Capítulo 1: El agente caído.
En un barrio solitario en medio de las grandes calles de San Diego, caminaba una joven cargando su mochila. No era estudiante, sólo buscaba llegar a una avenida y poder tomar un taxi hacia el gran barrio universitario de la ciudad. De largo y ondulado cabello rubio, con ojos miel, ella buscaba inscribirse para poder conseguir completar sus estudios superiores.
Toda la buena onda se acabó cuando su camino fue interrumpido por varios gritos provenientes de una residencia abandonada; gritos fuertes y desgarradores, que se ahogaban en la agonía. La chica, que correspondía al nombre de Anasthasia, lo pensó muy bien, su madre hubiera querido que huyera para salvar su vida, en cambio, ella y su curiosidad dieron con entrar al lugar -muy solitario y antiguo, por cierto- no encontraba nada, recorrió los largos y empolvados pasillos hasta dar con el living, una escena digna de película de terror:
Se encontraba un hombre desnudo, de avanzada edad -entre cuarenta y cincuenta años-, tirado sobre el suelo; en su cuerpo se podían apreciar mordeduras que no podían haber sido realizadas por ningún animal doméstico o ser humano. En su alrededor, un charco de sangre y un montón de ropa manchada con ésta.
- ¡Ay, por dross mío! -exclamó Anasthasia al ver al hombre y prosiguió- ¿Se encuentra bien, señor? ¿Le llamo a una ambulancia? -se sacó la mochila y comenzó a buscar su móvil en el bolsillo delantero.
- N-no... -titubeó el sujeto, sus gritos habían cesado hace un buen rato pero éstos fueron reemplazados por jadeos e intentos fallidos por respirar- no llames...
- ¿Uh? -se sorprendió con la respuesta y lo guardó nuevamente en la mochila.
- Lle-llévese ésto... -señaló la ropa que estaba a su lado.
- ¿A dónde? -se agachó y cogió las pertenencias, en dónde se apreciaban algunas armas de fuego descargadas, eran dos, incluyendo a otros artefactos pequeños de origen y uso desconocido.
- Lejos... lléveselos... vaya a una cabina telefónica... -se quedó en silencio, tratando de buscar aire.
- ¿Sí? ¿Y qué más? -interrumpió con impaciencia.
- Lla-llame al número de la placa... le van a dar una dirección y usted debe devolver las cosas, por favor...
- ¿Y... qué son? -preguntó a su vez que guardaba todas las cosas, repletando la mochila que antes estaba casi vacía.
- Es... es mi equipo del SFPA... -toció varias veces, sintiendo como continuaba desangrándose.
- ¿El qué? -se levantó, después se alarmó al oir las bocinas de varios carros policiales.
- ¡Vete! -gritó con las muy pocas fuerzas que le quedaban- ¡Nadie puede verte así!
- ¿Ah? -miró sin entenderle nada, aún así, le hizo caso.
Sin duda, le pareció de lo más perturbador encontrarse con eso. Su plan por matricularse en la universidad fue frustrado, aunque no le tomó importancia ya que ese plan era más una obligación de su madre.
Mientras corría, se maldecía a si misma por haber elegido salir con falda y zapatos con tacones, así no podía correr de forma apropiada y la gente la miraba raro hasta llegar a su casa. Cerró la puerta de golpe, suspiró en alivio al notar que su madre no estaba -porque salió de compras- y se echó en el sofá grande del living. Agradeció estar sola para poder lanzar sus zapatos a la mierda, sentarse poniendo los pies sobre la mesa y de piernas abiertas.
"Libertad en todo sentido de la palabra, ah" pensó, tomó el control remoto y encendió la televisión: en el noticiero nacional estaban sintonizando el caso más reciente del asesino en serie del minuto. "Ala, qué curioso".
Abrió la mochila y sacó la ropa; era un traje formal, como de un abogado, con una placa de metal que tenía en letras pequeñas:
"Ricardo Hormazabal, espía líder desde el 2002.
SFPA, Sociedad Anónima."
Al otro lado salía adjunto un número telefónico de doce dígitos.
Arrugó la nariz y varias facciones de la cara tratando de pensar que tipo de trabajo era ese. Puso un poco de atención a la noticia y escuchó:
- Aún no se ha dado ninguna lista de sospechosos sobre este inusual caso -dijo el jefe del departamento de policía, justo al lado del lugar que ella visitó hace minutos atrás-. Pero se sospecha que los últimos veinte casos de este tipo a gente famosa y no tan famosa, es por este misterioso asesino.
- ¿Cuál es el informe que entrega finalmente la policía local? -consultó una periodista.
- Que la víctima fue reconocida como Ricardo Hormazabal, un abogado de cuarenta y dos años. La causa de muerte fue por desangramiento al recibir distintas mordeduras en sus extremidades, se descarta totalmente la idea de que haya sido algún animal o un daño de arma blanca. Hemos investigado con ayuda del FBI y la CIA este caso, y en los últimos cuatro asesinatos, se ha detectado saliva humana en las heridas.
- ¿Alguna recomendación para todos los televidentes? Que seguro deben estar muy asustados con que les llegue a pasar algo como ésto.
- Fácil, se debe mantener la calma, no salgan de noche, traten de no salir a solas, mirar a todos lados en caso de que se encuentre alguien que los siga. Eso, por ahora, son las indicaciones básicas.
Anasthasia se dio cuenta de que la víctima era la misma persona que le entregó esa ropa y se confundió todavía más, porque la televisión le haya puesto como trabajo de "abogado" y la placa decía "espía".
Se asustó como nunca cuando escuchó la puerta principal abrirse y ver a la gruñona de su madre entrar. Guardó el traje adentro de la mochila y se sentó como toda señorita debería hacer: piernas cruzadas y la falda bien puesta.
Mientras tanto, en la ciudad de San Francisco...
Se encontraba el baterista de Metallica, Lars Ulrich, en medio de una acalorada discusión telefónica con un número desconocido:
- ¡Ahh, fockin' stodder! -gritó- ¿Cómo eso de que se murió y no saben cómo?
- Señor Ulrich, relájese -dijo una mujer joven al otro lado de la línea-, su agente ha muerto pero en cuánto consigamos más personal le contrataremos otro.
- No es lo mismo, señorita, yo no le pago a su puta agencia que supuestamente asegura mi máxima seguridad, cuando ni ellos mismos pueden cuidarse.
- Repito: en cuánto consigamos más personal, le contrataremos otro agente.
- ¡Yo no dejé de usar guardaespaldas por nada! Más encima me obligan a pagar cualquier cantidad de plata para un servicio que ni sirve, ¿entiende mi descontento, eh, señorita?
- Tranquilo, señor Ulrich, no le cobraremos los meses en que usted esté desprotegido por la agencia.
- ¿Meses? ¿¡Cómo eso de "meses"!? Hay un asesino canibal que anda rondando en San Diego ahora mismo y puede que me mate en cualquier segundo, no puedo estar nada de tranquilo.
- Estamos cortos de personal y requerimos de su paciencia mientras le designamos un agente de seguridad nuevo, ¿sí?
Cortó la llamada de golpe y lanzó su iPhone a la mierda... a los pocos segundos se arrepintió y fue a recogerlo para asegurarse de que siguiera vivo. Tenía una "pequeña" raya que atravesaba toda la pantalla.
- ¡FOOCK! -gritó y se asustó al sentir una mano sobre su hombro, era Connie Nielsen, su novia y compañera de vida.
- Oww, ¿qué te pasó ahora, cariño? Que gritar cosas feas no soluciona nada -se acercó y le dio un beso en la mejilla, él rezongó simplemente y le enseñó el celular dañado- Ah, pero... ¿es eso? Yo creí que era algo más grave, te oí gritar desde afuera y ni modo, te puedes comprar otro cuando quieras.
- Ah, no, no... -le corrigió- no es eso. Nada que ver -guardó el iPhone en su bolsillo delantero del pantalón-, se trata sobre mi "guardaespaldas secreto". ¿Recuerdas esa agencia que nos obligó a los dos contratar sus servicios o si no nos mataban?
- ¿Safety for Famous People Agency? Sí, ¿por?
- Osea, aparte de eso, me hacen pagarle más del veinte por ciento de lo que gano mensualmente para que me protejan y resulta que el tipo que trabaja para cuidarme se murió.
- ¿En serio? -quedó perpleja con esas palabras- ¿Y de qué? ¿Murió porque había una amenaza en contra tuya?
- Ni puta idea, dicen que no saben. Connie, mi amor, ¿comprendes mi dolor de bolsillo y de ano al saber que me pueden matar en cualquier segundo?
- Oww, Larsie, no seas tan melodramático, te pueden conseguir otr...
- ¡Están cortos de personal!
- Si quieres puedo pagar para que mi agente te cuide a ti también...
- No, ESE dinero va para la crianza de NUESTRO hijo Bryce y para que te protejas tú, no quiero ser una carga en ti, cariño -le dio un corto beso en los labios y caminó por la casa, ella lo siguió, Lars cogió las llaves y se dirigió a la puerta principal-. Hasta luego, amor, nos vemos luego... -iba a darle otro beso pero ella lo apartó de encima.
- ¿Vas saliendo? -le asintió- ¿A dónde?
- A una reunión de banda, en la casa de J...
- Pasa a buscar a Bryce al jardín -interceptó.
- Joder, Connie, es una reunión de banda, vamos a discutir cosas serias.
- Y con cosas serias; el setenta y cinco por ciento del tiempo será bebiendo cerveza, ¿verdad? -él, cabizbaja, asintió- Vas a buscar a Bryce y lo vas a cuidar, porque ni tiempo pasas con él por culpa de la banda, sólo pasas tiempo con tus otros dos hijos Myles y Layne, pero... ¿y el nuestro? Vamos, anda, y por su puesto, no vas a beber nada. ¿Ok?
- Ahh... -suspiró y susurró bien despacio- fanden...
- ¡Lars! Te escuché, ambos somos daneses, ¿recuerdas?
- Fock, bueno... -corrió hacia el final del pasillo hasta conseguir un coche- voy a buscar Bryce, voy a la reunión de banda y vuelvo al tiro.
- Así me gustas...
Ambos se besaron y a la velocidad de la luz el señor Ulrich llevó el coche para pasar a buscar a su hijo de tres años al jardín infantil. Lo sentó sobre la silla especial del coche, le puso el seguro, y se fue corriendo con el coche a la casa de James. Le gustaba acarrear a su progenitor en un coche ya que era mucho más cómodo que cargarlo en sus brazos o llevarlo caminando ya que éste se cansa con facilidad.
Trató de contactarse con alguno de sus compañeros, no obstante, la pantalla de su móvil estaba tan dañada que no se podían prescionar bien las teclas.
"A la mierda, esta fockin shiet" rodó los ojos y guardó el artefacto inútil.
Al llegar a la "Mansión Hetfield", tocó el timbre y Francesca fue a abrirle la puerta.
- Oh, Lars, pasa, pasa... -lo dejó entrar y miró al pequeño niño- ¡Aww! ¡Y trajiste a Bryce!
- Ah, sí... Connie quería que lo cuidara.
- Aww, mándale saludos de mi parte, ¿sí?
- Claro.
Caminó con el coche por la residencia hasta llegar al living, dónde se encontraban sus tres compañeros de banda sentados en diferentes sillones.
- Veinte minutos tarde, Ulrich -James lo miró con cara de pocos amigos, señalando el reloj de la pared.
- Sorry, Connie me mandó a buscar a Bryce -se excusó Lars.
- Ah, tu también, eh -interfirió Kirk-, deposítalo con los míos -señaló al otro lado de la sala, en donde se encontraban sus dos hijos jugando a armar una torre de legos.
Asintió y se dirigió hacia allá, sacó a Bryce del coche, le dio un besito en la frente y el niño rápidamente se incorporó al juego de los otros dos.
A pesar de que existía otro sillón más de sobra, Lars prefirió sentarse de cuclillas en el suelo.
- Vale, ¿de qué me perdí? -hizo esa típica sonrisa que hace cuando actúa como un hijo de puta.
- Discutíamos el asunto de sacar nuevo disco -contestó Robert-, los fans andan medios desesperados dos años después de que ya hayamos sacado uno.
- Pues el Death Magnetic estuvo de puta madre -comentó encogiendo los hombros.
- Eso no, idiota -corrigió el rubio-, hablamos sobre cómo va a ser el nuevo disco, aunque no sea cien por ciento nuestro.
- ¿Cómo eso de que no es cien por ciento nuestro? ¿Nuevo disco de covers? ¿Garage Inc III?
- Nope -interrumpió antes de que su compañero haga más preguntas-, ¿recuerdas en el Salón de la Fama, en el backstage cuando Lou Reed nos pidió ayuda para un nuevo disco suyo?
- Ahh, ¡Sí! ¡Sí! Lou Reed ft. Metallica, ¡la nueva sensación!
- Pues pensamos en llamarlo para responderle que: sí, vamos a colaborar con él -prosiguió Kirk.
- ¿Y tanto alboroto para ESO? -ellos asintieron, de la forma más casual posible- ¡Pff...! Yo les tengo una noticia que se vendería como pan caliente si no fuera porque se trata de una organización secreta... -miró a todos lados, específicamente a Francesca, para que no escuchara.
- Tranquilo hombre, que el servicio, al menos yo, lo contraté para que proteja a toda mi familia... salió caro, pero es bueno -trató de tranquilizarlo el señor Hetfield-, así que habla libremente dle tema porque aquí todos saben sobre eso.
- ¿Bueno? Yo no lo veo tan así, James... -cruzó los brazos, los demás miraron sin entenderle nada- Osea, estamos obligados a pagar un servicio que ni sirve.
- A ver... explícate, que así no te entendemos nada.
- La puta agencia dice que mi agente murió y no tienen idea de qué, más encima puede que esté meses desprotegido porque están cortos de personal.
- ¿Y no le pediste a Connie que pague para...? -sugirió Hammett.
- No, me lo ofreció pero negué, ella es una mujer ocupada y ese dinero que ella gana es para la crianza de ESA cosita adorable de allá -señaló a su hijo- y créanme que estoy cagado hasta por las patas por ese asesino en serie que está rondando ahora.
- ¿Ese el que muerde a la gente?
- Sí, sí, ese mismo.
- Pff, a mi se me hace que fue el chupacabras -interceptó Trujillo.
- No, no, no... que fue Dracula, osea, con los colmillos y todo, ¿no? -Lars miró al guitarrista con una cara de "no me jodas".
- Métanse sus criaturas o monstruos, o lo que sea, por el culo, ésto es algo sergio.
- ¿No será "serio"?
- Lo mismo.
Se quedaron en un silencio incómodo. Hasta que el baterista suspiró y continuó su discurso:
- Ustedes saben todas esas burlas que hay en mi contra sobre el asunto de Napster, el St. Anger y otros... y que más de una vez han querido matarme por eso, ¿recuerdan cuando andaba como con mil guardaespaldas? Vale, cuando Connie y yo descubrimos esa agencia secreta, mi seguridad estaba más que garantizada y podía insultarme lo que quieran mientras yo me rascaba las bolas viendo televisión porque estaba confiado en que nada iba a pasar -ellos rieron porque era cierto- ¿Ahora? No puedo ni salir a la calle, ¿se enteraron? El asesino en serie ese canibal de mierda anda en San Diego, osea, casi al lado nuestro y sus víctimas favoritas son gente famosa... ¡Me voy a morir!
- Joder, Lars, no exageres, hombre, ya van a conseguir personal pronto -lo consoló el vocalista-, aparte, si de aquí a seis meses no consigues nada, podemos nosotros pagarte para que nuestros agentes te protejan a ti también o vuelves al antiguo sistema de los guarda espaldas no sé.
- Dudo que sea tan terrible, Lars, dudo que el asesino-dracula-chupacabras venga de San Diego hasta acá exclusivamente para matarte, ¿o sí? -todos miraron a Kirk y negaron- ¿Ves?
- Mierda, entonces hice un escándalo inútil por nada... -se quedó mirando el suelo y sacó su iPhone- en medio de un ataque de ira lo hice mierda... de la escala del uno al diez, ¿qué tan idiota soy?
- Infinito -contestaron los demás, riéndose.
Lars Ulrich después de todo, se tranquilizó un poco, no obstante, le pareció raro que justo mataran a su agente y que el asesino serial estuviera cerca de allí, se sintió perseguido por varias horas hasta olvidarlo con unas buenas cervezas.
Pero el subconciente nunca olvida y sus malos presentimientos no cesaban.
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