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Capitulo 31⛓️

Yadiel

Pasados dos días del encuentro en la oficina de mi padre, aún estaba un poco aturdido.

Los reyes siguieron como si realmente nada hubiera sucedido, como si no hubieran puesto nuestras mentes en nuestra contra.

Pero siempre había sido así.

Solo debía seguir adelante, completar misiones, seguir ordenes y de nuevo.

Como un ciclo del que no podía salir.

Pero grande fue mi sorpresa cuando estando en casa de los Mattei, mi madre me llamo.

-Hola, madre.

-Yadiel -cuando era un niño le había dado muchos dolores de cabeza a mi mamá, lo que hizo que tomara distancia y nunca se recupero lo que fue nuestra relación- Como sabes, se planearon tres citas antes de formar el matrimonio, y ya la princesa Mattei ha completado las citas con tus hermanos -su voz fue amarga cuando nombro a Kindsey, no la había escuchado, pero sabía que estaba en contra de todo lo que la pelinegra vocifero en la reunión, la tomo de desvergonzada- Y hoy será la cita que falta, entre tú y ella.

Casi suelto un suspiro.

Kindsey me gustaba, su espíritu vengativo y luchador me llamaba, era como si instara al mío escondido a salir.

-Bien, ¿Kindsey ya lo sabe?

-Si, debe llevarse a cabo hoy, recuerdalo -corto la llamada y apenas deje el teléfono sobre la cama cuando mi hermano menor entro en la habitación.

-Domenica me ha llamado cuarenta y ocho veces en esta última hora -se sienta en uno de los sillones antes de que su teléfono comience a sonar, bufo- Cuarenta y nueve.

Casi me río.

-Seguro Zabdiel no le contesta -de otro modo no entiendo su insistencia, nosotros dos no somos cercanos a ella.

Joel se encoge de hombros.

-Se entero que Nika y yo estamos juntos, y me insiste en que le diga cómo paso todo -pasa sus manos por su cabello, y de nuevo, casi me río.

-¿Nika y tú están juntos? -alzo ambas cejas mientras pregunto.

Sabía sobre todo lo que mi hermano hizo para que ella le hablara, incluyendo cuando la encerró en la cabaña de metal, pero no estaba seguro de que significaba "estar juntos" para ellos.

¿Significaría que Joel ya no estaría dentro del trato? ¿Cómo se lo diría a nuestro padre?

-Creo que si -murmura antes de exclamar, con más desesperación- ¡No lo sé!

Tomo mi teléfono escribiendo a un contacto mientras sigo escuchando a mi hermano.

-Es que ¿qué puedo hacer? ¿Preguntarle qué somos? ¿Asumirlo?

En cuanto me miro buscando respuesta, entendí que debía darle una.

¿Qué le diría? Nunca he tenido una pareja.

Recorde momentos del pasado que me atormentaban diariamente para buscar alguna ayuda a mi hermano.

-No supongas -es lo primero que le digo- Eso seguro la hará enojar, toma en cuenta su opinión siempre. Es Nika, si siente que te impones a ella seguramente te dejara a un lado.

Él se tenso, creo que ante la idea que la peli azul lo dejara, pero era algo que si haría totalmente.

Nika era una chica ruda y demasiado imponente, no se dejaría gobernar cuando ella nació para eso.

-Pideselo -su ceño se frunció, como siempre que se encontraba confundido- Pídele que sea tu novia, que se case contigo. Lo que vayas hacer, pideselo.

Creo que fue un buen consejo, pues se calmo e inicio a pensar en voz alta.

***

Mi atuendo era medio formal, pues llevaba un pantalón de vestir y un suéter de lana cuello tortuga de color crema, mis zapatos Oxford negros, escondí mi arma detrás de mi espalda.

Peine mi cabello castaño para al final verme frente al espejo.

Me veía bien, y me había esforzado en eso.

¿Por qué me había esforzado para esta cita con Kindsey?

Sabía que era en vano, yo sabía que no me elegirían como su prometido y sin embargo, en este momento no había nada más que deseara que me consideraran una opción viable.

No había visto a Kindsey todavía, pero en cuanto estuve a punto de tocar la puerta de su habitación un carraspeo me detuvo.

-Sé sobre la cita -Nika dio pasos hacia mi haciendo sonar sus botas altas de tacón, ni siquiera con eso llegaba a mi mentón- ¿A donde irán?

Me cruce de brazos sin darle la oportunidad de que intentara amenazarme.

Nika era la guardiana de Kindsey de forma inconsciente, o tal vez si era consciente de su increíble obsesión por la protección de la pelinegra.

No sé qué había pasado en la vida de la princesa Mattei para que la protección de los mellizos Makarov se volviera tan intensa a su alrededor, que ella estuviera sola era un milagro ya.

Era realmente admirable eso, pero a la vez causaba que una gran curiosidad en mi floreciera por querer saber qué ha pasado en su vida, y eso era peligroso.

No había sentido tanto desde hace más de cinco años.

-Tengo la tarde planeada -decidí ir por la verdad, eso lo valoraría más- Pero no creo que sea sensato decírtelo.

Sus hombros se cuadraron en amenaza y una esquina de mi boca se curveo.

Demasiado protectora.

-Y según tú, imbécil adusto, ¿por qué no sería sensato que yo supiera? -entrecerro sus ojos en mi dirección, mostrando abiertamente su sospecha hacia mi.

Me encogí de hombros, sin inmutarme.

-Se lo dirías instantáneamente, lo sé -me acerque dos pasos, ella no los retrocedió- Y me gustaría que fuera una sorpresa.

-Te gusta Kindsey -ella soltó bruscamente, no como pregunta sino afirmación.

Las palabras salieron de mis labios como si estuvieran preparadas para enfrentar el mundo.

-Me gusta.

Sé que ella hubiera actuado agresivamente si no fuera por el movimiento en las escaleras que nos hizo voltear.

La respiración se atasco en mi garganta al verla, trate de mantener la compostura.

Kindsey caminaba hacia nosotros vestida con un pantalón ajustado en la cintura y suelto de manera recta de color crema, también llevaba lo que parecía ser una camisa roja manga larga con pliegues en el escote en forma de corazón, y unos tacones que la dejaban mirándome cara a cara.

Su cabello estaba recogido por lo que veía su rostro sin impedimento.

Ella era hermosa.

Una punzada llego a mi pecho, devolviéndome a la realidad.

Al momento en que llego a nosotros, se poso a un lado de Nika y aunque era más alta que la peli azul, está tomo una posición defensiva, como si fuera su guardaespaldas.

-¿Cómo vas? -le pregunto directamente a su amiga, antes de voltear hacia a mi- ¿Listo?

Antes de que pudiera hablar, Nika se me adelanto.

-Voy bien, todo según lo planeado -no sabía exactamente a qué se refería pero todo en nuestro mundo se había vuelto incierto para mí en los últimos días.

Ya no sabía que pensar.

-Si le pasa algo, te rompo las piernas -la princesa Makarov me señalo con uno de sus dedos antes de dar un paso atrás aún mirándome, luego miro a Kindsey y le sonrió antes de irse.

-Estoy listo.

Casi le tiendo mi mano para que la tomara, nos miramos unos segundos y comenzamos a caminara hacia las escaleras.

No nos encontramos con nadie más por la planta baja, entonces salimos de la casa en paz.

Al ver que el auto que espera por nosotros no es el mío, miro a mi cita con interrogación.

-Es mío -dice al notar mi mirada, saca las llaves y me las lanza, las tomó en el aire- Conduce tú.

Reprimo una sonrisa mientras subo al auto.

Salimos de la propiedad en silencio y parte del camino Kindsey se toma algunas fotos, de reojo veo como las sube a varias de sus redes sociales.

Ya las veré luego.

En cuanto deja el teléfono sobre su regazo y se da cuenta que aún la miro de reojo, su ceño se frunce.

-¿Qué tanto miras?

Vuelvo la mirada completamente al camino mientras hablo.

-Definitivamente tu esencia es estar a la defensiva -la diversión brota de mis palabras aunque no se denota ninguna sonrisa.

Su mirada profunda puedo sentirla más no la miro, ya casi llegamos a la primera parada que fue planeada.

-Estaba de buen humor -su suspiro fue más divertido que irritado, así que lo tome como una buena señal- ¿A donde vamos?

-Es un sorpresa.

-Odio las sorpresas.

-Sigue siendo una.

Hubo un pequeño empujón en mi hombro, por lo que la mire sin mostrar mi sorpresa.

-El hecho de que me agrades no significa que no pueda golpearte -advirtió, pero solo me causo gracia.

-¿A donde me llevas? -volvió a preguntar, esta vez más insistente.

Me detengo en un semáforo en rojo, la miro.

Sus ojos diferentes inspeccionan mi rostro, buscando algo que me delate, no lo hallara.

He perfeccionado el que mi rostro se muestre neutro durante años, ni siquiera he resbalado ante la tentación de mostrar expresión.

Me inclino hacia ella, apartando la mirada de sus ojos y bajándola a sus labios tentadoramente.

-Así que te agrado, que sorpresa -murmuro y en el último momento me aparto para arrancar el auto y conducir.

Nos mantenemos en silencio el resto del viaje hacia el restaurante y detengo el auto en la entrada.

Bajamos sin siquiera mirarnos, pero puedo sentir lo agitada que esta, lo cual comienza hacer que me piquen las manos, quiero tocarla.

Dejo que ella entre primero aunque no nos quedaremos mucho tiempo, la recepcionista nos recibe con amabilidad y nos conduce hacia un área privada donde se encuentra el chef principal ya esperándonos.

-Muy buenas tardes, señor Williams -habla en cuanto me ve, mira a Kindsey y sus ojos se abren con admiración- Señorita Mattei, es un honor tenerla en mi restaurante.

La pelinegra da solo media sonrisa antes de que su mirada inspeccione el lugar y que tanto ruido hay, y comienza a tensarse.

Miro al chef.

-¿Ya están los platos listos?

Él asintió apresuradamente antes de volver hablar.

-Si, señor -luego comienza a enumerar con los dedos- Como dijo que quería platos sencillos hemos hecho para usted, una pasta alfredo, una paella, un falafel y de postre un bebinca.

-¿Qué es eso de bebinca? -cuestiona la pelinegra.

El hombre se sacude nervioso ante la mirada bicolor.

-Le explico, señorita. El bebinca es un pastel de capas hecho de harina, azúcar, ghee y leche de coco, le encantará.

Kindsey disimula una mueca antes de asentir poco convencida.

-Está bien -intervine- Traelos, son para llevar.

Rápidamente asintió y salio del lugar.

-¿No vamos a comer aquí? -Kindsey me mira con duda y curiosidad mostrándose en sus ojos libremente.

-No.

-¿Por qué no?

La miro directamente, tratando de transmitirle confianza.

-Te incomoda el ruido -me encojo de hombros- No tendrás esta cita conmigo mientras te incomode algo.

Su sorpresa se mostró en todo su rostro y pude deleitarme ante eso.

-Me incomoda tu presencia -suelta en cuanto se recupera y no puedo evitar soltar una pequeña risa.

-No tienes tanta suerte, princesa.

Me dio una mirada divertida que me relajo un poco.

-¿Y a donde vamos a ir entonces?

Negué.

-Es una sorpresa.

Estuvo a punto de hablar pero apareció el chef con algunos asistentes detrás, los tres llevaban bolsas llenas de la comida empacada, antes de dejarla sobre la mesa que había.

-Aquí están todos los platos, señor Williams, empacados y totalmente deliciosos.

Saque efectivo para hacer el pago de forma más rápida, y dejarles una gran propina al chef y sus ayudantes.

No le di importancia a sus balbuceos agradecidos, tome las bolsas en una mano y extendí la otra hacia Kindsey quien poco dudo antes de tomarla.

Salimos del restaurante con varias miradas sobre nosotros, mientras Kindsey subía yo abrí la puerta trasera para dejar la comida en el asiento y luego mire a los guardias a dos autos detrás de nosotros, ellos asintieron confirmando la seguridad y luego subí yo al auto.

Antes de arrancar inspeccione los alrededores y luego le di una mirada fugaz a mi acompañante, comencé a conducir.

—Creo que conozco este lugar —murmuro ella mientras nos adentrábamos en una parte de la ciudad que estaba desierta de casas, solo habían árboles bien cuidados.

Asentí en afirmación, era propiedad de los reyes, estos con sus familias habían venido con frecuencia cuando eramos niños.

La mire luego de estacionar y apagar el motor, ella me devolvió la mirada.

—¿Te gusto, verdad? —su franqueza me resultó cálida, quería creer que ella sabía exactamente lo que me provocaba pero era poco probable, así que ella preguntaba a la deriva, con total curiosidad.

La miro con total calma, tomandome mi tiempo para observarla, su cabello negro recogido me dan ganas de tocarlo y casi me río por mi impulso.

—Me gustas —afirmo, aún sabiendo que estoy dejándome llevar demasiado.

Espere por su reacción pero se mantuvo con su rostro vacío durante unos segundos, después todo me tomo por sorpresa, aunque puedo decir que lo estaba esperando con ansias.

Kindsey me tomo por mi suéter con brusquedad, se alzo y paso hasta mi asiento, y sin tener tiempo de reaccionar, choco sus labios contra los míos.

Kindsey

Yadiel iba a matarme.

O tal vez lo terminaría matando yo a él.

Me sostiene por la cintura, dejándome quieta en mi sitio y haciendo que me queje en un gemido bajo, definitivamente sería él quien me mataría.

Nuestro beso se profundiza aún más cuando su mano se posa en mi coleta y la enrolla en esta mientras empuja mi rostro más hacia el suyo.

Muevo mis labios en sincronía y paso mis manos por su cabello hasta dejarlas detrás de su cuello, presiono un poco.

Cuando nos separamos por falta de aire sus ojos dilatados me hipnotizan por segundos antes de apartar la mirada.

—Tomare eso como un "también me gustas"

No podía creer que su tono fuera el mismo de siempre, neutro y tranquilo.

Que imbécil.

—No me gustas —me pase rápidamente hacia mi asiento antes de que pudiera detenerme y me cruce de brazos— Me atraes, que es diferente.

—Si si, princesa —mi ojos siguieron el movimiento de su mano cuando se limpio el labio inferior y luego bajo a su mentón— Lo que digas.

—¿Es aquí? —pregunte, refiriéndome a que si este era su lugar planeado.

Me miro unos segundos antes de ver hacia el exterior y decidir salir.

—Ven conmigo.

Salgo del auto mientras lo sigo, no estoy tan alerta como sé que debería pero no me preocupa.

Creo que el beso me dejo desestabilizada.

No nos detuvimos hasta que llegamos a un gran árbol, lo que vi me hizo fruncir el ceño profundamente.

—¿Me trajiste a una casa del árbol?

Él solo volteo a mirarme por un segundo antes de subir por las escaleras que tenían, eso parecía bastante riesgoso.

—¿Pretendes que suba ahí? Tengo tacones —era una excusa bastante patética, pues sabía como andar en tacones como si fueran una segunda piel, solo que me parecía extraño todo esto.

—¿No subirás? Debes tener hambre —agito las bolsas que se había llevado consigo— La comida parece estar deliciosa.

Era un idiota, pero me divertía.

Así que tome una decisión.

Al llegar arriba, me asegure que la madera estuviera firme antes de dar los pasos para llegar al interior de la casa.

Porque era una verdadera casa.

Lo que visualice al inicio fue el pequeño salón con cojines y mantas por todos lados, parecía estar limpio para todo el tiempo que había estado sin venir personas.

—Sientate —Yadiel apareció por un pasillo que no recuerdo a donde llevaba, tenía un plato en cada mano y los dejo en una pequeña mesa de salón que estaba en medio de este— Voy el vino.

—Si te gusto ¿por qué no se notaba? —la pregunta salio de mis labios haciendo que se detuviera, unos segundos dándome la espalda fueron suficientes para que pensara su respuesta, pues se giro hacia mi, y con la misma neutralidad y firmeza de siempre, respondió.

—Soy fiel a mi padre, Kindsey, él es uno de los reyes, por lo tanto soy fiel a los reyes. Conozco mi puesto y no iría en contra de ninguna decisión que ellos tomaran, así no estuviera de acuerdo.

Vaya, eso era más información de lo que Yadiel me había dado alguna vez.

Alce ambas cejas.

—O sea, si no eres el elegido para este matrimonio ¿aún así no harías nada?

Su respuesta fue tardía, me causaba intriga el hecho de cómo era él.

Él me intrigaba.

—Siendo un príncipe no iría en contra de las decisiones de los reyes —hizo una pequeña pausa, no intervine porque sabía que él proseguiría— Cuando sea rey, puedo seguir mis propias reglas, antes no.

Eso me dio la respuesta.

Interesante.

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