Capitulo 12⛓️
Kindsey
Entre a mi habitación luego de planear todo con Zafiro y quedamos en que hoy iríamos a entrenar.
Luego de cambiarme por una ropa más cómoda y hacer de mi cabello una coleta iba a salir de la habitación no sin tomar mi navaja.
Toque aire.
Mire el lugar donde debería estar.
¿Donde está mi navaja?
Reviso en toda la habitacion poniendo mi respiracion más agitada cada que no la veo, no se encontraba allí.
Y de pronto mi vista se puso borrosa, mis manos comenzaron a temblar y mis piernas por un segundo se debilitaron.
Oh, lo iba a matar.
Salí de la habitación bajando las escaleras con una rapidez impresionante, jadeando como un animal furioso me dirigí al salón donde ellos debían estar esperándome para irnos al galpón.
Y allí estaban, sentados en los sillones tan tranquilos.
Mi mente se lleno de recuerdos y voces muy distintas a la actualidad, me sentí mareada por un momento.
Nika se levantó inmediatamente al verme, sabía que algo andaba mal.
—Kindsey... —no la dejé terminar ya que me abalancé sobre él haciéndolo caer.
Escuchaba como me hablaban para que lo soltara pero solo podía verlo a él y tomarlo por el cuello.
—Devuelvemela —exigí empujando las manos de Nika que intentaron tomarme por los hombros.
El muy descarado sonrió.
—¿De qué hablas?
Lo ahorque más quitándole por completo el aire, alce su cabeza y la baje de golpe haciendo que esta chocara contra el suelo.
—¡Devuelvemela! —grite con la furia haciendo temblar mi cuerpo.
Él dio una vuelta quedando arriba y aprisionando mi cuerpo debajo.
—Estas jodida si piensas que te la daré por voluntad propia.
La desesperación hizo que se me complicara pensar para soltarme pero al final lo logre dándole un golpe en la cabeza con la mía y volviendo a estar yo arriba.
Sentí unos brazos alrededor de mi cintura que me levantaron alejándome de él, forcejeo intentando de nuevo tomarlo por la camisa.
—¡Entregamela! —grite de nuevo con unos brazos abrazando mi cuerpo, reconocí a Nicholas sin verlo pero eso no hizo que detuviera mis forcejeos.
—Tranquila Kindsey, quieta —murmuraba en mi oido.
—Kindsey —Nika me tomo las mejillas entre sus manos haciendo que la mirará— Tranquilízate y dime qué ocurre para yo poder arreglarlo —normalmente eso sería suficiente para tranquilizarme pero no hoy.
Mi mente estaba nublada con recuerdos llorosos y esa estúpida voz que decía una y otra vez "Te quito lo último que te quedaba"
—Devuélveme mi navaja, Zabdiel —exigí cuando él estaba a unos pasos de mi junto a sus hermanos.
Lo siguiente que sentí fue un pinchazo y todo se volvió oscuro.
Zabdiel
Estábamos sentados en el salón esperando a Kindsey para ir a entrenar.
Domenica había estado encerrada en su habitación durante unas horas, y decidí que luego de entrenar pasaría tiempo con ella.
Tomando en cuenta también que por primera vez estábamos junto a Nika sin querer matarnos, lo cual era un milagro.
Llegué tarde a la reunión con Zafiro ya que entre a la habitación de Kindsey a tomar la navaja, lo sé, no fue muy inteligente y se dará cuenta rápido y quiero que eso pase, deseo saber cómo reaccionara.
Que se joda, si piensa que puede salirse con la suya sin obtener pelea esta muy equivocada.
—Entonces ¿eras rubia antes de teñirte el cabello? —quiso saber Joel.
Nika asintió y sonrió un poco.
—Nicholas es una copia de mí, si quieren imaginarse como era yo de rubio, mirenlo a él.
Hubiese soltado otra risa si la peli azul no hubiera cambiado la mirada hacia el frente.
—Kindsey... —su voz sonó suave y un poco confundida.
Y lo siguiente que sentí fue mi cuerpo en el suelo.
—Devuelvemela —exigió ella pero lo único que pude hacer fue sonreír.
Reaccionó tal como esperaba.
—¿Dé que hablas? —pregunte haciéndome el inocente.
Ella presionó el agarre en mi cuello quitándome la respiración, mi cabeza golpeo el suelo y sentí el dolor impregnandose en ella.
—¡Devuelvemela! —gritó y pude notar que su rostro estaba rojo de la furia.
En ese instante alguien la tomo por la cintura alejándola de mi, me moví a un lado tosiendo un poco y fulminandola con la mirada.
—¿Qué hiciste Zabdiel? —pregunto Yadiel mirándome con severidad pero no preste demasiada atención a sus palabras.
Kindsey forcejeando volvió a gritar.
—¡Entregamela! —trato de acercarse pero alguien la detuvo.
Observé a Nika tratando de tranquilizarla pero ella no se calmaba.
Me reiría si no fuera porque el dolor en mi cabeza se comenzaba a extender y molestaba más, mierda.
—Devuélveme mi navaja, Zabdiel —volvió a exigir.
En eso apareció la enfermera con una inyectadora y rápidamente le inyectó en el cuello a Kindsey, ella dejo de luchar para luego caer en los brazos del hombre que la sostenía, que al distinguirlo me di cuenta que era Nicholas.
—Llevela a la habitación, despertara en unas horas —indico la enfermera antes de irse.
—¿Qué le hiciste, Zabdiel? —la voz del rubio apenas llego a mis oidos, pues andaba desorientado, no respondí.
—Vamos a llevar a Kindsey a su habitacion, Nicholas —obligo a que la mirara— Ahora.
Mire el salón y unos jarrones estaban en el suelo rotos, los sillones no estaban en sus lugares, la mesita de vidrio estaba totalmente destruida en el suelo.
¿Esto lo hace una Kindsey furiosa? Que sorpresa.
Recibí una mirada fulminante de Nika antes de desaparecer junto a Nicholas, que llevaba a Kindsey.
—¡¿Se puede saber qué te ocurre?! —la voz en el tono más alto que le he escuchado a mi hermano mayor me hizo sorprender.
Lo miré con el ceño fruncido.
—¿Por qué gritas?
—¿No te podrías comportar con madurez por alguna vez en tu vida? —exigió saber.
—No hables de madurez solo porque a ti te obligaron a madurar antes de que pudieras subir a una bicicleta —hablé molesto— No todos son como tú.
—¿En serio, Zabdiel? Tienes veintidós años ¡comportate de una vez! —su ceño fruncido le daba un aire de molestia que nunca le había visto antes, él siempre había estado en un modo neutro, hasta ahora— ¿Robarle esa navaja que sabías que era importante para ella? Le hiciste tener un jodido ataque.
—Ella me hizo un corte en la mejilla por si no lo habías notado —señale mi mejilla donde se veía claramente la marca.
—Entonces era venganza ¿Cierto? Ella te hacía un corte con la navaja y tú se la robas.
Rodé los ojos.
—No fue para tanto —hice un ademán con la mano restándole importancia.
Mala elección de palabras.
—¡¿No fue para tanto?!, Hiciste que tuviera un ataque de ira y le inyectaran un sedante.
Suspiré.
—¿Y qué quieres? ¿Qué se la devuelva? —pregunto con indignación— ¿Qué me arrodille mientras le pido perdón? ¡¿Qué jodida mierda quieres de mí?!
—Tienen que tomarse esto con calma —intento intervenir Joel, pero ninguno le hizo gran caso a lo que decía.
—Quiero que te comportes como el jodido hombre que eres, siempre intentas hacer cosas ridículas ¿pero esto? Es patético, incluso para ti —su voz se volvía más baja, más peligrosa.
Y la furia subía por mi garganta, llenaba mi mente de rojo y hacia que mis manos temblaran ligeramente.
—¿La jodidamente defiendes? ¿En serio, Yadiel? ¡No la veías hace años! ¿Y ahora de repente es tan amiga tuya que la defiendes de mi? ¡Soy tu hermano, mierda!
Su postura volvía a ser la misma, sus ojos sellaron cualquier sentimiento que pudiera pasar por ellos y me miro alzando un poco su mentón.
—Sé reconocer cuando te equivocas, que es la mayor parte del tiempo.
La amargura de instaló en mi estomago.
—No le devolveré esa navaja ¿vale? Puede pudrirse para mi, no la tendrá de nuevo —dije firme, dando por terminada la discusión.
Pero él no pensaba lo mismo.
—Si lo harás, a menos que quieras que padre se entere.
¿Me está amenazando? ¿Cómo se atreve?
—Diselo Yadiel, no me interesa —lo mire con burla— No me causa el mismo terror que a ti.
Los dejé solos al subir y tomar rumbo a mi habitación pero luego mire hacía la habitación dada a mi hermana casi como si fuera un reflejo, ella estaba ahí.
De pie con la puerta de la habitación abierta, me miraba expectante, casi como si quisiera saltar en mi dirección y descubrir porque fue tanto escandalo.
—Entra a la habitación, Dom. Todo esta bien —le dije en cambio, y entre en mi habitación.
Y en mucho tiempo, por primera vez no me importaba si seguía mis palabras al pie de la letra.
Joel
Me sentía asfixiado por la manera en que Yadiel parecía expresar sin palabras su molestia.
Su postura, su cara inexpresiva pero con sus cejas un poco fruncidas, su ojos oscurecidos.
Voltee a mirarlo ya cansado de todo lo que paso en el día.
—Si quieres decirle ve hacerlo, pero a mí no me molestes —hablo yo con irritación, aunque muy poco evidente.
Necesito un trago.
Él me mira pero no muestra mucho en su expresion, muy pocas veces dejaba ver lo que sentía por lo que pregunte lo siguiente en mi cabeza.
—Además, ¿Qué te importa lo que le ocurra? —él sabía que me refería a la chica.
—Es la persona con que alguno de nosotros tendrá que casarse —exclama— Además, si el rey Mattei se entera de lo que ocurrió no le hará gracia y nuestro padre ha dicho claramente que...
Rodé los ojos.
Me levanté de la cama y salí de la habitación.
Suspire al bajar las escaleras, salí de la casa no sin antes tomar una botella del mini bar del salón y subo a una camioneta, indicándole al hombre que conduzca fuera de la propiedad.
Cierro los ojos pensando en todo lo que ha ocurrido en las últimas semanas.
Mi padre diciéndonos que viviríamos con Jimmy para que al final de seis meses uno se casará con su única hija.
Conocer a Kindsey y darnos cuenta que es peor de lo que esperábamos.
Que haya una pequeña guerra entre Zabdiel y Kindsey.
Conocer a Nika.
Ir a una misión contra alguien involucrado en el robo de las bodegas de algunos de los Reyes.
Sospechar que Kindsey y Nika esconden un secreto.
La cena.
Conocer al idiota de... Ay no recuerdo su nombre.
Bebo un sorbo de la botella.
Y muchas cosas más.
No sé cuantas vueltas hemos dado a la ciudad cuando se me acaba la botella y pido que nos detengamos en un bar para cargarme de nuevo licor antes de seguir dando vueltas.
No soy del tipo que se agobia con facilidad pero desde que llegamos a casa del rey Mattei, parece que mis hermanos y yo cambiamos los papeles que portamos toda nuestra vida.
Nunca me he preocupado lo suficiente como para ser considerado paranoico, para eso estaba Zabdiel pero tampoco era inhumado respecto a las emociones, como Yadiel.
Consideraba que era el punto medio de mis hermanos, como ellos no se entendían, yo era esa parte que los ayudaba a eso.
Pero realmente sabía que no era así.
Simplemente era la actuación más grande de mi vida para evitar todo compromiso con cualquier otra cosa.
No me tome bien el compromiso con Kindsey porque Yadiel ya había sido el que dio el visto bueno, pero tampoco lo tome a mal ya que Zabdiel era el más resentido con la situación.
Y para que ellos no chocaran con sus pensamientos, estaba yo, que los entendía a ambos.
—Principe —llamo el chofer, cuando lo mire creí ver doble y no dude en soltar una sonrisa de diversión— ¿Esta seguro que no quiere volver a la casa Mattei? Allá puede encontrar más alcohol del que tiene consigo aquí mismo —creí escuchar un tono de preocupación.
Casi me convence, en serio, pero si algo sobrepasaba mis ganas de beber en este momento, era ese deseo de no ver a nadie que estuviera involucrado con este contrato de matrimonio, o incluso, de nuestro mundo.
Deje de escuchar, aunque no fue a propósito, creo, no lo sé en realidad.
No le di respuesta así que imagine que prosiguió a seguir con las vueltas, sino, al día siguiente amanecería con una bala entre las cejas.
No solía ser agresivo, a menos que me enojara de verdad y eso solo había pasado muy pocas veces en toda mi vida.
En este camino, entre varias veces en la inconsciencia, donde por momentos breves observaba ese corto cabello azul y unos ojos negros que poseían una dureza y un brillo increíbles.
Luego me despertaba y sentía un peso caer sobre mis hombros, como si cada vez que despertara recordara que estar tan cerca de ella era algo casi imposible de suceder.
Poco después comencé a recibir mensajes de mis hermanos, sobre todo de Yadiel para saber donde estaba y por qué no había regresado aún.
No solía perderme así por así, pero había momentos en los que era realmente esencial hacerlo para no caer directo a la locura con toda esta mierda encima.
No respondí a ninguno, incluso ignore los que amenazaban con llamar a nuestro padre, no entendía su miedo hacía él pero tampoco era como si me esforzara en hacerlo.
Tenía entendido que Yadiel, siendo el mayor de todos nosotros, había pasado por cosas mucho peores, tanto en entrenamiento como en vida personal pero si él no hablaba sobre ellas, no sería yo quien las nombrara.
Así me fui acabando botella tras botella, en un momento intente entablar conversación con el chofer, pero no sé si yo no podía pronunciar correctamente las palabras o si era que él me ignoraba.
No estaba tan borracho ¿si? Tenía buena resistencia, aunque normalmente me hacía obviar de ella y terminaba pareciendo un jodido bebedor de cuarta.
De cuarta...
El jodido drogadicto de cuarta.
Como lo odio.
Y la próxima vez que me lo encuentre espero estar solo.
No me jodas.
¿En serio estaba en mis planes matar a ese idiota? Y solo por...
No no, Joel. Mente enfocada.
¿Pero cómo podía estar jodidamente enfocado si ella estaba dando vueltas en mi mente?
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