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Capitulo 06⛓️

Yadiel

—La verdad, odio las corbatas —gruño Joel con ese tono molesto que se estaba convirtiendo en regular ahora.

—Es una cena —aclaro Zabdiel, como si no lo supiéramos ya.

—¿Y? —siguió mi hermano— No porque sea una cena debemos llevar corbata, incluso traje.

Estuve a punto de rodar los ojos, pero me controle.

—Tienes un extraño odio hacia la ropa formal —hable con un tono neutro.

Joel me fulminó con la mirada y yo alce las cejas, desafiando a que intentará contradecirme.

Se encogió de hombros con molestia.

Nos encontramos en el salón esperando a nuestros padres desde hace quince minutos y no es hasta que escuchamos el timbre que Joel para de quejarse por su traje.

Una sirvienta pasa frente a nosotros y se pierde en el camino a la entrada por unos segundos para luego regresar con mis padres y sus guardaespaldas.

—Mis niños —comento mi madre acercándose y tomandonos por los hombros— Los hemos extrañado tanto.

Se nota. Pienso al ver el rostro inexpresivo de mi padre.

Al separarnos mi padre nos da un asentimiento de cabeza en saludo.

—No hemos estado aquí mucho tiempo, madre —replico Joel y tense mi mandíbula, esperando alguna reacción por parte del hombre a nuestro lado.

Nada.

—Denme derecho de extrañarlos —defendió ella, ahora abrazando a Zabdiel.

—¿Cómo van? ¿Han entrenado? —por primera vez hablo mi padre, lo mire a los ojos aún cuando sabía que él estaba al tanto de todos nuestros movimientos, y hable.

—Si, estamos manteniendo nuestro entrenamiento regular y recientemente asistimos a una misión con las princesas Kindsey y Nika.

—Lo sé —dijo mi padre, no me sorprendió— Jimmy me comentó que habían dado con una de las personas que estaban involucrados en los intento de robos a las bodegas.

Asentimos.

—Conseguimos el nombre de otra persona que estaba dentro de esto también —hablo de nuevo Zabdiel.

—Eso también lo sé.

Las expresiones de mis hermanos reflejaban exactamente lo mismo "Si ya lo sabe ¿por qué pregunta?"

La amargura bajo por mi garganta, mi padre solo quería asegurarse que nosotros informáramos con la verdad.

Siempre había sido así.

De pronto la conversación cesó, mi madre miraba hacia las escaleras y mi padre igual así que mis hermanos y yo también lo hicimos.

Kindsey y Nika se encontraban en ella, Nika llevaba un vestido azul, era largo y unos tacones blancos, maquillada finamente y con accesorios, Kindsey llevaba un vestido con corsé de color rojo, con capas y le llegaba a las rodillas, su cabello estaba recogido, el maquillaje era oscuro por lo que resaltaba más sus facciones.

Note los anillos adornando sus dedos y sus movimientos al bajar cada escalón, sin apuro, con delicadeza pero también seguros.

Con simplemente mirarlas podía notar el peligro que las rodeaba, no, ellas eran el peligro.

Ninguna de las personas en la sala parecían poder apartar la mirada de ellas, tal vez era admiración, o compresión al saber que ellas podían gobernar el mundo si quisiesen y nadie se opondría a ello.

Terminaron de bajar y se posaron frente a nosotros.

—Buenas tardes —saludo Nika con un tono firme, casi podía engañar a las personas con un rostro de angel pero esos ojos negros brillaban con perversión pura.

—Aunque creo que ya lo saben —hizo una pausa para mirarnos a nosotros— Pero soy Nika Makarov.

—Obviamente lo saben —hablo Joel con un toque de molestia en la voz.

—Joel no seas de esa manera con ella —le reprendió mi madre para luego mirarlas a ellas— Un gusto Nika, la última vez que te vi eras muy chica.

—Kindsey —hablo mi padre— Kindsey Mattei.

No era un llamado sino un saludo.

—Rey, reina —la voz de Kindsey resonó por el salón, dura y fría, muy similar a la de su padre.

—Tiempo sin verte —continuo mi padre— Es un placer.

Kindsey sonrió, pero escondía algo tan frío y grotesco que casi hacía incomodo verla sonreír.

Pero mantuve mi vista al frente sin titubeos.

Ellas solo hicieron reverencias poco formadas y volvieron a sus posiciones.

—Espero que mis hijos y el trato no hayan sido un golpe tan duro de aceptar, Kindsey —mi madre se acerco a ella hablándole— Sé como son en carácter.

Kindsey asintió después de mirarnos unos segundos.

Yo la mire un segundo más de lo debido.

—La verdad es que si ¿sabe? No han sido unos visitantes gratificantes —su voz tenía un aire de egocentrismo y note como Zabdiel se tenso en molestia— Pero descuide, tampoco son algo difícil de manejar.

Las miradas fulminantes de mis hermanos fueron directo a ella.

Yo mantuve mi expresión seria, sin dar nada que demostrar.

En mi pecho, una sensación de calor revoloteo.

—Kindsey —se escuchó la voz del rey Mattei con cierta regañina y luego hizo presencia saliendo del pasillo de su oficina, mira a mi padre antes de sonreír— Mateo, me alegra que estén aquí.

Se acerco y luego de darse un apretón de manos se abrazaron dando palmadas en sus espaldas.

Rodé los ojos disimuladamente y me cruce de brazos alejándome un poco del ambiente.

Se separaron y pude notar como apareció Zafiro con una sonrisa y saludo a mi madre.

—Luis nos verá allá igual que Jay —informo Jimmy y mi padre asintió sonriendo.

Mi padre sonríe, y quiero creer que es una sonrisa genuina pero lo dudo mucho.

Él no sonríe con regularidad, en realidad puedo afirmar que las pocas veces que lo he visto sonreír es en presencia de los demás reyes o con mi madre.

—Entonces ¿Nos vamos? —pregunto mi madre animada antes de mirarnos— Dom esta en el auto, no quiso salir para darles una sorpresa así que finjan estar sorprendidos en cuanto la vean.

Y así fue, en cuanto subimos al auto que nos llevaría al restaurante vimos a Domenica, mi hermana menor, se encontraba sentada con una expresión divertida.

Luego de los saludos cordiales, Zabdiel comenzó su conversación con Dom y no era extraño, ellos eran los más cercanos entre sí.

—¿Si son tan amigos de Jimmy por qué no lo habíamos visto mucho antes? —inquirió Joel cuando el auto se puso en marcha.

Tal vez él no lo recordara, pero yo si recordaba como años atrás todos en la organización eran más unidos, recuerdo a los mellizos Makarov siendo solo unos niños y que no se despegaran de Kindsey, como si fueran sus guardianes. Las comidas durante los fines de semana y las buenas relaciones entre familias.

Recuerdo cuando la familia Tyson se tomaba un descanso de sus viajes constantes y participaba en las reuniones, ahí fue donde Yaca, el hijo de los reyes Tyson, fue presentado ante los demás, pero ese chico verdaderamente era extraño.

Hasta que todo acabo.

Una punzada de dolor llego a mi cabeza al tratar de recordar más.

Casi dejo que se frunza mi ceño pero a tiempo pude controlarlo para mantener mi expresión neutra.

Siempre me han criado como el soldado más fuerte de la familia Williams pero desde los dieciséis comencé a tomar en serio mi lugar y aún, luego de casi diez años, a veces me cuesta mantener la máscara de neutralidad.

—Jimmy siempre se mantuvo en sus vidas, aunque las circunstancias hicieron terminar con las reuniones seguidas, él fue presente —cuando mi madre dirigió su mirada hacia mí, supe lo que diría luego— E incluso, es padrino de Yadiel.

Apenas sus palabras resonaron por el auto, las miradas de mis tres hermanos giraron hacia donde estaba, mantuve mi expresión.

—¿Cómo así que el rey Mattei es tu padrino? —soltó Domenica sin preocuparse una pizca por su tono alto, ni por como se inclinaba hacia adelante casi cayendo del asiento, su expresión siempre curiosa y no se tomaba el tiempo de esconderla.

Simplemente era Domenica.

Me encogí de hombros, creyendo que les bastaría como respuesta pero según sus miradas supe que por un tiempo me mantendrían lleno de preguntas.

Desde que tengo uso de razón estaba enterado de que Jimmy Mattei se había ofrecido a ser mi padrino, creo que era por eso que mis padres dejaban que fuera con ellos a las reuniones con más constancia que mis hermanos, querían que creara un vinculo con la familia Mattei.

Aunque nunca fue así.

No sabía el porque, pero la familia Mattei siempre fue muy reservada y con mucha desconfianza, así que no era fácil interactuar con ellos ni entrar en su burbuja.

Además de...

¿Además de qué? Ya no lo recuerdo parece.

El resto del viaje fue en silencio, que era lo normal en nosotros, nos gustaba el silencio, y creo que decirlo de esa manera se podía referir a todos.

Incluso a mi madre y Domenica.

Sin darme cuenta pasaron los minutos y el auto se había estacionado frente a la entrada de un gran restaurant que reconocí aunque nunca había venido.

El restaurante de Luis Makarov.

El rey Makarov poseía una cadena de restaurantes, siendo estos los mejores del país y de los más prestigiosos en el mundo.

Los primeros en bajar fueron mis padres, un muro creado por nuestros hombres daban la protección necesaria para mantener tranquila a mi madre.

Luego Zabdiel bajo llevando del brazo a nuestra hermana, mientras seguían la conversación y por último, fuimos Joel y yo.

Hice una revisión rápido a nuestros alrededores, el estacionamiento se encontraba vacío, sin contar los autos pertenecientes a los reyes y príncipes que asistían a la cena, decidí entrar ya cuando todos los miembros de mi familia lo habían hecho.

No le di gran atención al lugar, más que un simple repaso para asegurar la seguridad del mismo, al llegar junto al grupo de personas en la gran mesa, ya habían iniciado los saludos.

Mi padre saludo a los dos reyes restantes mientras mis hermanos y yo nos mantuvimos a sus espaldas, mi madre a su lado y Domenica a un costado de nuestra madre.

Mire a las demás personas y no fue muy complicado identificarlos a todos, en la esquina de la mesa pude distinguir al hombre rubio y de ojos negros, debía ser el padre de Nika tenían los mismos ojos brillando con malicia, el señor Makarov, sentada frente a él estaba la señora Makarov, con una sonrisa relajada pero sus ojos eran duros, casi como si solo esperara un error para deshacerse de ti, a su lado se encontraba un chico rubio con una postura recta y ojos negros desafiantes, ese era el mellizo de Nika.

Y luego estaba el otro hombre, el rey Tyson, este tenía el cabello castaño y ojos color ámbar, era igual a un chico mucho más joven que se encontraba detrás de él, Yaca Tyson, la viva imagen de su padre, y tomada del brazo del rey iba la reina, una postura arrogante y sonrisa suficiente.

Las reverencias fueron rápidas para no perder el tiempo, ninguno de los príncipes se saludo entre nosotros, solo pude notar como Kindsey y Nika se movieron al lado de Nicholas Makarov.

—Tomen asiento —nos indico nuestra madre y Joel se sentó a mi lado y Zabdiel y Dom se sentaban frente a nosotros, mientras nuestros padres tomaron asiento en una de las esquinas.

Lo distinguido de esta mesa, era que habían cuatro esquinas donde claramente en cada una iban los reyes y sus hijos a los lados.

Los Mattei se sentaron frente a nosotros, los Makarov a la izquierda y los Tyson en la derecha.

Kindsey tuvo que devolverse hacia el lado de sus padres según reglas y costumbres, pero en todo momento estuvo aportando miradas a la conversación de los hermanos.

—Ya se nota el paso del tiempo —comento el señor Tyson— Deberíamos vernos con mayor regularidad.

La familia Tyson era una de las más extrañas que había conocido en toda mi vida, el rey mantenía una postura relajada conjuntamente con una sonrisa, la reina a su lado era todo lo contrario y Yaca, mantenía una expresión seria y solo asentía o negaba si se dirigían directamente a él.

Pero si note algo en su comportamiento y expresiones, de vez en cuando sus ojos se dirigían a la heredera Mattei, y aunque no expresara nada explícito, podía afirmar que antes de acabar la noche él le hablaría.

Presione mis nudillos debajo de la mesa.

La relación con la princesa Kindsey no era muy complaciente como hubiera pensado en un principio, pero estaba casi seguro que mis padres no decidirían casarme con ella.

Casi que no les convenía y no lograba entender por que me adentraron en este acuerdo.

Era muy fácil simplemente escoger a uno y obligarlo a casarse, pero con este acto demostraban inseguridad al respecto, lo que me hacía pensar que tal vez esto no era lo planeado originalmente.

Pero nunca exprese mis dudas en voz alta, todo se quedaba en mi mente y era lo mejor.

Y además, lo mejor era mantenerme lejos de ella.

Era lo mejor no involucrarme.

Cuando finalmente comenzó la cena, los reyes parecieron borrarnos del mapa por lo que pude permitirme repasar a cada príncipe y princesa con la mirada, casi de forma robótica, para guardar alguna información.

Mis ojos se detuvieron en los hermanos Makarov, eran parecidos en una expresión en especifico, ninguno parecía demostrar emoción en sus rostros pero sus ojos... Eran lo más expresivo que tenían, y en ambos se mostraban emociones casi perturbadoras.

Luego mi mirada se poso en Zabdiel y Domenica, estaban sumergidos en la conversación que mantenían desde que salimos de la finca de los Mattei, no creía entender su relación, o sea, también eran mis hermanos pero ellos iban más allá, podía decir que se consideraban el uno al otro mejores amigos.

Yo nunca tuve un mejor amigo.

Era un mensaje incoherente para la línea de pensamientos que venía teniendo.

Mire a Kindsey, tan solitaria pero parecía que estaba en contienda consigo misma, mantenía su ceño fruncido y la cabeza gacha, mientras su mano sujetaba la cuchara con fuerza, casi se notaba incomoda, como si las voces o el ambiente la llevaran fuera de si.

La estudie más tiempo del que creí necesario y aparte la mirada, llevándola a mi hermano Joel.

Él mantenía su mirada en otra persona, no tuve que verla para saberlo, Joel mantenía una disputa absurda con Nika pero incluso ahora, él parecía necesitar algo más que una discusión.

Y por último, pude sentir su mirada antes de verlo, Yaca mantenía sus ojos ámbar en mí, creo que intentaba estudiarme, leer mis expresiones o poder descifrar mis pensamientos.

Cuando supo que sus intentos eran erróneos, su mirada cambio y se convirtió en una igual a su madre, alzo una ceja mientras que también alzaba un poco su mentón y casi sonreí divertido.

Me desafiaba.

Kindsey

Intente aflojar la mandíbula cuando supe que no podía tensarla más.

Esta noche ocurría algo que desde hace mucho no sentía.

Estaba aturdida, mareada y con dolor de cabeza y por más que intentara controlarme no podía, y claro que sabía de quien era la jodida culpa.

Ellos.

Las voces se mezclaban, risas, los tintineos de las copas y los cubiertos contra los platos, el mesero volviendo por si hay alguna necesidad, los movimientos y miradas.

Era demasiado.

Nika intento levantarse de su asiento y venir a mi pero su hermano, Nicholas, se lo impidió, sabía que no era lo más sabio poner la atención sobre mí pero no pude evitar insultarlo con el pensamiento.

Ver a Nicholas de vuelta era una sensación agridulce, al parecer se había acabado ese castigo de aislamiento que tenían para él manteniendolo en la academia, no sé porque volvían a confiar.

Él era la destruccion en su demostracion más pura.

Y no podían darle el mínimo gramo de libertad, porque siempre la aprovechaba para destruir a su alrededor.

Pensar en el príncipe Makarov, o juzgarlo mejor dicho, hizo que mi respiración pudiera calmarse pero aún sentía un leve pitido en mis oídos y una sensación incomoda en la piel.

—¿Estás de acuerdo, Kindsey? —pregunto mi madre.

Voltee hacia ella y estuve a punto de decir un mal comentario pero me contuve, no estaba de humor y parecía que ella tampoco, y aunque uno de mis pasatiempos favoritos era sacar de quicio a Zafiro, esta vez me fui por la vía fácil.

—¿Perdón? —comenté para que repitiera la pregunta— Estoy un poco distraída.

Me miró con aprobación, si supiera que me vale su estúpida aprobación.

—Decíamos que ustedes —señaló con la cabeza a los príncipes— Podrían salir a la terraza a comer el postre mientras hablan los Reyes aquí.

—¿Qué opinan? —pregunto la madre de los Williams.

—Bien —hablo Joel.

Es una oportunidad, podría deshacerme de las conversaciones y en la terraza ignorarlos, el plan perfecto.

—Estoy de acuerdo —dije yo.

Luego de esto me levanté para caminar a las escaleras al final del restaurante y subirlas hasta llegar a la terraza.

Me encontré con cuatro hombres en cada esquina resguardando, pero no me importó y me dediqué a sentir el viento pasar, de verdad que lo necesitaba.

—¿Ya estás mejor?

Mire a un lado y Nika me tendía un plato con tres bolas de helado de caramelo.

—Mis padres dejaron a Venus elegir el postre —la mire con las cejas alzadas y se encogió de hombros— Lo sé, ni siquiera la trajeron a la cena, ni idea de porque dejaron que hiciera esto.

—Respondiendo a tu pregunta creí que tendría un ataque ahí abajo —murmure, asegurándome que ninguno de los intrusos Williams ni Yaca Tyson pudieran escuchar

Nos mantenemos en silencio por unos cortos minutos que en serio disfrute.

—Me voy un tiempo y mi primita favorita se vuelve una amargada —la voz de Nicholas intercede y aparece en mi campo de vision con una sonrisa, estaba vestido de traje pero llevaba la camisa blanca con los primeros botones desabrochados dandole un toque de su estilo, su cabello rubio se movía con el viento y sus ojos negros te mostraban el agujero negro más profundo.

Nicholas Makarov era una oscuridad sin salida.

Tome el helado para llevarme una pequeña cucharada a la boca.

—No esperaba verte aquí, Nicholas, si hubiera estado avisada tal vez hubiera trabajado en ser mas divertida —miento y a la vez prometo en falso con una sonrisa cínica.

Él solo ríe.

—La libertad es dificil de dejar, deberían darme un premio por haber aguantado tanto estos meses ¿o fueron años?

—Si no hubieses provocado todo ese lío, no te habrían enviado a la academia, de nuevo —le reprocho Nika y su mellizo solo rodó los ojos.

—A veces pienso que tú tampoco sabes el concepto de diversion, querida Niki.

—¿Por qué tan serio? —escuchamos como Joel preguntaba.

Casi suspiraba por no haber notado la presencia de los hermanos Williams o de Yaca Tyson antes pero parece que sentirme libre no esta disponible en mi sistema.

Nos volteamos y vi como Joel intentaba entablar conversación con el chico Tyson.

Él solo lo veía con una ceja alzada ¿Por qué Joel quiere hablar con el?

No me había dado cuenta que Zabdiel estaba a mi lado hasta que hablo.

—Fue una apuesta, algo estúpido pero divertido —explica— le dije que los Reyes querrían que nosotros nos alejaramos mientras hablaban y él dijo que no, aún no entiende que no estamos a la altura para escucharlos en sus reuniones.

Rodé los ojos.

Que estúpidos podían llegar a ser.

—Entonces el que perdiera tendría que intentar hablar con Yaca —comento burlona Nika.

—Exacto.

—No me parece la mejor idea para divertirse pero está bien —Nicholas se unio a la conversacion y estos dos se miraron, hablando con sus expresiones antes de que el rubio sonriera burlonamente y me abrazara sobre los hombros.

—Eres mi favorita, Kinds, ¿ya te lo había dicho? —pregunto Nicholas antes de seguir viendo a Joel siendo un idiota.

—¿Hablarás ya? —hizo Joel otra pregunta que Yaca no respondió.

Al final el castaño se rindió y camino hacia nosotros.

—Es imposible —exclamó hacia su hermano— Prefería meter mi mano a un poso con serpientes —rodó los ojos.

—Por favor, hazlo —dijo la peli azul con cierta sonrisa en sus labios, le encantaba provocar a Joel, aunque algunas veces también tenía su medicina de vuelta.

Él la miró con una ceja alzada para luego decir con fastidio.

—Primero no hablaba contigo y segundo ¿Tú qué sabes, Nika?

Nika lo miro con una sonrisa burlona para luego negar la cabeza repetidamente divertida, su mellizo en cambio, miro a Joel de manera indescifrable y mientras lo analizaba se fue en conjunto con su hermana.

Por mi parte me senté en una mesa que se encontraba en el medio de la terraza, era un poco grande y podíamos sentarnos todos pero en este caso sólo estaba yo.

Aunque mi soledad no duró mucho ya que alguien se sentó a mi lado, al alzar la mirada vi sus ojos ámbar.

Yaca Tyson.

Tenía muchos años sin verlo, desde aquella noche que arruino el orden de mi vida, él era mi prometido y nos presentaron cuando eramos unos niños pero luego de lo que paso mi padre rompió ese trato con el suyo, y creí que no volverían a nombrar los matrimonios arreglados.

Joder, nunca debieron traerlos de vuelta.

Volviendo a la realidad, me miraba esperando que hablara pero no lo haría.

Él carraspeó.

—Kindsey Mattei —pronunció mi nombre como hace unas horas lo había hecho el padre de los Williams pero él con su tono extraño parecía querer demostrar que sabía cosas de mi.

—¿Qué quieres? —espeto de mala gana.

—No eres tan educada como solías parecerlo allá abajo —dejo que una sonrisa se deslizara, casi imperceptible pero completamente burlona.

—No, no lo soy —confirme y luego sonreí igual que él.

Soltó una risita.

—Mucho tiempo sin vernos —me encogí de hombros para restarle importancia— Me he enterado que debes casarte con uno de ellos —señaló con su cabeza a los hermanos.

¿Qué quería? ¿Qué le dijera "si me tendré que casar con uno" y le contara todos mis problemas?

Alce una ceja.

—¿Y? —mi voz sonó fría justamente como planeaba.

—Solo decía, princesa —se encogió de hombros mostrando media sonrisa— Es curioso.

Rodé los ojos.

El silencio se formo por unos minutos, silencio en el que quise ignorar su presencia pero ciertamente, no lo hizo fácil.

—Heterocromia.

Lo miré.

—¿Qué dices?

—Tienes heterocromia —aclara.

—Casi y no me daba cuenta —murmure mitad sarcasmo y mitad irritación.

Mis ojos siempre habían sido tema de conversación entre las personas que conocía, no quería agregar una más a la lista.

—Sigues siendo una gatita con las garras afuera, lista para atacar —su manera de analizarme casi hacía que un escalofrío pasara por mi columna, pero conseguí mirarlo con el ceño fruncido.

—¿Tienes algo relevante que decirme? —lo rebaje con la mirada antes que respondiera.

—No, solo quería saludar y ver si recordabas los viejos tiempos —se levantó del asiento pero inclinándose, quedo a un lado de mi oído y susurro— Ya sabes, donde yo fui tu primer prometido.

Intenta sacarme de mis casillas y yo mucho autocontrol no tengo.

Para mí fortuna e infortuna alguien presiono sus manos sobre la mesa, haciendo que el chico se separara de mi y yo dirigiera mi mirada hacía Zabdiel.

Yaca y él se miraron por unos momentos, luego, el de ojos ámbar sonrió como si hubiera descubierto un acertijo y camino alejándose de la mesa.

Yo no dude en hacer lo mismo, me levante y camine hacia una de las esquinas de la terraza, sintiendo el viento sobre mi rostro, me permití hundirme en mis pensamientos.

Debía encontrar pronto a Carlos Gómez, debíamos parar con los robos.

Pero sobre todo, debía seguir mi plan al pie de la letra.

Trabaje muchos años en esto como para que un matrimonio intentara impedir que lo llevara a cabo.

Culminaría mi plan y rompería este trato de matrimonio.

Eso era lo que debía hacer.

La presencia que se detuvo a mi lado no era una que sentía constantemente por lo que me costo identificarla, hasta que lo logre.

—Eres buena -comenzó hablar.

Yadiel.

Me digne a voltear y encontrarme con sus ojos azules, eran más oscuros que los de sus hermanos, su mirada era fría y su tono de voz firme, era como si no estuviera acostumbrado a una charla normal.

Entonces ¿por qué lo intentaba conmigo?

Desde que lo conocí no pensé en Yadiel lo suficiente como para considerarlo un problema personal, él solo estaba dentro del problema del matrimonio, así que debía deshacerme de él.

Así era esto.

Pero ahora que lo miraba, me di cuenta que nunca lo había mirado bien, nunca lo había analizado e incluso llegue a pasarlo por alto.

—¿En qué cosa? —mi voz salio rasposa.

—Con las armas —prosiguió luego de un momento— Te observe en un entrenamiento.

Me encogí de hombros.

—Me gusta utilizarlas.

Casi que no creía que estaba manteniendo una conversación normal con uno de los Williams, esta noche había sido de interacciones fuera de lo común.

—Sé nota que son tu lado fuerte.

—No tengo un lado débil —recalque, volviendo a mi tono distante.

—Todos lo tienen.

No pude dejar pasar el que no se incluyera en eso y fruncí el ceño.

—Antes me agradabas más.

—¿Y por qué te agradaba más antes? —cuestiono.

—Porque no habías hablado.

Imbécil.

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