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⸸ 19 ⸸

05 de noviembre, 09:56 pm

Jungkook se preguntó si no se quedaría sordo con todos los gritos y graznidos. Más de un cuervo le graznó directamente en el oído mientras alzaba el vuelo en busca de más ojos que picotear, y Jungkook se había tragado las ganas de cubrirse ambos oídos con las manos. Principalmente, porque tenía la derecha entrelazada con la mano chorreante de sangre de Taehyung.

Jungkook nunca había visto (sentido, olido) tanta sangre al mismo tiempo. Se sentía... extraño.

Las fosas nasales le ardían, la boca le salivaba más de lo que debería. No debería sentirse así.

Él y Taehyung estaban corriendo en dirección a la puerta. No la que llevaba al exterior, sino la que conducía al pasillo por el que había desaparecido Sunghoon momentos atrás. Jungkook tenía claro el por qué: Si los gritos no habían sido ya suficientes como para alarmar a alguien que pasara por la calle, seguro que un par de adolescentes usando trajes manchados de sangre sí que serían motivo de alarma.

Si cruzaban por el pasillo, bajaban las escaleras y pasaban junto a un par de salones, llegarían al estacionamiento del Edevane, que no era más que un terreno baldío rodeado por una malla que lo separaba del bosque. Una vez que cruzaran el agujero que había en la malla (o la treparan) él y Taehyung serían libres.

Libres...

Jungkook casi tropieza con un par de cadáveres mientras corrían. Taehyung apretó su mano con más fuerza.

Taehyung corría demasiado rápido, y Jungkook nunca fue demasiado atlético. Él era más el tipo de chico que se quedaba sentado en las gradas con la excusa de estar enfermo, y veía al resto de su clase correr. El tema de la enfermedad no siempre fue una excusa. Jungkook era un niñito enfermizo varios años atrás. Incluso se había desmayado unas dos veces mientras les obligaban a recorrer los alrededores del colegio trotando. Más de una vez había perdido la consciencia en los momentos más inoportunos, solo para despertar y encontrarse con el techo blanco y las luces parpadeantes de la enfermería del Edevane.

El techo de la enfermería. Las luces, el olor a limón (¿o era lavanda?), la lluvia en el exterior, los medicamentos amargos, la silueta de Sunghoon en la camilla de al lado.

¿Estás bien, Jungkook?

Descansa.

Cierra los ojos.

Cuenta hasta tres.

Pon la pastilla sobre tu lengua, cuenta hasta tres y trágatela con el vaso de agua.

—¡Jungkook! —la voz de Taehyung, sonando aireada por los jadeos, lo hizo volver a reaccionar. Aún no se soltaban, y Taehyng tenía la otra mano sobre la puerta que daba al pasillo— ¿Estás bien?

Jungkook se sorbió la nariz.

—Sí. Vámonos.

Taehyung no abrió la puerta.

—¿Estás seguro?

—Sí, estoy completamente bien. Solo...

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto?

No respondió, solo se mordió la lengua. Cerró los ojos, contó hasta tres y tragó saliva. Aún sin abrirlos, se llevó su mano entrelazada con la de Taehyung hasta los labios y besó el dorso cubierto de sangre con suavidad. Se los relamió, apretándolos con fuerza al sentir ese dulce sabor metálico invadirlo de pies a cabeza, y le sonrió.

—Sí, sí quiero.

Taehyung empujó la puerta con el cuerpo y la cerró lo más rápido que pudo una vez estuvieron dentro. Las luces automáticas se encendieron con un parpadeo, y los gritos quedaron silenciados tras las paredes. Jungkook se tomó un momento para respirar, para condensar la información, para reunir energías. Su cuerpo se dobló hacia adelante, soltando a Taehyung y apoyándose en sus rodillas. Lo único que se escuchaba en el pasillo era el eco de sus respiraciones entrecortadas y unos pasos que se escuchaban lejanos.

Pasos.

Jungkook palideció. Alzó la mirada. Sunghoon caminaba hacia ellos, con la espalda erguida, los ojos tan abiertos y sin parpadear ni una sola vez. Las manos colgadas a ambos lados de su cuerpo, aún goteando por, seguramente, habérselas lavado. Sunghoon tenía una expresión perdida, neutra, como si le hubieran lavado el cerebro. Taehyung permaneció quieto, pero Jungkook pudo ver en su mirada, en la forma en la que la mandíbula de Taehyung se tensaba, que estaba listo para lanzarse sobre Sunghoon si la situación lo ameritaba.

Sunghoon se detuvo cuando se encontró a unos dos metros de Jungkook. Miró a Taehyung, miró a Jungkook, miró los trajes de ambos, miró las manos goteantes de sangre y miró las propias, aún mojadas. Sunghoon sonrió, pero dejó de hacerlo al instante. Ninguno de los tres supo bien qué hacer.

—Jungkook, ¿qué está pasando ahí adentro? —preguntó Sunghoon, con una sonrisa divertida y aterrada al mismo tiempo— ¿Pusieron un video educativo con el proyector de nuevo? Suena demasiado violento para ser un video educativo... ¿La subdirectora se equivocó de video? ¿Es una broma de los de tercer año? —Sunghoon rió un poco. Las manos le temblaban y tenía los ojos rojos e irritados. En cualquier momento se echaría a llorar— ¿Qué está sucediendo, Jungkook?

—Sunghoon, déjame explicar...

—¿Qué está sucediendo, Jungkook? —repitió, con más fuerza, el grito haciendo eco por todo el pasillo. Jungkook se calló de golpe, retrocediendo un poco. Sunghoon suspiró—. En serio. Siempre sucedían cosas malas a tu alrededor, y me sentí mal por ti. Siempre sucedían cosas extrañas a tu alrededor, como si tuvieras una especie de maldición. Y quise ayudarte, pero nunca supe cómo. Así que lo único que podía hacer era pasar noches enteras sin dormir pensando en ti y... en todo esto. Siempre supe que cosas malas te perseguían, Jungkook —su mirada vaciló hasta caer sobre las manos entrelazadas, y Sunghoon suspiró, frotándose los ojos—, pero empiezo a pensar que no eres una víctima desamparada. Empiezo a pensar que es en parte tu culpa. Tú dejas que todo esto suceda, tú promueves que todo esto suceda.

Jungkook sintió el corazón pesado. El sabor de la sangre aún impregnado en su paladar, haciéndolo sentir culpable (es tu culpa, es tu culpa, es tu culpa). Taehyung le dio otro apretón. Jungkook hacía esto por el bien de su madre, por el bien de Sunghoon, por el bien de todos. Había acabado con las personas en el auditorio, sí, pero todo esto era por un bien mayor. Taehyung había causado todo esto, y él se llevaría a Taehyung fuera de la ciudad. ¿Eso no era bueno? Y no solo se desharía de Taehyung, sino que también de sí mismo. Él también era un peligro para todos, para Sunghoon. ¿No era ésta la mejor decisión?

¿Era la mejor decisión?

Estaba haciendo las cosas bien. Haría las cosas bien por primera vez. Esta vez sí, esta vez elegiría el camino correcto.

Jungkook no pudo respirar, el aire se quedaba atrapado en su garganta, como si un objeto impidiera su paso. Empezó a toser, y Taehyung se acercó para frotar su espalda una y otra vez. Sunghoon se carcajeó. Una carcajeada que se iba convirtiendo poco a poco en un sollozo hasta finalmente terminar en un grito lleno de frustración. Sunghoon estaba llorando.

—¿Por qué él, Jungkook? Entre todos los seres humanos, ¿por qué lo tenías que escoger a él?

Sunghoon dudó. Era evidente que lo estaba considerando (sopesando si sería una buena idea, teniendo al autor de la masacre de cuervos a menos de un metro), pero terminó por dar un salto de fe y caminar un paso hacia Jungkook, extendiendo su mano hacia él.

Jungkook no hizo nada, solo observó, con la mente el blanco. Por un segundo de lucidez, sus dedos cosquillearon. Quizás tomar la mano de Sunghoon (volver a la normalidad, regresar a su vida. ¿Qué importaban Jake y Mingyu? Podían ser ellos dos, Sunghoon y Jungkook contra el mundo) no era tan mala idea. Quizás era la mejor, la más racional.

Pero, entonces, Jungkook lo notó. La forma en la que la mano de Sunghoon temblaba, cómo sus dedos se contraían un poco. El segundo exacto en el que se arrepentía, ese momento en el que su entrecejo se fruncía un poco, sus ojos se llenaban de indecisión.

Jungkook comprendió.

Sunghoon no solo le temía a Taehyung.

Sunghoon también le temía a Jungkook.

En otra fracción de segundo, más rápido que cualquier otra cosa, Taehyung se abalanzó sobre el brazo extendido y no dudó en clavar sus dientes, como un lobo rabioso. Taehyung desgarró la manga del traje de Sunghoon, tal vez llevándose un poco de piel de por medio, volvió a tomar la mano de Jungkook y empezó a correr por el pasillo. Como si intentara escapar de Sunghoon, aunque una mirada rápida le bastó a Jungkook para confirmar que el chico se había quedado petrificado, con los pies plantados en el suelo. Sunghoon ni siquiera gritó. Solamente empezó a llorar con más intensidad, agarrándose con fuerza el brazo herido. Se desplomó sobre el piso del pasillo, manchando el suelo recién trapeado con gotitas de sangre provenientes de la herida, y se limitó a mirar como Taehyung y Jungkook desaparecían en la oscuridad.

Taehyung dejó de correr una vez llegaron a la puerta. Antes de que las luces automáticas se apagaran, Jungkook se mantuvo haciendo contacto visual con Sunghoon.

Lo siento, articuló con sus labios manchados de lágrimas, e intentó sonreír.

Las luces se apagaron, y Jungkook nunca volvió a ver a Park Sunghoon.

Pero su voz siempre se mantendría dando vueltas en su cabeza.

Entre todos los seres humanos, ¿por qué lo tenías que escoger a él?

¡Nos leemos luego!

[ Noduru, 2023 ]

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