Capítulo 30
—Jamás había estado en este lugar — dice Vanessa.
Estamos sentadas en la banca de un parque, la noche se acerca y debemos conseguir donde dormir.
—¿Vamos a buscar algún hotel? —pregunto.
—Tranquila Cristhel, esperemos que sea mas tarde — me contesta.
Veo como el sol lentamente se oculta dejando ver la luna y las estrellas. Este lugar es muy tranquilo, no como en la ciudad. Aquí no hay centros comerciales o grandes tiendas, no hay plazas, nada donde pasar el tiempo.
Lo hermoso de este lugar es su paisaje, a lo lejos puedo ver los cerros distribuidos por toda la región, las estrellas se ven más brillantes, como la última noche que vi a mi padre.
—Ya es de noche Vanessa — digo — ¿Buscamos donde dormir?
—Espera, quiero estar aquí.
Veo como el parque se empieza a llenar de vida. Niños juegan, personas compran comida en los puestos ambulantes, las bancas, que cuando llegamos estaban vacías, ahora se llenan de personas que buscan un momento de tranquilidad, jóvenes pasan con balones para jugar. Es hermoso estar aquí.
—¿Vanessa? — escucho que preguntan.
Volteo para ver a la persona que habla, sin esperar verlo a él.
—¡Kevin! — decimos sorprendidas.
—¿Que haces aquí? — pregunta Kevin.
Puedo ver en su rostro que está tan sorprendido como nosotras, creo que tampoco esperaba ver a su amiga por aquí.
—Vine de paseo — dice ella.
¿De paseo? ¿Por qué dijo eso?
—¿Ah sí? ¿Tu sola? — pregunta Kevin buscando a otro conocido.
No sé si no ha visto que estoy sentada junto a su amiga o me está ignorando. Por un lado lo comprendo, él ni siquiera me conoce.
—Sí, vine con Cristhel — dice tomando mi brazo.
Kevin al fin nota mi presencia y me sonríe como saludo.
—¿Eres de por acá? — me pregunta.
—Ella tiene una tía aquí y me invito a venir — contesta Vanessa por mí.
—¿Hoy que es lunes? — pregunta sin creerle — ¿Por eso no llegaste a la escuela?
—Si, me vine el fin de semana — sigue mintiendo.
—¿Estudias en nuestra escuela? — pregunta Kevin analizandome.
Y es ahí cuando recuerdo que aún llevo el uniforme de la escuela de Vanessa. Ella me ve fijamente esperando a que conteste, eso es señal de que no inventará nada más.
—Sí, pero no salgo de mi salón dudo que me conozcas — digo sin entender porque le sigo el juego a Vanessa.
—Pero si pasamos el día rotando de salón en salón — dice Kevin descubriendo nuestro engaño.
—Sí, pero yo no me quedo a ver a los demás cuando rotamos — digo intentando salvarme.
—¿Y de donde la conoces Vanessa? —pregunta.
—Nuestros padres son amigos, pero en la escuela siempre estoy con Elly, y Cris anda apartada de la sociedad, por eso es que no la has visto conmigo.
Kevin lo piensa un rato y decide no seguir investigando, aunque no estoy convencida de que lo haya creído. Se sienta entre Vanessa y yo y comienza hablar con ella de otras cosas.
La mochila y el celular de Vanessa, que yo cargaba, se quedaron con los secuestradores, y sin mi pulsera no tengo como contactar a mi padre. Creí que Vanessa le pediría a Kevin que nos permitiera quedarnos en su casa, pero al parecer sus planes son otros.
Tengo una extraña sensación de vacío, sé que mi papá vendrá por mí, o al menos eso quiero creer, de todas las personas en la tierra él es el único que nunca me ha abandonado. No sé como o a que hora, solo sé que vendrá, y lo estaré esperando.
Un aire fresco recorre el parque, almorzamos hace un rato, pero ver a esas personas comiendo hace que me de hambre. Aunque no creo que nos quede mucho dinero, y aún no conseguimos donde dormir.
—¡Kevin! — lo llaman unos chicos del otro lado de la calle haciendo señas.
—Nos vemos mañana Vanessa — se despide y corre hacia los chicos.
—No esperaba encontrarme a Kevin — digo viendo como se aleja.
—El vive aquí — contesta Vanessa poniéndose en pie — ¿Buscamos un hotel?
Vanessa se acerca a una señora que esta sentada cerca de nosotras y le pregunta algo, veo que la señora hace señas, como dando indicaciones, Vanessa le sonríe y regresa a donde estoy.
—Ya se donde vamos a dormir — dice sonriendo y se aleja.
Camino detrás de Vanessa hasta que llegamos a un pequeño hotel. Después de registrarnos subimos a nuestra habitación, Vanessa toma una de las toallas que hay sobre una mesa y se mete al baño.
Comienzo a buscar en el ropero alguna pieza de ropa que alguien haya dejado olvidada y así poder quitarme este uniforme. Vanessa sale del baño con la misma ropa y el cabello empatado con la toalla.
—Que día tan complicado — dice dejándose caer en la cama.
—Dimelo a mí, al menos solo pasamos un día secuestradas — digo con la cabeza metida en el ropero.
—Gracias por salvarme, aunque no hayan evitado que me secuestraran.
Sonrío sacando una blusa rosa de tirantes que estaba hasta el fondo el ropero, la huelo para ver si está limpia, su olor a flores me confirma que lo está.
—Tal vez fue culpa mía — digo tomando una toalla.
—¿Por qué tuya? — pregunta Vane sentándose en la cama.
—Por no entrar a la escuela — digo y cierro la puerta del baño.
Me quito la ropa y me introduzco en la regadera dejando que el agua fría se lleve mis preocupaciones. Ese efecto relajante del agua mojando mi cuerpo es todo lo que necesito ahora. Termino mi baño y salgo vestida sacándome el cabello.
—¿Te sabes el número de celular de tu padre? — me pregunta Vanessa.
—Sí
—Entonces podríamos hablarle.
No había pensado en eso, Vanessa tiene razón, debo hablarle a mi papá. Pero antes, hay algo que podría arruinar mis planes y todavía no he resuelto.
—¿Que tal es tu relación con Ruth, la prima de Elena? — pregunto alisando mi cabello.
—Casi no hablo con ella, ¿por qué preguntas eso? — me mira confundida.
—Bueno, es que necesito un favor, hablé con ella sobre algo y hoy me iba a dar la respuesta. Después de lo que pasó sé que no volveré a tu escuela, así que me preguntaba si tú podrías darle mi número a Ruth para que yo siga en contacto con ella.
Termino de explicar y la veo para saber si me entendió. Vanessa me observa sin comprender muy bien lo que dije, pero creo que hasta yo me quedaría sin entender si no supiera de que estoy hablando.
—En resumen, ¿quieres que le de tu numero a Ruth? — pregunta para aclarar sus dudas.
—Sí, y también que le sigas el juego, que hagas como que sabes de lo que habla, pero que le digas que mejor hablamos por ese número.
—¿Esta bien? — acepta no muy convencida.
Escribo mi número en un papel que encuentro en la mesita de noche y se lo entrego a Vanessa, ella lo guarda en un bolsillo de su pantalón, que en realidad es mío. Y ahora, con ese tema arreglado, puedo centrarme en lo más importante.
—Vamos a ver si en recepción nos prestan un teléfono — le digo a Vanessa saliendo de la habitación.
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