Capitulo 28⛓️
Kindsey
Mis manos temblaban cuando salí del salón de entrevistas, seguían temblando cuando llegue al aeropuerto privado y subí al avión, y seguían temblando luego de unos minutos de viaje.
—Fue una forma bombástica de anunciarlo, hay que darles un punto por eso —Nicholas estaba sentado frente a mi, bebiendo de su martini con una expresión relajada.
No dije nada.
Al pasar unos minutos él me miro, le devolví la mirada y no sé que vio en mi pero suspiro y se enderezó en su asiento, dando a entender que hablaría en serio.
—Sabes que si quieres deshacerte de este trato solo tienes que decirlo ¿no?
No cambio su expresión, sus palabras salieron como si hablara del clima o algo menos importante.
Lo repase con la mirada, aferrándome a mi asiento.
Nicholas era mi chico fiel, jamás me había decepcionado pero su sed de sangre había hecho que cayera varias veces.
Esta vez no sería una de ellas.
—Me tienes a mi, Kinsi kins —dijo ese apodo ridículo y algo se apaciguó en mi pecho— Cuentas conmigo.
Alzo su vaso en modo de brindis y luego se lo bebió hasta el fondo.
Asentí, de modo que supiera que lo tenía en cuenta.
—Okey, ¿a quién vamos a ver?
Alce la carpeta con todos los datos de la familia Patel, una familia realmente misteriosa.
Había costado más de lo normal que Victoria me consiguiera los documentos que me informaban sobre todo y eso no me gustaba, así que tuve dos semanas preparándome para esto.
—Los Patel, debemos asegurarnos que estén de nuestro lado en esto.
Asintió, tomando la carpeta y revisando página por página, que mostraba quienes eran los integrantes de la familia, algunos antecedentes que no han podido eliminar, algunas transacciones en su negocio, e imágenes de cámaras de seguridad de lugares extraños donde habían sido captados.
—Interesante —murmuro quedándose en una página especifica, cuando intente mirar, él solo cerro la carpeta y me la devolvió con la misma calma— Será divertido.
Entrecerre los ojos en su dirección antes de mirar de nuevo los documentos.
Su actual jefe es Jeffrey Patel, de cuarenta y nueve años.
Una imagen del hombre pelinegro con canas y ojos oscuros, aparece en mi vista.
El hombre mide uno noventa, su mirada es dura y un tanto cruel. Sería difícil tratar con él pero era lo mejor.
Su esposa y matriarca de la familia murió hace poco más de una década, y el señor Patel no se ha vuelto a casar.
La primogénita de la familia es Debbie Patel, de veinticuatro años.
Es pelinegra de ojos azules, con uno sesenta y cinco de estatura.
Ladee un poco la cabeza.
Segundo hijo, Jean Patel, de veintiún años.
Es la viva copia de su hermana en hombre, pelinegro de ojos azules, la información dice que mide uno ochenta.
Tercera hija, Danielle Patel, dieciocho años.
Pelinegra, ojos azules, mide uno setenta.
Hijo menor, Joe Patel, quince años.
Pelinegro, ojos azules, mide un metro setenta, al igual que su hermana.
Los dos mayores tienen estudios confidenciales, mientras Danielle ha terminado recientemente sus estudios en casa, y Joe apenas esta con sus estudios en casa.
No se ve si alguna esta casado o comprometido, no se ve mucho de esta familia.
Los Patel es de las familias más misteriosas del Reino Unido, nadie sabe de qué realmente van sus negocios ilegales, ni siquiera se sabe porque son tan respetados.
O la mayoría de las personas no lo saben.
Claro que los reyes si, sabemos todo de muchas personas.
Los Patel son originarios de Leeds, sus antepasados siendo los más poderosos de esa ciudad, nada ha cambiado hasta ahora, debido a la antigüedad de la familia se les respeto que no quisieran seguir a los reyes como perros falderos, pero también se les advirtió nunca estar en contra de ellos, así todo ha estado bien por años.
Aunque los reyes nunca han dejado de vigilarlos, tampoco se han entrometido en sus negocios o vidas.
Pero ahora los necesito de mi lado, debo tenerlos como respaldo por si vamos a la guerra.
He descubierto cosas, pistas pequeñas y no me gusta el camino por el que me llevan.
—¿Con quién piensas tratar? —Nick me saca de mis pensamientos, me mira analizando mi expresión y movimientos— Sabemos que Jeffrey le ha estado dando su poder a su hijo con el paso de los años, tratar con Jean es una mejor opción.
Asentí dándole la razón, a medias.
—Si, pero ellos no saben que estamos al tanto de esa información, y no voy a delatarnos, así que trataremos con el que quiera hablar con nosotros.
Sus ojos inspeccionaron mi cara antes de asentir.
—Totalmente cierto, Kinsi kins —rodé los ojos ante su sonrisa— Ahora dime, cambiando de tema, ¿cómo vas con tus posibles prometidos?
Me tense.
Lo notó, mi incomodidad y cierre ante la expectativa de responder, él lo notó.
No me dejaría en paz.
—Ha pasado algo ¿no? —se inclino hacia adelante con sus ojos negros brillando de curiosidad.
En mi mente volvió el beso con Yadiel, un escalofrío recorrió mi espina dorsal.
Ignore el hecho de que bese a Yadiel desde el primer momento que tuve oportunidad, no porque hubiera sido un mal beso, todo lo contrario, sino porque no quería encontrar más razones por las que acercarme a él.
Debía odiarlo, no desearlo.
—No ha pasado nada —hable con tono neutro en cuanto me sentí preparada.
No me creyó.
Lo supe por su sonrisa burlona, como estrecho los ojos y alzo las cejas como si fuera ridículo.
—Oh, ¿en serio? —asintió dando a entender que no creía ni una palabra— Bueno, no soy un bocón pero puede que me haya enterado de algunas cosas.
Intente no reaccionar.
Me estaba provocando, lo sabía.
—Eres un idiota —espete, cruzándome de brazos— ¿Qué sabes?
Su sonrisa fue ganadora.
—¿Estás diciendo que si paso algo?
Rodé los ojos.
—¿Qué sabes? —mi tono fue duro con la pregunta, ¿Yadiel había hablado sobre el beso?
—¿Golpeaste a Zabdiel con una roca? —alce las cejas, sorprendida, eso no me lo esperaba.
—¿Qué?
Se río, seguro de mi cara.
—En esa cita suya —aclaro— Dijiste que los habían atacado, pero eso no es cierto ¿no? Golpeaste a Zabdiel con un roca hasta dejarlo inconsciente, ahora me pregunto por qué.
Rodé los ojos.
—¿Paso algo que te hizo entrar en pánico?
Decidí detenerlo antes de que llegara más lejos.
Antes de que descubriera algo más.
—Nos atacaron, Nicholas —solté la misma versión que les había dicho a todos— Lo atacaron a él y yo apenas pude escapar.
Él solo río.
—¿En serio piensas que creeré eso? Por favor, Kinsi kins —me sonrió, una sonrisa totalmente falsa— Eres la mejor en combate, preparada en todo, puedes llevarte a cinco personas en un minuto, y no hablemos de Zabdiel, ¿dejarlo inconsciente con una roca? Eso solo se te ocurriría a ti en un momento de pánico, ¿o me equivoco?
Le saque el dedo de en medio antes de que una azafata interrumpiera el momento.
—Estamos a punto de aterrizar, abrochense los cinturones, por favor.
***
Hemos recorrido la ciudad por unos minutos, visualizando en qué lugares podríamos encontrar a un integrante de los Patel.
Nicholas solo dijo que podíamos llegar a la propiedad de ellos más cercana, pero sigo con mi plan de no dejarles ver lo mucho que sabemos de ellos, por lo que nuestra mejor opción es que parezcamos perdidos en su ciudad.
Ciudad que dejara de ser suya si no aceptan mi trato.
No planeó quitarles todo su poder, pero si no se ponen de mi lado en esto tomare medidas drásticas para destruirlos, sin importar lo que pueda perder en el proceso.
Hace casi siete años jure de rodillas por mi vida que haría lo necesario para vengar lo que le paso a ella.
Sin importar lo que tenga que hacer.
Sin importar a quien tenga que matar.
Sin importar a quien tenga que traicionar.
Por ella, moriría si eso hiciera que volviera.
Pero no pasará, así que haré que se arrepientan de haberle puesto las manos encima, y haberle arrebatado la vida.
—Ahí —cuando Nick señala un club bar, estacionó el auto que alquilamos apenas llegamos y bajamos de el antes de que siguiera hablando— Acabo de ver a Jean entrar con tres hombres, no parecen armados, seguro son socios legales pero deben haber guardaespaldas por estos lados.
Los cristales me dejan ver hacia el interior del recinto, uno de los más grandes de la ciudad por lo que debería haber suficiente espacio para que entremos pasando desapercibidos.
Ver la cabellera pelinegra del próximo jefe de la familia hace que un escalofrío recorra mi espina dorsal con anticipación.
Jean no es de temer pero si de respetar por lo que no me confiaría al tratar con él.
Damos vuelta hasta la entrada trasera del lugar, esquivando con agilidad las miradas de los hombres de seguridad.
Idiotas.
Giro, mirando hacia los lados y asegurándome que estamos seguros mientras que Nicholas se encarga de abrir la puerta, en cuanto escuchó el distinguido click una esquina de mis labios se levanta.
Entramos y el pasillo se encuentra a oscuras, le paso al rubio un audífono por el cual podamos comunicarnos si nos llegamos a separar y saco mi teléfono para iluminar con la linterna.
—Joder, esto será divertido —asegura mientras salimos a la luz, por detrás del área de lo que parece ser los baños.
Mi mirada recorre el lugar, veo de espaldas a Jean mientras habla con los hombres de lo que parece son negocios, no me interesa en realidad.
Estrecho mis ojos cuando se posan en detrás de la barra justo en la chica que no sabía que estaba aquí.
No es cualquier chica, en realidad, tener a Danielle Patel a unos metros de mi, no lo esperaba.
Pude percibir cuando Nicholas aguanto la respiración, claramente impresionado.
—No la había visto nunca en persona.
Alce una ceja.
—¿Y?
Tarda en responder, aunque sé que sus palabras son totalmente sinceras.
—Parece un angel de la muerte.
¿Eso acaso era un halago?
La chica parece sentir nuestra obvia mirada, pues sus ojos azules se centran en nosotros, como si supiera donde encontrarnos perfectamente.
Salimos de nuestro lado de la oscuridad para caminar hacia ella mientras nos sigue con la mirada, su hermano esta del otro lado del club por lo que sabe que hacer un movimiento le costaría la vida.
Aunque no estoy aquí para matarla, eso ella no lo sabe.
Nos deja acercarnos hasta la barra, siendo eso lo único que nos separa, tomo asiento frente a ella, asegurando tener mi arma en el proceso.
Nicholas se mantiene de pie, detrás de mi, siendo como un arma que puedo accionar cuando quiera.
Mantengo mis ojos fijos en la pelinegra.
—Danielle —me aseguró que su nombre salga bajo y algo amenazante, solo para intimidar.
Ella pasa su mirada entre Nicholas y yo varias veces antes de detenerse en mi, alza su mentón dando a entender que no me teme.
Oh, cariño.
—Princesa —mira al rubio fijamente— Príncipe.
Nunca había tratado con la niña menor de los Patel, por lo que ganaba algunos puntos en su intento de mantenerse firme.
—Venimos en son de paz —le sonrió, mirando de reojo a Jean que ya se ha percatado de nuestra presencia, pero debe sacar primero a sus acompañantes de forma segura, así que aún tengo unos minutos con la pequeña Patel— No queremos que te sientas agobiada.
Contrario a agobiada, ella sigue preparando su bebida, casi como si no le importara que estuviéramos aquí, pero el leve temblor en sus manos hace saber todo lo contrario.
—Mi concepto de paz no es escabullirse en un club bar para tomarnos por sorpresa, princesa —habla con un tono sorprendentemente neutro— ¿Quiere algo de beber?
Sonrió con falsa amabilidad, ella parece luchar por no estremecerse.
—No, gracias.
Pasa su mirada hacia detrás de mi, haciendo la misma pregunta de forma silenciosa.
—¿Yo? —finge sorpresa Nick por el interés, se inclina hacia adelante, quedando a un lado de mi y casi cruzando la barra para quedar frente a ella— Me encantaría.
Casi lo fulmino con la mirada, nuestra llegada no fue la mejor y mucho menos debería confiar en que esta chica no le envenene la bebida.
—¿Y qué quiere que le prepare?
Pude distinguir la sonrisa del rubio, incluso sin verla.
—Sorprendeme.
—Kindsey Mattei —el carraspeo proveniente de Jean casi hace que suelte un suspiro aburrido, se acabo la diversión.
Me gire hacia él en el mismo momento en que Nicholas se puso en guardia, ladee la cabeza.
—Tiempo sin vernos, Jean.
Él analizo mi rostro, intentando encontrar algo que obviamente no se mostraba.
—Es una sorpresa tenerte aquí —tomo asiento frente a mi, y no me paso por alto el momento en que Danielle se deslizo hacia su lado, casi hizo que sonriera— Mucho más sorprendente que vinieran sin avisar.
Sus ojos se posaron en mi chico, no dudaba que Nick lo veía con altanería, siempre lo hacia.
—Makarov —saludo con un asentimiento de cabeza.
—Ya se lo dijimos a la pequeña Danielle —hablo el rubio, su voz totalmente divertida y relajada— Venimos en son de paz.
—¿Y a qué se debe esta visita si no es para destruirnos? Bien dicen por ahí que cuando vienen los reyes más de una vez al año, es para darte el beso de muerte, y el rey Makarov ya nos hizo una visita.
Me reí.
El beso de muerte era esa última cosa que hacían los reyes antes de atacar y destruir, la última visita, la última charla, el último vistazo, ya luego no se veía a la víctima con vida.
—En realidad, estoy aquí porque quiero que seamos aliados.
—La familia Patel ya es aliada de los reyes.
Lo mire fijamente por unos segundos.
—No quiero solo su lealtad —alza una ceja y puedo sentir hasta la expectación de Danielle ante mis palabras— Quiero que trabajen conmigo, que sean mis aliados.
—¿Los reyes se han arrepentido de nuestro trato? Han pasado décadas desde que lo hicieron y nunca hubo ningún inconveniente —me recuerda, como si fuera necesario recordármelo.
Jodidamente lo sé.
—Los reyes no se arrepienten... De ningún trató —aclaro— Solo quiero que seamos socios, siempre mantuvimos distancia por el respeto hacia la antigüedad de tu familia.
Él se tensa visiblemente y Danielle retrocede un paso casi imperceptible.
—¿Nos estas dejando sin opciones para decidir, acaso?
Hice movimientos de negación con mi cabeza.
—Claro que tienen opciones.
No las tienen.
Los mire a cada uno por milisegundos antes de proseguir.
—Pero de verdad requiero hacer una alianza con ustedes —ladeo la cabeza— Y esa es la mejor entre sus opciones.
—Creanme, la mejor —hablo Nick con su tono oscuro fingiendo diversión.
Jean no se dejo intimidar, se cruzo de brazos y alzo una ceja antes de mostrar media sonrisa.
—Entonces, ¿son ciertos los rumores? ¿Esos que dicen que los reyes han estado siendo atacados por fuentes desconocidas?
Me enderece cerrando mi rostro a cualquier expresión que pudiera delatarme, y sonreí.
—Te seré clara —junte mis manos sobre la barra y me incline un poco hacia donde estaba él— Quiero tus hombres a mi disposición, a cambio te daré un pago por cada caído y protegeré tus alianzas.
Intento no parecer sorprendido, pero vamos, podía leer expresiones a metros de distancia, así que cuando sus ojos se abrieron mínimamente más de lo normal, supe que había logrado mi objetivo.
—¿A qué guerra quieres llevar a mis hombres?
Mis labios se curvaron.
—Yo no planeo orquestar una guerra, señor Patel —miento con toda la elegancia— Pero quiero asegurarme de tener gente de mi lado.
Fueron varios minutos los que pasaron antes de que él pudiera pronunciar palabra alguna.
—¿Por qué me lo dices a mi y no a mi padre?
Me encogí de hombros.
—Eras tú quien estaba aquí, cuestión de casualidad —aseguro con toda la confianza, pero gotas de cinismo resbalan en mi tono.
—¿Cree usted en realidad en las casualidades, princesa? —ahora que habla con formalidad puedo notar que no le gusta para nada lo que le digo.
Sonrió, yendo en contra de todo lo que quiero hacer.
Quiero terminar con esto de una vez.
Quiero que esta familia se doblegue por fin ante los reyes, y tener poder sobre ellos.
Eso es lo que quiere el diablo en mi hombro.
Respiro profundamente.
—No, señor Patel, no creo en las casualidades.
Cuadra sus hombros para parecer más atemorizante, escucho la risa burlona de Nicholas ante eso.
—Su intento de intimidación no funciona con nosotros —asegura el pelinegro, y reflejo una mirada entre divertida y falsa ofensa.
—Yo no intento intimidarlos, solo quiero hacer tratos formales con tu familia —inclino la cabeza mientras extiendo mi mano que lleva el anillo que representa a mi familia— ¿Acepta mi trato?
El silencio vuelve a caer entre nosotros, seguro esta evaluando sus sus oportunidades.
No tiene ni una contra mi.
Mira a Danielle y ella le devuelve la mirada, como si se estuvieran comunicando entre ellos.
Algo en mi pecho se aprieta.
De pronto siento su mano presionando la mía y no puedo evitar sonreír.
—Aceptamos su trato, princesa.
Comparto una mirada ganadora con Nicholas, antes de mirar de nuevo a los hermanos.
—Tenemos un trato.
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