Te imagino de mil maneras: herida, rota, tierna, perversamente seductora, fuerte, bella pero siempre sola.

Sigues esperando, con la placidez de estar hilvanando ese perdón a tu misma esencia, que se fermentó lentamente con el ritmo de la  arena y las olas.

Te paseas en tu imperio, con la mirada siempre flameando en lo alto, por eso mirarte es casi una adoración y desearte es un inevitable tormento.

Como Penélope esperando que  Homero le recorte las rapsodias y le reduzca la sentencia de tanta espera o que Ulises se salte algunas de sus aventuras en su odisea y llegue pronto a esa cama, que está perdiendo la paciencia, por lo fría y estirada que respira.

Mientras los pretendientes siguen luchando por una utopía, un trofeo que no se irá con cualquiera.

Sigues tejiendo excusas y destejiendo alguna posibilidad efímera de sentir que puedes epilogar tu espera.

Sales de pronto a tu balcón con ese vestido de seda, tan sutil que tus muslos dibujan una senda oscura y placentera y el caprichoso viento se deleita bailando un tango con tus piernas.

Has esculpido un molde, has trazado sin querer la silueta de ese hombre, has esbozado su aliento, su abdomen y sus manos que recorrerán tus cuestas, rincones y acantilados.

Te has puesto bella con el tiempo, las arrugas fueron ahuyentadas y las estrías sonríen, seducen y respiran belleza.

El talle de tus sueños se ha mantenido infranqueable como tus caderas que saben contar historias de príncipes que emergieron de tu vientre para ver la luz que coronó tus dolores.

Sigue esperando, quizá Ulises no exista, es una epopeya de tus exigencias, quizá vino como un mendigo a recoger los mendrugos de tu atención o los pétalos de tu mirada y no lo reconociste.

Tal vez te pasó lo mismo con su navío, te confundiste y te subiste a un barco de papel, ajado, con un mástil enclenque, incapaz de navegarte y precoz para el hundimiento.

Seguirás esperando y engordarás la belleza de tu silueta, esculpiéndola con tu amor propio, ornarás tu escote con expectativas disfrazadas de esperanza y seguirás ahuyentando pretendientes que se irán como el zorro que renunció a las uvas.

Seguirás esperando el perfecto, el idóneo, el que esté a la estatura de tus deseos y con el tiempo se irá desinflando la demanda y la marea de miradas y propuestas se irá desvaneciendo.

Entonces una  inquisidora duda emergerá en el sulencio devtu soledad.

Quizá Ulises se quedó con Calipso o se sumergió con las sirenas, tal vez  se hizo amigo de Polifemo y se reconcilió con Poseidón o perdió la memoria y no recuerda el retorno a  su condena; tal vez no hubo guerra y solo fue un pretexto para liberarse de las cadenas.

Y Usted seguirá esperando, cada día más bella, ensayando besos y caricias para estar en forma, lista para incendiar su alcoba; con la botella descorchada y las copas sobre la mesa; con la mirada siempre en alto, el sosiego cubriendo su espalda.

Y yo con el tintero hirviendo y la pluma frente a su piel y la espada desenvainada; dibujo los últimos desquicios, de una poesía que se ha mojado desde la primera mirada, con el alma  en llamas y los  versos en retirada, con la satisfacción de haber engendrado en su vientre una una trilogía orgásmica : "bella señora"; "amiga, amante y musa" y perennizada en : "Penélope"  para cerrar el telón de la  última estocada.