Me repele tu actitud, un machito altivo aspirando ser visto, ente nauseabundo a punto de ser nazi corrupto. Tu cuerpo yace inerte en la inmundicia del submundo. ¿Cómo escapar del infierno si es tan placentero el castigo? Son los cursos que te han vendido: te escupen en la cara y te sueltan retahílas, verborrea falsa que te vuelve masoquista.

Mirate, mirá bien tu reflejo, son tus manos en el espejo las que desean ahorcarme. Lo sé, ¿cómo me atrevo a hablarte? Si no soy hombre, no debés escucharme. Pero puedo verte, sé lo que escondés. Te escuché gritando demasiado tiempo, siempre me pregunté porqué solo es válido tu lamento.

Me pisás el rostro contra el pavimento, que puto asco da el sabor de tu excremento. Me tenés tirada al piso y me seguís pateando. ¿No te basta? Verte altivo, verte fuerte. ¿No te cansa? A mí también me han dicho marica, sé lo que se siente. Pero a vos no te importa si dialogo, si recito, solo querés que te obedezca pasivamente. Mirá pero mirate bien...

El onvre nace siendo egoísmo.
En el espejo: es su reflejo,
su peor enemigo.
Su cuerpo no es templo,
es tempestad.

Ira que prolifera,
paredes enmohecidas.
Vicios que aumentan,
sed de más, hambre sin saciar.
Carne engullida a mordiscos,

traga porno por litros.
Busca a tientas la piedad
que le ha negado su papá,
que le han negado sus amigos.
Carcajadas hechas remolinos
lo van drenando sin cesar.

Queda solo y desnudo en el centro,
un pobre diablo sin talento,
sin dinero. Carece de valor,

¿cómo amarlo?
¿Cómo conmoverlo?
Si ha pisado cien infiernos.
Dale un pañuelo,

que se limpie los mocos,
que acicale sus despojos.
Odia a las mujeres
su corazón roto.
Suelta alaridos

el lobo solitario; es presa,
se estresa, está siendo excluido.
Él se esconde para no sentir caricias.
Se corre si la sociedad lo pisa.

Si llora, es un marica.
Si baila, es mujercita.
Es odiado si no es hombre,
Si no es hombre
es mujer,
por eso grita.

Pero, shhh, calla,
te dolerá la garganta,
seré yo quien culmine
esta pendejada.