16. Perdida.
¿Cuántas veces iba a tener que hacer eso? ¿Cuántas veces iba a cavar tumbas de amigos? ¿Cuánto faltaba para que eso dejara de suceder?
Molly observó a sus compañeros, ayudando a enterar a Blood, pero ella no les había dejado hacerlo. Les había gritado y había tratado de resolver todo sola. Pero no podía, simplemente no podía controlarlo. Había perdido a su amiga, había dejado morir a esa persona que la había acompañado en todo momento.
Aún llevaba su vestido de gala, a diferencia de los demás porque no podía simplemente darse la vuelta y pensar en otra cosa. No podía dejar de pensar en las cosas que no había hecho, en las cosas que podrían haberla salvado.
Si sólo hubiera pensado en ella en vez de Went, si sólo la hubiera escuchado más, si sólo... si sólo...
Había perdido a una amiga una vez más y no había logrado salvarla. ¿No ella la salvadora? ¿No era ella la que debía salvarlos a todos? Pero en cambio morían por ella, se sacrificaban y no encontraba el porqué.
Sus manos se encontraban llenas de barro, sus uñas aún mantenían la sangre del ser querido que había perdido y las lágrimas no dejaban de caer. Se perdían con la suciedad de su rostro y su olvidado maquillaje. Molly aún podía escuchar las palabras que habían compartido, su discurso y sus intensas ganas de conquistar Glory City.
¿Y ahora? ¿Qué iba a hacer en ese momento? Blood había muerto y ella seguía ahí. Malditamente vida. Seguía de pie cuando ella ya no respiraba, seguía respirando cuando ella ya no lo hacía. Cuando lo había de hacer desde hacía tiempo.
War tenía razón, él siempre lo había tenido y eso dolía más que nada. No valía la pena, no merecía esa guerra ser peleada. A fin de cuentas, siempre iba a perder. Iba a perder cada batalla cada vez con más dolor. Molly quería dejar de sentir dolor, quería dejar de sentir. Pensaba en su padre, privado de sus sentimientos y de la necesidad de ellos. Molly quería sentir lo mismo, quería quitarse todos los demonios que la acompañaban por las noches.
Simplemente quería cerrar los ojos y no sentir a los fantasmas observándola. Quería dejar de sufrir, quería que nadie más muriera por su culpa. Porque en ese lugar no tenía la culpa los Guardianes, ni Sarah, ni Blood o Went. Ella era la culpable, Molly era la persona que había arruinado sus vidas desde el día que llegó. Nunca había muerto hasta que ella llegó, hasta que volvió al cuartel un lugar de guerra.
Aún podía recordar los rostros de las personas que gritaron junto a ella en el cuartel, en busca de un destino, de luz y sentimientos. Ahora Molly no entendía la razón de eso, no entendía cómo podía pelear por algo que dolía tanto. ¿Qué sentido tenía?
Escuchó pasos y levantó la mirada rápidamente, odiando a la persona que se atrevía a molestarla. Había muchas personas cerca de la tumba improvisada de Blood, pero nadie se atrevía a tocar a Molly. La única persona que lo había tratado era Zeus, en ese momento frente a ella. No lo veía desde el momento que había sucedido todo lo de Athena. Él también había perdido mucho y ella no lo dudaba.
—Esto no está ayudando, Molly —le dijo él lo obvio. ¡Por supuesto que no estaba ayudando! Pero a Molly ya no le importaba llorar frente a millones de personas y sentir que su mundo se iba abajo. Merecía sufrir como todos los demás y que nadie le dijera nada con respecto a eso. Él llevaba una botella de alcohol, que no podía reconocer Molly desde ahí—. Tienes que ponerte de pie, tienes que levantarte a pesar del dolor. Toma un poco.
—¡No! —exclamó Molly furiosa, haciendo sobresaltar a más de uno. Se notaba en su rostro el enojo y la furia que sentía en ese momento, que iba dirija hacia Zeus por ser el valiente que se había acercado—. ¿Por qué tengo que ser fuerte? ¿Por qué tengo que cerrar los ojos y continuar? ¿Por qué debo ser diferente a todos? ¡No quiero pelear más, Zeus! ¡No quiero seguir peleando cuando los resultados son siempre los mismos!
—He perdido tanta gente como tú, Mollyana —le respondió él, con el rostro lleno de impotencia. A ella no le importó el dolor que Zeus sentía, no le importaron las muertes en su espalda.
—Sí, lo sé. Pero cuando las sufriste lo único que hiciste fue encerrarte en tu mundo y llorar por las personas que habías perdido —lo acusó tomando la botella de vodka que le había alcanzado Zeus, apuntándolo con ella—. Yo, en cambio, me tengo que poner de pie e ignorar. Debo seguir adelante a pesar de todo. ¿Para qué? ¿Para seguir perdiendo gente que amo? No quiero esto, Zeus, no quiero hacerlo más.
Había más personas observándola y por primera vez en mucho tiempo no le importó. No le importaba si la consideraban débil o simplemente una niña que lloraba al no poder soportar la sangre en sus manos. Eso era ella a fin de cuentas.
—Es una guerra, Molly, la gente muere.
—¡La gente que yo quiero muere! La gente que amo muere o sufre. Estoy cansada de ser la culpable de sus muertes. Yo muevo ejércitos por una causa y terminan todos muertos, yo llevo a mis amigos a una misión y ellos mueren. ¡Toda esa sangre está sobre mí! ¡Toda esta gente ha muerto por mi culpa! ¿Qué más, Zeus? —sollozó dolida, sin poder detener las lágrimas y aquellos espasmos que su cuerpo dejaba escapar ante el dolor—. ¿Por qué ellos y no yo? ¿Por qué todos mueren y yo sigo aquí? ¿Tengo que vivir con esto? ¿Cómo hago para despertarme y no recordar los cuerpos en el suelo por mi culpa? ¿Cómo hago para pelear cuando no me quedan más fuerzas?
—Las encuentras —respondió una voz que Molly jamás pensó escuchar en su vida una vez más. La había escuchado tiempo atrás y ahí estaba, sorprendiéndola una vez más. Lilah, la novia de su padre la observaba con una sonrisa amable.
De un día para el otro, su padre había dicho que esa mujer estaba embarazada pero no lo había visto nunca. En ese momento comprendía que eso era verdad, que aquella mujer estaba esperando un hermanito suyo. Un pobre niño que iba a tener que sobrevivir al dolor si ella no conseguía una solución a eso. Molly se quedó observando a la mujer, mirándola pensativa. No quería un mundo así para esos niños, para Sky, para Max. No quería que ellos vivieran ese dolor, que sufrieran todas las muertes que los Iluminados habían sufrido.
Se humedeció los labios bajando la mirada, completamente rendida pero aceptando que aquello tenía razón. Que no podía rendirse o lamentarse cada error. La gente dependía de ella y no podía detenerse a llorar por sus errores. Pero en ese momento, cuando Lilah acarició su brazo con un amor maternal que Molly nunca conoció, no pudo evitar volver a romper en lágrimas.
Owen observó de reojo a Went en aquella escena y se interpuso en su camino, impidiéndole acercarse a Molly. Llevaba unos largos minutos haciendo eso, apartando a la gente del lado de su amiga. Ella no lo veía, perdida en su dolor pero sabía que haría lo mismo por él. Y bueno, no confiaba del todo en la presencia de Went junto a Molly todavía, ella no lo había aceptado esa misma noche y quería respetar su decisión.
Went no dijo nada, sino que bajó la cabeza y asintió luego, sin entrometerse en la decisión de Owen. Le agradaba que nadie cuestionara esas decisiones que él tomaba con su mejor amiga, muchos comprendían rápidamente que Molly necesitaba un tiempo sola. Zeus ni siquiera le había preguntado, se había acercado sin preguntarle al jefe. No se quejó, sino que lo terminó por aceptar. Estaba seguro que algo tenía que decirle que él no podía.
—¿Cómo no lo vi venir? —se quejó Went suspirando con angustia, mirando la tumba en donde habían dejado el cuerpo de Blood. Molly seguía llorando en brazos de Lilah y ambos pudieron observar sus manos manchadas de tierra y sangre. El vestido estaba destruido y Owen recordó lo preciosa que se veía con aquella prenda.
Parecía todo tan lejano pero había sido ese mismo día, en diferente horario.
—No es tu culpa —quiso hacerlo sentir mejor Owen, pero ambos sabían que no era así. No era porque él quisiera, sino porque Sarah lo pensaba así. Went lo observó frunciendo un poco el ceño, quejándose en silencio de sus palabras pero luego lo vio suspirar y rendirse ante lo que pasaba—. No te condenes, Went. No va a llevarte a ningún lado y no es lo que Molly necesita ahora mismo.
—Molly te necesita a ti, no sé porque no vas —acotó mirando a su compañero sin demostrar ningún tipo de enojo en su rostro. Went era un misterio con respecto a sus sentimientos y estaba casi seguro que sólo se los demostraba a Molly. Ella le había dicho en más de una ocasión que había visto más allá en los ojos de Went, pero él siempre había visto un soldado.
Owen decidió no hablar, porque esa no era una guerra por quien se quedaba con la chica. En algún momento tal vez lo había sido, pero las cosas habían cambiado. Owen había comprendido por quien latía el corazón de la chica. Dejó escapar un largo suspiro al tiempo que alguien tocaba con mucha delicadeza su hombro, sorprendiéndolo por el acto. Went se había alejado, pero aún seguía cerca de la gente que quería permanecer en esa especie de funeral por Blood.
—Hola —susurró Sally soltando el brazo de Dexter, alejándose de él. Verla creó una satisfacción que jamás creyó sentir por una persona tan pequeña, era una tontería pero era lo que él sentía. Nuevamente estar a su lado le traía ese tipo de tranquilidad que necesitaba—. Lamento mucho lo que sucedió, Owen, sé que era cercana a ti.
—Eso no importa ahora —admitió él con sinceridad teniendo en cuenta que sus sentimientos eran los menos indicados para aparecer en ese escenario—. ¿Cómo está tu hermano?
—Destruido —respondió ella bajando la mirada y mordiendo su labio rosa con fuerza, ante la angustia que sentía. Owen se acercó a ella y la envolvió en sus brazos, sin preguntarle o avisarle. Le pareció que debía hacerlo, que necesitaban hacerlo.
Y así fue. Ambos se sostuvieron como si el mundo estuviera por terminar y fueran ellos los últimos vivos. Sally rompió a llorar en su pecho, descargando el enojo que cualquiera podría tener en esa situación y Owen la contuvo soportando su propia angustia.
—Todo va a estar bien, Sally, te lo prometo —susurró con voz ahogada, por tener su rostro oculto en el cabello rojo de la chica. Ella obviamente no iba a escucharlo, pero eso no significaba que no fuera a prometérselo. Owen se propuso aquello, cuidar de esa chica y alejarla tanta tristeza que estaba viviendo. Ella se alejó de él buscando su mirada y una traducción para lo que había dicho. Trató de decirle las palabras pero se sobresaltó cuando Dexter cayó de rodillas frente a la tumba de Blood y dejó escapar un grito de enojo.
—Ve con Molly —le indicó ella y por un momento a Owen le sorprendió que le dijera aquello. Pensó que la chica podría llegar a tener celos o algo por el estilo, pero luego recordó que ambos no eran nada—. Eres el indicado para este momento, Molly te necesita.
Owen se giró para mirar a Went, que seguramente había escuchado la conversación que habían tenido brevemente Sally y él. Para su sorpresa, su compañero le regaló una sonrisa tranquila y asintió indicándole que se acercara a su chica. O eso.
Ver a Dexter de ese modo dejó a Molly a la deriva, completamente fuera de sus cabales. Lilah se había alejado con Zeus y por un momento ella pensó que iban a irse para siempre, pero se quedaron a hacerle compañía. Habían sido de ayuda, pero nuevamente había recordado todo lo que sentía en ese momento. Ahora ya no sentía angustia, negación o dolor... sino que sentía muchísimo odio.
Owen se acercó a ella, queriendo seguramente hablarle pero no quería escucharlo. No quería que nadie la tocara o tratara de calmarla, porque no iba a hacerlo. Se alejó de Owen, ignorando por completo su acercamiento y comenzó a caminar de nuevo al cuartel.
Para su sorpresa, Went se dio cuenta de inmediato que iba a hacer porque trató de ponerse en su camino y detenerla. Ella simplemente lo evitó y pudo soltarse de su brazo, que él tomó sin ningún permiso. Gritó su nombre pero ni siquiera le prestó atención, simplemente empezó a correr tratando de llegar al lugar que deseaba.
Nadie le traería a Blood nuevamente, ella no podría revivir y devolverle a su mejor amiga. Iba a llorarla para toda la vida, iba a sufrir y sentir que su muerte había sido su culpa, como todo en general.
Pero esta vez podía hacerle pagar a alguien, podía demostrarle su dolor y podía darle un poco de venganza. Necesitaba eso, quería hacerlo más que nada en su mundo. Sacó el arma que guardaba en su cinturón y bajó las escaleras que la llevaban hasta las mazmorras. No había muchas personas detrás de los viejos barrotes, pero había una en especial que estaba esperándola con una sonrisa en especial.
Muy pocas veces había estado cerca de Louis, en las únicas oportunidades lo había odiado por su negatividad o sus comentarios fuera de lugar. En ese momento comprendía que él no deseaba estar ahí y no se imaginaba cuantas promesas le había hecho Sarah con respecto a su futuro. No le interesaban, porque ella iba a quitarle el futuro que tanto soñaba.
—Pero mira a quien tenemos aquí —la saludó él con su mejor sonrisa, lleno de emoción por encontrarse con Molly. Seguramente él estaba orgulloso de su logro, feliz de completas su misión y de conseguir la satisfacción de su jefa—. Davies. Que sorpresa.
—Tengo un mensaje para tu gente —le avisó Molly, posicionándose frente a él. No quería escuchar su tontería, no quería ver su rostro y ni siquiera quería saber que vivían bajo el mismo techo.
Estaba cansada de dar segundas oportunidad, harta de ser víctima de traiciones y juegos. Quería demostrarles que con ella no se jugaba, que no era una niña y que iba a matarlos a todos. A cada uno de los Guardianes que le habían hecho daño o le habían quitado algo.
Louis la observó atento, casi esperanzado con sus palabras llenas de odio. Seguramente él pensaba que iba a sacarlo de aquel lugar, que le iba a dar una oportunidad y lo iba a dejar libre para entregar el mensaje.
Pero no fue así.
—Dile que la guerra ha empezado.
Disparó sin darle tiempo a Louis a contestar, dándole directamente en el pecho y haciéndolo caer de rodillas ante el impacto. Went había llegado corriendo a su lado y cuando vio que había sucedido terminó por suspirar. Él la miró y pudo ver como temía por ella, aunque Molly ya no necesitaba ese sentimiento en su vida. La guerra había comenzado y no tenía tiempo para pensar quien era el inocente o no.
Una vez que recibió la dosis de siempre, Dexter se marchó en silencio y sin soltar una palabra, dejando a Went preocupado por el chico. Habían pasado varios días desde que habían enterrado a Blood y todavía se sentía su ausencia y dolor. Went la echaba de menos y no podía evitar pensar en cómo serían las cosas con ella en ese lugar, sonriendo y burlándose de su situación.
Se había instalado en el cuartel de Misery sin problemas pero eso no significaba que tuviera el perdón de todas las personas. Los Iluminados parecían recordar una y otra vez lo que había hecho cuando lo miraban. Él no podía hacer nada, a fin de cuentas estaban todos en su derecho.
Owen había dado una pequeña charla informando que había sucedido con Blood, Louis y su llegada al cuartel. Muchas personas no habían estado de acuerdo pero como era una orden de Molly y Owen nadie pudo quejarse. Así funcionaban las cosas en Misery desde siempre.
—Has abandonado las duchas calientes, la buena comida y una mujer por esto... realmente es un sacrificio que pocos ven —bromeó Owen entrando a la habitación de Went con una sonrisa forzada, pero que demostraba la broma que estaba haciendo. Went se encogió de hombros sin darle demasiada importancia a lo que decía. Era cierto que había renunciado a muchas cosas pero no le importaba si estaba por las personas que quería. Él pertenecía a ese lugar, él era un Iluminado—. ¿Cómo lo llevas?
—¿Qué cosa? —preguntó él resoplando y alzando las cejas ante eso. Había muchas cosas que sobrevivir en ese momento, por lo tanto no sabía cuál quería saber Owen.
—No seas dramático, a todo en general.
—Es bastante difícil volver a un lugar que destruiste —reconoció él mientras observaba a Owen sentarse a su lado en la cama, mirando con preocupación a su compañero. Le alegraba que él fuera uno de los pocos que aún tenía fe en él, que lo apreciaba a pesar de todo lo que había cometido—. Duele ver todo el tiempo miradas llenas de odio o simplemente darte cuenta que las personas no confían en ti. Muchos no me miran, ayer quise hablar con Rose y simplemente me pasó la cena. Molly sigue encerrada en su habitación y no quedan muchas personas. Hablar con un adolescente como War no ayuda mucho, tú siempre estás ocupado y Dexter sigue en su mundo secreto junto al loco ese.
—Todos se acostumbrarán con el tiempo, Went. Ya lo verás —le aseguró Owen dándole una pequeña palmada en el hombro, demostrándole que estaba con él a pesar de todo. Went sonrió de lado, agradeciéndole el gesto. Realmente era una ayuda su presencia y esos pequeños momentos que se tomaba para estar con él—. Tienes que darle tiempo a Molly, a todos...
—¿Más tiempo a Molly del que le di? No escuchaste lo que me dijo en la fiesta, como me destruyó las palabras que me dijo —recordó él con cierto dolor, suspirando lentamente y luego su mente le recordó con quien estaba hablando—. Lo siento, no tendría que estar contándote esto. Tú sigues con ella, ¿no?
Owen rió, de esa manera que solía hacer él cuando se burlaba de algo y Went respiró por unos segundos. No recordaba cuando comenzó a sentir eso, aquella sensación de celos cuando Owen estaba con Molly. Supuso que fue creada por las inyecciones de Sarah, pero realmente no recordaba el momento. Sólo sabía que era una locura que odiara a su mejor amigo por una mujer, por más que se tratara de Molly.
—Estuvimos un tiempo... o eso intentamos, no voy a negártelo —le explicó con una sonrisa que contagió a Went. Extrañaba hablar de ese tipo de cosas con su mejor amigo. Antes de la llegada de Molly solían hablar así de mujeres, de tonterías o de armas. Incluso cuando llegó Molly hablaron sobre el aspecto de la chica y de cosas típicas de hombres, pero en ese momento se sentía bien aquello—. Pero luego descubrimos que no estábamos hechos para el otro. Yo buscaba cosas en Molly que ella no... no tenía, no lo sé. La estaba obligando a ser de un modo que no era y ella... supongo que para ella yo seguía siendo ese amigo al que le tiene cariño.
—Mucho cariño —susurró Went sin poder evitar los celos en sus palabras.
—Supongo que nuestra relación es especial, que Molly siempre se sentirá más cómoda de ese modo conmigo que contigo... pero eso no significa que ella no este loca por ti, Went. Lo ve todo el cuartel, lo ven todos —le dijo con una sonrisa, dándole otra palmada fuerte en la espalda, haciendo sonreír a Went como un tonto—. Lo que ella y yo tenemos es especial, no lo dudo, pero no es amor. Nunca será amor.
Eso tranquilizó el corazón de Went por unos minutos y todos aquellos celos que sentía por su mejor amigo. Los distrajo la interferencia de la radio que llevaban ambos en sus cinturones, pero fue Owen quien la sacó primero y pidió repetir la llamada. Muchas veces sucedía aquello, esa interferencia que seguramente era culpa de los Guardianes tratando de interceptar su radar. Nunca lo lograban, más que nada por la inteligencia de Dexter en esas cosas.
—¿Owen? Soy Dexter, Molly no está en ningún lado —le comunicó el chico de lentes al jefe del cuartel y dejó sin habla a los dos presentes—. La hemos buscado por todos lados y no la encontramos. No se ha llevado nada, ni siquiera un arma... creemos que ha hecho lo peor.
Went ya se había puesto de pie, al instante que había escuchado la voz angustiada de Dexter y se había dado cuenta que había sucedido. Molly no era de ese tipo de personas que se rendían, que deseaban la muerte y la llamaban golpeando todas las puertas. Ella era fuerte, era una guerrera y no podía pensar en las palabras de Dexter. Aun así, comenzó a correr hacia el lugar que Owen también se dirigía.
La terraza estaba vacía cuando llegaron, desde hacía tiempo que nadie tomaba turnos de vigilancia desde lo sucedido con Blood. Habían aumentado la vigilancia en la tierra, por lo tanto ignoraban el techo pero al parecer Molly no lo había hecho. Went la vio de pie al borde del abismo, dispuesta a lanzarse en segundos.
Su corazón se apretó, dejándolo sin aire por varios segundos y si no fuera por Owen gritando el nombre de la chica, no reaccionaba una vez más. ¿Qué tanto había caído Molly para querer ese final? ¿Qué pasaba en aquella chica que no deseaba seguir peleando por su vida, por sus Iluminados? ¿Sarah finalmente había ganado la batalla?
—No... no lo intentes —le advirtió Molly a Owen, para su sorpresa. Trató de alejar esos sentimientos de celos mientras daba un par de pasos hacia la chica. Ella lo observó finalmente y pudo ver la angustia que sentía en ese momento—. Tu tampoco...
—¿Está es tu opción? —quiso saber él, casi enojado por lo que estaba haciendo. Él la consideraba más fuerte, más valiente que eso—. Has perdido a tanta gente y... ¿vas a terminar con tu vida de este modo? Una vez me dijiste que soñabas morir salvándonos.
Ella sollozó dejando escapar un par de lágrimas más, llenas de angustia y dolor. Owen se acercó finalmente, con pasos lentos pero decididos y siempre observando sus movimientos. Went no podía aceptar eso, no podía creer que ella lo estuviera haciendo. ¿Dónde estaba la chica que había conocido antes? ¿Dónde estaba la mujer que lo amenazaba a muerte? ¿Qué le daba órdenes? ¿Qué había pasado con Molly? ¿La habían enterrado junto a Blood? Él no quería pensar en eso.
—Molly... sé que Went no está eligiendo las palabras correctas, pero él tiene razón. No puedes bajarte del barco ahora —trató de hacerla reaccionar Owen mientras Molly negaba aun llorando. Estaba tan destruida que incluso a él le daba tristeza verla así—. Tú eres la mujer más fuerte que conocí en mi vida, más fuerte que cualquiera. No puedes bajar los brazos ahora.
—No... no puedo, Owen —susurró bajo, con aquella ansiedad característica de una persona angustiada. Su pecho subía y bajaba, lleno de un dolor que Went sabía que nunca acabaría. La guerra se llevaba cuerpos, se llevaba vida y se llevaba almas también. Se habían llevado la de Molly y ella no quería buscarla nuevamente—. Siempre... siempre salgo perdiendo. Peleo y peleo pero siempre me ganan. Gano peleas, pero ellos ganan guerras.
—No es así, Molly —trató de calmar Went, pero ella lo ignoró por completo.
—¿Por qué todos tienen que morir? Me dijeron que iba a salvarlos a todos, que yo iba a sacrificarme por ellos. ¡Pero la única vive soy yo! —gritó y el corazón de Went volvió a encogerse. Owen bajó la mirada con dolor, aceptando lo obvio de las palabras de Molly. Todos sentían eso, pero nadie se había animado a bajar la guardia para soltar los sentimientos. Sólo Molly, quien se sentía culpable de todo lo que sucedía—. Si respiro... lo único que huelo es muerte, Owen. Lisa, Blood, Black... ¿Quién más? ¿Tu? ¿Went? Ya no quiero esto, no quiero. No quiero, no quiero sufrir más.
—Molly... por favor.
—No, Owen. Todos los que he amado están muertos o lastimados por mi culpa. ¿No lo ves? —le preguntó mirándolo llena de lágrimas y angustia, de dolor que Went sentía pero no sabía cómo expresar como ella. Eso iba a suceder, en algún momento iba a estallar de ese modo. Los sentimientos funcionaban así, estallaban en el momento menos indicado cuando se escondían. Went había aprendido eso—. No quiero seguir peleando una guerra sin final... ¿Qué hago si mueres? ¿Qué hago si los pierdo? No voy a poder continuar... no quiero continuar con ese miedo. No quiero despertarme sintiendo miedo, preguntándome si están bien... si mis Iluminados viven. Es mucha responsabilidad... es mucho dolor.
La entendía, más que nadie. Molly siempre había sido especial con sus sentimientos, siempre había sentido más que los demás y Went siempre se había sentido igual que ella. Comprendía su dolor y Owen no iba a entender que para ellos, especiales como eran, se sentía el doble de fuerte. Se sentía mucho más dolor que el normal.
—Molly... tu eres el rostro de esta lucha —soltó finalmente Owen, sin saber que más decir y Went pudo sentir su desesperación. Al menos él decía algo, Went ni siquiera podía soltar una palabra ante su miedo—. Sin ti... esto no tendrá sentido. No sólo para mí, para todos. ¿Para qué seguir peleando si tú no estás? Mueves a las personas, Molly. Trasmites sentimientos como nadie, ni siquiera tu padre me ha conmovido cuando en sus discursos. Tienes que vivir, tienes que afrontarlo. Esto no es una maldición, esto no es... no lo sé, lo que sea que crees que sea. Esto es un desafío, si pasas esto nadie más podrá hacerte daño.
—Van a seguir tratando de sacarte cosas, Molly —soltó Went finalmente y ella lo miró, casi sorprendida por su presencia. Sus ojos azules le regalaron esa mirada que siempre había provocado un sentimiento extraño en su pecho, ahora comprendía de qué se trataba—. Durante toda tu vida vas a conocer a personas que traten de lastimarte y hacerte daño, porque eso sucede cuando uno es fuerte. Vas a conocer gente que te envidie, te lastime y te odie tanto que trate de boicotearte de muchas maneras. La vida te pondrá obstáculos y tendrás que saltarlos.
—No quiero saltarlos más... me caigo cada vez que lo trato —susurró ella, casi soltando una especie de puchero. Él sonrió ante ese gesto, dando un paso hacia delante al mismo tiempo que Owen hacia lo mismo, salvo que él extendía su mano hacia ella.
—Molly... valiente no es aquel que nunca se cae, sino aquel que se cae... y se vuelve a levantar para seguir peleando. Sé que eres fuerte, simplemente necesitas nuestra ayuda. Toma mi mano, vamos.
Ella se quedó mirándolo por unos segundos la mano de Owen y luego observó unos minutos el vacío. Went se imaginaba que estaba debatiendo su vida y sus decisiones. No sentía nada más que su corazón latiendo en su boca, lleno de miedo por la vida de la persona que quería. Se lanzaría con ella si trataba de hacerlo, estaba seguro y no lo dudaba en ese momento. Seguramente habría vida sin ella, pero a Went no le interesaba seguirla.
Pero ella tomó la mano de Owen y él la atrajo hacia su cuerpo, envolviéndola con sus brazos. Molly lloró en su pecho por unos largos minutos, ocultándose en el pecho de Owen. Went pudo respirar, finalmente, sintiendo que todo volvía a la normalidad como él deseaba. Sintió un poco de envidia por Owen, abrazando a su chica con fuerza y necesidad pero trato de eliminar una vez más ese sentimiento. Tenía que comenzar a comprender la relación que ellos dos de una buena vez por todas. Pero, para su sorpresa, Molly extendió su mano hacia él. Went no entendió que deseaba exactamente, pero tomó su mano entre ambas suyas. Obviamente ella sabía qué importancia tenía eso para él, que le diera esa mínima oportunidad de permanecer en su vida. No iba a perder esa oportunidad, nunca más.
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He agregado este capitulo a mi versión original de Misery, me pareció que le faltaba un poco del dolor de Molly. A partir de ahora me gusta dividir el libro como "Cuando Went no estaba " "Cuando Went si estaba" así que finalmente ha vuelto y veremos como todo reacciona. Espero que le haya gustado el capitulo tanto como yo y bienvenidos a los nuevos lectores de Misery (:
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