⸸ 20 (Final) ⸸
‼️ Trigger Warnings ‼️
Hematofilia y auto-lesiones.
Se recomienda discreción del lector si se es sensible a cualquiera de estos temas.
?? de oct??embre¿?, hora desconocida
—No soy normal. No hago cosas que haría una persona normal, ni pienso cosas que pensaría una persona normal.
Jungkook no mintió cuando dijo eso. En realidad, no creía haber sido tan sincero en toda su vida.
Si lo hubiera hablado con alguien, es probable que no hubiera tomado una decisión tan extrema. Su madre no era una opción, mucho menos sus amigos, ¿un psicólogo, tal vez? Tampoco fue lo suficientemente valiente como para buscarlo en internet.
Jungkook no estaba seguro de la razón por la que aquello le fascinaba tanto.
Cuando se raspaba las rodillas andando en bici o jugando con sus amigos, o cuando se cortaba un dedo accidentalmente picando vegetales para la cena, Jungkook se quedaba demasiado tiempo mirando su propia herida. No era normal...
Observando, analizando en silencio, admirando la forma en la que la zona se enrojecía y, de pronto, como un manantial, empezaba a brotar eso.
Le parecía algo extraordinario.
Tanto, que solía contarle con la ingenuidad propia de un niño de nueve años, a su madre que se tropezó mientras jugaba a las escondidas con otros niños. La caída era la parte trivial de la historia. Jungkook siempre hacía más énfasis en la herida, en la sangre que salía, en el color que ésta tenía y el olor y el sabor que impregnaba sus labios cuando se metía el dedo sangrante en la boca.
Su madre solo se reía y le decía que comiera más ensalada.
Porque no era nada grave. No en un inicio. Era un niño descubriendo las maravillas del cuerpo humano, eso era todo. Un niño curioso que, con suerte, se convertiría en un médico exitoso en un futuro.
Jungkook cruzó los límites de la curiosidad por primera vez cuando cumplió doce. Siempre habían sido por caídas o accidentes, pero empezó a gustarle tanto la sensación dolorosa que se planteó más de una vez hacerlo él mismo. Así que una mañana soleada, en las vacaciones de verano de 2009, se encerró en un baño con una cuchilla que desinfectó unas cinco veces. Se sentó sobre el retrete y la observó por no-sé-cuánto tiempo. Las piernas le temblaban, por la adrenalina y el miedo que le producía todo. Apretó los labios, contó hasta cinco con los ojos cerrados y finalmente lo hizo.
Y Jungkook no pudo detenerse.
Lo hacía en lugares que no fueran visibles. Porque, a los quince años, vio como se llevaban a Shin Jaeyoon a la oficina de la psicóloga del Edevane porque la habían encontrado en los baños cortándose en la muñeca. Pero eso era diferente. Jaeyoon lo hacía porque su padre se había suicidado al regresar de la guerra, lo hacía porque se sentía triste y mal y necesitaba algo con lo que desahogarse. Jungkook no lo hacía porque necesitara un escape (sus padres se habían divorciado, sí, pero eso no le afectaba. No de esa forma). Jungkook simplemente lo hacía porque se sentía bien.
Tenía claro que otros no lo comprenderían.
Así que lo escondió.
Encontró una forma más práctica de ocultarlo: Las muñecas y los brazos en general eran territorio prohibido. Así podría usar camisetas sin mangas y no sería sospechosos cuando se negara a quitarse el abrigo en el gimnasio. Las piernas (especialmente los muslos), estaban bien. ¿Quién le revisaría los muslos? Al primero que se acercara, Jungkook lo acusaría de acoso sexual.
Esto fue especialmente útil para cuando sus visitas a la enfermería del Edevane se volvieron recurrentes.
El problema de cortarse tanto: La pérdida de sangre empezó a afectarle. Desmayarse de repente en clases y despertar en una camilla, una y otra vez. El olor de la lavanda y el limón del aromatizante le quemaban las fosas nasales.
La enfermera lo revisaba al menos una vez por semana. En una ocasión, cuanto tocó la rodilla de Jungkook y su mano tocó un lugar que no debía, Jungkook soltó un pequeño jadeo. La enfermera intentó volver a tocarlo, pero Jungkook se alejó de golpe, cubriéndose con las manos y mirándola con una expresión horrorizada. Vuélveme a tocar, y te denunciaré por acoso sexual.
En una ocasión, llamaron a su madre.
Jungkook es un chico enfermizo.
Solo tiene que descansar.
Nunca lo llevaron a una revisión apropiada en un hospital. Principalmente porque su madre no tenía dinero para pagar el chequeo.
Todo se volvió un poco más oscuro (más extraño y confuso) cuando, una tarde, a Jungkook se le dio por esperar sentado afuera de la tienda de antigüedades frente al cementerio. No quería volver a casa, así que se sentó sobre la acera, dejó la mochila a un lado y solo observó.
Fue simple mala suerte que, justo aquel día, un auto pasara a toda velocidad en el momento exacto en que un pequeño gato gris decidió cruzar la carretera.
Jungkook lo vio todo en cámara lenta, alcanzando a cubrirse los ojos antes del impacto. Escuchó el grito de dolor, cómo los neumáticos destrozaban el cuerpo del pobre animal antes de seguir como un rayo calle abajo, completamente impune.
Jungkook se quedó hecho un ovillo sobre la acera por unos diez minutos, temblando y cerrando los ojos. Respirando con dificultad, se levantó y se acercó con miedo al gato muerto. Miró hacia ambos lados para corroborar que no venía ningún otro coche, y se agachó sobre el cadáver con curiosidad.
Era un paisaje atroz, sin duda, pero lo que llamó la atención de Jungkook no fue el cuerpo partido a la mitad del gato, sino el charco de sangre que se formaba debajo del cuerpo. Como el pavimento absorbía el líquido, el tono oscuro, la forma en la que brotaba del cuerpo...
Ni siquiera se dio cuenta cuando ya había tomado una fotografía con su celular.
Y corrió hacia su casa como si huyera de una escena del crimen, poco consciente de que volvería al mismo lugar, a la misma hora, al día siguiente. Sin saber que tomaría otra fotografía, y otra, y que armaría toda una colección que escondería en su habitación como su tesoro más preciado y oscuro.
Después del divorcio, su madre se había quedado con su custodia, mientras que su padre se llevó a sus hermanos. Como eran menos personas en la casa, Jungkook lo tenía más fácil. La casa era suya para hacer lo que deseara mientras su madre salía a trabajar. El baño, los cuchillos de la cocina y aquella cuchilla a la que le agarró cariño y que guardaba en su mesita de noche. Jungkook siempre tenía todo preparado y bien pensado. Se sacaba los pantalones, desinfectaba el objeto varias veces y se sentaba en una posición cómoda. Respiraba profundo y lo hacía.
Las cosas se complicaron un poco cuando los hermanos de Jungkook volvieron a vivir con él y su madre. Más niños significaba menos tiempo para él, menos tiempo para hacer eso. Esa fue una de las razones por las que Jungkook se alegró tanto de conseguir el ático solo para él.
Empezó a darse cuenta de que lo que hacía no era normal (bueno, siempre supo que no era normal. Más bien se dio cuenta de que era una completa depravación) a los dieciséis. En la cafetería, cuando Sunghoon y Mingyu empezaron a hablar de lo complicado que era masturbarse cuando tenían a toda su familia en casa todo el tiempo. Jungkook quiso opinar, decir que estaba de acuerdo y que era algo en serio frustrante. Pero se quedó con la palabra en la boca al notar que él no se refería a masturbarse, precisamente.
¿Por qué masturbarse producía en los demás lo que a él le producía realizarse cortes? No era lo mismo. Lo que él hacía no involucraba ninguna clase de deseo sexual.
¿Verdad?
Jungkook comprobó que estaba equivocado cierta noche, cuando se despertó cubierto en sudor frío después de un sueño de lo más extraño. Un sueño que lo involucraba a él y a otro chico, sin ropa, en una cama. Un sueño en el que estaba presente la cuchilla que guardaba en su cajón. El chico desconocido pasaba la hoja de la cuchilla sobre la piel de Jungkook (su abdomen, sus muslos, sus brazos, su rostro) una y otra vez con suma delicadeza. Y Jungkook se contraía y arqueaba la espalda y soltaba ruidos de lo más obscenos.
Cuando despertó, se encontró con las sábanas mojadas y supo que lo que estaba haciendo no era normal. Lo que pensaba no era normal. Jungkook era un enfermo.
En su último año en el Edevane, con el incidente entre Mingyu, Jake y Sunghoon, Jungkook se hizo un juramento a sí mismo. No lo volvería a hacer. Nunca más. Si quería convertirse en una persona normal, tenía que detenerse antes de que fuera demasiado tarde.
Jungkook creía que tenía las cosas bajo control, que estaba mejorando.
Y entonces Kim Taehyung apareció.
¡Nos leemos luego! ♡
[ Noduru, 2023 ]
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro