31 de octubre, 22:35 pm

Jungkook no se detuvo, aún cuando tuvo a Kim Taehyung delante de él. Taehyung estaba agachado, dándole la espalda, encorvado hacia algo que yacía en el suelo a sus pies. Jungkook extendió su mano. Taehyung estaba temblando y tenía la cabeza hundida hacia adelante. Jungkook alcanzó a ver la pila de conejos inertes, la tierra húmeda absorbiendo la sangre, las manos bañadas en carmín (cuyos pulgares se hundían entre las vísceras de un conejo que aún movía espasmódicamente las patas), demasiado tarde. Fue consciente de lo que estaba pasando cuando sus dedos ya habían ido a parar al hombro de Taehyung.

Fue cuestión de medio segundo para que una lista de cosas que Jungkook solo se habría imaginado en una novela de horror pasaran, todo proyectándose frente a él (sucediéndole a él) en cámara lenta. Taehyung giró su cabeza, sus ojos similares a los de una hiena salvaje encontrándose con los de Jungkook, y sus labios se retrajeron hasta mostrar dos hileras de dientes afilados y goteantes de un líquido espeso y rojizo. Lucía como un tiburón con la mirada de un demonio. Taehyung probablemente lo reconoció, porque Jungkook pudo notar un atisbo de culpa cruzando sus pupilas dilatadas cuando sus dientes se clavaron en su piel, desde el dorso de la mano de Jungkook hasta el inicio del antebrazo.

Jungkook no pudo sentir dolor en un inicio, demasiado abrumado por la situación y el ruido y la imagen que tenía delante como para darle importancia al dolor. No fue hasta que Taehyung sacó sus dientes, hasta que se cubrió la boca con la mano ensangrentada y su mirada desquiciada se horrorizó frente al brazo sangrante de Jungkook, que las punzadas sobre su piel se hicieron notar. Taehyung lo miró directo a los ojos, como un perro arrepentido luego de morder a su dueño, y parecía a punto de llorar cuando de pronto empezó a susurrar, su voz sonando extraña bajo las capas de colmillos.

—Lo siento, lo siento, lo siento. No quería... no sabía... Lo lamento.

Y Taehyung huyó, corriendo lo más rápido que pudo, desapareciendo entre las tumbas y la lluvia y la oscuridad de la noche, dejando solo a Jungkook junto a la pila de animales muertos.

Jungkook observó su propio brazo y, por primera vez desde que todos los sucesos extraños que involucraban a Kim Taehyung empezaron a involucrarlo a él también, lo invadió una ola de terror indescriptible. Agarró el poemario, que había dejado caer por la impresión, y empezó a correr hacia las puertas del cementerio sin detenerse ni una sola vez a mirar atrás.

Una docena de cuervos seguían graznando, volando sobre su cabeza. Jungkook no podía sacarse la imagen de la cabeza, los ojos culpables de Taehyung, el sonido que el conejo que sostenía antes en sus manos hizo al caer sobre la tierra húmeda. El olor a lluvia y a tierra mojada que se mezclaba con el metálico aroma de la sangre.

Jungkook había cometido un error esa noche al ir al cementerio.

¿Verdad?

Porque esa noche no había salido como lo esperaba, porque había terminado con el brazo destrozado, porque (si llegaba a dormir de nuevo alguna vez) tendría pesadillas con conejos. Porque ahora la radio en su cabeza había cambiado de estación, y lo que retumbaba los oídos de Jungkook en ese momento ya no era Lacrimosa, era el Dies Irae.

Era un error, ¿cierto? Entonces, ¿por qué el corazón de Jungkook soltaba un latido tras otro cuando imaginaba los labios de Taehyung sobre su piel, los dientes adentrándose en la carne? ¿Por qué sentía el rostro caliente al recordar las palabras de Taehyung, y su expresión de genuino arrepentimiento antes de escapar?

¿Por qué Jungkook, que debería estar horrorizado, corrió por las calles manchadas por la lluvia con una sonrisa en su rostro? ¿Por qué no pudo dejar de sonreír mientras se vendaba el antebrazo y se cambiaba la ropa?

¿Por qué, con la experiencia traumática recién vivida intacta en su cabeza y el dolor punzante que se extendía por todas sus extremidades, Jungkook pudo dormir otra vez?

No soñó con conejos.

Soñó con Kim Taehyung.

Dies iræ, dies illa,

Solvet sæclum in favilla,

Teste David cum Sibylla!

Quantus tremor est futurus,

quando iudex est venturus,

cuncta stricte discussurus!

¡Será un día de ira, aquel día

en que el mundo se reduzca a cenizas,

como predijeron David y la Sibila!

¡Cuánto terror habrá en el futuro

cuando el juez haya de venir

para hacer estrictas cuentas!

(¡Una vez más! Jeje, recomiendo escuchar el Dies Irae -que está en la multimedia- para una experiencia más... intensa c:)

¡Nos leemos luego! ♡

[ Noduru, 2023 ]