Capítulo 35
Ruth: Miércoles a las 5:30
Vuelvo a leer el mensaje que Ruth me mandó. Hoy es el día en que tengo que verla y eso me aterra un poco, ¿que tal si me reconoce en la fiesta y le dice toda la verdad a Ryan? No puedo arriesgarme a eso.
Ahora estoy en la agencia, al principio me pareció raro trabajar con mis amigos, pero ya me estoy acostumbrando a venir todos los días juntos y a verlos por los pasillos.
Chase y Ángel, fieles a su palabra, se fueron a las áreas que ya habían comentado, química e inteligencia. Por su parte Ryan quiso aprender a ser espía de campo, y ahora entrena todos los días con los novatos.
Y bueno, son las 4:00 de la tarde, es hora de poner en marcha mi plan. Dejo la pistola con la que he estado practicando mi puntería, así mismo los elementos de protección.
—¿Ya te vas? — pregunta Alex quitándose las orejeras acústicas.
—Si es que voy a salir más tarde — contesto acomodando el equipo que estaba usando.
—¿Y se puede saber con quien? — vuelve a preguntar quitándose los lentes de protección.
—¿Estas celosos? No es un chico, si es lo que te estás preguntando — digo y salgo del cuarto de entrenamiento.
—¿Y me dejarás solo? — escucho que pregunta.
Lo ignoro y sigo caminando, no escucho pasos siguiéndome así que continuo mi recorrido hasta la oficina de Ana. Entro y veo que el lugar está vacío, pero eso también lo pensé una vez y resultó que si estaba.
—¿Ana? — pregunto cerrando la puerta.
No hay respuesta. Avanzo hasta donde tiene algunas pelucas acomodadas en maniquís, si tomo una de éstas se dará cuenta.
—¡¿Ana?! — levanto un poco más la voz — ¿Estas aquí? — sin respuesta.
Aprovecho y sin mover mucho las cosas busco más pelucas, sé que debe haber más, y me doy cuenta de que no estoy equivocada, cuando encuentro una bolsa llena de pelos.
Buscó entre ellas tratando de no enredarlas hasta que encuentro una peluca de rizos rojos, la tomo y la guardo en mi mochila, me la coloco en la espalda y acomodo la bolsa de pelucas en su lugar. Estoy por salir cuando la puerta se abre.
—¿Cristhel que haces aquí? — pregunta Ana.
Mi corazón late muy rápido, y no sé si se debe al susto, o a que Ana casi me agarra con los pelos en la mano.
—Es que quería hacerte una pregunta — contesto intentando calmar mi respiración.
—Dime, ¿que se te ofrece? — dice acomodando las cosas que trae en una bolsa.
—Este viernes hay una fiesta de disfraces y me preguntaba sí... ¿te gustaría ayudarnos, a los chicos y a mi, a poder disfrazarnos? — pregunto con cara de inocencia.
—Por supuesto — dice sonriendo.
—¿Te molestaría si también traigo a una amiga? — vuelvo a preguntar.
—Para nada, sabes que amo maquillar y disfrazar personas.
—Gracias — digo abrazándola y salgo corriendo de su oficina.
Veo el reloj que marca las 4:35. Aún queda tiempo para alistarme e ir a ver a Ruth, así que no me preocupo y me voy caminando hacia mi casa.
Muevo los dedos sobre la mesa del café, estoy un poco nerviosa, acabo de enviarle un mensaje a Ruth para que sepa como reconocerme.
El café esta un poco vacío, solo está una pareja de jóvenes, dos señoras que platican en las mesas de afuera, unos ancianos y yo, que me senté en la mesa del fondo para que nadie nos escuche.
Estoy vestida con un pantalón de mezclilla y mi sudadera con gorrito cubre los rizos rojos de la peluca, para rematar llevo puestos unos lentes negros. Tal vez mi disfraz no es el mejor, pero al menos espero que Ruth no pueda conocerme, o que las demás personas no piensen que soy un asaltante o algo así.
Veo que Ruth entra al café con un bonito vestido con estampado floral, Vanessa viene a su lado con un pantalón y una playera de gatitos, observa el café, posiblemente buscándome, Ruth me ve enseguida y camina decidida hacia mi.
La hora llegó, debo contarle todo lo que he ocultado a una desconocida.
—Hola Cenicienta — saluda Ruth tomando asiento frente a mi.
—Hola, Cristhel — dice Vane un poco dudativa.
—Hola chicas — les devuelvo el saludo.
—Que lindo es este lugar, nunca había venido por acá — comenta Ruth admirando el establecimiento.
—Yo he venido con Elena y Kevin algunas veces — dice Vane.
Un chico se acerca a nosotras muy sonriente, lleva puesto el uniforme del Café, una pantalón negro y una playera color capuchino en la cual luce un vaso de café que sonríe y saluda, sobre él se lee el nombre del lugar.
—Buenas tardes señoritas — dice ofreciéndonos los menús — Mi nombre es Rafael y voy a ser su mesero, ¿que les puedo servir el día de hoy?
—Yo quiero una malteada de chocolate — pide Ruth.
—Para mí un frappé de oreo — dice Vanessa.
—Un capuchino, por favor — de repente se me antojó.
Rafael anota nuestros pedidos y se despide para ir por ellos.
—Te contaré lo que pasó ese día — dice Ruth al ver que ya estamos solas.
Vanessa y yo nos acomodamos para escuchar su historia. No sé que información tenga Vane, pero a Ruth no parece molestarle que ella esté aquí.
—Conocí a Samantha en un curso de belleza al que fui con Jessi, nos hicimos amigas e intercambios números, hablábamos de vez en cuando. Un día me invitó a su fiesta de disfraces, dijo que podía llevar a alguien más, invité a Jessi pero no la dejaron...
Rafael llega con nuestros pedidos interrumpiendo el relato de Ruth.
—¿Desean algo más? — pregunta. Las tres negamos — Me retiro, pueden llamarme si necesitan algo — dice alejándose.
—Como decía — retoma su relato como si nada — Me disfrace de cenicienta porque era la princesa que más se amoldaba a mí. Cuando llegue a la casa de Sam, ella estaba recibiendo a sus invitados en la entrada, me saludó como a los demás e ingresé a su casa. No conocía a nadie así que me quede sentada sin nada interesante que hacer, solo escuchaba la música y veía a los demás platicar y bailar en la pista — hace una pausa para beber su malteada.
—Cuando creí que había pasado un tiempo considerable, me levante de la silla y comencé a buscar a Samantha para despedirme, la encontré hablando con su hermano y otras dos chicas. Esperé a una distancia prudente hasta que Ryan se alejó de ellas, minutos después las chicas también se alejaron.
<<Comencé a acercarme pero una señora que parecía chef llegó antes, le dijo algo a Sam, ella negó y se fue hacia la cocina. Después salió de allí con su hermano detrás de ella y no se volvieron a separar.
<<Cuando el Dj gritó que la fiesta seguiría en el patio trasero, creí que era la oportunidad de irme, intente otra vez despedirme de Sam, pero esta salió de la casa hablando con el Dj. La sala quedó vacía y salí de la fiesta sin que nadie me viera. Y esa fue mi parte de la historia — concluye.
—Entonces tú llegaste a la fiesta, saludaste a Samantha y entraste pero no conocías a nadie — digo.
—Exacto, continúa — pide ella.
—Pero ahí estaba el chico que te gusta, ¿recuerdas? Él fue a esa fiesta con una chica, los viste irse al patio, pero como no querías verte muy acosadora, decidiste espiarlo desde la cocina, donde encontraste una pequeña ventana en la parte superior que te permitiría verlo.
—Si, aún no sé como es que se me ocurrió entrar a la cocina — dice Ruth.
—Lo hiciste por que era el único lugar con vista al patio. Como te iba diciendo, no querías que el personal te viera, así que les dijiste que necesitaban bocadillos en el patio y en el salón, y a los cocineros hiciste creer que se te había olvidado algo que les mandaba a decir Samantha.
—¿La cocina quedó sola?
—Sí, y aprovechaste para subir a una silla y ver que hacía Germán, pero perdiste el equilibrio y te caíste — digo.
—¿Y me dolió mucho? — pregunta fingiendo asustarse.
—No tocaste el suelo — explico — Ryan te atrapó mientras caías, después de eso entro Sam y se lo llevó.
—Auch, interrumpieron tu cuento de hadas — dice sonriendo.
—Tú cuento de hadas — digo remarcando el «tu» — Cuando el Dj gritó que la fiesta se iba al patio, decidiste salir, pero Ryan te lo impidió y se fueron a sentar al patio. Él te hizo una serie de preguntas y digamos que no supiste ocultar tu identidad — confieso.
—¿No supiste ocultar tu identidad? — dice riéndose de mí — ¿Como fue eso posible?
—Si lo piensas bien, si ocultaste tu identidad.
—Bien, dime lo que dije.
Termino de contar lo que sucedió el resto de la noche, desde las preguntas, pasando por el baile y llegando hasta perder la zapatilla.
Solo faltan dos días para la recreación de la fiesta, y para que la misión cenicienta llegue a su fin. No creo que algo pueda salir mal, ¿o sí?
Un día como hoy hace un año, Misión Cenicienta salió a la luz. Jamás pensé que alguien pudiera llegar a leerla, pero aquí estamos. Muchas gracias a todos los que leen esta historia y la ayudan a crecer, una parte de mi corazón les pertenece ❤. Gracias por acompañarme en esta aventura.
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