Ahora no tanto⛓️
Nika y Joel
*Parte dos*
Joel
No saben cuanto espere por esto.
La tome de su espalda baja para intentar acercarla más a mi, es un poco dificl ha decir verdad.
Sus labios eran dulces, no se parecían a su actitud de ninguna manera y eso me encantaba en una manera incalculable.
Nuestros labios se movían sincronizadamente dejándome sin aire, ella coloco sus manos en mis hombros sujetándose.
Al final tuvimos que separarnos por falta de aire, ella se tocó los labios mientras apartaba la mirada un momento antes de decir.
—¿Eso responde a tus preguntas?- inquiere ahora sí, mirándome con una ceja alzada— ¿O tendré que decírtelo con palabras? Porque te digo que es muy fastidioso para mí darte las explicaciones... —la interrumpo acercándome más y cuando nuestros labios estaban a punto de tocarse, hablé.
—Responde a cada una de ellas —asegure.
Y así, los junte de nuevo.
Ahora el beso no era tan lento y suave, me apodere del ritmo haciendo que retrocediéramos unos pasos hasta llegar a una de las mesas del lugar donde estaba una computadora.
La sujete de la cintura para sentarla sobre esta pero aún así no nos separamos.
Ella me acarició la parte trasera del cuello con una mano y la otra estaba en mi cabello, me separé de golpe haciendo que ella abriera los ojos, que los había mantenido cerrados, y me mirara con una ceja alzada.
—¿Ya te arrepientes? —indaga bajándose de la mesa y limpiándose el labio inferior con su dedo.
—¿Estás diciéndome que también te gustó? —pregunto a su vez.
Ella suspira soltando una vaga sonrisa.
—Podemos decir que si, o sea —suspira sabiendo que tendrá que explicarse— Nunca me habían hecho sentir así ¿Bien? Eres insoportable Joel pero me gustas.
Sonreí pero esta se borro rápido ante mi otra pregunta.
—¿Pero... Qué pasa con el drogadicto de cuarta? —me burló aunque quiero una respuesta real.
¿Se enamoro de él? Dejo que lo toturaran a sangre fría pero nada es más seguro que sus propias palabras diciendo que jamás sintió algo por él.
Y deseo que esas sean sus palabras.
Mi cara es seria mientras ella me mira burlona.
—¿Drogadicto de cuarta? —ríe de nuevo— No esperaba que recordarás, o incluso supieras del apodo que le tenían a Mich.
Y no te diría como lo supe.
Me encogí de hombros.
—¿Cómo sabes de ese apodo? —se encontraba de brazos cruzados y mirándome.
Mordí mi labio inferior, pensativo.
—Responde primero a mi pregunta —digo en su lugar, con una ceja alzada.
Ella me miró fijamente durante unos segundos antes de que sus ojos se abrieran un poco con exageración y riera.
—Tú fuiste el que me escucho hablando con Kindsey —no lo preguntaba sino que lo decía con afirmación.
Negué.
—Claro que no.
Pero ella no me creyó.
—¡Si, fuiste tú! —su risa me atormentaba un poco ya que sabía que tenía razón pero a la vez me encantaba que riera, ya que casi siempre hablaba burlándose de las personas.
La tome de las caderas haciendo que soltara un pequeño chillido por la sorpresa, la pegue a mi y susurre en sus labios de manera seria y cortante.
—Responde a mi pregunta.
Paso sus manos por detras de mi cuello aferrandose a mi mientras sonreía con clara suficiencia.
—Mich... No fue lo suficiente como para llegar a algo más de la atracción, simple.
Mi sonrisa no logro esconderse y pronto ella golpeo mi hombro mientras yo soltaba una risita.
—Aún debes pagar por encerrarme aquí —se alejo un poco para mirarme— No te salvas.
—No me harás nada —aseguró.
—Si crees que no te haré nada por lo que siento estas equivocado y... —allí simplemente se calló y pronto me di cuenta del porque.
Sonreí con una emoción que se hizo difícil de diferenciar.
—Lo que sientes... —repetí casi saboreandolo— Suena perfecto cuando se refiere a mi.
Solo negó con una media sonrisa.
Nos quedamos en silencio por un momento antes de que ella preguntará.
—¿Ya me dejaras salir?
Actuó como si pensara.
—Creo que no —digo divertido.
Rueda los ojos separandose por completo y en ese mismo instante me hizo falta su cercania.
—Me equivoqué —asiente cruzándose de brazos— Déjame salir de una vez —ordena.
Levantó la manos en señal de paz.
—Bien, bien —saco mi teléfono de mi bolsillo trasero y comienzo a teclear.
—¿Qué haces? —inquiere confundida.
—Le escribo a Zabdiel para que venga a sacarnos —levantó la mirada por unos segundos y ella tiene el ceño fruncido— ¿Qué? ¿Creías que traería una llave para que me atacaras hasta quitármela? No soy estúpido.
Vuelvo a mirarla y ella parece pensativa antes de asentir dándome la razón.
Solo puedo reír.
Luego de que mi hermano me diera una respuesta, mire de nuevo a Nika, ella tan diferente a cualquier otra persona.
Nunca supe cuando comenzó esto de sentir cosas por ella, simplemente un día comencé a mirarla más tiempo del que acostumbraba, cada vez que peleábamos no me cansaba sino que sonreía por eso.
Demasiada azúcar para mi organismo.
Pero cuando me di cuenta de todo, fue en el momento que comenzó a ignorarme.
Lo hablé con Zabdiel, y dure en la noche horas pensando cómo pudo atraparme.
Hasta que lo acepte, por fin.
Nika comenzaba a gustarme.
Por eso hice esto, quería saber el porqué me ignoraba y aunque tenía una sospecha de que ella experimentaba lo mismo no quería hacerme esperanzas por lo que deje que ella misma me lo dijera.
Escucho como abren la puerta y observo como la cabeza de Zabdiel se asoma.
—Por fin se arreglaron —exclama, entrando.
Nika al verlo, alza una ceja y luego sus ojos demuestran una mirada malvada, me hago el inocente y no le hago caso.
En cambio, mi hermano si que no se da cuenta del plan de la pelo azul.
Nika sonríe antes de acercarse a Zabdiel a paso lento pero alegre.
Él al principio frunce el ceño confundido, pero al creer que Nika no tiene mala intención se relaja.
Ella coloca ambas manos en los hombros de Zabdiel y se impulsa un poco hacia su rostro lo que me pone alerta pero lo siguiente que hace, me deja con una mueca de dolor.
Como mi queridísimo hermano se encontraba distraído y no se había dado cuenta del truco, Nika con mucha rapidez y facilidad alzó su rodilla y le dio en la entrepierna, mi hermano cayó al piso retorciéndose del dolor pero eso no paro a Nika.
—La próxima vez, Zabdiel Williams, que seas cómplice de algo en mi contra, te arrepentirás.
Paso por su lado y sale de la cabaña.
Lo anotaré, jamás hacer enojar a Nika Makarov.
Pero esa era mi especialidad.
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