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Capitulo 30⛓️

Kindsey

Tenía un horrible dolor de cabeza.

Me costaba mantenerme en el presente, parecía que mi mente quería enviarme eternamente en los recuerdos oscuros.

Abrí los ojos apenas, sintiéndome mareada y especialmente asqueada con no sé qué específicamente.

Había sido golpeada hasta quedar inconsciente, creo que ya hace unas horas, habían agarrado a Suje y no pude hacer nada, de nuevo.

Solté varios quejidos al intentar moverme y no lograrlo, ¿estaba atada a algo?

Mis oídos solo escuchaban un fuerte pitido y el dolor de cabeza hacia parecer que quería explotarla.

Intente mover de nuevo mis brazos, sin éxito, y solo entonces decidí abrir los ojos.

Seguía en el mismo almacén, en la espera de un estúpido milagro.

Solo que no creía en los milagros.

Mi hermana estaba siendo torturada en el almacén al lado de este, y yo estaba encadenada.

¿Me jodidamente encadenaron? Que cobardes.

Intente lo más estúpido y obvio en un momento de desesperación, que fue jalar de las cadenas y ver si se rompían de casualidad.

Obviamente no funcionó.

Luego, analice el lugar, como venía haciendo cada que me despertaba luego de que me dejaran inconsciente.

No había nada fuera de lo normal, solo la asquerosa colchoneta donde dejaban a Suje al traerla, luego de sus torturas diarias.

Yo estaba encadenada al otro lado del almacén por lo que ahora estaba más lejos de ella.

Algo en mi pecho se oprimió cuando la vi desmayada en esa colchoneta.

Los matare.

Juro que lo haré.

Solté varios murmullos para despertarla, volviéndose más desesperados cada vez que no reaccionaba.

Suje... —mi voz ya comenzaba a estar débil, tal vez por el nudo en mi garganta—Suje joder, despierta, mirame —sentí mi voz suplicar.

Puedo decir que pasaron minutos antes de que ella comenzara a moverse y murmurar, suspire de alivio.

Sus brazos y piernas estaban llenos de cortes, su abdomen con algunos moretones, y aún así me miro con una sonrisa tierna y genuina.

—Kinds, estoy bien —hablo con la voz raposa.

Era mentira.

No estaba bien.

Y todo era culpa de ellos.

Miro hacia atrás, donde está Nicholas y me sonríe para tranquilizarme, asiento dándole la indicación para parar aquí.

Nos encontrábamos en los containers del muelle Latom, aquí fue donde nos trajeron a Suje y a mi al secuestrarnos.

Memorice esta dirección desde que salí de aquí pero jamás volví a venir, bueno, hasta ahora.

Estos containers fueron cerrados y aunque también serían incinerados, no lo hicieron.

No sé por qué quise regresar.

Saco mi arma apuntando al candado de uno de los containers y disparo dos veces haciendo que este caiga al suelo.

Nika y yo conectamos miradas antes de comenzar a caminar, me abre la puerta del container, entro y la oscuridad me atrapa completamente.

Saco mi teléfono y enciendo la linterna para poder mirar mejor.

—¿Aquí fue, cierto? —la voz de Nicholas resuena por todo el lugar y no puedo responderle porque veo una silla de metal en medio de todo.

Me acerco a ella poco a poco y extiendo mi brazo antes de tocar el asiento.

Esta frío...

Y oigo gritos, suplicas, risas.

Cierro los ojos tratando de sacarlo de mi mente y con solo colocar su mano en mi hombro, ella hizo que por un momento todo se me olvidara.

Mi amiga.

—Tranquila —dejo de estar tensa y volteo hacia él.

—Busquen algo sospechoso, lo que sea. Yo iré a tomar aire.

Pase por su lado y salí del container hacia el muelle.

Cerré los ojos, inhalando y luego exhale.

Debía mantenerme tranquila pero esto era algo que me sobrepasaba por mucho.

Aquí fue donde asesinaron a mi hermana.

De pronto, siento un mareo y sé que caeré al suelo, pero alguien me atrapa.

Sé justamente quien fue.

—No debiste haber venido —Yadiel habla sin reproche alguno, lo examino con la mirada, bebiendo de todo lo que él me ofrece.

—Claro que si —contradigo aún cuando mi mente asegura que todo esto era una muy mala idea— ¿Qué haces aquí?

—Los seguí —se encogió de hombros— Por un rastreador.

Me incorporo separándome de Yadiel y camino sin mirarlo, intentando llegar al container pero me toma por el brazo, devolviéndome a mi lugar.

Me suelto bruscamente y lo miro con una ceja alzada.

—¿Hay algo que se te ofrezca? —hable de mal humor.

El descarado sonrió.

—¿Siempre te pones a la defensiva por que no quieres hablar de algo?

—Eres un idiota, Yadiel —me voltee pero volví hablar— Y no estoy de humor para los idiotas, así que puedes irte.

Y seguí mi camino.

—Kindsey —Nika me llamo, voltee hacia ella y note que traía algo brillante en sus manos.

—Encontre esto bajo la silla —me extendió un dije que al principio no reconocí.

Lo tome y al mirarlo, sentí que mis ojos se cristalizaron al instante.

Es de ella...

Era la letra inicial de su nombre, S.

Respire muy profundo y pronto sentí una mano en mi hombro.

Era ella...

Me sonrió y por primera vez, luego de mucho tiempo, yo sonreí.

Wow, has crecido _su voz sonaba justo como la recordaba, esa delicadeza que la hacia parecer frágil, los hoyuelos al sonreír.

Suje... —salio como un susurro, un susurro lleno de dolor, de miedo y de angustia— Como desearía que estuvieras aqui.

Estoy aquí, ahora —se mostraba confundida.

Negué.

Mentira.

Kinds, estoy aquí.

Trate de pensar en otra cosa, ella no estaba aquí, no lo estaba.

Sal de mi cabeza exigí— ¡Ahora! ahora

—Kindsey, Kindsey —la voz de la peli azul me trajo de vuelta a la realidad— ¿Estás bien? Te pusiste pálida.

Asentí.

—Estoy bien...

—La volviste a ver ¿Cierto?

Apreté los labios.

—Se veía tan real _salieron de mi boca esas palabras, sonaban a lamento.

—Creía que eso ya no te hacia efecto —expreso ligeramente confundida.

Me encogí de hombros ante la mirada del rubio quien solo se acerco y puso un brazo sobre mis hombros haciendo que me sintiera bien casi de inmediato.

—No importa, y ya vámonos.

Comencé a caminar a mi auto con el dije en la mano, aunque no nos servia como prueba de algo, sentía que ya era suficiente.

Narrador omnisciente

Allí estaban ellos, hablando sobre todo lo que lograrían con todo lo que robaron en las bodegas de los Reyes.

—Solo debemos escondernos por unas semanas, hasta que se les pase y deban concentrarse en otras cosas —dijo el hombre pelinegro.

Inmediatamente el rubio lo miro, sus ojos cargados de furia.

—No me voy a esconder como una rata asquerosa, si ellos quieren guerra —se encogió de hombros— Pues la tendrán.

Su esposa lo miro orgullosa.

—Así es, mi amor —habla ella con altanería— No nos esconderemos, si ellos quieren pelea, nosotros tenemos la fuerza para ganarles.

—¡Son los Reyes! —expreso el pelinegro— ¡Sabes cuanto te costara pelear con ellos! ¡La vida! Y además no les ganaras.

—Callate, a menos que quieras un tiro en la frente ahora mismo.

Levanto las manos, rindiéndose.

Sabía que la ambicion de ellos pronto les llevaría a la derrota pero ya no sabía que hacer para salirse de este negocio, su vida corría peligro y aunque lo sabía no quería aceptar que ya todo estaba fuera de sus manos.

—Pero amor... —comenzó la señora, caminando con elegancia a servirse vino en una copa— ¿Cómo será el plan?

El hombre carraspeo.

—Bueno...

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