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28. Situaciones.

Molly gritó y aun así no lo creyó suficiente para demostrar lo que estaba sintiendo en ese momento. Desolación, horror, angustia y muchos sentimientos juntos vivía en ese momento. Went la había atrapado por la cintura y le impedía lanzarse hacia Moritz, como tanto deseaba. Gabriel no lo había hecho, porque Gerad había amenazado con matarlo si se acercaba. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué había pasado todo esto? ¿Qué había hecho Moritz?

Cynthia no era una prioridad para ella y no pensaba llorar su muerte, pero no significaba que no fuera algo extraño. Su madre estaba muerta, la mujer que le había dado la vida. Le dolía más que nada la muerte de Moritz, como le había dolido cuando pensó que estaba muerto aquella vez en el laboratorio.

Su voz comenzó a quebrarse ante sus gritos pero Went no dejó en ningún momento de aferrarse a su cintura, como si temiera por su vida. Gabriel parecía encontrarse en la misma situación que Molly pero más calmado, aunque dolido por la muerte de su compañero. ¿Por qué no lo habían visto venir? Había sido una locura, esos idiotas de los Perdidos no habían ayudado de ningún modo.

Los Perdidos gritaban todo tipo de cosas a su alrededor, dispuestos a pelear con palos y antorchas que habían prendido cuando Cynthia cayó. Molly no se veía capaz de pelear después de lo que había sucedido, no podía avanzar ante esa derrota. No era cualquier muerte, era su tutor Moritz. Ella era una persona fuerte, capaz de vencerlo todo... pero la muerte la seguía sorprendiendo en los momentos menos pensados.

—Siempre negociando, Gerard, sabes que nunca terminará bien eso —comentó Gabriel, mirando a su exmujer en el suelo sin vida. Molly había dejado de gritar y finalmente Went la mantuvo a su lado. Hailee también estaba detrás de su hermano, pero no se atrevía a entrar la camioneta como le pedía Dexter.

—Muerte por muerte, me pareció justo —dijo el líder de los Perdidos sin problemas, apuntando el arma hacia Molly y fue Went quien se puso en el medio de la chica, levantando su arma—. El niño mitad Guardián, mitad Iluminado, serías una pieza importante entre mi gente.

—Ya tengo mi lugar, le pertenezco a los Iluminados —le respondió Went con tranquilidad, sin demostrar ningún tipo de sentimiento como solía hacer él. Molly aun sentía miedo por ese tono de voz y esa manera de fingir ser un Guardián que le daba pánico.

—Por favor, Gerad, tienes que dejarnos ir. No vamos a volver a molestarlos. Por favor, déjame ir —le rogó Hailee de la nada y Molly notó la tensión en el cuerpo de su novio. Obviamente había algo más entre aquel hombre y la chica, Molly al instante comprendió que era una relación parecida a la que ella tenía con Moritz.

—No.

Aquello fue suficiente para llamar a sus compañeros a atacar y todos se encontraron sorprendidos por ese rápido movimiento. Went le gritó a Hailee que volviera a la camioneta mientras sacaba el arma y comenzaba a disparar sin importarle quien llegara. Molly se alejó de él, pero no sacó su arma y decidió usar los puños. No quería hacerles daño a esas personas, no podía evitar sentir la muerte demasiado viva como para usarla como carta en su jugada. Los disparos eran ocasionados por los demás Iluminados que no pensaban lo mismo que ella.

Varios golpes fue lo que recibió por aquellas acciones, pero sabía que eran mínimos con respecto a una bala en el pecho y cuando un golpe le dio en la cabeza, dejándola algo débil, comprendió que no era la mejor idea. Gabriel apareció a su lado, tomándola del brazo y alejándola de la lucha en la que se había metido. Al hacer eso, pudo ver cuantos cuerpos yacían en el suelo por culpa de ellos. ¿Por qué todo tenía que terminar de ese modo? ¿Por qué siempre matar era la única opción?

—¿Estás bien, Mol? Tenemos que irnos —le avisó Dexter cuando apareció a su lado y ella asintió rápidamente, aunque esta vez se subió a la camioneta de Gabriel. Went no la miró cuando entró, estaba preocupado en esconderle la sangre que caía de su nariz y ella suspiró al ver eso. Odiaba cuando no quería mostrarle que cerca estaba de la muerte.

—¡Acelera, vámonos de aquí! —gritó Molly cuando vio que su padre observaba el cuerpo de su ex y su mejor amigo. Gabriel asintió y cuando quitó el freno de mano, una chica apareció delante de ellos. Movía las manos desesperada, totalmente sucia y se notaba que sus intenciones no eran de lucha. Quería escapar con ellos.

—¡Ariana! —gritó al instante Went, reconociendo a la chica y bajó del auto a pesar de las quejas de Molly. La camioneta que manejaba Dexter ya estaba en marcha y cuando la chica entró en la suya, ellos lo imitaron.

Molly quiso mirar hacia atrás, pero eso significaba demostrar debilidad y angustia por una muerte que ya no podía evitar. Tenía que dejar de sentir tanto por perdidas y pelear por la gente que le quedaba. Hizo un leve conteo y comprendió que estaban todos vivos, aunque un poco heridos. Uso la radio para preguntarle lo mismo a Dexter y confirmó que estaban iguales en la otra camioneta.

—Perfecto. ¿A dónde vamos, Went? —preguntó Molly con la radio en la mano, pero él seguía observando sorprendido a la chica sucia que estaba sentada en la primera fila de asientos e ignoró por completo a Molly. Era una tontería sentir celos, pero ahí estaba sintiéndolos—. ¿Hola? ¿Guerra llamando a Went?

El chico la observó y le indicó por donde debían ir para llegar al límite de los Guardianes, demasiado cerca de las murallas. Iban a esconderse ahí mientras planeaban algo para entrar, aunque su plan estaba casi listo. Dexter respondió de manera afirmativa y Molly dejó la radio por unos minutos, observando a la chica nueva.

—Ella es Ariana, es hija de los mejores amigos de mis padres —le explicó Went a Molly mientras se sacaba la chaqueta y se la dejaba en los hombros a la jovencita. No le gustó nada esa acción, teniendo en cuenta que lo dejaba algo indefenso—. ¿Qué ha pasado contigo? ¿Por qué estás con los Perdidos? ¿Puedes sentir?

La chica parecía bastante nerviosa y Molly no tenía tiempo para eso, suspiró fastidiada y se pasó a los asientos delanteros para hablar con Gabriel mientras Went jugaba al salvador de Guardianes. No estaba celosa, no, para nada. Su padre mostraba una seriedad bastante notable a pesar de la gravedad del asunto y ella comprendió que estaba manejando las emociones de un modo diferente a ellos, aunque no quiso demostrar cómo lo hacía. Tomó aire unos largos segundos y luego se llevó las manos a la cara, odiando lo mal que había resultado todo eso.

—No te condenes, no lo sabíamos —la animó su padre, aunque para Molly no fue realmente una ayuda que él le dijera eso—. Ni yo lo sabía, aunque permanecía todo el tiempo junto a él. Era algo que guardaba, como todo lo que hacía Moritz.

Podía escuchar los murmullos en los asientos traseros, la voz de Went y de la chica, algo más baja, le molestaban lo suficiente como para tener la necesidad de seguir hablando con su padre. Cosa que nunca creyó posible. Ahí estaba, tratando de entablar una conversación con su padre en el principio de una guerra y con una batalla casi perdida.

—¿Por qué hizo eso? ¿Qué problema tenía con Cynthia? Sé que me dijiste que ustedes fueron engañados por ella... pero... ¿Por qué, papá? ¿Moritz la odiaba?

Went la llamaba para decirle algo, pero Molly no tenía tiempo para él actuando como defensor de los Perdidos que habían tratado de asesinarlos. Gabriel seguía manejando en silencio, con la mandíbula tensa y odio en su mirada. ¿Por qué no le decía la verdad? Su padre, desde que lo había conocido, le había ocultado todo por miedo a lastimarla pero ella estaba cansada de escuchar mentiras. Quería la verdad y la quería en ese momento, no le importaba la voz de Went pidiéndole atención o los demás Iluminados llamándola también. Sabía que su padre no estaba diciéndola algo.

—¿Gabriel? ¡Dime! —chilló ella enfurecida, demostrando lo enojada que estaba en ese momento, pero no lograba hacerle ver a su padre la gravedad del asunto. ¡Le estaba ocultando cosas! Podría llegar a morir esa noche, pero a él no le importaba en lo más mínimo—. Papá, por favor.

—Cynthia y Moritz eran pareja, Molly. ¿Eso querías saber? Bien, ahora lo sabes —le respondió finalmente su padre furioso, demostrando lo mucho que le molestaba aquello. Molly se quedó boca abierta sin saber que decir ante la sorpresa—. ¿Qué quieres escuchar? ¿Por qué crees que nunca más volví con ella? Porque me engañaba con mi mejor amigo.

—¿No me lo querías contar por orgullo, Gabriel? —le preguntó comprendiendo porque él no quería contarle la verdad. Estaba fuera de sí y enojada por lo que estaba sucediendo. Odiaba no poder confiar en la persona que se hacía llamar padre y le ocultaba verdades que ella necesitaba saber. Era importante para ella saber esas cosas, pero su padre no dudaba en ocultarle cosas por su propio orgullo. No le interesaba que su padre fuera un idiota, le interesaba saber porque había perdido a su tutor—. Eres un aso. No ibas a contarme algo tan importante porque te daba vergüenza. ¡Vergüenza te debería dar no confesarme ese tipo de cosas!

Went seguía llamándola y Molly continuaba ignorándolo por completo bastante enojada con su padre como para enfrentar otro tipo de problema. Odiaba la situación y no quería hablar con nadie más ante su enojo, pero eso no le servía de mucho. Su padre se aferraba con fuerza al volante y ella podía comprender su enojo, pero no podía entender porque tenía la necesidad de silenciar sus verdades. Era importante para Molly, para todos. Cerró los ojos por unos segundos, pensando en Moritz y se preguntó si realmente era quien ella había creído que era.

No había nada más triste que desconocer a alguien que había sido tan importante para ella. Estaba muerto y no sabía nada de él. ¿Podía existir algo tan triste? Lo dudaba.

—Moritz no es quien tú crees que es. Tú lo ves como un padre porque te crió, pero él hizo cosas que lograron destruirlo todo. No sólo me robó a mi hija, también me robó a mi esposa. Era mi mejor amigo, Molly, mi compañero... tu no lo entiendes, pero seguramente Owen y Went lo entenderían —soltó él un poco más calmado o tratando de explicarle a Molly la gravedad del asunto. Ella no quería hablar mal de alguien muerto, de alguien que no podía defenderse, pero a su padre parecía no importarle—. Todo sería muy diferente...

—Todo sería muy diferente si fueras un mejor padre.

Al decir eso, se arrepintió al instante y mucho más cuando vio la angustia en los ojos de su padre. A ella le dolía absolutamente todo, no solo la muerte de Moritz sino también la de su madre. Podía ser una mala persona, pero era su madre y no podía entrar en su cabeza que fuera de ese modo. Suspiró, cansada de escuchar palabras que le dolieran cada vez más y que todo a su alrededor fuera muerte. Went apareció a su lado y ella lo fulminó con la mirada cuando volvió a escucharlo llamándola como si fuera el fin del mundo. ¿Qué podía ser peor que ese momento?

—¡Molly!

—¿Qué necesitas, Went? —quiso saber tratando de no sonar enojada con él, que nada tenía que ver, pero se notó que lo decía con un tono de voz irritado. El joven le hizo un gesto para  que acercara y Molly lo siguió, aunque regalándole una mirada de odio a Gabriel antes.

En el asiento trasero estaba la chica esa que Went conocía y Molly volvió a sentir los celos brotando en ella. Era realmente bonita, pero tenía esa hermosura extraña de los Guardianes que no llamaba la atención a nadie. Los Guardianes eran bellos por la vida que llevaban pero era una belleza insulsa, que no demostraba ningún tipo de emoción. La observó sin entender que estaba sucediendo y Went le pidió que hablara con Molly, aunque ella parecía negarse a tal cosa. Eso le hizo ver que no se estaba comportando del todo bien con la chica y trató de bajar un poco sus celos.

Se acomodó el cabello, guardando un mechón detrás de su oreja, y se sentó frente a ella para tratar de entender que estaba sucediendo o que quería decirle Went.

—Soy Molly Davies —se presentó con una sonrisa amistosa, de esas que a Molly le salían tan bien y vio como la chica ganaba su interés rápidamente—. ¿Quién eres?

 —Me llamo Ariana —comenzó ella y Molly vio por el rabillo del ojo que Went quiso hablar, pero lo detuvo levantando una de sus manos—. Soy un Guardián de Glory City... y desde hace tiempo... yo, bueno... un grupo de chicos y yo... sentimos.

El frío se instaló en su cuerpo y por un momento creyó que su boca estaba desprendiéndose de su rostro, porque no podía creer lo que ella le estaba diciendo en ese momento. Molly, casi al instante, buscó la mirada de Went y vio esperanza en el rostro del chico, algo que había visto pocas veces en momentos como esos. Los Iluminados a su lado también parecían completamente sorprendidos por lo que escuchaban y nadie podía creerlo. Las manos de Molly temblaron, pero hizo un esfuerzo enorme por demostrar fortaleza y tomó la mano de la chica.

—¿Cómo lo sabes? ¿Cómo...?

—Yo era una chica tonta cuando empecé a escuchar sobre las fiestas de aire —le comenzó a explicar y Molly reconoció ese nombre como la fiesta a la que había ido por Went, en donde el aire estaba contaminado de una droga que no había conocido—, y me llamó mucho la atención. Comencé a ir muchas veces hasta que los soldados las prohibieron, muchas personas quedaron... mal después de lo que pasó y empezaron a conseguir la misma sustancia del aire pero de otros modos.

—Drogas —le explicó Went a Molly, ella lo observó por unos minutos sin soltar una palabra, porque no podía creer que él estuviera al tanto de esas cosas y recién lo recordara. Al parecer, él vio eso en el rostro de Molly y se apresuró a explicarse—. Cuando me marché, escuché sobre eso pero no lo creí. Era imposible que estuvieran drogándose los Guardianes para conseguir...

—Conseguir sentir, dilo.

Fue Gabriel quien respondió de ese modo tan bruto y su hija lo fulminó con la mirada, porque no tenía que ser tan cruel con esa chica. Ella había estado mal en ignorarla al principio del viaje, pero eso no significaba que no le importara su historia de vida.

—Bueno, así comencé a ir a estas fiestas en lugares alejados de Glory City. Primero fueron en lugares abandonados y luego... en lugares que los Iluminados habían tocado —se animó finalmente a decir y Molly siguió sintiendo que su boca se abría cada vez más y más. La chica siguió explicando sus aventuras con los Guardianes extraños hasta que Molly reconoció algo. Hizo detener el monologo de la chica y le pidió que volviera a decirle el nombre del líder del grupo, porque estaba segura que le llamaba la atención—. Washington, si, ridículo. Todos usamos nombres de países o ciudades. Yo me hacía llamar Alaska en realidad, era para preservar nuestras identidades. Washington fue quien nos demostró los lugares antiguos de los Iluminados y cuando descubrimos que él era uno de ellos, ya había comenzado una revolución.

¿Revolución? Molly sintió que su garganta se secaba lentamente y pudo ver como Went lucía extrañado por esa palabra. Lo comprendió al instante y también notó porque las actitudes del chico le sonaban familiares.

—¿Cuál era su nombre? ¿Lo sabes? —preguntó Molly y suspiró al ver como negaba con su cabeza, sorprendida por la ferocidad de la joven al preguntar—. Como era, dime como era.

—Rubio... rizos descontrolados, sonrisa rápida a pesar de las circunstancias... ojos azules, como los tuyos.

No fue necesaria más explicaciones o detalles, comprendió al instante que estaban hablando de su hermano. Warren había logrado más de lo que se propuso al salir del cuartel y Molly se preguntó que lo había llevado a lograr eso. Cuando él abandonó a su hermana su único objetivo era salvar a su chica, no lograr una revolución entre los Guardianes más débiles. Molly no podía sentir otra cosa más que orgullo por ser hermana de ese chico.

—Te haré una pregunta, Ariana. ¿Conoces a un joven llamado Owen? Ojos verdes oscuros, es bastante grande, músculos, expresión de ternura —bromeó lo último pero al decir eso, la chica alzó las cejas como si lo conociera—. Tiene una pequeña cicatriz en el ojo, arriba de la ceja.

—¡SI, claro! ¡Ottawa! —exclamó ella reconociéndolo con facilidad y Molly no supo que sentir al notar que ella lo reconocía. La joven les confesó que "Ottawa" había acudido a las fiestas cuando ya comenzaban a volverse populares y luego había confesado ser un Iluminado. Ninguno de los dos presentes podía creer que Owen hiciera eso. ¿Había ocultado otra vida mientras estaba con ellos? ¿Por qué había hecho eso cuando los tenía a ellos? Molly realmente quería encontrarse con él y preguntarle—. Lamentablemente lo atraparon junto al resto de nosotros.

—¿Atraparon? —preguntó Molly de la nada, comprendiendo que estaba por descubrir que había pasado con Owen todo este tiempo. La chica asintió, bajando la mirada a sus pequeñas manos y Molly comprendió que estaba apenada por lo sucedido—. Esto es importante, Ariana, necesito saber en dónde está. Él es importante para mí y para mi equipo.

—Yo... yo sé quiénes lo atraparon y también sé en dónde está.



Habían decidido moverse de noche y al ser de día, o eso aparentaba debido a la ausencia total de un sol, se encontraban todos los Iluminados escondidos y esperando por el anochecer. Algunos, como Gabriel, habían propuesto dormir para guardar fuerzas pero otros, como Molly, habían decidido permanecer alerta. Went bajó de la camioneta cuando Dexter entró en ella, sentándose al lado de Hailee. No le gustaba lo cercano que eran, pero tampoco podía quejarse. Él tampoco estaba muy unido a su hermana, pero más que nada se debía a lo extraña que la consideraba. No era la misma chica que él había cuidado durante su adolescencia y eso le chocaba en muchas oportunidades, al parecer ella compartía el sentimiento.

Molly estaba en el exterior, apoyada en la puerta de la camioneta y miraba el exterior con tranquilidad. Antes había llamado a Dexter para hablar y al parecer habían terminado de conversar. Went estiró las piernas, cansado de estar sentado en la camioneta y se acercó a Molly en silencio.

Estaban en una especie de colina, en donde podían ver a la ciudad de Glory City moviéndose en toda su gloria. Went la conocía a la perfección y sabía que toda esa fachada no era real, pero Molly parecía hipnotizada por tanto. Se apoyó en la camioneta a su lado y fue Molly quien se apoyó en él, haciendo que Went rodeara su cadera con sus brazos. La barbilla de Went terminó reposando en el hombro de la chica y por unos minutos, pudo disfrutar de una fingida paz junto a ella.

—Recién con Dexter... le pediste hablar. Te estas despidiendo.

La escuchó suspirar lentamente, como si no quisiera hablar del tema y por eso Went no dijo nada con respecto a eso. Le molestaba que hiciera aquello, que fuera despidiéndose de todos como si marcharan hacia su funeral, pero no podía simplemente decirle que no lo hiciera. Molly era libre de hacer lo que quisiera, incluso si eso le doliera a él.

—Sí, me despedí de él y le di una carta para Owen, por si no llegamos a encontrarlo.

—¿Cómo te sientes con respecto a tu madre y Moritz? —indagó, tratando de ver si ella estaba realmente bien. Molly era una experta fingiendo sus emociones, pero desde la muerte de Blood había demostrado que le dolían esas cosas. Y era algo obvio, la muerte de un ser querido siempre dolía. A Went todavía le afectaba saber que Blood no estaba ahí para decirles que eran unos cursis.

Ella no habló, haciéndole ver que no quería hablar del tema y lo entendió, tenía una novia complicada a fin de cuentas. La luz estaba disminuyendo y Went trató de buscar el sol entre la niebla de Farewell, pero obviamente no encontró nada. Se preguntó si ese iba a ser su último día, la última noche para él y si bien odio el pensamiento, no pudo evitar amargarse al pensar eso. Al parecer, Molly sintió lo mismo porque se pegó a Went buscando su contacto.

—Si todo esto se resuelve y nosotros tomamos la ciudad, los Iluminados ganan... ¿Te imaginas una vida normal conmigo? —le preguntó Molly tratando de distraerse, más que nada demostrando que necesitaba pensar en otra cosa que no fueran sus planes. Went rió al escucharla decir eso, porque nunca la había oído hablar de planes de ese modo. Supuso que ella siempre consideró morir y nunca ver eso, pero al parecer estaba dándose el lujo de soñar.

—Para mí es fácil, ya he vivido como un Guardián y me he bañado con agua caliente —se burló, haciendo que ella le golpeara el brazo sin mucha fuerza—, pero me imagino una vida contigo y Sky. Owen sería nuestro molesto vecino, de esos que cortan el pasto muy temprano para despertarte y vienen a pedirte comida todas las noches. Tendríamos cenas incomodas con tu padre y estoy seguro que muchos problemas en el instituto con War y Athena besándose en los pasillos.

Molly rió, divertida por todo lo que Went imaginaba y pudo ver como se limpiaba una lágrima que había escapado de sus ojos. Él también sentía angustia al pensar en eso, porque no quería tener esa vida si Molly no estaba en ella. No sabían exactamente qué significaba el sacrificio, pero sospechaban demasiado para pensar en planes futuros.

—Me encantaría estudiar medicina —admitió ella de la nada, con un tono de voz lleno de esperanza—, pero no para ser doctora, sino para ser enfermera.

—Yo no sé qué haría, desde que nací me entrenaron para ser un soldado o espía. Tal vez sería policía, junto a Owen... pero no se me ocurre que podría ser, nunca encontré una profesión o vocación.

—Eres bueno con los niños —acotó Molly y él asintió, pensando que eso era verdad a pesar de las diferencias de edades. Le agradaba mucho Max y tenía un sentimiento paternal con Sky que le encantaba vivir. Ella era su pequeña niña preciosa que él adoraba y la cuidaba con devoción—. Podrías ser profesor de alguna materia aburrida. El profesor sexy que toda estudiante quiere tener pero solo tiene ojos para... ¿Went? ¿Esa no es tu hermana y mi padre?

Went dejó de sonreía para tratar de mirar al punto que señalaba Molly y cuando lo vio, no pudo creerlo. Era cierto lo que Molly estaba diciendo, no podía creer que aquel idiota le hiciera eso. Habían decidido esperar para entrar por una de las puertas que Went conocía y daba a un laboratorio de Guardianes, en donde se encontraban Owen y Sally según Ariana. Habían planeado esperar hasta la noche para atacar y entrar a la fuerza, pero en ese momento el plan volvía a estar fuera de control.

Gabriel caminaba apuntando a Hailee Morton, mientras ella levantaba las manos demostrando inocencia. Se acercaba lentamente a una de las puertas y Went se congeló al ver lo cerca que estaban. ¿Cuándo se habían alejado de la camioneta? ¿Cuándo había sucedido todo eso? Fue corriendo hasta la camioneta para encontrarse con todos durmiendo y, obviamente, la ausencia de Gabriel y su hermana. Se giró para decirle a Molly lo que estaba sucediendo y escuchó la otra camioneta arrancar.

—¡Molly! —gritó sin importarle que sonara su grito en todo el bosque. Giró sobre sus talones para buscar por donde estaba la camioneta marcharse y se sorprendió al ver que ella estaba esperando por él, con la puerta abierta.

—¡Vamos, Went! ¡Sube! —le gritó ella casi furiosa por su retraso. Cuando Went se subió, notó que había estado equivocado con respecto a Molly—. ¿Pensabas que iba a dejarte? Estamos en esto juntos, lo prometimos. Si vamos a morir...

—Vamos a morir juntos —terminó la oración Went mientras se abrochaba el cinturón. No le gustaba esa frase, el fin que tenía, pero le gustaba saber que por lo menos, peleaban juntos. Luchaban juntos, como debía ser.



Molly no sabía manejar muy bien, lo poco que le había enseñado Moritz lo estaba poniendo en práctica en ese momento y descubrió que no fue una buena opción. Vio como Went se aferraba a la camioneta y le propuso cerrar la ventana para no terminar fuera del automóvil, pero él dijo confiar en ella.

No podía creer que su padre fuera tan egoísta como para tomar su cebo y usarlo a su voluntad. No sabía si era tan suicida como ella y había preferido encargarse de todo solo, o si realmente estaba loco. Hailee no ponía resistencia y supuso que ella estaba del lado de Gabriel. ¿Cuándo habían tenido oportunidad de conversar? ¿Cuándo habían planeado todo eso? Odió a su padre y también a su noviazgo por mantenerla tan distraída.

¿Qué iban a hacer? Molly no tenía un plan y mucho menos Went, simplemente estaban corriendo a detener la locura que su padre estaba haciendo y, al mismo tiempo, su único plan. Hailee era su entrada al cuartel sin necesidad de disturbios, como habían hecho con ella y Went la noche del laboratorio. Sin ella no había posibilidad de entrar "por las buenas", ella misma se había ofrecido a hacer eso.

—Molly...

Went la llamó cuando estaban empezando a andar por las calles cercanas, cada vez acercándose más a las murallas y comprendió el tono de voz del chico. Ella misma llevaba usando ese tono de voz desde hacía días y no iba a permitírselo a Went. No iba a despedirse de ella de ninguna manera.

 No pudo soltar ningún tipo de comentario porque ambos vieron como las puertas se abrían para dejar pasar a su padre y Hailee, obligando a los Guardianes a tal cosa. Went le gritó varias veces a Molly para que acelerara y les impidiera seguir avanzando, pero ella no sabía conducir y estaba segura que iban a terminar chocando contra las murallas cerradas. Se aferró al volante de la camioneta con fuerza, deseando poder alcanzarlos y detener su locura, pero estaba segura que no podía lograrlo.

—¡Tú puedes, Molly! ¡Vamos! —exclamó Went al tiempo que ella apretaba con más fuerza el acelerador, como si de algo sirviera y avanzaban cada vez más rápido. Observó a Went por unos segundos, queriendo decirle mil cosas pero se las guardó. Iba a poder decirlas, ese no era su final. Faltaba demasiado para eso.

—¡Disparen! ¡Intrusos! —gritaban los guardias y la tormenta de balas cayó sobre ellos. Escuchó como una de las gomas se pinchaba y estaba casi segura que iban a chocar. Las puertas se cerraban cada vez más y vio como Gabriel empujaba a Hailee para que no los atropellaran.

Went tomó su mano, con rapidez y pudo ver como las puertas se cerraban, sin darles la oportunidad de quedar dentro de Glory City. No iban a lograrlo. Molly cerró los ojos, tomando con fuerza la mano de Went y rogó por salvarse, por tener un final mejor que ese. Tenía una guerra que ganar, tenía batallas que luchar y todavía no quería tirar la toalla. 



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