Capítulo 27
—¿Cristhel? — pregunta el hombre con asento ruso.
—Si, es una amiga — contesta Laura.
—Tú y yo no somos amigas — aclaro.
—¿Y que se supone que haces aquí? —me pregunta el ruso.
Los tres me observan y yo no les respondo. ¿Donde están los refuerzos cuando se les necesita?
—¿Eres de la policía o algo así?, ¿por que estabas disfrazada de Vanessa? — vuelve a preguntar.
—Siempre supe que había algo raro en ti — dice Laura.
—Investiga quien es — ordena el ruso y mi secuestrador sale del cuarto.
—No hay salida Cristhel — dice el hombre remarcando mi nombre — Sabremos quien eres.
El sale del cuarto y Laura se queda parada frente a mi viendo como se aleja, cuando el ruso cierra la puerta ella voltea a verme.
—Vamos Cristhel, dime como llegaste aquí — me pide.
—No lo van a saber de mí — digo viéndola fijamente.
—¿Tiene que ver con que Alex faltara dos semanas el año pasado? — dice.
—¿Eso que tiene que ver? No metas a Alex en esto.
—Cris intento ayudarte, pero necesito que me digas como llegaste aquí — dice tranquila.
—¿Ayudarme? ¿Así como los ayudas a ellos?
Ella voltea hacia la puerta, nadie aparece por ahí. Se acerca a mí y me habla al oído.
—Cris, soy un agente especial del gobierno, estoy aquí infiltrada, debes confiar en mí.
Ella se aparta y me ve fijamente, intentando descifrar si creo sus palabras.
—Dime, ¿quien eres? — pregunta otra vez.
Escucho ruidos extraños que provienen de afuera. Laura voltea hacia la puerta un poco asustada, esta se abre dejando ver a un hombre con capucha negra.
—¡Vámonos! — dice lanzándole un trapo negro a Laura.
Ella saca una navaja de su cintura y corta lo que me sostenía de lo pies, la vuelve a guardar y me toma de las manos.
—Corre — me ordena.
Salimos de ese cuarto oscuro, al pasar por la cocina veo como la puerta principal cae y por ella entran unos hombres vestidos totalmente de negro. Laura me arrastra hacia la puerta trasera donde está el mismo auto que me secuestro.
Me lanza al asiento trasero y sube al auto, el cual arranca y sale velozmente del patio. Al pasar frente a la casa veo varios autos incluido el de mi padre, en la puerta principal esta un chico apuntándonos con su arma, pero no dispara, nuestros ojos se conectan y él baja el arma.
—¿Adonde vamos? — pregunta Laura. Tiene puesta una media negra en la cabeza, no me di cuenta de cuando se la puso.
—Vamos a buscar a la verdadera Vanessa — dice el ruso en el asiento del copiloto — Quien debe verse como Cristhel Sánchez López — completa volteando a verme.
Los tres secuestradores se quitan las medias dejando ver su rostro.
—¿Como es que ellos nos encontraron? — pregunta mi secuestrador sin separar la vista de la carretera.
—No lo sé, pero no creo que sepan nuestro siguiente movimiento — contesta el ruso.
Veo como sonríe a través del retrovisor, volteo hacia la ventanilla y me doy cuenta de que estamos en mi calle. La velocidad comienza a bajar y una loca idea pasa por mi mente. Intento agarrar la manija de la puerta y cuando lo consigo la abro.
Caigo al suelo y ruedo, intento pararme, siento un dolor en todo el cuerpo. Cuando al fin me paro, veo que el auto se estacionó frente a mi casa, el ruso camina hacia el portón y Laura corre hacia mi.
Comienzo a correr como si mi vida dependiera de eso, por que así es. Sigo corriendo cruzando calles y doblando en esquinas, no me atrevo a voltear pero estoy segura que Laura sigue detrás de mi.
Siento que mis piernas pesan, casi no puedo respirar. Un auto se estaciona frente a mi haciendo que choque contra él y caiga al suelo.
Veo como Laura me sube nuevamente al auto, ella me inspecciona buscando algo entre mi ropa, parece que no encontró lo que buscaba hasta que sus ojos ven mi pulsera, saca su navaja y la corta para después tirarla por la ventana del auto.
—Ahora no las podrán encontrar — dice el ruso sonriendo.
Veo que del otro lado hay otra persona, idéntica a mi. Siento como me vendan los ojos y me amarran los pies. Escucho como el seguro de las puertas se activa.
El auto sigue avanzando, dobla ocasionalmente pero la mayoría del trayecto es en linea recta. Creo que es buen momento para dejar que el miedo llegue, sin mi pulsera mi padre no podrá encontrarnos, ¿que pasará ahora? ¿Que harán conmigo si a la que quieren es a Vanessa?
Después de mucho tiempo, el auto al fin para, las puertas se abren, siento que cortan las sogas de mis pies y unas manos me jalan al exterior, tropezando entro a lo que supongo es otra casa, camino un poco y bajo unas escaleras, ahora sí es un sótano.
—Amarren bien a estas niñitas — dice el ruso.
La persona que me tiene agarrada toma mis manos y las desata, siento que mete algo entre mi falda del uniforme, luego me sienta y vuelve a atar mis manos alrededor de la silla, al igual que mis pies.
—Cuando termines sales — dice un hombre.
Escucho pasos subiendo las escaleras y una puerta cerrase.
—Todo depende de ti, pero aún no — dice Laura en mi oído y sale del sótano.
¿Que quiso decir con eso? Escucho que Vanessa suspira.
—¿Que crees que pase ahora? — habla — Se su pone que mi padre los contrato para protegerme y mira donde estamos.
—Tal vez si no nos hubieran ocultado información podríamos haberlos ayudado mejor — contra ataco.
—¿De que hablas? No les ocultamos información.
—¿Y lo de Rusia?
Ella se queda en silencio, se que esta ahí por que dudo que se haya ido a otra parte.
—No sé de que hablas — dice después de mucho tiempo.
Escucho que la puerta se abre y pasos bajando las escaleras.
—Muy bien Vanessa, tu padre accedió a trabajar con nosotros — informa el hombre que me secuestro.
—¡Él no puede trabajar para ustedes! — dice ella molesta.
—¿Por que no? Él aceptó con mucho gusto nuestra oferta — dice riendo.
—¿Y que pasará conmigo? ¿Acaso piensas matarme? — cuestiona Vanessa.
—Primero debemos estar cien por ciento seguros de que tú padre nos ayuda, después ya veremos.
—¡Ustedes son unos...
—Modera tu lenguaje niña, no quieres que te vaya mal.
Dicho esto, escucho que suben las escaleras y cierran la puerta. A lo lejos percibo que Vanessa esta llorando, por lo menos ella sabe que vivirá, ¿pero yo?
Siento que pasan horas, o tal vez son solo minutos. Vanessa se quedo en silencio hace un tiempo, el único sonido de este lugar son nuestras respiraciones.
Intento liberar mis manos, pero es la misma cinta de hoy, entre mas intente mas se apreta. Muevo mis pies intentando separarlos, lo que los sostiene no se apreta, ¡son cuerdas normales!
Comienzo a mover mis pies intentando aguar el amarre, no sé cuanto tiempo pasa hasta que lo logro, ahora mis pies están libres.
Me impulso con ellos para sacar mis manos de alrededor de la silla, después de varios intentos lo consigo.
—¿Que haces? — pregunta Vanessa — No hagas ruido.
Me arrastro hasta que choco contra algo. Escucho que Vanessa ahoga un grito, supongo que choque contra su silla. Me sigo moviendo hasta que siento sus manos en mi cabello.
—Vanessa, busca la cinta entre mi pelo y sacala — susurro.
Siento sus manos tocando mi cabello hasta que encuentra la venda, ella tira de la cinta y yo bajo la cabeza, me jala el cabello pero la venda sale. Me coloco de rodillas y me doy cuenta que mi plan tiene una falla, ¿como me voy a desatar las manos?
Veo todo el lugar y no encuentro nada que sea filoso como para cortar las cintas. Entonces recuerdo las palabras de Laura, empujo el objeto que coloco en mi falda hasta que cae al suelo, lo veo y es la navaja que utilizo para cortar mi pulsera. Lucho hasta que paso mis manos para adelante, tomo la navaja y la abro.
—Separa un poco las manos, voy a cortar las cuerdas — le susurro a Vanessa.
Ella hace caso, corto las cuerdas que le sostienen las manos y los pies, ella se quita la venda y corta las cintas de mis manos. Al fin estamos libres.
—Tenemos que salir — digo.
Recorremos el sótano en silencio buscando una vía de escape, pero lo único que vemos es una pequeña ventana, desde lejos se ve que no pasamos por ahí.
—No veo el auto — dice Vanessa viendo por esa ventana.
Me acerco, la vista es de la calle frente a la casa y efectivamente el auto no esta.
—Saldré a ver si no hay nadie, no tengo nada que perder, si escuchas que grito es por que hay alguien, lo voy a entretener mientras tú sales y te vas, si no hay nadie volveré por ti — explico y ella asiente.
Subo las escaleras y saco la cabeza, no se escucha nada, recorro la planta baja y no hay nadie. Regreso por Vanessa y salimos del sótano, tomo un paquete de dinero que está en la mesa.
—Debemos irnos — digo abriendo la puerta trasera.
Corremos hasta el final de la cuadra donde hay una parada, un autobús llega y me subo sin ver adonde va, Vanessa me sigue, nos sentamos en la parte trasera.
—¿A donde van? —pregunta el cobrador.
—Hasta donde llega — dice Vanessa.
El tipo la queda viendo raro pero aún así nos cobra, el autobús arranca y se aleja de ese lugar. Comienzo a tocarme buscando algo extraño en mi cuerpo pero no encuentro nada, Vanessa al verme hace lo mismo.
—¿A donde iremos? — pregunta.
—No tengo idea de a donde va este autobús, cuando toda la gente baje, nosotras también — le contesto.
Veo el camino, el autobús gira y comienza a salir de la ciudad. Vanessa se acomoda en su asiento y cierra los ojos.
El camión avanza pasando por colonias y comunidades que yo no conozco hasta que llega a un municipio que queda a dos horas de la capital del estado, de donde venimos.
Las personas comienzan a bajar, despierto a Vanessa y bajamos, nos encontramos en la central camionera de un lugar en el que nunca he estado.
—Tengo hambre — dice Vane —¿Por que no vamos a comprar algo para comer?
La sigo mientras buscamos algún lugar donde vendan comida. No sé que haremos después de comer, pero por lo menos ya estamos a salvo.
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