Capitulo 20⛓️
Yadiel
Lo he hecho.
He caído donde me jure no caer, y joder.
No me arrepiento.
Los labios de Kindsey se sienten suaves y adictivos, debo aclarar mi mente y separarme, lo sé.
Pero no puedo.
Mi mente no formula pensamientos claros mientras tomo a la pelinegra por la cintura para poder moverla con agilidad y chocamos contra una puerta.
Sus brazos se enrollan detrás de mi nuca acercándome más y un gruñido bajo llena la habitación, no me doy cuenta que es mío hasta segundos más tarde.
Aunque sé que la falta de oxígeno esta haciendo un considerable fallo, no puedo parar, tomo su cabello para acercarla más aunque sea imposible .
No odio a Kindsey, joder, nunca lo hice.
Pero tampoco debía llegar tan lejos.
Buscó fuerza de voluntad muy dentro de mi, pero al no hallar, sigo deleitandome en sus labios.
Zabdiel
Salgo de mi habitación dispuesto a ir a la habitación de Yadiel.
Tocó la puerta con los nudillos tres veces pero no responde haciéndome fruncir el ceño.
La abro dejando ver la habitación vacía.
Él estaba aquí
Bajo las escaleras yendo al salón donde solo me encuentro a Venus hablando por teléfono en lo que parece una videollamada así que salgo al patio, seguro está ahí fumando alguno de sus cigarros.
Pero no.
Voy al comedor y a la cocina pero no lo encuentro en ninguna de ellas.
¿Estará en la habitación de Joel?
¿Cómo no lo pensé antes?
Vuelvo a subir pero antes de dirigirme a la habitación de mi hermano menor, la puerta de la habitación de Kindsey se abre y ella sale sin siquiera mirarme, pasa por mi lado para luego entrar en la habitación de Nika.
¿Era mi imaginación o parecía agitada?
Rodé los ojos.
Seguía enojado.
Y otra vez, antes de poder seguir mi camino, de la misma habitación donde antes había salido Kindsey salió otra persona.
¿Seguro que esa es la habitacion de ella? Si, era esa.
Yadiel salió pasándose una mano por su cabello y al levantar la mirada se encontró con mía.
¿Qué hacía ahí? ¿Por su presencia Kindsey salió de la habitación?
Nos detenemos uno frente al otro.
Fruncí el ceño.
—Zabdiel —su saludo fue en un tono despreocupado.
Pero no le creí esa calma.
¿Algo ocurre?
Pero... ¿Qué?
—Te estaba buscando —obligue a que las palabras salieran de mi boca.
—¿Ah si? —se paso la mano por la cara, parecía inquieto— ¿Qué ocurre?
Lo mire en silencio.
Kindsey salió de la habitación agitada y Yadiel finge estar despreocupado.
¿Se pelearon?
Quise convencerme de eso.
—No es importante, te hablo de eso luego —no tuvo tiempo de hablar ya que pase por su lado para entrar en mi habitación.
Joder, no era eso.
Pero igual no debería importarme.
Kindsey
Repito...
Yadiel me está besando.
¿Lo peor?
Le estoy siguiendo el beso.
Lo tomo de la nuca tratando de acercarlo más pero obviamente es imposible.
Nos separamos un momento por falta de aire y puedo ver en sus ojos... ¿Eso es alivió?
No dejo que diga nada y me acerco besándolo de nuevo, retrocedemos juntos hasta caer en la cama pero en ningún momento despegamos nuestros labios.
Me siento a horcadas de él pero rápidamente hacemos un cambio donde yo termino debajo.
La intensidad del beso sube y lo único que sé es que debo acabarlo ya pero no puedo.
Y cuando nos separamos nuevamente por falta de aire es que reaccionó.
—Mierda —Yadiel se levanta con el ceño fruncido y yo hago lo mismo.
Me miró en el espejo y sin decir algo más salgo de la habitación.
Oh pero eso no es lo peor ¿Saben qué es?
Zabdiel está en medio del pasillo.
¿Y eso por qué tendría que ser peor?
Paso a un lado de él sin mirarlo pero manteniendo mi cabeza en alto y entro en la habitación de Nika sin siquiera tocar.
—Okey... ¿Qué paso? —inquiere mi amiga saliendo del baño en toalla.
Nika es atractiva en su totalidad, trato de enfocarme en lo linda que es mi amiga para olvidar los sucesos del pasado.
—¿Ya dejaras de adularme? —pregunta con una ceja alzada.
Río.
—Ya quisieras —digo divertida.
Y de repente, mi expresión decayó.
—Eso fue extraño —señala mi rostro mientras frunce el ceño y se cruza de brazos— ¿Me dirás?
—Me besó —confieso.
Abre su boca pero de ella no sale nada hasta unos minutos después.
—¿Quién? ¿Zabdiel? —pregunta estupefacta.
Esta vez fue mi turno de fruncir el ceño.
¿Por qué creía que me dejaría besar por Zabdiel?
—¿Qué? Nunca caería tan bajo —exclamó.
Entonces pareció pensar y sus ojos se oscurecieron más de lo que son normalmente.
—¿Joel? —pregunta lentamente y en un susurro, descruza sus brazos lentamente mientras espera mi respuesta.
—¡Yadiel! ¡Me beso Yadiel! —explicó.
Se relaja un poco pero aún me observa con el ceño fruncido.
—¿Y... Por qué? —inquiere.
Me encogí de hombros.
—No lo sé —me encaminó a la cama antes de sentarme en ella con brusquedad— Entro diciendo que debía decirme algo importante —específico recordando sus palabras— Pero luego solo... Me beso, y eso no fue lo peor.
Se acerca con lentitud pero no porque tema algo sino porque intenta analizarme, lo sé porque la conozco extremadamente bien.
—¿Qué fue?
Fijo mi mirada en la puerta donde se encuentran las armas preferidas de Nika, todos tenemos uno así en nuestras habitaciones.
La volví a mirar.
—Le seguí el beso.
Ella no se sorprendió, ni actuo molesta, no ocurrió nada parecido.
Nika cuando quería no era una bomba de tiempo y pensaba las cosas más de lo acostumbrado.
No como tú que eres impulsiva.
—Bueno... —comenzó, trazando una sonrisa en sus labios— No podemos negar que el chico es lindo y cualquiera quisiera besarlo —hace un ademán restándole importancia— Fue solo un beso Kinds, no es para tanto.
Cerré los ojos asintiendo, tenía razón.
No estaba de esta forma por el beso con Yadiel, si lo hubiese conocido de otra forma claro que hubiese estado encantada por besarlo.
Lo que importaba era que yo no me quería casar con ninguno de ellos ¡Ninguno! Por lo tanto no era de lo mejor hacer que llegarán a agradarme.
No debía dejar que me atormentaran.
Llegue a una conclusión apresurada.
Debía convencer a Jimmy.
Me quedé un rato más hablando con Nika mientras está se vestía con un conjunto como el mío para la entrega.
Esta era una de las entregas más grandes que hacíamos por vía terrestre, la mayoría de las veces cuando hacíamos entregas grandes eran por vía aérea.
Salí de la habitación de la chica que considero más hermana que cualquier otra cosa y al ver el pasillo vacío bajo al salón para pedir un vaso de agua.
Para mí triste desgracia estaban dos de los hermanos que ahora no me agradan sentados en el sillón grande, conversando.
Sin dejarme intimidar por ninguno de los hombres frente a mi, me dirijo a la cocina donde encuentro a una sirvienta y le encomiendo mi pedido que me entrega enseguida.
Me bebo el agua de un trago antes de volver al salón y sentarme en uno de los sillones pero apartada de ellos.
—Parecen un matrimonio peleado —Venus aparece sentándose a mi lado y pasando su mirada entre nosotros tres.
Frunzo el ceño y los hermanos la miran con seriedad y a la vez expectación.
—Somos tres —aclaro Yadiel.
—Un matrimonio poliamoroso —la pequeña rubia se encoge de hombros.
—¿De verdad crees que me casaría con ellos? —inquiero con una ceja alzada.
—¿Conoces palabras como esas? —se burlo Zabdiel, pero su ceño se mantuvo fruncido.
—Debes hacerlo, de verdad —dice ella con una expresión seria e ignorando al castaño, así como yo intentaba hacer.
Ruedo los ojos.
—Si, pero eso no significa que quiera.
Ella asiente.
—Ojalá nunca tenga que casarme —murmura al aire.
Río.
—No te hagas muchas esperanzas.
—Es momento —avisa Zafiro, caminando hacia nosotros.
Ella nos mira un momento con sus ojos color miel, pero ellos solo demostraban dureza.
Me levanté asintiendo y yendo a buscar a Nika.
Zabdiel
Subimos a los autos luego de repasar el plan y comencé a conducir.
Llegamos al acuerdo de que era mejor ir cada uno en su auto para así poder agilizarnos si ocurre algo.
Sentí la adrenalina subir en mi al comenzar a conducir, mi yo tras el volante era muy diferente al normal.
Una sonrisa se dibujó en mis labios al ponerme al frente, junto al auto de Kindsey para dirigir la entrega.
Baje la ventanilla y mire hacia la suya, ella estaba mirando el camino pero al parecer sintió mi mirada ya que volteo en mi dirección, sonreí guiñando un ojo.
Conducimos a la misma velocidad por casi una hora hasta llegar al destino.
Paramos los autos en seco frente a un grupo de personas.
La mayoría estaban vestidos con un uniforme de color gris y capuchas, mantenían armas en sus manos y la sostenían con firmeza.
Pero habían tres personas que no estaban encapuchados ni vestian de gris.
Dos hombres y una mujer, los hombres eran altos, como Yadiel y se veía que eran fuertes, en cambio la mujer era mucho más baja que ellos, era rubia y llevaba un vestido carmín ceñido a su figura junto con tacones altos.
Baje del auto justo cuando los demás lo hicieron y acomode mi chaqueta negra.
Nika y Kindsey se adelantaron caminando juntas hacia ellos.
Mis hermanos y yo solo íbamos unos pasos detrás de ellas.
—Princesas, un gusto volver a verlas —hablo uno de los hombres con una sonrisa arrogante mientras se ajustaba la corbata de su traje.
—Estaba segura de que jamás tendrías el dinero suficiente como para pagar esta entrega —se burló un poco Nika.
—No has perdido el sentido del humor, princesa Makarov —felicito la mujer con una sonrisa igual a la del hombre.
—Oh casi no te noto, Clarisse —volvió hablar la peli azul con burla.
Kindsey dio un paso hacia atrás para hacerle una seña a uno de los hombres que nos respaldaban con un asentimiento este camino hacia los camiones que nos seguían con la mercancía.
—Traje lo que pediste —Kindsey movió su cabeza en dirección a los camiones y las miradas de las tres personas se fijaron en lo que pronto debería ser suyo— Ahora, el dinero.
El chico que no hablo en ningún momento alzó la mirada con una sonrisa.
—Siempre directa al grano, Mattei.
Kindsey solo se encogió de hombros.
—Como sabes... —comenzó el otro hombre— Debemos asegurarnos de que es como lo pedimos así que, si no les importa —saco una navaja de su saco dejándome alerta y con un brazo extendido a la parte trasera de mi pantalón para sacar mi arma si era necesario.
Kindsey chasqueó los dedos e instantáneamente un hombre llegó con uno de los paquetes.
La pelinegra le quitó la navaja al hombre y se la clavo a la mercancía para luego sacar un poco del polvo.
El hombre se llevó el polvo a la boca para probarlo y asintió riendo.
—Está excelente —felicito— La paga por aquí.
Pronto cinco hombre llegaron con maletines en cada mano y lo entregaron a nuestros hombres.
—Esperamos volver a hacer negocios con ustedes, princesas.
—Y con ustedes príncipes —dice la rubia mirándonos.
Y ellos fueron los primeros en retirarse.
—Princesa, el dinero se encuentra completó —aviso uno de los hombres.
—Llevenlo a donde siempre —ordenó Kindsey antes de decirle algo al oído a Nika y luego emprender su camino hacia su auto.
—¿A dónde van? —pregunto Joel al momento en que Nika también se alejaba.
Ella paró y se dio la vuelta para sonreírle.
—A las carreras —informa encogiéndose de hombros.
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