25. Consecuencias.
—¿Crees que estamos siendo muy egoístas?
Went abrió un solo ojo para mirar a Molly sin comprender que estaba diciéndole, pero luego entendió su pregunta y terminó por suspirar lentamente. Era imposible tratar de descansar con esa mujer, siempre terminaba distrayéndolo. En ese momento estaba hablando, pero se sentía bastante distraído con el cuerpo desnudo de su chica a su lado. Había entrelazado una de sus piernas con la suya y se había apoyado en el pecho de Went hasta que comenzó a pensar. Y cuando Molly pensaba, el mundo explotaba.
—¿Por vivir un poco nuestro romance? —dramatizó Went cerrando el ojo que había abierto y ganándose un golpe en el pecho por parte de la chica. Rió divertido, sabiendo que esas cosas a ella le molestaban pero no dijo nada más—. ¿Ahora que dije mal?
—Nada, simplemente no me gusta que bromees con esto —se quejó ella mientras suspiraba y se recostaba en el pecho del chico con un poco más de comodidad. Él aprovechó para acariciarle la cintura a su chica, aprovechando su proximidad—. Me sorprende que no estemos peleando... por un momento comencé a dudar de nosotros.
Went alzó las cejas sorprendido por lo que ella le estaba diciendo en ese momento, comprendiendo que Molly había dudado de su relación. Entendía que no se debía a sus sentimientos sino a ellos como pareja y se quedó en silencio sorprendido. Él nunca había pensado en eso, apostaba por Molly desde el primer día que consiguieron estar juntos. Le dolía que ella estuviera viviendo ese tipo de conflictos con respecto a ellos como pareja y que los soltara en ese momento que habían dado un gran paso en su relación.
—Me gusta pelear contigo, creo que le da un poco de vida a nuestra relación. Si estuviéramos de acuerdo con todo, no seríamos nosotros —se rió él y vio como ella terminaba por reírse de lo que decía, como si aceptara lo obvio—. Me gusta cuando ríes, tengo que aprovecharte antes de que recuerdes cuanto amas a los Iluminados.
—Went... —comenzó a quejarse ella pero Went se acercó a Molly para dejarle besar en el rostro, burlándose de las quejas de la chica—. No digas eso, no es así.
—Vamos, sé que amas más a los Iluminados que a mí y puedo vivir con eso, ¿sabes? Es una de las tantas cosas que me gustan de ti y quiero que jamás lo cambies. Sé que si algún día tienes que dar un brazo por ellos, lo harás por más que te lo ruegue. Y está bien, me enamoré de la loca salvadora de Farewell City y no me quejo.
Ella suspiró, queriendo quejarse pero ambos terminaron aceptando que él tenía razón en sus palabras y era algo que debían aceptar. Él se inclinó para besarle el cuello, cosa que a Molly le gustaba tanto y Went ya había notado. Era rápido en esas cosas, no iba a negarlo.
—¿En qué piensas? —preguntó él al comprender que Molly estaba en un mundo completamente diferente al actual. La chica lo miró con cara de pocos amigos y Went sonrió contento al saber que estaba molestándola con algo que no quería contar—. Vamos, dímelo.
—Estaba pensando en ti, en tu vida y en tu muerte —comenzó ella y al instante Went chasqueó la lengua al comprender que estaba pensando decirle. Molly se alejó de su pecho y se apoyó en uno de sus codos, para buscar la mirada de Went—. Eres injusto conmigo, quieres que simplemente omita el hecho de que vas a morir, Went. Sky ha dicho que eso ha sucedido en su tiempo y no dudo que suceda en este, teniendo en cuenta cómo te encuentras. ¿Por qué no hablamos de esto?
—¿Tienes que ser AHORA mismo, Molly? —se quejó él señalando la situación en la que estaban. Él no quería arruinarlo todo y ella parecía dispuesta a querer lograr eso. Estaban bien, estaban tranquilos y finalmente disfrutando de su relación. Pero no, Molly tenía que destruir el momento con sus pensamientos—. No voy a hablar de eso, no quiero hablar de eso.
Ella se mostró furiosa, frunciendo el ceño ante la negativa de Went y él trató de no mirarla a los ojos para ver el enojo en su rostro. Le sorprendió comprender que ella estaba enojada en ese momento y que pensaba marcharse de la cama, cosa que Went no deseaba. Estaban tan bien y ella había decidido ser... ella en ese momento.
—¿Podemos disfrutar del momento, Molly? ¿Por qué tenemos que estar peleando todo el tiempo? —quiso saber mientras la veía ponerse de pie y comenzar a buscar su ropa por la habitación. En otro momento aquello le resultaría sexy, pero no cuando Molly lucía enojada. Trató de alcanzarla, tratando de tocarla en ese transcurso pero ella se alejó de su contacto. Vaya, realmente estaba enojada—. Por favor, Molly.
Ella se detuvo al escucharlo decir aquello, al escucharlo rogar pero de todos modos terminó por ponerse la camiseta blanca sin mangas que llevaba antes de que toda la ropa volara. Suspiró lentamente y al parecer estaba tratando de controlar su enojo.
—No puedes... no puedes simplemente no querer hablar de esto, Went. No puedes escaparle a lo que va a sucederte. Ese es tu problema y no sé cómo enfrentarlo junto a ti. No quieres enfrentar que vas a morir y eso me está volviendo loca.
Went suspiró con cansancio al comprender que Molly tenía razón y él llevaba tiempo pensándolo, aunque ignoraba ese pensamiento. Llevaba tiempo esquivando el pensamiento y tratando de no asumir que iba a morir tarde o temprano. No sabía cuándo ni en qué momento, pero trataba de no pensar en eso. Estaba tratando de seguir la vida sin pensar en su muerte o pretendiendo que la gente a su alrededor no iba a resultar herida. Vaya estupidez, en ese intento había terminado hiriendo a Molly.
—Puede que tengas razón...
—No sé si la tengo o no, Went —le dijo ella sentándose en la cama nuevamente, a su lado y aprovechó la oportunidad para acariciarle el brazo. Le gustaba hacer esas cosas, acariciar a Molly cuando la tenía cerca y a ella no parecía molestarle mucho. Pero cuando buscó su mirada comprendió que estaban hablando de algo serio y él no podía distraerse como de costumbre—. No podemos seguir así, sin hablar de lo que sucede y atar la relación con alambres. Sé que debe ser difícil para ti analizar que esto va a suceder, pero prometo estar contigo en todo momento.
Went le sonrió y extendió una de sus manos para acariciar la mejilla de la chica ante su acto tan bonito. Molly tenía esas cosas, siempre terminaba logrando sentir más cariño por ella a cada momento. En ese momento, mientras ella se recostaba a su lado y él la envolvía en sus brazos, comprendió algo muy estúpido pero real: le temía a la muerte.
El bosque estaba bastante oscuro para una noche de fiesta, pero aun así Owen avanzó tranquilamente en la oscuridad mientras pensaba en todo lo que había sucedido esa noche. Tenía la mente perdida en todo lo que había sucedido y estaba ignorando pero trató de no ahogarse en manos de sus propios demonios.
Sintió el viento golpear su rostro con demasiada fuerza y por un momento creyó que ese viento traía consigo ruidos que no le gustaban nada. Pasos, sobre todo, podía escuchar pasos cerca de él pero cuando se detenía para tratar de escucharlos, no oída nada. Alguien estaba siguiéndolo pero no parecía demostrar ningún tipo de peligro así que supuso que era algún Guardián confundido tratando de seguirlo a la fiesta.
Durante todo ese mes había pasado el tiempo drogado y riéndose falsamente junto a esas personas, por un momento no reconocía cuando era él o cuando se volvía ese hombre tan idiota frente a esas personas. Descubrió que si bien no tenían sentimientos, las drogas lograban cosas que él jamás creía capaz y le sorprendía ver a Guardianes riéndose por cualquier cosa.
Comenzó a notar que se estaba volviendo dependiente a esas drogas y que las usaba, como sus compañeros fugitivos, para quitarse todo tipo de pensamiento de su mente. Ellos la usaban por curiosidad y él la usaba para olvidarse de sus problemas. Lamentablemente había comenzado a sentir leves problemas por culpa de eso y le estaba costando comenzar los días o simplemente ejercitarse como siempre.
Se detuvo una vez más al comprender que ese silencio no le agradaba, que algo estaba mal en todo eso y que no era normal sentirse de ese modo. Se dio la vuelta al instante pero nuevamente volvió a sentir la presencia de alguien, aunque estaba solo en el bosque. Soltó un chasquido con la lengua y empezó a llegar hasta el cuartel, finalmente. No escuchó el típico ruido que siempre hacían pero si puedo ver las luces encendidas y comprendió que estaban ahí a pesar del silencio. Le alegraba aquello porque esos últimos días habían sido bastantes descuidados con la música demasiado alta y Owen temía que los Guardianes los encontraran.
Pero para su sorpresa, al entrar al Cuartel se encontró con los Guardianes en la recepción esperando por él. Owen se detuvo en seco cuando comprendió que estaba sucediendo, ellos sabían que era él. Alaska lideraba aquel grupito de inadaptados que lo miraban con furia, casi asesinándolo con la mirada. ¿Eso era actuado? No estaba seguro.
Australia fue quien se acercó junto a Francia, una de las mujeres más amenazantes del grupo. Entre esa gente mandaban las mujeres, los hombres normalmente dejaban que ellas mandaran y se ocuparan de todo, cosa que a Owen le enojaba bastante.
—¿Qué está sucediendo? —quiso saber Owen al tiempo que Australia levantaba el arma que llevaba escondida detrás de su espalda. Obviamente él también llevaba un arma escondida pero prefería tratar de remedir ese inconveniente—. Me parece que necesito una explicación por lo menos...
—¡Eres un Iluminado! —exclamó Alaska, quien parecía ser la más sorprendida por la acusación. Todos se quedaron en silencio, todavía sorprendidos por la acusación tan verdadera. Owen los miraba sorprendidos, porque muchos de ellos tenían expresiones reales y por un momento se preguntó si eran Guardianes. ¡Estaban mirándolo con odio! ¿Cómo podían hacerlo?
—Sí... soy un Iluminado, pero ustedes me aceptaron por quien era. ¿O me dirás que no confías en mí? —quiso saber Owen pero ellos se dedicaron a observarlo con aquella expresión llena de crueldad que daban los Guardianes. No confiaban en él y seguramente iban a matarlo.
Para su sorpresa, la puerta volvió a abrirse y descubrió quien estaba siguiéndolo en segundos. El cabello despeinado y rojo de Sally apareció en la escena demostrándole quien era aquella persona que pisaba las ramas caídas en el bosque. La chica se quedó petrificada cuando vio que Owen estaba en el vestíbulo del cuartel anterior y siendo apuntado por Australia.
—¿Sally? ¿Qué haces aquí? —preguntó él sin moverse, mirando de reojo a la mujer que amenazaba con su vida. La pelirroja se quedó petrificada al ver que estaba sucediendo y no supo que decir en ese momento.
—¿Quién es ella? ¿Es otra de los tuyos? —empezó a preguntar Francia levantando su arma y apuntando a Sally, quien se petrificó de miedo al comprender que no iban a dudar en asesinarla—. ¿Quién eres? ¡Responde!
Sally levantó las manos con los ojos vidriosos, apunto de romper a llorar pero se mantuvo quieta a pesar del miedo que sentía. Owen temía por la vida de la joven y sabía que cada paso que diera iba a ser importante para ambos. No podía confiar más en esas personas, simplemente podía confiar en Sally.
¿Por qué estaba sucediendo eso? Era toda su culpa al pensar que podía confiar en esa gente. Estaban bajo los efectos de las drogas cuando se reían con él, bailaban a su alrededor o pretendían ser amigos de toda la vida. Owen se sintió engañado y al mismo tiempo solitario. Él había comenzado a visitar a esa gente cuando Molly y Went comenzaron a estar juntos como pareja. Se sentía solo y había decidido vivir en aquella mentira.
Nadie respondía y en ese momento Owen se preguntó cuánto tiempo iban a poder ocultar la verdad. Cuando quiso responderles, ruidos en el exterior lo distrajeron por completo. Eran disparos. Rápidamente, notó como todos los presentes miraban hacia todos lados, escuchando los sonidos del exterior y Owen aprovechó la distracción para acercarse cada vez más a Sally.
—¿Qué es esto, Francia? —preguntó Alaska en susurros, acercándose a la mujer robusta que cuidaba de aquel lugar. Todos siguieron en silencio, tratando de observar hacia el exterior pero no lo pudieron hacer por más tiempo.
La puerta cayó y la locura comenzó.
Los disparos comenzaron y escuchó gritos a lo lejos que alarmaron a Owen en ese momento. Se abalanzó sobre a Sally y la obligó a tirarse al suelo para impedir que les dispararan a ellos también. Levantó la mirada para encontrarse con un desastre que él sabía que algún momento iba a vivir en ese lugar y contaba los días para que eso sucediera.
Los Guardianes, los soldados, habían entrado a ese cuartel y se habían encontrado con una realidad que ellos no querían ver. Los gritos comenzaron a destruir los tímpanos de Owen al mismo tiempo que los disparos invadían el cuartel. Se imaginó muertas a las personas que había conocido en esos días y su cuerpo se petrificó como su mente. Fue Sally quien lo despertó cuando quiso ponerse de pie pero por los disparos y gritos no podía escuchar que le estaba diciendo.
Estaban destruyendo todo lo que él amaba, su cuartel, sus recuerdos, su distracción. Esos Guardianes no pensaban en lo que él amaba, simplemente destruían todo lo que tocaban y por un momento quiso quedarse en ese lugar. No le importaba morir en ese cuartel, no le importaba derramar su sangre en cada baldosa de ese lugar. Sally trataba de levantarlo pero descubrió que no quería continuar y llevaba por mucho tiempo negándolo.
Llevaba mucho tiempo tratando de ignorar esos sentimientos de rendición, de vacío y angustia y en ese momento, tan crucial, estaba viviéndolos. No tenía por qué seguir, no quería continuar y vivía del recuerdo que antes le había dado vida.
—¡No te rindas, Owen! ¡Por favor! —le gritó Sally tratando de levantarlo del suelo. Owen abrió los ojos comprendiendo que él había cerrado los ojos y se había dejado caer al suelo. En algún momento la había soltado y se había rendido ante lo que le sucedía. Ella estaba llorando, podía notarlo en su voz y le rogaba con dolor que volviera a ser él—. Por favor, Owen, por favor. Yo te necesito, por favor.
Su tono de voz bajaba y subía pero en ese momento notaba que era tanta su desesperación que no podía tranquilizarse. Owen la observó con todo aquel dolor que sentía y finalmente notó que tenía que seguir vivo por esa chica. Tenía que seguir viviendo por ella, por la vida que podía tener a su lado. ¿Era una locura darse cuenta de lo bueno en la vida en ese tipo de situaciones?
Owen asintió y se puso de pie con la ayuda de Sally, quien parecía aliviada al ver que estaba volviendo en sí. No sabía que le había sucedido pero estaba casi seguro que había pasado todos esos días con la mente en otro lado, viviendo sin vivir y en ese momento había explotado. Aunque algo le decía que iba a seguir sintiendo esos momentos de soledad. Tomó la mano de Sally, entrelazando sus deditos pequeños y comenzó a correr hacia una de las puertas traseras del cuartel. Sabía que no podía salvar a los Guardianes pero podía salvar a Sally y la puerta principal no era una opción.
Notó que todo a su alrededor estaba destruido y a pesar de la oscuridad podía ver lo que los guardianes habían hecho. Lo habían destruido todo y sabía que se debía a las fiestas, pero trató de seguir caminando para escapar. Los gritos comenzaron a sentirse cada vez más cerca y un humo característico llegó a ellos como si los buscara. Estaban quemando el lugar, esta vez si iban a quemarlo todo. Antes lo habían hecho con una parte y en ese momento iban a destruirlo todo.
Corrió junto a Sally y juntos entraron a la enfermería, dejando a Owen completamente quieto cuando comprendió en donde estaban. La sangre seguía ahí, la sangre de Lisa todavía estaba derramada en el suelo de la enfermería. Sintió las náuseas en ese mismo instante y por unos minutos se quedó observando la gran mancha en medio de la sala.
—¿Aquí fue? —preguntó Sally, mirando los labios del chico para saber que iba a responderle. Owen no habló, simplemente asintió con su cabeza y eso bastó para la joven.
Notó que ella quería hablar, pero al mismo tiempo, el techo comenzó a romperse por el incendio y bloqueó la única puerta. Owen quiso lanzarse sobre la puerta, por instinto y fue Sally quien lo detuvo. Estaba cometiendo locuras, una detrás de la otra y por momentos creyó que iba a enloquecer en cualquier momento.
Estaba atrapado en su propia pesadilla, en el lugar que más había sufrido en su vida y no sabía cómo escaparle a eso. Se dejó caer al suelo y se abrazó el cuerpo como un niño pequeño. ¿Qué le estaba sucediendo? ¿Por qué le pasaban esas cosas? Se meció sin poder evitarlo y se dio cuenta que algo estaba mal con él, que necesitaba algo. Sally se encontraba tratando de mover la madera que les impedía avanzar, hasta que se giró para observar a Owen perdido por completo.
—¿Owen? ¿Qué está mal contigo? —quiso saber ella mientras se ponía en cuclillas ante él y trataba de tocarlo, pero Owen se alejó al instante asustado por su contacto. No podía respirar con tranquilidad debido al temblor de su cuerpo y por un momento sintió que algo estaba mal con él, que iba a morir. Sentía frío, muchísimo frío y era casi anormal en ese momento cargado de adrenalina—. Owen... ¿Estás drogándote?
—Yo... yo... con ellos —balbuceó nervioso y Sally suspiró al leer sus labios, comprendiendo sus palabras. Estaban en una situación grave, atrapados en la enfermería en donde había perdido a su gran amor y lloraba como un niño por haber consumido drogas. ¿Qué pasaba con él? ¿Cuándo había perdido la fuerza que lo caracterizaba?
—Lo siento, Owen... no puedo hacer nada. Tenemos que salir de alguna manera de este lugar y te necesito —le recordó ella las palabras que había dicho anteriormente. Acarició su rostro con sus pequeños dedos y él no pudo evitar cerrar los ojos al sentir su contacto. No cambiaba su estado, pero lo devolvía un poco a la tierra como tanto necesitaba—. Tal vez si hablamos... Puedes descargarte, como siempre haces cuando estás conmigo porque sabes que no puedo escucharte completamente. ¿Por qué has hecho esto, Owen?
Él no lo sabía, lo había comenzado a hacer al sentirse solo. Le sorprendió comprender que sus compañeros, los Guardianes de esas fiestas, seguramente lo habían hecho por las mismas razones que él: la soledad. Sally acarició sus brazos, que escondían su rostro y se sintió un poco mejor al comprender que ella estaba junto a él a pesar de todo. Comprendió que Sally era la única que pertenecía a su lado sin importar lo que sucediera o lo que él le hiciera a la pobre chica. Ella lo apoyaba y nunca demostraba algún tipo de objeción con respecto a eso. Y él la había alejado como un cobarde, demostrando que a veces no merecía ser querido.
—No sé porque lo has hecho, pero sé que eres una buena persona y un gran líder, Owen. Esto es simplemente una caída y sé que no sucederá en el futuro.
Él no escuchó lo que dijo, simplemente cerró los ojos y deseó que todo eso terminara pronto.
Molly no esperaba que eso sucediera, pero cuando su padre le dio un puñetazo a Went, al instante supo la razón del golpe. Habían salido de su habitación para seguir con sus vidas, ya mucho tiempo habían pasado juntos tratando de alejarse del mundo y Molly comenzó a sentirse lo suficientemente culpable como para molestar a Went. A regañadientes, Went se vistió y salieron a seguir con sus obligaciones diarias. Molly tenía que hablar con Dexter y había dejado a Sky con Rose y Max, aunque de eso prometió encargarse Went.
No vieron a su padre aparecer en medio del pasillo y cuando Molly lo notó, el golpe ya estaba hecho. Detrás, Lilah gritó horrorizada por lo que su pareja había hecho y en su rostro se notaba la angustia que estaba viviendo.
Molly se quedó observando a Lilah sorprendida, hacía tiempo que no la veía y mucho se debía al crecimiento de su hermano en el vientre de la mujer. De un día para el otro, Owen le había dicho que Lilah estaba esperando un hijo de Gabriel y que Molly iba a tener un hermano. Aquello le afectó bastante y decidió ignorar por completo el asunto, pero en ese momento no podía. Sobre todo cuando veía lo cerca que estaba Lilah de tener a ese bebé.
—¡Papá! —gritó Molly furiosa cuando vio caer a su novio en medio del pasillo y se arrodilló para ver si todo estaba bien. Tenía un corte en el labio y estaba sangrando, pero nada del otro mundo. Gabriel estaba perdiendo práctica y por la mirada en su rostro, él también lo sabía—. ¿Me puedes explicar que pasa contigo o tengo que medicarte nuevamente?
—¡Eres una mierda, Wentworth! —le gritó Gabriel furioso, con el rostro rojo de la ira que sentía en ese momento y Molly suspiró, casi sabiendo que iba a decirles. Se puso de pie y trató de ayudar a Went a hacer lo mismo, aunque él terminó levantándose solo.
—¡Papá! —gritó una vocecita desde lejos y Molly suspiró, sabiendo que Sky había visto todo en ese momento.
A veces quería que la chica, su hija, viviera en la ignorancia y no estuviera al tanto de todas las cosas malas que pasaban en el cuartel. Pero misteriosamente, la enana siempre estaba presente o vivía ese tipo de situaciones. La vio correr directamente hacia los brazos de Went y él la abrazó, cargándola para sostenerla con un solo brazo. Gabriel se detuvo ante esa acción, seguramente sorprendido al comprender que Went también tenía personas que debía cuidar.
—No pongas a la niña en medio de nosotros, te mereces todos los golpes del mundo por ocultarnos la verdad —se quejó Gabriel y Molly suspiró, refregándose los ojos por el cansancio que tenía de esa situación. También lo entendía, ella se había enojado con Went por lo mismo y también había pensado en su padre. Si a Went lo estaba matando las inyecciones que lo volvían Guardián, eso significaba que a su padre también lo podían matar—. ¡Ocultaste información que a los Iluminados podría servirle! ¡Deberías ir a juicio!
—Oculté información que dependía de mi salud, Gabriel, información que me afectaba a mí y a nadie más —se quejó él con un odio en sus palabras que lo volvía un Iluminado por completo. Sky escondió su rostro en el cuello de su padre, pero él pareció no ver la angustia de la niña.
—¡Yo también fui inyectado por esa mierda! —respondió su padre a los gritos.
—No seas patético, Gabriel Davies, fuiste inyectado una vez por el idiota de Louis, quien no sabía ni siquiera como llegar a la vena —atacó Went furioso y Molly pudo ver como largaba todo lo que llevaba guardado en su cuerpo. Gabriel no respondió, se quedó escuchando las palabras de un Went furioso y lleno de remordimiento—. YO fui inyectado tantas veces que no puedo recordar, cada vez que trataba de fingir que nada pasaba, me inyectaban. No sabía quién era... ¡No recuerdo los días que viví, no recuerdo las cosas que hice esos días! ¡Maté gente, lastimé a Molly y arruiné mi propia humanidad, Gabriel! Aquí el único idiota que va a morir soy yo, por la cantidad de dosis que recibí.
Molly suspiró angustiada, bajando un poco la cabeza y comprendiendo que el problema era real, cada día más. También comprendió que Went había subido a Sky a sus brazos para no golpear a Gabriel y no terminar lastimándolo, como seguramente su padre quería.
Era extraño ver y comprender eso, que Went estaba pensando en Sky y Molly a diferencia de Gabriel. Él fallaba como padre y como esposo al siempre ponerse primero en todo momento. No pensó en Lilah, en su vientre crecido o en su propia nieta viendo lo peor de él. Ya no pensaba en Molly, eso estaba asegurado.
—Pero me lo ocultaste, sabiendo que voy a tener un hijo y que puedo morir en cualquier momento. No pensaste en mi familia, Morton, la familia que estoy dándote. Tienes a mi hija y a mi nieta a tu cargo, y ni siquiera puedes cuidarlas.
Fue Molly quien se acercó a Went rápidamente y apoyó una mano en su brazo libre, el que no cargaba a Sky. Sabía que él iba a responder mal a eso y que Sky en brazos no iba impedirle el puñetazo que su padre merecía. ¿Cuándo iba a aprender ese hombre? ¿Cuándo iba a entender que todo no se trataba de él? Molly no creía que él fuera una mala persona, sino que siempre se ponía delante de todo y olvidaba quienes estaban debajo.
—No es tu familia, Gabriel, es mi familia ahora —le respondió Went de manera calmada, logrando que Molly respirara tranquilamente al comprender que nada iba a suceder.
Cuando quisieron dar un paso hacia atrás, Lilah soltó un alarido de sorpresa y todos la observaron preocupados por su salud. Fue Gabriel quien la sostuvo, mirándola con preocupación y cuando alguien quiso decir algo comprendieron lo obvio. Molly sintió que su corazón se apretaba y los nervios crecían en ella, no podía creer que iba a tener a su hermano en ese mismo instante.
Con el tiempo los gritos terminaron y también los disparos, dándole a entender que todo había terminado. Salvo su situación, aquella no había terminado. Sally había apoyado su cabeza en el hombro de Owen y se había quedado dormida ante la ignorancia de los ruidos en el exterior. Él, al contrario, podía escucharlo todo y sentía que cada vez más fuertes eran los ruidos de su alrededor.
Estar atrapados en la enfermería era bastante sarcástico y se preguntó porque el destino lo odiaba tanto en ese momento. ¿Qué había hecho para permanecer encerrado en aquel lugar que lo había perdido todo? Pensar en Lisa le dolía, pero le dolía más pensar en lo que había sucedido con él minutos atrás.
Estar con Sally había sido una gran ayuda, ella no había parado de decirle palabras bonitas y ayudarlo a comprender que estaba haciendo mal. No quería seguir pensando en las drogas y la ignorancia que había vivido ese mes entero, por lo que trataba de ignorar todo tipo de sentimientos.
Con mucho cuidado se puso de pie y eso despertó a Sally al instante, quien lo miró confusa ante sus movimientos. Teniendo en cuenta el tiempo que había llevado paralizado, era normal que ella sintiera algún tipo de curiosidad al verlo moverse lentamente por la enfermería.
—¿Sucede algo, Owen? —quiso saber ella, sin dejar su profesión como enfermera en ese momento. Siempre preocupada por el otro, siempre preocupada por él. El joven negó con la cabeza y siguió observando el lugar, mientras que Sally se ponía de pie para ayudarlo—. Es una lástima que no tengamos ninguna radio...
Radio. Recordó que había Lisa guardaba su radio en su habitación al lado de la enfermería, era una lástima que seguramente no podían comunicarse con nadie mediante ese aparato.
Owen se dio vuelta al instante y comprendió algo tonto que no habían pensado en ese momento. La enfermería del cuartel era diferente a la que tenían actualmente, había sido construida por los Iluminados todo ese tiempo y tenía algunas cosas diferentes o más parecidas a un centro médico. Y si algo tenía en especial era la pequeña habitación para los doctores, había pasaba el tiempo Lisa mientras miraba desde un vidrio a los enfermos. En el cuartel actual esa habitación no se encontraba y por eso Sally permanecía atenta a las alarmas que se había dejado por si algún enfermo tenía algún problema.
Observó con atención el vidrio que los separaba de esa pequeña habitación que siempre Lisa había usado para dormir o para esconderse, y recordó que tenía una puerta que daba al exterior. ¿Cómo no lo había visto o pensado? Había estado tan pendiente de su fallo, de su caída, que había olvidado por completo algo tan simple.
—Ahí dormía Lisa —le señaló a Sally, quien esperaba una respuesta a todas las preguntas que venía diciendo y Owen ignoraba por completo—. Es una pequeña habitación con un ordenador pero tiene una puerta. Sólo necesito romper el vidrio y podremos pasar.
Caminó por el lugar bañado en sangre seca, tratando de no recordar de quien era y llegó hasta una de las sillas que usaban para sentarse frente a los enfermos. Sally tomó un par de sillas también y las dejó cerca del lugar que Owen estaba usando para prepararse. Luego, se ocultó lo suficientemente lejos como Owen esperaba que hiciera, a veces ella entendía lo que él quería que hiciera sin tener que explicarle.
Tomó la silla con fuerza y trató de ignorar el llamado de sus músculos rogándole que no se esforzara. Fue necesario un solo golpe contra el delicado vidrio y sonrió cuando vio la puerta del otro lado, como también la habitación que había frecuentado en más de una oportunidad. Recordaba las cosas vividas con Lisa y como había disfrutado sus conversaciones hasta alta horas de la noche.
Una vez más, meneó la cabeza para borrar esos pensamientos y caminó hasta el vidrio, esperando por Sally. Ella se mostró insegura y fue Owen quien cruzó primero, para luego extender los brazos para ayudarla a pasar. Una vez dentro de aquel lugar, se apresuraron a abrir la puerta... la cual no abrió.
—¡No puede ser! —gritó Owen furioso, dándole golpes a la puerta y tratando de romperla con su cuerpo, aunque nada sucedió. Sally investigó el lugar, tratando de encontrar llaves de repuesto pero solo encontró algo que para Owen fue un golpe. La pelirroja se lo alcanzó con una mueca de tristeza, como si no quisiera lastimarlo con ese recuerdo.
Un anillo de Lisa.
Era lo más tonto del mundo, pero ahí estaba. Nunca se había podido llevar nada material de la chica, teniendo en cuenta que triste que había sido todo y cuando vio ese anillo, entregado por la pelirroja, comprendió que finalmente tenía algo. Ahora tenía que borrarse todo lo que tenía en su mente, en sus recuerdos. Le sonrió a la pelirroja y guardó el anilló en sus bolsillos, tratando de no demostrarle sus sentimientos en ese momento.
—¿Owen? —preguntó una voz desde el otro lado y él se quedó en silencio al reconocerla. Era la voz de Alaska, llamándolo con angustia y por un momento se preguntó si estaba bien.
La puerta se abrió, ambos escucharon la llave ayudando y se sorprendió al encontrarse con la chica observándolo. Alaska había sido su gran amiga esos días, por más que la amistad para ella pareciera un simple juego. Pero para sorpresa de Owen, ella lloraba como si algo estuviera realmente mal. El problema no era el llanto, sino que ambos recordaron que ella era un Guardián... o tal vez no.
—¿Estás bien? ¿Te han hecho daño? —le preguntó Sally, rompiendo finalmente el silencio que había atrapado a Owen y a la joven. Alaska se limpió los ojos oscuros como la noche que tenía y negó ante la pregunta de Sally, como si le agradeciera por la preocupación.
—No quería irme sin ti y estaba segura que aún estabas aquí. Lo siento, Owen, fue mi culpa... yo noté que eras un Iluminado y les avisé.
El chico nombrado reaccionó y se acercó a la joven para envolverla en sus brazos, casi comprendiendo que estaba sucediendo. Sally había comenzado a moverse entre los escombros, buscando alguna manera de salir de ese lugar e inspeccionando el terreno. Estaba todo bastante destruido y aun así la jovencita había ido en su ayuda.
—¿Eres un Iluminado, Alaska? —le preguntó Owen notando como ella se aferraba a su cuerpo entre lágrimas. La joven asintió y él sintió un golpe en el pecho ante esa respuesta. Aquello significaba mucho y necesitaba decírselo a Molly y a los demás, tenía que comentarle todo lo que estaban descubriendo—. ¿Cómo puede ser? ¿Eras antes un Guardián o siempre fuiste un Iluminado? ¿Hay más como tú?
—Siempre lo fui, siempre estuve asustada y decidí mentir para que creyeran que era parte de su grupo —le explicaba ella escondida en su pecho, pero cuando Owen escuchó eso tuvo que alejarla para tratar de entenderla—. Sí, Owen, hay más gente como yo. Estamos escondidos en lugares de Glory City y estamos tratando de revelarnos.
—¡Owen! —gritó Sally de la nada y él soltó a la joven a pesar de la sorpresa que tenía en ese momento. No podía creer lo que escuchaba, lo que oía en ese momento y no podía contener la felicidad tampoco. Por años y años había pensado que ellos eran los únicos en ese mundo pero ahí era diferente. Observó a Sally, finalmente, que estaba llamándolo con demasiada urgencia—. ¡Es War, Owen! ¡Es War!
Warren Davies estaba inconsciente en el suelo como si nada, vestido como un Guardián. Owen se quedó petrificado al comprender que estaban realmente en problemas si War se encontraba en ese lugar. Comprendió, rápidamente, que si él estaba ahí seguramente sabía de las fiestas y se preguntó si él alguna vez había visto a Athena también. Había pasado la mayor parte del tiempo drogado y no recordaba lo que había sucedido.
—¡Es War! —exclamó Alaska sorprendida, reconociendo al joven que estaba en el suelo—. ¿Lo conocen? Él es quien está creando esta revolución, juntando a Iluminados que no saben que lo son.
Owen se quedó de piedra al escuchar esas palabas y sonrió luego, comprendiendo que ese chico tenía sangre Davies en su cuerpo. Él levantó el cuerpo del chico, sabiendo que no podía dejarlo ahí abandonado y sobre todo teniendo en cuenta la nueva información que habían recibido por parte de Alaska.
Quiso decir algo pero no pudieron seguir hablando porque el lugar fue invadido nuevamente por gas, aunque esta vez Owen comprendió que era diferente al humo que los invadía. Empezó a sentir el cuerpo más pesado y sintió como Sally caía al suelo rápidamente. Owen quiso decirle algo porque cuando quiso hablar, él también cayo y luego todo se volvió oscuro.
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Pido disculpas la tardanza, han sucedido miles de cosas el día de hoy pero no quería dejarlos sin capitulo. Me encantaría escuchar sus opiniones, saben que son importantes para mi y en estos últimos capitulos me sorprende la cantidad de lecturas que tengo y pocos votos y comentarios. Eso significa que mucha gente lee y ni siquiera vota y mucho menos comenta )= Saben que si votan ayudan a la historia a subir de puesto y que todos la puedan leer, y saben que los comentarios me ayudan a seguir y siempre me encanta leerlos. No es una obligación, pero se los agradecería mucho! Ya casi terminamos con esta novela y me encantaría saber que piensan! Un beso!
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