Capitulo 22⛓️
Kindsey
Al llegar a la casa estaciono el auto en el garaje y entro a esta.
Todo está tranquilo y silencioso cosa que es extraña si está por aquí el terremoto de Venus.
Pero pronto las dudas se van cuando escucho su risa en la habitación de arriba.
Subo las escaleras y camino directo a donde está, entro en la habitación sin siquiera tocar y me encuentro a Venus sentada en su cama, con la mirada en la pantalla de la TV.
En ella aparecen noticias viejas, como de hace unos pocos años.
—La policía nos ha notificado que han capturado a uno de los integrantes de los que se hacen llamar "los Reyes" —otra carcajada.
—Los atraparon muy bien —dice de manera sarcástica.
—¿Estás viendo las noticias? —pregunto con las cejas alzadas.
Niega, mirándome al fin.
—Estoy escuchando chistes —aclara logrando que suelte una risita.
Vuelve sus ojos a la pantalla y yo pregunto.
—Pero esas son noticias viejas ¿Cómo las conseguiste?
—Papá las graba para mí y así puedo verlas luego.
Asiento.
Volvemos a escuchar.
—Nos han dado una fotografía del capturado —en la pantalla aparece la imagen de un hombre al que jamás he visto en mi vida— No nos han dado más datos pero consideran un logro el haber capturado a uno de los narcotraficantes más peligrosos en todo el país.
Esta vez las dos reímos.
Los policías podían mentir para mantener al país tranquilo y está era una prueba de ello ya que ese chico no había pertenecido a ninguno de los hombres de los Reyes y menos había sido tan peligroso, seguro era un simple pandillero.
—¿Sabes qué hora es? —le pregunto luego de mirar el reloj en la pared de la habitación, este marcaba las 02:00am— ¿Por que no estabas durmiendo?
Se encoge de hombros.
—Venus —la llamo con más advertencia.
Bufa antes de mirarme.
—Estaba esperando a Nika ¿Bien? —habla apresurada— Pero en cuanto se lo digas quemare tu habitación —Amenaza.
Río.
—Bien, bien —alzó las manos divertida pero de pronto me puse seria— Pero... No sé porque no te creo.
Alza una ceja.
—Tampoco sé porque no me crees —vuelve a encogerse de hombros— Es la verdad.
La miró fijamente por unos minutos.
—No es la verdad, Venus —comienzo adentrándome en la habitación, ella mantiene su mirada fija en la pantalla pareciendo desinteresada pero sé que no me mira es para no delatarse— Dime la verdad, ahora.
Ella me mira y parece divertida.
—¿Qué verdad? ¿La que ya te he dicho?
—Sabes que no es así.
Venus es una excelente mentirosa, nunca deja cabos sueltos por lo que cuando no me dice lo que quiero recurro a las amenazas.
—Me lo dices o... —lo pienso por unos segundos en los que ella sonríe— Hago que sacrifiquen a tu preciado caballo.
Su sonrisa desaparece y le da paso a una expresión de la cual muchos huirían.
Pero a mí esa expresión sombría me da gracia, la veo mucho en sus hermanos.
Venus tiene una seria obsesión con su caballo, lo tiene desde los dos años y parece que mataría a cualquiera que lo tocara.
—¿Tienes algo que decir?
Ella me observa por unos minutos antes de repentinamente sonreír.
—¿Qué querías saber?
Sonrió igual que ella.
—¿Por qué no estabas durmiendo?
Su sonrisa se agranda.
—Estaba esperando a alguien.
Alzó una ceja.
—¿Y ese alguien es...?
La escucho reír con burla.
—Es... —el sonido de algo cayendo al piso en el pasillo de afuera la interrumpe.
Alzo la mano para hacer una seña de que cierre la boca y comienzo a salir hacia el pasillo iluminado.
Cuando volteo para examinar cada lado, me encuentro con una escena bastante entretenida.
Domenica estaba en el suelo, como si se hubiera tropezado y caído sobre su trasero, tenía dos potes de helado a su lado, menos mal que no se habían derramado pero había una taza medio rota y una cuchara tirada más lejos.
Sus quejas en un tono bajo no me pasaron desapercibidas pero al examinarla con la mirada veo que no tiene heridas a la vista.
—¿Y a ti qué te paso? —la voz burlona de la pequeña rubia nos saco de la ensoñación en la situación.
La princesa Williams subió la mirada y al vernos sus mejillas se pusieron rojas, causando que una pequeña risa escalara de mi garganta.
Poso mi mano sobre la cabellera de Venus antes de moverla hacia su habitación de golpe y cerrar la puerta.
—¡No soy una marioneta, Kindsey! —ignoro sus palabras indignadas mientras me acerco a la castaña.
—¿Estás bien? —ella ya se esta levantando y recoge los pedazos de vidrio regados por el suelo, sus manos tiemblan un poco, supongo que en nerviosismo.
—Si si, lo siento por... Esto —tome los pedazos del vidrio en mis manos, quitándolo de las suyas para que se incorporara pero insistía en seguir tomándolos.
—Oye, tranquila, puedo ocuparme —trato de calmarla, pues la vergüenza que le causa la situación es impresionante y con el pequeño temblor en sus manos es más difícil— Domenica, puedo...
—¡Ay! —el muy visible corte en la palma de su mano comienza a sangrar, ella se queda inmóvil por unos segundos antes de comenzar a quejarse realmente, con el temblor volviendo con mucha más fuerza.
—Espera, espera —trato de llegar a ella sobre las cosas en el suelo para poder tomarle la mano y revisar la herida, pongo más fuerza en mi agarre para que no se mueva— Es un corte superficial, solo hay que limpiar la herida y vendarla un poco.
Ella pareció no escucharme, demasiado ocupada balbuceando disculpas y pequeños gemidos de dolor cuando movía su mano con mucha brusquedad.
—Domenica —la llame en un tono suave pero no respondió, mi irritación subió a mi garganta, cegandome por poco tiempo pero no pude evitar decir con palabras duras y claras— Domenica, joder, controlate y escuchame.
Solté su mano dejando su herida sangrante y la tome del rostro haciendo que me mirara.
—No ha pasado nada, ¿está bien? Fue solo un accidente que tiene solución así que no dejes que el pánico te ataque —sus ojos me enfocaron, lo que vi como buena señal por lo que proseguí— Ahora mismo iremos a mi habitación y limpiare tu herida, la vendare y ya estará, ¿okey?
Ella parpadeo varias veces y comenzó hablar en un tono realmente ingenuo.
—Pero... ¿Y todo esto? Debo limpiar, hace un rato vi a las sirvientas limpiando, no puedo molestarlas por esto, debo...
—Cállate y escuchame —la interrumpo con más brusquedad de la planeada, lo vi en sus ojos cuando me escuchó— He dicho que iremos a limpiar tu herida, no recogerás nada aquí, Domenica, se le paga a las personas para que limpien cualquier desastre.
—Pero son como las tres de la mañana, deben estar durmiendo —su gesto de inocencia me irrito aún más, dando paso a un sentimiento diferente en mi pecho, algo que no había sentido con una persona como ella.
—Solo ven a mi habitación, Dom.
Mientras la guió, aprovechó de enviar un mensaje a la mano derecha de Jimmy para que mandara a personas a limpiar ese desastre y veo sobre el mensaje de Nicholas de hace unas horas pero no le di importancia y seguí con la princesa y su situación.
Le hice señas para que se sentara en la cama mientras me adentraba al baño donde tenía uno de mis botiquines de primeros auxilios y al salir la atrape mirando varias de las armas colgadas en la pared.
—¿Por qué dejas eso ahí? —su curiosidad genuina pudo más que mis ganas de responder de mala gana por lo que inspire profundo antes de responder.
—Son recuerdos de misiones que Nika ha tomado y me las ha dado como regalo —explique de la manera más simple posible, dejando por fuera la parte de que con cada arma había torturado a personas específicas.
—Es... Lindo, creó —fue dudosa cuando hablo.
Sin decir nada más, me senté junto a ella y abrí el botiquín sacando los algodones y el alcohol para limpiar la herida.
Se tenso.
—Tranquila, arderá un poco pero no será nada del otro mundo —hice un gesto en despreocupación, aunque en realidad si fuera ella no confiaría en mi, he sido herida más veces de las que puedo contar.
Asintió, aunque tembló un poco bajo mi agarre.
Iba a comenzar a limpiar la herida cuando murmuro las siguientes palabras que me dejaron congelada.
—Confió en ti.
Me detuve.
No levante la mirada pero mi cuerpo congelado en su lugar no respondió a mis ordenes hasta segundos más tarde.
Proseguí a limpiar, ignorando sus pequeños quejidos y proseguí a vendar su mano.
Ninguna creó conversación en este proceso pero en cuanto termino de vendar y guarde todo de nuevo en el botiquín, ella soltó las palabras que sabía que diría.
—Lo siento —cuando sus ojos azules brillantes chocaron con los míos sus mejillas se calentaron— Por todo el desastre de allá fuera.
Me tarde unos segundos en responder, analizando su expresión.
—Son cosas que pasan, pero debes aprender a controlarte en situaciones que te estresan.
Ella asintió mientras una pregunta rondaba por mi mente.
—¿Eres muy susceptible al dolor o no haz sido entrenada en esa área?
Sus mejillas se pusieron más rosadas, si eso era posible y no entendí el porque hasta que llego su respuesta.
—No he sido entrenada... En nada.
Parpadee.
—¿Con nada te refieres a verdaderamente nada? —cuestione.
—Sé disparar un arma, apenas —su expresión apenada hizo que cerrara los ojos con fuerza.
Jodidos Williams, eran unos idiotas.
¿Cómo dejaban que ella andará por nuestro mundo sin saber defenderse? Era una mierda eso.
No es tu problema, Kindsey.
Lo estoy volviendo mi problema.
—¿Cuantos días te quedan aquí? —la pregunta salio de mis labios sin pensar pero, siendo sincera, no me arrepentí y seguí con mi plan recién creado.
—Debería haberme ido ayer.
Suspire y presione mis dedos en el tabique, pensando y pensando.
—Bueno, por la mañana entrenaras conmigo.
No pude evitar que la sorpresa en su rostro me diera satisfacción, sorprender a un Williams era trabajo duro pero con ella era diferente.
Esta Williams era realmente diferente.
—¿En serio? —su rostro iluminado por el entusiasmo hizo que casi una sonrisa se formara en mis labios, casi.
Asentí.
—Entrenaremos en la mañana y si quieres, luego puedo llevarte a tu casa.
Su asentimiento fue entusiasmado y creo que era el momento de arrepentirme, pero no lo hice.
La puerta de la habitación se abrió de golpe y la cabellera azul de mi amiga se mostró igual que sus ojos expectantes negros.
—Zafiro te llama.
Sus palabras mueren cuando mira en dirección a la castaña y esta alza su mano en forma de saludo.
—Domi domi, ¿qué te ocurrió? —se acercó a la cama mientras observaba con un aire de curiosidad y algún toque de preocupación en sus ojos que no me pareció falso.
Domenica le hablo de todo lo ocurrido, sin contar el ataque de pánico ni lo que le dije posterior a eso, aunque si le hablo sobre el entrenamiento de tendríamos.
Cuando Nika pareció satisfecha con toda la información por el contexto de la pequeña herida se levantó de la cama y volvió a mi.
—Vamos.
Mire a Domenica, ella seguía sentada en la cama y nos miraba con una expresión en la espera de que le indicara qué hacer.
—Ve a descansar, Dome. Nos vemos por la mañana.
Al salir de la habitación, el aire pesado cae entre nosotras.
—¿Qué es lo que quiere?
La expresión de su rostro hace que mi corazón se acelere y más aún cuando no me responde.
Llegamos a la oficina de mi madre y nos detenemos antes de poder entrar, tome una larga respiración.
Allí solo se encuentra ella, no están los Williams como imaginé, me senté frente al escritorio y Nika se sentó a mi lado.
Zafiro me miró un momento antes de bajar su mirada de nuevo a los papeles.
—Son dos cosas... —inhala haciendo una pequeña pausa— ¿Cuánto dinero fue de la entrega?
Sin dudar le digo la cantidad.
Ella me mira.
—¿Estás segura?
—¿Me estás poniendo en duda? —replicó.
—¿Por qué lo pregunta, tía? —interviene Nika, intentando ser el intermedio en la conversación.
—Son dos opciones, la primera sería que Fowart no nos dio el dinero completo y la segunda sería que nuestros propios hombres nos han robado.
Parpadeo un momento tratando de ubicarme.
—¿Qué es lo segundo? —pregunto.
Ella se relaja.
—El socio de Italia llegará días antes de lo previsto y como tu padre no estará tendremos que ir a recibirlo nosotras.
Mi corazón bombea a toda velocidad al escuchar esas palabras.
Uno de los traidores estará pronto entre mis manos.
—¿Cuando llegara? —pregunta Nika ya que al parecer yo me he quedado sin voz.
—Dentro de unas horas, probablemente al amanecer, el problema es que debemos dividirnos las tareas ya que también debemos solucionar lo del dinero cuanto antes.
Sin pensarlo, respondo.
—Arregla tú lo del dinero, nosotras le daremos la bienvenida al... Socio.
Ella alza una ceja.
—¿Segura?
Asiento con firmeza.
—Bien, entonces tomense estas horas para comer y dormir un poco, tendrán que darle la bienvenida a las 07:00am.
Ambas asentimos y salimos de allí.
—Llegara —murmuró en cuanto llegamos a mi habitación, donde ya no esta Domenica.
—Y podremos sacarle la información que queramos —murmura ella.
Pero solo hay un problema...
Parece que pensamos lo mismo ya que decimos al unísono.
—Debemos llevar a los Williams —decimos alarmadas.
—Tendré que explicárselos.
—Lo entenderán —me anima.
—No me importa si lo entienden o no, no quiero decírselos —niego la cabeza— No ahora, no a ellos.
—Pero es lo que nos toca —es lo último que escucho antes de que salga de la habitación dejándome sola con mis pensamientos.
Zabdiel
En cuanto llegamos a la casa todo está en silencio, los hombres cuidando los alrededores no nos miran, están concentrados en su trabajo.
Las luces de la entrada están encendidas igual que las del salón y la cocina, tambien las del pasillo de arriba.
Parece que están despiertos.
En cuanto me decido a subir las escaleras para ir a mi habitación, darme una ducha y dormir, una persona, con complejo de animal salvaje, me lo impide.
Nika se detiene delante de nosotros mirándonos con un expresión seria y está cruzada de brazos.
Nos mira con una ceja alzada, repasandonos antes de decir.
—Tienen tres horas para prepararse y hacer lo que quieran luego debemos partir —es esa voz que no da paso a discusiones.
—¿A dónde vamos? —le pregunta Yadiel, no mostrando nada en su expresión.
—Luego les diré los detalles, ahora suban.
Así como dijo, lo hacemos, puedo asegurar que pocas veces Nika hablaba con tanta autoridad.
Al entrar en mi habitación me doy una ducha y cuando estaba a punto de ir al armario alguien tocó la puerta.
La abro solo con una toalla alrededor de mi cintura, me encuentro con Nika está me mira con fastidio sin siquiera bajar la mirada una sola vez.
—Lleva el uniforme —se marcha sin darme tiempo de responder por lo que no me queda más opción que colocarme lo que dijo.
¿Por qué debemos llevar en específico el uniforme?
¿A donde carajo nos llevaran? ¿Y por qué no he visto a Kindsey desde hace ya horas?
Me tomo mi tiempo para alistarme, ya que planeo luego comer algo antes de partir.
Me desordenó el cabello con la mano antes de salir.
Tomo la decisión de pasar por la habitación de Dom, aún cuando sé que debe estar durmiendo, la observó por unos minutos en la entrada de la habitación.
Ella estaba completamente relajada contra el colchón, cubierta por la sábana y con las manos juntas mientras se apoyan debajo de la almohada, pero en el instante en que se movió cambiando radicalmente su posición puedo notar la venda que le cubre la palma de una de sus manos.
Frunzo el ceño.
Eso no lo tenía, ¿qué le paso?
Mirando el reloj, decido resolver eso luego y salgo de la habitación, bajando las escaleras.
En el salón encuentro a un hombre con una caja de madera llena de M16.
—Tome una, príncipe —el hombre me señala con la cabeza las armas.
Sin importarme mucho tomo una y la cuelgo de mi cuello.
Pronto baja Joel y luego Yadiel, ambos hacen lo mismo que yo y se colocan a mi lado.
Vamos por algo rápido para comer y al terminar, volvemos al salón.
En eso baja Nika, está vestida con un mono deportivo ancho de color gris, también lleva una camisa negra junto a una chaqueta de cuero tambien negra, y por último unas botas altas negras, su cabello azul está suelto y le llega casi a los hombros.
Ella se acerca a nosotros con lentitud.
—Tres reglas... —dice cuando llega a nosotros— Primera: siempre estar alertas, segunda: a menos que no demos alguna señal no disparen, y tercera: no intervengan ni hablen.
Frunzo el ceño.
¿A dónde vamos?
Luego de que Nika terminara de decir aquellas cosas observamos a Kindsey bajar y no puedo evitar notar el parecido que tiene la vestimenta de Nika con la de Kindsey.
La pelinegra viste con un mono deportivo negro, una camisa cuello tortuga de color blanco, una chaqueta de cuero negra y unas botas, igualmente negras.
Su cabello cae recto en su espalda y sus ojos brillan con una emoción que no sé diferenciar.
Pasa por nuestro lado sin decir palabra alguna.
—Nicholas nos alcanzara en el camino —fue lo unico que dijo Nika antes de seguirla.
Ninguna tomo un arma.
Sin decir palabra salimos de la casa y cada uno como hace unas horas subió a su auto.
Esta vez andaba detrás del auto de Yadiel, íbamos en fila por las calles y quién iba dirigiendo era Kindsey.
Nika estaba detrás del auto de Joel, y Joel detrás de mí.
Kindsey
Conduzco lo más rápido que puedo en las carreteras hacia nuestro destino, me siento ansiosa
Miro las armas en el asiento del copiloto.
Una pistola y dos navajas.
—Hazlo -me reta.
Río.
Estoy a punto de disparar pero su voz hace que pare en seco.
—Kim, no vale la pena.
Frunzo el ceño.
—Me está retando, ¿No lo ves? —le digo con molestia.
Niega, también con molestia.
—Kim —me llama por el apodo que me colocó— No vale la pena —repitió.
Se va acercando poco a poco hasta que llega a mi lado y coloca su mano en el arma bajándola.
La miró fijamente antes de sonreír.
Sigo conduciendo con rapidez, mientras los demás me siguen.
La direccion a la que nos dirigimos es al aeropuerto privado de la Mafia Mattei.
Allí recibiremos al socio y lo planeado sería que se fuera al lugar donde se quedaría durante el tiempo que esté aquí.
Pero... Como yo casi nunca sigo lo planeado todo será completamente diferente.
Lo recibiremos, obviamente, le sacaré información, lo torturare un rato y luego será hombre muerto.
Así los hombres que trabajen para él ahora, trabajarán para la Mafia Mattei en cuanto lo asesine.
Así ganamos todos.
Yo obtengo parte de mi venganza, mis padres obtienen a más hombres y los hombres obtienen un trabajo por el cual les pagan mejor.
Entramos en el territorio Makarov por lo cual Nika se tuvo que colocar adelante y yo en el puesto donde ella se encontraba anteriormente.
Seguimos conduciendo hasta que puedo observar de lejos el aeropuerto de lejos.
—¿Nika? —le hablo por el comunicador.
—¿Si? —me responde.
—Deja que me coloque adelante —le pido.
—Hazlo —me alienta.
De esa forma volvemos a como estábamos antes, o sea, yo dirigiendo la marcha.
Los hombres que cuidan las entradas nos dejan pasar luego de verificar quién iba en cada auto y estacionó en seco notando que el auto de Nicholas ya se encuentra estacionado.
Si que llega temprano para la diversión.
Observó como los demás hacen lo mismo por lo que tomo una profunda inhalación antes de salir.
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