Capitulo 14⛓️
Zabdiel
A las ocho de la mañana salimos de la casa mientras nos seguían cuatro de los hombres del rey Mattei, con indicaciones claras de él mismo.
No perdernos de vista y asegurarse que en serio se llevo a cabo esta "cita".
Esto no era una jodida cita.
Sin importar lo que pasara, solo había un par de cosas claras aquí.
Nos detestamos y haríamos lo que sea para estar en otro lugar haciendo cualquier otra cosa.
Lo bueno de esto era que íbamos en mi auto, no sé como Kindsey se convenció tan rápido o el hecho de que porque no me dirigía siquiera una mirada y estaba concentrada totalmente en la pantalla de su teléfono.
El silencio reino, lo cual me tranquilizo porque no sabía si estaba preparado para este día con ella.
O sea, claro que estaba preparado, era un Williams.
Pero... No lo sabía.
—Vamos a desviarnos de nuestro camino para ir a la academia —su voz resonó por todo el auto, casi me hace sobresaltar, la mire y ella me devolvió la mirada pero no pude percibir nada en ello.
—¿Okey? —mi tono salio dudoso, me centre en cambiarlo— ¿Por qué debemos ir?
No tardo en contestar, pero algo en su tono era extraño.
—Debo resolver unas cosas.
Ella puso la dirección en el GPS y sin problemas tome el camino que este indicaba.
En la academia estudiaría finanzas para poder aportar algo en la empresa de mi padre, además de que se me serían entregadas un par de sucursales en hoteles para manejar cuando cumpliera ciertos requisitos acordados, aunque mi herencia principal era la agencia de seguridad.
Además de que mis negocios independientes, como lo son dos clubes y un bar me daban ganancias lo suficientemente buenas como para llevar una vida acomodada de manera independiente.
Sin embargo no iba a frenarme ahí, si sería el segundo al mando en la mafia Williams pero en el mundo legal, debía ser más que un segundón.
El camino a la academia no fue tan largo como lo esperaba, no había asistido siquiera a una de las reuniones para los nuevos aquí porque me parecía realmente innecesario.
Solo quería graduarme de una vez por todas.
Cuando entramos al estacionamiento me sorprendió al ver más autos de los que esperaba, o sea, aquí estudiaban los hijos de personas influyentes, principalmente del Reino Unido.
¿Realmente habían tantos?
Tenía entendido que también venían personas de otras partes de Europa para estudiar ahí pero no le había puesto tantos pensamientos.
¿Debía convivir con muchas de esas personas? No me convencía.
Al estacionar, Kindsey bajo del auto más rápido de lo que creía posible, ahí me di cuenta que verdaderamente estaba afectada por algo.
Así que si había un motivo oculto para venir.
—Nos vemos aquí en treinta minutos —se pone sus lentes de sol para iniciar a caminar, pero me adelante a ella para no dejarle pasar.
—¿A donde vas?
Su suspiro de exasperación me divirtió
—No es tu problema —se sobo las sienes antes de volver hablar— Oye, no estoy tratando de librarme de esto ¿okey? Nos vemos aquí en treinta.
—Me temo, princesa —me acerque dos pasos, que ella no retrocedió, sino que alzo la cabeza para poder vernos a los ojos directamente— Que estamos siendo vigilados.
El auto que nos seguía estaba fuera del estacionamiento pero a mi vista y claramente ellos podían vernos.
—Te propongo que entremos juntos a la academia y luego cada uno por su lado —su cara no demostró nada pero sabía que estaba teniendo la razón— Así ninguno luego tendrá un dolor de cabeza por dar explicaciones.
No la vi pero tenía por seguro que había rodeado los ojos, sonreí divertido.
—Escuchame bien, Williams —su dedo choco contra mi pecho, una oleada eléctrica me recorrió— No te hagas el inteligente, no te funciona. Además, me debes una y la pagarás caro.
Me separe en cuanto termino de hablar, mi rostro envuelto en una expresión divertida.
Espero estar fingiendo bien esta diversión.
—Lo que digas, princesa —deje el camino libre mientras me colocaba a su lado— Entremos de una vez, luego tengo un restaurante riquísimo al que llevarte.
Mentía.
La forma en que su cuerpo se tenso si fue divertida pero tarde me di cuenta que no sucedió por mi comentario.
—¡Bellisima!
Apenas íbamos por la gran entrada a la academia y pude divisar a un hombre con los brazos abiertos y una sonrisa de idiota plasmada.
¿Y este qué?
Mientras más nos íbamos acercando, más felicidad irradiaba el hombre, casi me hacía preguntarme qué tanto podía causarle eso.
Porque yo no lo conocía.
Pero la chica a mi lado parece que si.
Alce una ceja.
Apenas nos detuvimos frente a él porque parecíamos no tener otra opción.
—Mi Kindsey, querida —el rubio era alto, con una sonrisa muy brillante y estaba vestido como un jodido príncipe.
Pero no era de nuestro lado del mundo.
Aunque se me hacia conocido.
Espera, dijo ¿Su Kindsey?
—Tyler —la voz dura de Kindsey me hizo mirarla para estudiar mejor esta interacción.
—¿Tyler? —no pude evitar soltar con burla, me gire hacia él— ¿Y tú quién eres, Tyler?
Me arrepentí en el instante en que esas palabras salieron, no era mi jodido problema quién era él y que relación tenía con la princesa insoportable.
Pero lo seguí mirando, esperando una respuesta.
El idiota no se dio cuenta de mi tono burlón y duro, simplemente siguió sonriendo y paso su mirada de Kindsey hacia mí, casi como si no se hubiera dado cuenta de mi presencia.
—Oh, hola —parpadeo repetidas veces para tal vez sacarse de su ensoñación y su sonrisa menguó un poco— Soy Tyler ¿y tú?
—No le respondas —Kindsey hablo, su tono sin alteración alguna y luego miro al que parecía ser su amigo— Vamos con prisa. Adiós.
—Oye, espera —hizo que nos detuviéramos con solo haber dado dos pasos y mi paciencia ya se estaba colmando.
—¿Qué? —hablamos Kindsey y yo al unisono, la mire con ligera diversión pero no me devolvió la mirada.
—Vienes a mi fiesta ¿cierto?
Instintivamente la mire.
Ella parecía pasar de mi presencia aunque se le notaba que quería salir de esto por mí, no quería que yo supiera de todo esto, de Tyler, de la fiesta ni de lo que vinimos hacer acá.
—Kindsey estará muy ocupada en los próximos días, Tyler —respondí por ella, entrometiendome en la misera conversación— Una total pena que no pueda asistir a tu fiesta ¿no? -pase mi brazo por sobre sus hombros de forma casi amistosa.
El chico supo disimular bastante bien su frustración pero para mí era como leer un libro que ya había leído cien veces antes, todo era transparente.
—¿Tú quién eres? —alce las cejas alejándome mientras soltaba una pequeña risa.
—Yo soy Zabdiel Williams —sus ojos se apagaron con mis palabras y dio un paso a un lado por lo que fruncí mi ceño sin borrar mi sonrisa— No muerdo, tranquilo.
—Zabdiel Williams, eh —una nueva sonrisa se formo en su rostro, parecía amistosa pero a la vez con una severa incomodidad— Una vez conocí a tu hermana, digo, en una...
Mala elección de palabras.
—¿Ah sí? —sabía que lo más probable era que se hubieran conocido en algún evento en el que hayan asistido mis padres, pero este chico parecía un poco menor que yo, y mayor que Kindsey, por lo que no me agradaba para nada— ¿Y cómo conociste a mi hermana?
—Ah, joder —la queja de la pelinegra llegó a mis oídos y estaba dispuesto a ignorarla si no fuera porque se interpuso entre nosotros e inicio su caminata hacia los grandes pasillos— Cuando terminen de joderse mutuamente, no me busquen —me tomo por el mentón sin nada de delicadeza para que la mirara— En treinta.
Cuando se alejó, aún sentía el fuego de su contacto en mi piel.
Estuve a punto de quedarme y sacarle la puta información al chico pero tenía que saber que haría Kindsey, y no podía saberlo si me quedaba aquí.
—Fue un total placer conocerte, Tyler —no lo fue— Espero verte algún día de estos —jamás, si es posible.
Kindsey ya había cruzado el pasillo por lo que me moví de forma sigilosa en su búsqueda, si no se enteraba que la estaba siguiendo, mucho mejor.
Cruce el pasillo con pasos suaves, cruzándome con varias personas y sus miradas siguiendo mi camino pero no deje que me detuvieran.
Para que la princesa insoportable se arriesgara en que viniera con ella y pudiera saber lo que hacía era porque verdaderamente era importante, y eso lo hacía todo más interesante.
Pronto me di cuenta que había perdido a Kindsey de vista, había cruzado en un amplio pasillo pero en cuanto mis pasos siguieron su ritmo, ya no estaba ahí.
Fruncí el ceño, aún sin rendirme, y comencé a mirar a los alrededores, el patio abarcaba los alrededores de la academia, con algunas mesas y bancos de mármol, varias personas rondaban por ahí cuando salí hacia ellos, sin darles tanta importancia.
Camine por entre los bancos y mesas, ubicaba a personas que alguna vez había visto pero pronto otro pensamiento se sobreponía sobre cualquiera.
¿Qué estaba haciendo Kindsey?
Di casi la mitad de la vuelta a la academia cuando de reojo, en los estrechos pasillos que daban hacia las escaleras, observe una cabellera rubia bastante conocida.
Nicholas.
Me detuve inmediatamente detrás de un muro que me cubría de ser visto, intentando escuchar sus palabras.
—¿Entonces? —esa era sin duda la voz de Kindsey, esta vez la pelinegra utilizaba un tono más bajo al acostumbrado, como si estuviera siendo cautelosa con todo lo que pasaba.
La cuestión era que yo no sabía qué pasaba.
Nicholas se tardo en responder, con tranquilidad en sus palabras, casi como si no tuviera gran importancia.
—Cuando me llamo creí que era más grave, en serio, pero luego me calme. Ella esta bien —la seguridad en sus palabras hicieron que el ambiente en la conversación no fuera tan tenso, seguro hablaban de Nika.
Pero yo no había visto a la princesa loca desde ayer por la noche, cuando enviaron hombres a buscar a mi hermano.
¿Por qué estaban tan preocupados por ella? ¿Qué había pasado como para tener que reunirse en la academia para hablar del tema?
—Nick, esto es serio, ¿donde está? —la voz de Kindsey fue profunda al hablar, casi podía distinguir un tono de amenaza en ella.
—Oye, calmate —no cambio su tono, sin ninguna alteración— Mi hermana esta bien, simplemente se fue porque se había agobiado en esa casa tuya.
—Nicholas, no es un jodido juego, ¿donde está? —se notaban forzadas las palabras, casi como si lo dijera entre dientes.
—Bien bien —casi pude divisarlo elevando las manos con una sonrisa divertida— No sé donde esta.
Alce las cejas con cierta sorpresa.
—No me jodas.
Hubo un silencio por un minuto, pero pareció eterno, casi gemí de frustraciones por la espera.
—¿Cómo que no sabes donde está?
—No me lo dijo, y si ella no lo dijo era porque no quería que yo supiera —hablo como si fuera obvio, luego se relajo— Kindsey, tranquilizate, volverá.
Luego hubo un largo silencio, por lo que di por terminada la conversación y mi momento de curiosidad.
Me di la media vuelta para volver al estacionamiento a esperar por la pelinegra.
***
Cuando Kindsey subió al auto se creo un tenso silencio, trataba de parecer relajado, como si no supiera que ella estaba en una angustia constante por saber donde estaba la Makarov mayor.
Al momento en que comencé a conducir fue que inicie a pensar a que lugar deberíamos ir, ya que no habíamos planeado para nada.
No era mi culpa eso, en realidad creí que podría escapar de esto.
Ya sabemos que no fue así.
La mire de reojo y no tenía ninguna expresión fácil de descifrar pero se notaba más tensa que cuando llegamos incluso.
Mordí el interior de mi mejilla, pensando.
Di un giro para salir de la ciudad.
—¿Se puede saber a donde mierda te diriges? —pregunta en un tono brusco, casi hace que entre en el mal humor, pero supe controlarlo.
—Cállate y espera.
Su expresión se endureció y me di cuenta que a pesar de que estaba en lucha dentro de si, no iba a dejar que le hablara como quisiera.
—Si no me dices a donde vamos, me lanzo del auto —su amenaza sonó tan real que en lugar de reírme, que era lo que haría, la mire de forma incrédula.
—¿Tú te caíste de pequeña? ¿Se te quemaron un par de neuronas? Explicame porque no entiendo de donde eres tan demente.
Entrecerro sus ojos bicolores hacia mi, me sentí agobiado por un momento, haciendo que volviera mi mirada a la carretera.
El silencio reino, ahora no tan tenso como al principio del viaje, Kindsey ya no estaba obsesionada con la pantalla de su teléfono pero si lo miraba de vez en cuando y yo me di cuenta que la llevaba a un lugar que descubrí cuando tenía dieciséis años.
Cuando los problemas entre mis padres y Yadiel acabaron, comencé yo a tener comportamientos inusuales (comportamientos que ya se habían visto en mi hermano mayor) y mi padre solo me advirtió una vez, eso fue suficiente para que yo me detuviera en seco.
Solo digo que ver como dos hombres de tu padre son torturados y asesinados por no obedecer una simple orden como lo fue vigilarme, no era algo grato y menos a los dieciséis.
Aunque al cumplir los dieciocho me volví más audaz y mucho más inteligente, así que por meses mis padres no sabían sobre todo lo que hacia.
En cuanto se enteraron, la advertencia fue mucho más suave, nadie debía enterarse de mis andanzas y así fue, un secreto familiar.
El punto es que luego de la primera advertencia de mi padre, sentía que no podía estar en casa mucho tiempo sin explotar por lo que me moví mucho por la ciudad, hasta las ciudades vecinas, y de allí encontré mi lugar favorito para hallar tranquilidad.
Conduje por unos quince minutos más antes de desviarme de la carretera y entrar por un camino de árboles y ramas por doquier.
Detuve el auto cuando nos adentramos un poco más, sabiendo que si seguíamos el camino en él iba a ser más complicado.
—¿Qué es esto? —Kindsey pregunto con un tono de voz suave, pero que no demostraba emoción alguna.
—Mi lugar secreto.
No di un contexto de mi comentario, no quería que ella supiera cuanto me había afectado que asesinaran a dos hombres por mi necedad, pero también sabía que ella necesitaba despejarse y este era el lugar perfecto.
Al bajarme del auto me di cuenta que el auto de los hombres que nos seguía estaba estacionado fuera del bosque, aún a la vista pero en mis planes estaba adentrarnos más, hasta llegar al lago que estaba escondido.
Kindsey pareció dudar en seguirme, seguro por su desconfianza hacia mí y no la juzgaba pero le di una mirada de fastidio total al final.
—No es tan fácil matarme, te aviso —habla como si realmente hubiera pensado en matarla, o sea, lo pude haber tenido en cuenta ¡pero no lo pensé recientemente!
Entrecerre los ojos en su dirección pero no dije nada.
Hice una seña para que me siguiera y comenzamos a caminar en medio del silencio, los únicos sonidos presentes eran las ramas rompiéndose y las hojas de los arboles moviéndose debido al viento.
La pelinegra me seguía con cautela, un paso detrás de mi y sentía su mirada de vez en cuando, luego observaba los alrededores y volvía su mirada a mi.
La ignore por el camino, arrepintiendome sobre mi decisión de traerla aquí.
Cuando estábamos a punto de llegar mis sentidos se pusieron alertas en un preciso momento y estuve a punto de girarme cuando algo duro dio un golpe a mi cabeza, caí al suelo de manera repentina y trate de estabilizarme pero me era imposible con el punzante dolor en mis sien.
Apenas pude abrir los ojos e intente encontrar a Kindsey pero no pude hacer nada cuando otro golpe llegó a mi cabeza y me hundí en la oscuridad.
Kindsey
¿Lo había golpeado muy fuerte?
Ladee la cabeza indecisa con mis repentinas acciones, ahora dándome cuenta de las posibles consecuencias.
Jimmy me haría la vida imposible después de esto.
Revise el pulso de Zabdiel y al confirmar lo estable que era me relaje.
Cuando me di cuenta que me llevaba a un lugar más apartado de lo que conocía realmente me puse paranoica, no confiaba en él y estaba jodidamente segura que si no hacía algo primero, él posiblemente me mataría o algo así.
No puedo asesinarlo, para mi total pena pero si puedo destrozarle la vida durante el tiempo que este bajo el techo Mattei, y me asegurare de que sea así.
Tome sus brazos y moví su cuerpo hacia detrás de un árbol, ya que sabía que los hombres lo comenzarían a buscar y era poco probable que les fuera difícil encontrarlo pero no tenía porque ponérselo fácil.
Mi mente daba vueltas, parpadee porque me estaba imaginando cosas y debía salir de ahí.
—Kindsey.
Me di la vuelta más rápido de lo que creía capaz pero no había nadie, y Zabdiel seguía inconsciente en el suelo.
Comencé a caminar a la salida del bosque pero más en sentido lateral, no podía dejar que los hombres me vieran, pero era algo casi imposible.
—Kindsey —esta vez la voz estaba muy cerca, detrás de mi y me paralice. Era una voz suave y dulce, retumbaba en mi cabeza y hacia doler muy dentro.
Cerré los ojos intentando estabilizarme y seguí adelante, como siempre terminaba haciendo.
Cuando llegue al sendero principal, donde estaba el auto y pronto, aún cuando estaba metida en mis oscuros pensamientos, sentí un sarandeo en mis hombros.
—Princesa, ¿qué le ocurrió? —centré mi mirada en el hombre frente a mi, no sé como se veía mi aspecto pero debía ser algo preocupante por como me miraba.
¿Qué debía decir? Herí a Zabdiel y seguramente esa información llegaría a Jimmy y trataría de quitarme las misiones y eso haría todo más difícil.
Estúpida, estúpida Kindsey.
No debí dejarme llevar por mis impulsos, ya tenía mi plan para vengarme por su robo a mi navaja, entonces ¿por qué actúe de manera precipitada?
—¿Princesa? ¿Dónde está el príncipe?
—Fuimos atacados —murmure comenzando a sentir un fuerte dolor de cabeza.
—Kindsey —otra vez esa voz.
Sentí como los hombres se alertaron y sacaron sus armas.
—¿El príncipe?
—Esta inconsciente... —murmure, pareciendo más débil de lo que realmente estaba— No pude cargarlo hasta aquí y...
—Tranquila, espere en el auto, nosotros iremos por él.
Uno de los hombres me ayudo a llegar hasta el auto donde venían, que estaba en la carretera, subí al asiento trasero y me apoye en la puerta.
—Ve con ellos —le ordene, me miro indeciso y me senté erguida— Estoy bien, y no saben como fue el ataque así que pueden estar necesitando apoyo.
Echo a correr en la misma dirección que los otros tres y en cuanto lo perdí de vista salte del auto, saliendo de el.
Me dirigí al auto de Zabdiel, tomando este como una mejor idea ya que tenía localizador y por lo tanto, sería difícil de rastrear, que era justo lo que quería.
Ya que no tenía las llaves, tome uno de mis cuchillos de repuesto que llevaba escondido entre mis piernas y corte algunos cables para luego unirlos y hacer que el auto encendiera, no dude en salir del camino yendo directo a la carretera.
Tome mi celular, llamando.
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