Capitulo 40⛓️
Zabdiel
Cuando recupere la consciencia solo podía visualizar una cosa.
Esa bufanda.
¿De quién carajo era y por qué me parecía conocida?
El mal presentimiento se hizo presente.
¿A quién pertenece?
Mi mente se bloqueo.
No sé donde me habían dejado pero me levante de un salto y corrí de nuevo hacia el gran galpón, no me importaba que siguieran los disparos ni que chocara con personas al azar, solo quería llegar al lugar específico donde me desmaye.
—¡Zabdiel ¿Qué haces? —Joel se cruzó en mi camino, me jalo de un brazo pero no tuve otra reacción más que quitarlo bruscamente y seguir mi camino— ¡Oye! ¿A donde vas? Zabdiel.
Me siguió y apenas llegamos a la habitación donde mi grupo había combatido contra los hombres de Jay y sus socios traicioneros, sentí una fuerte opresión en el pecho.
—¿Qué paso? Ya no hay nadie vivo acá —murmuro mi hermano mientras posaba su mano en mi hombro— El golpe seguro te dejo aturdido, tranquilo. En realidad tenemos que ir con los demás, los reyes están hablando con Jay y dándole la sentencia, vamos a ver.
Negué.
—No —señale a todos los cuerpos con pasamontañas que eran de los nuestros— ¿Ya los identificaron?
Él negó y frunció el ceño.
—Sabes que eso lo hacen al final de la misión, ya luego le avisaremos a las familias de los caídos.
Trague saliva pesadamente.
—¿Qué mierda haces?
Camine hacia el primer cuerpo con pasamontañas que ubique y se lo quite, era un hombre.
—¿Qué buscas? ¡Zabdiel! Habla.
Le quite el pasamontañas a dos hombres más antes de detenerme y mirarlo.
—Tengo una sospecha —mi voz tembló al decir las palabras, intente recomponerme pero no lo logre.
Joel me miro con duda.
—Okey... ¿Sobre qué? —no le preste atención a su expresión.
—Ayudame a quitarle el pasamontañas a todos —me encamine hacia el siguiente.
—Pero... ¿Por qué? ¿Qué pasa?
No le respondí y seguí con cada uno, mi corazón latiendo con mayor fuerza mientras quedaban menos enmascarados.
Cuando llegue a uno de los cuerpos lo identifique como una mujer por lo pequeña que era, mi respiración se detuvo.
Le quite el pasamontañas y repase su rostro entero, que estaba decorado con una herida de bala entre las cejas.
Suspire de alivio.
No era ella.
Esta chica rubia no era ella.
Porque la única que podría ser dueña de esa bufanda verde era...
—Zab... Zabdiel —la débil voz de Joel me llego y rápidamente me gire en su dirección.
Él parecía cubrir la vista hacia un cuerpo tirado, mi hermano estaba de rodillas frente a ese cuerpo y toda mi sangre se congeló.
—No no —parecía temblar— ¡Zabdiel! Ven ahora.
Me lance a su lado y cuando mi cuerpo quedo frente al de la chica, me tense.
Ella no.
Dios, nunca te he pedido nada pero por favor, ella no.
Luis Makarov
En el momento en que me entere que mi amigo y socio, Jay Tyson, había sido quien nos traiciono, no me sorprendí.
Pero si dolió.
Era esa extraña sensación que desde hace años no sentía, cuando pasaba eso que presentías pero no querías aceptar, y que aunque supieras que pasaría no significaba que no dolería.
Los príncipes habían sido astutos en mantener en secreto esa información hasta tenernos en escena, sino, dudo mucho que los tres les hubiéramos creído.
No sin las pruebas en las manos.
Y ahora estábamos aquí, frente a un Jay arrodillado ante nosotros.
Me desplace por la habitación y tome una silla de madera algo agujereada, la lleve a donde estaba anteriormente y me senté.
Jimmy me dio una mirada de reojo y quise transmitirle confianza y tranquilidad.
Mi amigo tenía el corazón roto.
Había pasado con Jimmy casi toda nuestra vida, podía contar con los dedos de una mano cuantas veces me había dado esa mirada.
No eran muchas, por si querían saber.
—¿Por qué hiciste todo esto, Jay? —Mateo fue quien hablo, pues parecía tener más control que Jimmy y yo juntos.
Yo podía matarlo a golpes en este momento.
Jay parecía a la defensiva, con una sonrisa santurrona que quería borrar pero me contuve inteligentemente.
Tenía a Kindsey Mattei a unos pasos, la chica que estratégicamente planeo todo en venganza a la muerte de su hermana.
Ella era la que debía dar el primer y último golpe.
—Les contare, si, lo haré —él fingía estar a gusto con la situación pero eran demasiados años conociéndolo, no podía engañarme.
Ya lo había hecho.
Inhale fuertemente.
—En realidad con el paso de los años pude entender que los cuatro juntos no íbamos a evolucionar —se movió dejándonos en alerta, lo noto y se río a carcajadas por eso— ¿Sabían que teníamos más enemigos que aliados? Solo porque ustedes querían mantener el círculo muy cerrado —su mirada se volvió oscura— Nos iban a destruir.
—¿Y por eso preferiste irte al lado de ellos? ¿Para ser tú quien nos destruyera? —pregunte con el veneno destilando cada palabra.
Me miro y alce una ceja desafiante.
—Ay, Luis, te felicito ¿sabes? —miro hacia atrás donde sabíamos que estaba Nicholas, volvió a mi— Gracias al gran entrenamiento que les diste a tus hijos no pude llevármelos —se inclino hacia adelante, aún cuando estaba en el suelo— Y lo intente, varias veces.
—Estuviste más de veinticinco años junto a nosotros, ¿y nos traicionaste así sin más? Eso es realmente poco hombre de tu parte —Jimmy avanzo, casi tomándolo por la camisa, Mateo lo detuvo de hacerlo— ¿Unirte a porquerías como dealers? ¿Hacerlos subir de rango sólo para que te ayudaran a secuestrar y asesinar a quien no podías solo? Eso es patético.
Jay intento lanzarse hacia adelante pero de un momento a otro le di una patada en el pecho, dejándolo en su lugar.
—Quieto.
Escucho la risa de mi hijo y casi sonrió, Nicholas era un caso especial.
—¿Patético, Jimmy?
El pelinegro lo interrumpe antes de que pudiera seguir.
—Sí, patético, ya que atrapamos y asesinamos a cada uno de tus inservibles cómplices, y adivina qué, todos en algún momento dijeron algo, algo que nos termino llevando ahí.
—Oh no, detente —la risa de Jay me aturdía, quería hacer que perdiera los estribos y se desmoronara frente a nosotros— Dejame corregirte, porque tú —nos miro a los tres— Ustedes nunca hicieron nada y si están aquí, frente a mi y en esta situación es gracias a la mocosa de allá atrás que hizo lo que ustedes nunca hicieron —nos miro con su típica mirada de superioridad, como si no estuviéramos en una situación donde él saldría perdiendo— Ella dudó.
—Ay ya, callenlo —fingí estar irritado pero solo quería salir de aquí y pensar.
Unos segundos de silencio pasaron para que pudiéramos hablar otra vez.
—Espero seas muy susceptible al dolor —fue lo último que le dijo Mateo antes de darse la vuelta y salir.
Di dos pasos hacia él.
—Eres un cobarde...
—Me parece que no —me sonrió cínicamente y me di cuenta que ahí ya no estaba quien había sido mi amigo.
Se destruyo a si mismo.
Y nosotros no nos dimos cuenta.
—Espero sufras.
Gire hacia la salida y sin ver a los dos príncipes, salí de ahí.
Jimmy me seguía muy de cerca y nos detenemos detrás de Mateo en el mismo momento en que vemos a Joel Williams llegar corriendo.
—¿Y a ti qué le paso? —apenas me fije en su rostro que estaba rojizo y parecía estar lleno de lágrimas.
—Padre —tartamudeo e inmediatamente fruncí el ceño.
—Joel, calmate —Mateo puso las manos sobre los hombro de su hijo, asegurándose de que no cayera, el muchacho parecía estar fuera de si— ¿Qué paso?
El silencio duro segundos pero cuando comenzó hablar, hubiera preferido que no lo hiciera.
—Papá... Domenica...
Todos nos pusimos alerta.
La princesa menor de los Williams y la única hija de Mateo.
La única princesa sin experiencia.
Hasta Venus podría derrotar a más hombres que esa chica.
—¿Qué paso con Domenica? —esta vez lo sacudió— ¡Joel!
—Hey —Jimmy intervino y quito a Mateo del camino mientras yo me movía para colocarme a su lado por cualquier cosa y el pelinegro se encargó de Joel.
—Domenica... Esta muerta.
—¡¿Qué?! —volteo a mirar a Nika, quien parecía haberse detenido de golpe de camino hacia la sala donde estaban Kindsey y Nicholas— ¿Qué acabas de decir?
Era de las únicas veces que veía alguna emoción fuerte en los ojos de mi hija.
—Ni... Nika —balbuceo el chico y mi hija abrió los brazos para él mientras parecía sollozar.
—Ya, ya, tranquilo —acaricio su espalda y luego me miro.
Leí sus labios mientras preguntaba claramente "¿De qué se trata todo esto?"
Negué, indicando que no sabía nada.
—Oye, Joe —la escuche murmurar mientras lo separaba de ella y le tomaba el rostro— ¿Qué paso exactamente?
Joel inhaló con profundidad.
—Zab... Zabdiel tenía una sospecha ya que había una bufanda verde cuando exploto la bomba en la sala donde estábamos, le quitamos los pasamontañas a todos los caídos y ella estaba ahí, creo que se infiltro a la misión, yo... —sollozo nuevamente y dejo de hablar.
—Hey ¡hey, Mateo! —Jimmy lucho contra el castaño que salio como animal furioso hacia la sala donde habíamos estado hace pocos minutos.
Kindsey
Deje a Nicholas esta atrás mientras caminaba hacia el imbécil mayor, mis manos picaban por querer estrangularlo.
Tenía sed de sangre.
Pero todo a su tiempo, por lo que busque relajarme.
—¿Sabes cuantos años he esperado yo por esto? —sonreí genuinamente y no pude evitar soltar una risa enloquecida— Muchas gracias por huir como un cobarde esa noche, desde ese momento supe que hoy sería mi día de suerte.
—Quiero que sepas algo, princesa —tomo la silla que el rey Luis había dejado, y con fuerza se la rompo en la cabeza, interrumpiendolo.
—A partir de ahora, solo hablaras si yo te lo permito.
Él sonrió amargamente.
Doy una vuelta en el aire y mi bota conecta con su mandíbula, haciéndolo caer de lado.
—Hija de...
Le di una cachetada y comencé hacer sonidos de negación.
—No hablar —le recuerdo.
Cuando estuve a punto de sacar uno de mis cuchillos, el fuerte golpe de las puertas dobles abriéndose me distrajo, mire hacía allá.
La imagen de Mateo Williams caminar hacia nosotros me hizo fruncir el ceño, pero no paro en mi, se lanzó con un golpe certero a la mejilla de Jay.
—Maldito imbécil —lo siguió golpeando mientras el shock se apoderaba de mi.
—¿Qué mier...?
—Nick ¡separalos! —veo a Nika mirarnos enloquecida y corre hacia nosotros pero primero llega Nicholas hacia los hombres en el suelo.
Miro seguidamente a Nika y Nicholas, ella corre hacia mi, él trata de separar a los que se golpean.
Irónicamente pienso, ¿mis chicos desde cuando buscan la paz y no la guerra?
—Kindsey, vamos —la peli azul me toma de la mano y me jala hacia la salida, la sigo.
Veo a Jimmy y Luis pasar por nuestro lado e ir en la ayuda de Nick, mientras sigo corriendo a no sé donde.
—Nika, ¿a donde vamos? —me esfuerzo por decir, ella se detiene de golpe haciéndome chocar con su cuerpo y frunzo el ceño.
—Kindsey... —su mirada es vulnerable y hace mucho no la veía así.
—¿Qué pasa? —la sospecha se instala en mi.
Mi amiga suspira antes de hablar con claridad.
—Domenica se infiltro en la misión.
Frunzo el ceño.
Ella había estado entrenando, eso es lo que me decía por mensajes pero no creía que estuviera capacitada para una misión como esta.
—Esa niña —negué, tanto impresionada como en regaño, mire a Nika— ¿Y dónde está?
Inicie mi camino hacia donde mi amiga dijera, el caso es que no dijo nada, ni tampoco se movió.
Me gire a mirarla.
—Nika.
—Kinds...
Me concentre en sus ojos.
Esa mirada.
—Le dispararon, esta muerta.
El jadeo salio de mi de forma imprevista, sentí como si me hubiesen golpeado obligándome a retroceder.
—¿Cómo fue?
Ella cerró los ojos un momento y respondió de esa manera.
—Cuatro heridas de balas —mi corazón se acelero— Dos en el pecho y dos en la cara.
Mis manos temblaron hasta que casi sacudían mia brazos.
—¿Dónde esta? —di pasos hacia atrás, esperando a que me llevará con ella.
—Zabdiel... Ven —me tomo de la mano e inconscientemente camine junto a ella.
Pude escucharlo antes de verlo.
Primero hubo un silencio tortuoso, mis huesos se congelaron al escuchar el grito.
Era un grito de sufrimiento, pero también era un grito de furia, parecía poder hacer arder el mismo infierno con ese grito.
Se me apretó el corazón.
Entramos en la sala y él estaba tirado en el suelo, de rodillas con la cabeza baja, a su lado el cuerpo pálido de Domenica apareció.
Se me corto la respiración.
Quise poner mi mano en el hombro de Zabdiel en señal de apoyo pero no sé en cual momento decidí arrodillarme a su lado.
—Zab... —mi voz salio rasposa— Zabdiel.
Él no me miro, en realidad parecía que no me estaba escuchando.
Puse mi mano sobre la suya, que descansaba en su rodilla.
Se sobresalto, comprobando que no me estaba escuchando, apreté su mano.
Inesperadamente, mientras me miraba y notaba como se apagaba el fuego que siempre ardía en sus ojos, quise consolarlo, esconderlo de ese dolor que durante mucho tiempo también me ha identificado.
Pase ambos brazos detrás de su cuello y lo atraigo hacia mi, haciendo que esconda su cara en la curva de mi cuello.
Acaricio su cabello mientras su llanto llena la habitación.
Miro el cuerpo herido de Dom y mis ojos se cristalizan inmediatamente.
Oh, niña.
—Llora todo lo que quieras —le susurro mientras sigo acariciando su cabello— Estoy aquí, te apoyo, llora.
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