, gracias -el sarcasmo era bien notorio en su tono de voz-, si no me contabas eso juro que no me entero.
- De nada, pos.
Mientras tanto, en un lugar desconocido y subterráneo...
Por fin Anasthasia había llegado a la última estación, habían descendido bastantes metros. Ella se bajó de la esfera y vio una enorme puerta de vidrio, al caminar cerca de ésta, se abrió sola y la chica entró al lugar un tanto perdida: Se trataba de una especie de "edificio subtarráneo", increíblemente moderno y bien cuidado; todas las paredes y muebles, tanto como el piso, brillaban y relucían.
Alzó la vista hacia unos dos metros apróximadamente de distancia a ella, había un mostrador y una joven mujer -que no debía superar los treinta años- de largo cabello rojizo natural. Caminó hacia ella para preguntar por Lucy Brown. Al acercásele, notó que estaba bastante ocupada: hablaba por un pequeño micrófono que estaba unido a unos audífonos, tipeaba con rapidez en su computadora y, como si fuera poco, leía varios reportes que estaban sobre el mostrador. Hawkins tocó la pequeña campana que estaba encima, llamando la atención de la otra fémina.
- Buenas noches, señorita -saludó con cordialidad la mujer, con una sonrisa cansada que resaltaba tanto como las muchas pecas de sus mejillas. No tomó suficiente tiempo para mirarla.
- Buenas, ehh... estoy buscando a una tal Lucy Br... -miró hacia la placa que tenía en el uniforme de ejecutiva- Oh, eres tú.
- Señorita Hawkins -ambas cruzaron miradas, Lucy se retiró los anteojos de lectura que utilizaba, dejando ver sus azules ojos, y los dejó cerca del monitor de la computadora- Bienvenida al SFPA -se levantó y las dos estrecharon las manos-, sígame, que de inmediato la llevo con el jefe.
- ¿J-jefe? -dudó, la otra salió del mostrador y cerró con llave, hizo un gesto para que la siguiera hacia el ascensor.
- Es un asunto demasiado serio que se debe discutir con el jefe de la empresa -entraron al ascensor, prescionó el botón del último piso y se cerró la puerta.
- A todo esto... ¿de qué trata esta empresa? Porque hasta ahora todo ha sido bien raro, ¿son espías?
- Todas sus dudas serán respondidas cuando lleguemos con Edward.
- Ahh... ¿quién?
- El jefe -se explicó-, así se llama.
- Ohhh, ya veo.
La puerta del elevador se abrió y las mujeres se encontraban en medio de un gran pasillo, al llegar hasta el final, dónde había una puerta con una placa gigante -muy bien pulida- que decía: "Edward VonTrier". La pelirroja sacó de un bolsillo una tarjeta amarilla, la cual la pasó por una ranura de la puerta, haciendo que ésta se abriera.
- Con permiso, señor VonTrier -dijo, limpiándose los zapatos con la alfombra y pasó a sentarse en un sillón que estaba frente al escritorio de la gran oficina.
- Permiso -Anasthasia imitó el gesto y se sentó en el sillón de al lado.
Se encontraron con un hombre mayor -cuarenta y cinco o cincuenta, no más-, muy bien conservado, tez ni muy pálida, más bien trigueña, canoso pero se le veía atractivo; de terno y gran estatura, al verlas, se sentó en la silla ejecutiva que estaba frente a su escritorio.
- Buenas noches, Lucy, Anasthasia -saludó y ellas asintieron-, veo que han traído las cosas, bien, entregarlas lo más rápido será lo mejor.
La rubia sacó su móvil y su billetera del bolsillo delantero de su mochila, y esta última la dejó sobre el escritorio de madera.
- No, no -corrigió, gesticulando con sus manos, además- , a mi no, a ellos sí -señaló detrás de las chicas.
Se asustó al notar que atrás de ella se encontraban dos guardaespaldas, bien uniformados y de exageradamente alta estatura... llena de miedo, les entregó la mochila, luego ellos se la pasaron a Edward, él la examinó con cuidado.
- No se ve nada de sospechosa hasta ahora -comentó, sin despegar la mirada del bolso-, señorita Hawkins, espero que no le moleste que nos quedemos con su bolso.
- ¿Y por qué? ¿dónde dejaré mi nokia? Me lo pueden robar -se quejó-. Ando con esta falda y una camiseta de manga larga, sin bolsillos, ¿a dónde me lo meto? ¿En la conch...?
- Yo te dejaré en tu casa, para que no te roben -la interrumpió Lucy, antes de que dijiera una mala palabra.
- Es requerido que mandemos al laboratorio su bolso para que éste sea examinado, no podemos llegar y decir que usted no ha interferido en ninguno de los artefactos, necesitamos asegurarnos al cien por ciento.
- Ah, bueno... ¿es sólo eso? -se levantó del sillón- Bien, entonces Lucy y yo ya nos vamos, ad...
- No, señorita, aún no -volvió a sentarse-, usted quédese aquí, porque se debe discutir de forma privada su futuro a partir de ahora.
- ¿Ah?
- Sólo quédese ahí sentada.
- Está bien...
Uno de los guardias le requisó el teléfono celular.
- ¡Hey! Devuélvamelo -ordenó, estando súper alarmada.
- No se lo devolveremos hasta que haya terminado la mini reunión del señor VonTrier.
- ¿Y por qué?
- Puede que usted tome fotografías del lugar o grabe, eso no está permitido, ésto es una sociedad privada y anónima, del cual el gobierno no está informada acerca de.
- Ah, bueno...
El señor VonTrier y Brown salieron de la habitación, tomaron el elevador para dirigirse el primer piso, a la recepción, dónde estaba el mostrador, ella le entregó una carpeta dónde estaba el reporte hecho sobre Anasthasia Hawkins.
Y la última nombrada, se quedó leyendo algunos panfletos y trípticos que le entregaron los guardias para entretenerla:
Eran sobre la mejor en las armas defensivas y atacantes, la renovación de los trajes para los agentes. La crisis que estaba ocurriendo por la falta de agentes y que se necesitaba que los trabajadores contacten a conocidos para que se unan... había uno que llamaba tanto la atención: una fotografía de mala calidad, mostrando a un sujeto cuyo rostro estaba totalmente desfigurado y había piel de animal pegada sobre la humana, con un hocico operado de un animal salvaje... mucha sangre saliendo de éste...
Sintió escalosfríos al verla.
- ¿Quién es?
- Oh, nadie que le interese -uno de los guardias le quitó la foto y con un pequeño artefacto que parecía que parecía un bolígrafo, tocó un botón y le borró la memoria de lo que vio- Eliminado.
- ¿Cuánto les falta?
- Harto.
Frunció el ceño estando estresada, ya que el viaje de vuelta a casa era bastante largo.
- Anasthasia Amanda Hawkins... -leyó en voz alta Edward-, diecinueve años, hija única de Amanda y Nestor Hawkins... comparten lazo sanguíneo con el famoso Taylor Hawkins, baterista de la banda Foo Fighters... interesante... -llevó su mano a la barbilla, reflexionando- no es necesario matarla, el señor Hawkins contrató el servicio de la empresa para proteger a toda su familia, incluyéndola a ella.
- Me sorprende que no sepa de nosotros.
- Tal vez su madre no quiso contarle, ella debía ser una bebé cuando Taylor contrató el servicio, sí, fue hace muchos años, en el 95'.
- ¿Y qué haremos con ella?
- No hay necesidad de obligarla a unirse a la empresa o de matarla si es que se negara. Al ser una cliente, no podemos hacer nada al respecto con...
- Nos estamos quedando sin agentes -interceptó-, es urgente, para las miles de personas famosas que a las cuales les brindamos seguridad, nuestros agentes están muriendo a manos de Dangerous, el caso más reciente es de Ricardo Hormazabal que fue en la tarde de hoy.
- Bueno, entonces ya sé que hacer al respecto... -extendió su mano derecha para recibir- Lucy, entrégame la pistola.
Lucy abrió el mostrador, entró y buscó entre los cajones el arma solicitada y la entregó. Los dos regresaron a la oficina del jefe y, apuntándole con el arma, la máxima autoridad del edificio habló:
- Te unes a nosotros o mueres.
- ¿AH? -dio un salto por la impresión de ver el arma de fuego tan cerca de ella- ¿Cómo?
- Las leyes de esta empresa son simples... -trató de explicarse, se sentó de manera informal sobre el escritorio, todavía apuntándola-, toda persona ajena a la empresa que se entere de ésta, sin importar cómo es que se entere, está obligada a trabajar con nosotros o morir simplemente, esa ha sido nuestra táctica para conseguir empleados desde que la fundé hace veintitrés años atrás. A menos que se trate de un cliente, a ellos les garantizamos seguridad las veinticuatro horas del día.
- ¿Y no puedo ser cliente?
- Sólo gente famosa residente de Estados Unidos, hemos tratado de expandirnos a otros paises pero sería demasiado difícil.
- ¿Y en qué consiste la empresa? ¿Son espías, agentes secretos, lo que sea?
- Somos una agencia secreta que se dedica a monitorear gente famosa que no sea del ámbito político y los protegemos de cualquier amenaza o conspiración en su contra. Tenemos un equipo de última generación y estamos más avanzados que algunos países desarrollados en cuánto lo tecnológico.
- Ah, qué genial...
- Un buen ejemplo sería su tío -le enseñó una fotografía-, ¿lo reconoces?
- ¿Mi tío Taylor? Sí, él me pagó la escuela cuando yo era pobre y cuando no está de gira, va a visitarme... ¿es cliente de aquí? -le asintieron- Ala, qué genial.
- Así que... ¿te vas a unir?
- ¿Voy a ser un agente?
- Primero, debes estudiar todas las asignaturas, al final se descubrirá tu vocación y veremos que puesto tendrás en la empresa, agente es uno de esos puestos... Es como el bachillerato o algo así, sólo que es gratis.
- Bien... -sonrió con emoción- Mi mami dijo que quería que estudiara una carrera para ser alguien en la vida, supongo que me pagarán cuando tenga un puesto aquí.
- Claro, pagamos muy bien, ¿no es así, señorita Brown? -la pelirroja asintió- Lleva cinco años con nosotros recepcionista y sabe muy bien de lo que le hablo.
- Entonces... acepto.
- Excelente -dejó el arma de lado, se levantó, abrió un cajón de su escritorio para sacar un enorme contrato, y se lo entregó- Complete todos los campos requeridos -le entregó un bolígrafo-, yo ahora debo ir a atender unos asuntos, nos vemos mañana al medio día.
- Ok, hasta luego... -echó ojeadas rápidas al documento, sin tomarle mucha atención y completó con su nombre, fecha de nacimiento, firma y demases.
Finalmente, los guardias le entregaron su celular y la recepcionista Lucy la acompañó en la esfera hasta su casa.
- ¿Sabes? Va a ser latero viajar tres horas y algo todos los días si voy a ir a estudiar a la empresa. ¿No existe alguna otra sede? -la otra le negó.
- Pues... de todas las líneas, recuerda que eres la línea C y te tienes que bajar en la última estación, sí, es latero ya que estás en la primera... pero existe la posibilidad de...
- ¿Sí?
- Que te consiga una habitación para vivir, los que viven lejos tienen la oportunidad de vivir en la empresa, dejando que ésta los mantenga, el único inconveniente es que te descuentan un diez por ciento del sueldo mensual.
- Me encantaría irme a vivir con ustedes, pero... ¿y mi madre? ¿Qué excusa le doy?
- No le des ninguna excusa, se lo tomará bien, abre la puerta y compruébalo...
- ¿Eh?
Anasthasia abrió la puerta, entró a su casa y su madre la abrazó como nunca:
- ¡Awww! ¡Si mi niña está tan grande! Me llamaron diciendo que te unirás a la Safety for Famous People Agency (SFPA), ¡qué orgullo!
- ¿Ah? ¿Quién te lo dijo?
- Me lo dijo el jefe, pero lo malo es que... ¡tendré que dejarte ir! - la apretujó tanto que ni la dejó respirar, ignorando la presencia de Lucy, que se alejó del lugar lentamente, sin dejar rastro.
- ¿Cómo?
- ¡Él dijo que te tendrías que mudar mañana, oh, que grande estás! -la soltó, y se limpió la lágrima de felicidad que le brotó- ¡Espero que seas una gran agente! Y, tal vez, protejas a tu tío Taylor.
- Claro, si me toca con él... no dudaré en protegerlo y mandarle saludos de tu parte.
Sonrió, se sentía feliz con su nuevo "trabajo", y todo... de un día para otro.
Aunque, en San Francisco, el miedo que tenía el baterista danés, Lars Ulrich, no paraba y no pensaba en, debido al misterioso asesino en serie que andaba suelto en San Diego y, tal vez, próximamente en San Francisco.
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